Cuerpo Frío, Corazón Caliente - Capítulo 7 - Carnaval (parte 2)

[Capítulo 7 – Carnaval (parte 2)]

[Carnaval]

-                  ¡No, por favor! ¡No me hagas daño! ¡Por favor! – gritó la chica delante de él, cubriéndose con ambos brazos, como si con ello pudiera protegerse a sí misma.
El chico dudó, sintiendo el nudo en el interior de su garganta tensarse aún más ante la escena que se presentaba delante de sus ojos. Se había dejado llevar por la corriente, queriendo no ser uno de aquellos que descansaran en el suelo, muertos, que no había parado a pensar en las otras personas.
Él quería sobrevivir, pero, ¿a qué precio?
Ahora, ahí, delante de él, la chica no paraba de llorar y suplicar por piedad, hecha un desastre, tanto física como emocionalmente. Su vestido azul se había desgarrado de la parte de la rodilla hasta su muslo, exhibiendo su piel, mientras el resto de su ropa estaba arañada y sucia por el polvo y el sudor. Pequeñas y delgadas líneas rojizas aparecían  sobre su piel, tenía varios arañazos en los brazos y en las piernas, y algunos más en el rostro.
Bajó el arma, dejando salir un suspiro y retrocedió un paso. La realidad le golpeó. Apretó el arma y, tensando la mandíbula, la arrojó lejos de ellos. Sus ojos fueron hacia la chica, temblaba y gimoteaba, tirada en el suelo mientras las lágrimas y los mocos escurrían por su rostro. No era algo muy bonito de ver.
“¿Qué rayos estaba a punto de hacer? ¿Matar a alguien? Aunque no la conozca ella sigue siendo… una chica.”
No podía matarla, no sin tener que cargar con ello. Lo cual lo consumiría. Él no era un asesino. No como los demás.
Se inclinó y le tendió una mano a la chica, aun sintiendo los temblores tras apretar demasiado el arma entre sus manos. Tenía que calmarse o solo asustaría a la chica, si es que se podía asustar más a una persona.
-                  Lo siento. – dijo, finalmente, pero se mordió el labio al ver que la chica retrocedía, alejándose de él. La siguió, tomando su brazo lo apartó para poder encararla. Los ojos de la chica lo miraron, solo una expresión legible; terror. – Mira, yo… Déjame ayudarte,  ¿sí? – dijo, tartamudeando. No era una clase de conversación que podía empezar de la nada después de intentar de matarla. Era incómodo y vergonzoso.
La chica sorbió sus mocos y le miró, removiendo el otro brazo. Sus ojos le miraron a través de unas largas pestañas e iris de color azul, dudosos, juzgando la veracidad de sus palabras.
-                  ¿N-No vas a… matarme?  - aun temblaba, pero ahora le miraba sin el mismo temor que en un principio. Veía sus labios apretarse, como si quisiera mantener las palabras dentro de su garganta. Él tosió y le miró, sintiendo sus mejillas arder.
-                  No, yo… lo siento. No quiero hacerte daño. Solo… Perdón. – dijo, casi suspirando mientras decía. La chica parpadeó y asintió, volviendo a sorber sus mocos. Pasó su antebrazo, limpiándose el resto, dejando una pequeña estela brillante de mucosidad sobre su piel, pero él lo  ignoró.
Sin embargo, cuando ella intentó ponerse de pie, resbaló y volvió al suelo. Él se acercó, intentando ayudarla.
-                  Diablos. Espera, deja y… - sus palabras se quedaron en el aire. Su vista se nubló, solo unos segundos y cayó de rodillas.
Abrió la boca, pero sintiendo un fuerte dolor debajo de la mandíbula. Alargó su mano y tocó suavemente, sintiendo algo húmedo y cálido cuando sus dedos tocaron de donde provenía el dolor.
-                  Ja, ja, ja, ja, ja. – se giró hacia la chica que reía. Sostenía un pequeño cuchillo entre sus manos, demasiado cerca de su rostro, manchando su mejilla derecha con la sangre que escurría de éste. La chica se ponía de pie, quedando delante de él – Primera regla; no dudes, idiota.
Los espectadores gritaban agitados al ver como el “chico bueno” moría desangrado. Tratando de detener la sangre de la herida, pero era en vano.
Tomó el pedazo de tela de su falda y lo jaló, desgarrando la prenda. Debajo de su vestido llevaba unos shorts demasiado cortos y un top que cubría sus pechos, pegados a su cuerpo. Los retazos de tela quedaron en el suelo, mientras levantaba los brazos hacia los espectadores, arrojando besos y guiñando el ojo.
Todo el mundo la recibió con más aplausos y alabanzas por su excelente actuación. Una veterana que sabía muy bien como dar un espectáculo inolvidable y que se aseguraba de encargarse de los novatos de corazón blando que no podía resistirse a ayudar a la dulce damisela en peligro.
-                  Entendido -  se escuchó una voz grave detrás de la chica, pero no podía girarse, ya que inmediatamente cuando escuchó esas palabras, su cabeza salió volando.
Vieron como el cuerpo de la chica caía al suelo, mientras su cabeza rebotaba contra una pared, rodando varias veces después de su aterrizaje. La expresión de emoción estaba aún grabada en su rostro.
Las miradas fueron de la cabeza cercenada al responsable. Un chico de cabellos castaños que se mantenía aun en pie con la espada en su mano alargada. Se movió y agitó su espada, removiendo la sangre de esta. La acercó hacia él y pasó su lengua por el filo de ésta, lamiendo la superficie. Arrugó la nariz al tragar el rastro de sangre y escupió un poco.
Un chico apuntó hacia el sujeto y disparó, pero su bala nunca impactó. Jason la esquivó perfectamente, girándose al tiempo que empezaba a acortar la distancia entre el tirador y él. Cortó su arma con un movimiento en arco hacia arriba, llevándose el brazo del chico y clavando su espada en su pecho, asesinándolo instantáneamente.
Sonrió y removió su espada, dejando que la sangre le salpicara el rostro. Volvió a lamer la espada, pero esta vez no se quejó de su alimento. No era maravilloso, pero podía pasarlo sin vomitar. 
Los espectadores, sin saber qué más hacer, hicieron lo que solían hacer en esas situaciones; darle la bienvenida con aplausos y ovaciones. El público estaba maravillado por la forma de asesinar, sin piedad y rápida. Movimientos gráciles, rápidos y certeros, acompañados de esa aura asesina con un rostro inocente.  Estaban acostumbrados a ver a humanos matarse los unos a los otros, pero Jason les estaba dando una buena presentación.
Como si se reconocieran en el campo de batalla, dos figuras se giraron y se miraron durante unos segundos, tal vez un poco más.
Era el momento exacto cuando un cazador se encuentra con otro cazador. Sentían la hostilidad a través de sus miradas. Mientras mantenían expresiones serias, que no dejaban a ver qué es lo que ocurrían dentro de sus cabezas.
Y sabían lo que iba a ocurrir. No podía haber dos cazadores, no al menos vivos. Era instinto lo que les decía que tenían que pelear, que tenían que acabar con la competencia, que tenían que medir sus fuerzas.
Beast salió corriendo hacia él y Jason le imitó, espada en mano, listo para cortar su cabeza.
Beast fue el primero en lanzar un ataque, yendo hacia el rostro de Jason, pero este le esquivó, alargando la espada para clavarla en la cabeza de Beast. La punta quedó a pocos centímetros de sus ojos y luego retrocedió. Jason peleó por la pertenencia del arma, pero Beast no se la dio. Beast había atrapado la espada con sus propias manos, no sin escaparse ileso, pues su mano derecha tenía una enorme línea a través de toda la palma.
Apretó el arma y atrajo a Jason, solo para propinarle un fuerte golpe. Un golpe certero en el rostro, haciéndolo tambalearse. Beast no le dio descanso y alargó la espada, tratando de cortar a Jason, pero no lo logró.
Aun así, a pesar de haberse librado de no ser herido, Beast le soltó una patada en el estómago, empujándolo unos metros lejos de él, haciendo que se doblara en el suelo.  Arrojó la rama hacia el otro lado de la arena, no quería que su pelea fuera interrumpida porque Jason no podía dejar de depender de su arma.
Lo acabaría ahí mismo, frente a todos, con sus puños. Como siempre lo había hecho con sus otros contrincantes.
Jason recuperó la estabilidad y salió contra Beast, de nuevo. Ambos alargaron sus puños y lanzaron su mejor golpe, Beast más confiado sabiendo que había una gran diferencia de fuerza entre ambos.
Pero cuando sus puños impactaron, el único que retrocedió fue él. Se tambaleó, apretando su puño con la otra mano. Abrió la palma y vio las marcas de sus propias uñas en su palma por la fuerza con la que había apretado la mano. Sus nudillos estaban sangrando y podía delinear la forma de unos nudillos sobre sus dedos.
Intentó cerrar la mano, pero no pudo. Un dolor agudo se recorrió desde la palma hasta el hombro y gritó.  Las aletas de sus fosas nasales abriéndose con ira y frustración.
-                  Maldito, hijo de… - no terminó, pues cuando se giró hacia Jason, lo único que pudo ver, antes de salir volando lejos, fue una rodilla.
El cuerpo de Beast se levantó en el aire, y aterrizó contra una de las paredes.  Ahogando un quejido de dolor cuando su espalda impacta fuertemente contra la superficie.
No tiene tiempo para perder. Se mueve, quitándose antes de que los pies de Jason impacten contra su estómago y se mantiene a una distancia de su adversario.
Beast puede ver que hay una gran diferencia, no solo físicamente, sino que hay algo más en Jason que le aterra y le mantiene en guardia. Pensaba que estaban en la misma categoría, pero no es así. Jason es algo más. No sabe qué, pero sí que tiene que asesinarlo, o de lo contrario el que será asesinado será él.
Nunca, en todos sus años de haber estado cautivo, había experimentado semejante sensación. Emoción, miedo, alegría, ira, frustración.
Siente el sudor frio deslizarse por su frente, pero sabe que esta empapado de sudor. Su sangre está hirviendo y sabe que está demasiado excitado como para calmarse.
¡Finalmente alguien que vale la pena!
Declara mentalmente, relamiéndose los labios, saboreando su sudor salado y un poco de su sangre.
Ambos están separados por unos pocos metros, pero eso cambiara en segundos. Ambos esperan por una oportunidad. Ambos solo quieren asesinar a su adversario. Los demás participantes han pasado a segundo plano, pero no dejan de masacrarse. Sin embargo, el espectáculo principal se ha tornado en los dos sujetos tan diferentes.
Por un lado tienen a Beast, un veterano, con un gran record de victorias y años de experiencia en la arena, además de su gran ventaja física. Y por el otro está el nuevo participante, Jason, quien a pesar de su apariencia tiene buena resistencia física y no teme lanzarse contra el más peligroso y no duda en asesinar, porque de eso se trata todo esto. Puede no tener experiencia en la arena, pero sí que tiene experiencia de vida en cuanto  a supervivencia.
Cualquiera podría ganar. Pero a pesar de que todos están alegres con el nuevo chico, todas las apuestas siguen sobre Beast, quien ha acabado con Cazadores más viejos y fuertes.
Jason ataca primero, se lanza contra Beast y comienzan una serie de golpes que no impactan. Beast retrocede y esquiva, a pesar de su enorme cuerpo puede moverse con más agilidad de la que se imaginarían algunos al ver la masa de músculos en la que se ha transformado. Cuando no puede esquivar, utiliza sus brazos y se protege de los golpes. Son duros y no escatima con su fuerza a la hora de golpear, pero Beast puede resistirlo.
Gira y golpea a un costado a Jason, éste se protege y logra detener su golpe, pero solo eso ha servido para cambiar el ritmo de los ataques. Ahora es Beast quien ataca y Jason esquiva y se protege. Los estragos de sus golpes comienzan a aparecer en los brazos de Jason, que se ponen rojizos y en algunos lados se tornan de un verde nauseabundo. Su cuerpo no puede resistir como el de él.
Lanza un golpe contra el rostro de Jason, pero falla y Jason toma ese error a su favor. O eso creía.
Beast esquiva el débil ataque y sin pensarlo, alarga su mano, tomando a Jason del cuello. Apretándolo con fuerza, sus largos y grandes dedos totalmente cernidos alrededor del cuello de Jason, aplicando más presión. Sus uñas clavadas en la piel, donde comienza a sangrar por la fuerza y rudeza de su agarre.
No había sido un error de él, al menos no era inconsciente. Sabía que tenía que hacerlo para que Jason se acercara, bajara su guardia y así poder atraparlo.  Era bueno, pero aún le faltaba demasiado que aprender y que nunca aprendería ahora que estaba atrapado entre sus manos.
-                  ¡Te tengo! – sonrió, triunfante. Escuchó un leve chasqueó y levantó la mirada hacia Jason, quien sonreía. Abrió los ojos, un escalofrío recorrió su espalda, tragando en seco, sintiendo el temblor de su corazón.
-                  No. Yo te tengo a ti – respondió el más pequeño con voz calmada.
De un segundo para otro su mano se abrió, liberando el cuello de Jason. El brazo de Beast cayó al suelo, ahora desprendido de su cuerpo, como una pieza inmóvil que no paraba de chorrear sangre en el suelo.
Jason esbozó una media sonrisa. Lo único que Beast podía ver era la mano extendida de Jason, la cual ahora era una larga hoja, filosa, que comenzaba desde su codo hasta donde debía estar su palma. La larga hoja se agitó y retomó su antigua forma. Largos y delgados dedos aparecieron, cubiertos por un poco de su sangre.
Jason lamió cada uno de sus dedos y sus ojos brillaron ante la dulzura de la sangre del criminal. Pasó su lengua por cada uno de sus dedos, sin dejar nada y después pasó su lengua sobre sus labios, no queriendo dejar ninguna mancha sobre sus labios.
-                  ¿Cómo…?
-                  Muere – respondió. No tenía por qué dar explicaciones a alguien que ya estaba muerto.
Se acercó y con un movimiento, demasiado rápido, su brazo atraviesa el pecho de Beast. Se escucha el fuerte grito de dolor del hombre más grande, intentando apartarse de aquel que ha perforado su pecho solo usando su mano. Pero sus fuerzas desaparecen tan pronto siente la extremidad de su adversario tensarse. Sus ojos se encuentran por una fracción de segundo y puede ver como el iris se ha tornado de un rojo escarlata.
-                  Monstruo… - es lo único que alcanza a decir, cediendo finalmente. Su cabeza cae sobre su hombro y Jason saca su mano fuera del cuerpo del sujeto, apartándolo cuando siente innecesario el tener que sostenerlo por más tiempo.
Todos los ojos se han posado en aquel que aún se mantiene en pie, cubierto por sangre y que tiene la mirada perdida. Es el ganador, nadie puede discutirlo, pero lo que todos observan es aquello que Jason sostiene en su mano derecha.
Es el corazón de Beast.
El cual, sin ningún temor, acerca a su boca y comienza a devorar, desgarrando la carne y sorbiendo la sangre que aún queda en él.
Tal salvajismo, mezclado a la excelente y elegante forma de asesinar. El público vuelve a aplaudir, algunos lloran ante el espectáculo, hay quienes no están conformes con el ganador, y otros quienes gritan aún más fuerte su alegría hacia Jason.
****************
Dale mira el magnífico escenario que ha creado, él. Sintiendo un no sé qué en su cuerpo.
¿Ansiedad? No. ¿Éxtasis? No. ¿Felicidad? No.
No puede decir que es una sola. Era una mezcla de todas ellas. Ansioso por ver el siguiente movimiento de Jason. Extasiado por la personalidad sanguinaria y cruel al momento de tomar una vida. Feliz porque Jason se había unido a su pequeño juego y al mismo tiempo convertido en su nuevo juguete más entretenido.
Le dio un trago, nuevamente, a su copa, terminándosela. Lanzó la copa hacia cualquier lugar detrás de él e hizo una seña a una de sus sirvientas.
-                  ¿Si, mi señor? – dijo una de las hermosas humanas que le acompañaba, vistiendo nada más que un vestido demasiado revelador, pero que formaba parte de los gustos de Thomas. La morena se inclinó y bajó la mirada.
-                  Dejen salir la atracción principal. – dijo Thomas, suspirando al final.. aún era víctima de la emoción de la arena. Excitado por la cantidad de sangre que había por todas partes.
-                  ¿Señor? ¿E-Está usted seguro? Podría haber…
-                  Aseguren la jaula y revisen sus grilletes. Además, manda a llamar a algunos Cazadores solo para estar seguros ¿sí? Con eso será suficiente.
-                  Pero señor…
-                  No me importa el público. ¡Hazlo! Antes de que la emoción se desvanezca. – ordenó y la moreno no tuvo más que asentir a su orden. No podía negarse, solo debía obedecer y asentir a todo, por más riesgoso o estúpido que esto fuera.
La chica desapareció tras una puerta y las luces dentro de la jaula comenzaron a parpadear.
Thomas aferrado a la baranda de su palco, como un niño, demasiado emocionado como para ocultarlo. Trent a poca distancia, viendo la pelea entre Jason y Beast. Jason se veía diferente, irreconocible. Entendía la fascinación de Thomas por él.
Ese no era el Jason Snyder que él conocía. Era alguien completamente diferente.  Un desconocido.
Todo en él gritaba; monstruo.
Pero no había nada mejor para un monstruo que otro monstruo. Beast había peleado bien, pero era un simple humano a comparación de Jason.
Y todos estaban a punto de ver que tan monstruoso podía ser.
***************

[Colonia – Almacén – Joe]

Los hombres se mantenían inquietos, esperando por las órdenes de su líder. Joe se acercó hacia Ethan y le dio pequeños golpecillos en la mejilla. Cuando éste espabilo un poco y pareció recobrar la conciencia, le miró, parpadeando varias veces. Abrió la boca, pero el dolor agudo de su cuerpo le impedía hablar.
Intentó llevar sus manos hacia su vientre para aplacar aquel extraño dolor, pero se dio cuenta, rápidamente, que no podía hacerlo. Unos grilletes y cadenas se cernían alrededor de sus brazos a los respaldos de una silla. Al igual que sus piernas y su cintura.
Estaba desnudo. Pero aun así no sentía ni una pizca de frío. Miró a los hombres que estaban alrededor de la habitación. Todos tenían armas, todos le miraban con recelo y molestia.
-                  Buenos días – musitó el sujeto delante de él. Tardó unos segundos, pero lo reconoció. Había cambiado, mucho. Ahora ya no era rubio, pero seguía siendo el mismo. No podía negarlo. Esa sonrisa que siempre solía sacarlo de quicio lo probaba.
-                  Colton. – pronunció su nombre, pero Joe negó, colocando un dedo sobre sus labios. Ethan rodó los ojos y asintió, ese ya no era su nombre, pero eso significaba que era el mismo. – Debí suponerlo.
-                  Y ahora, dime, ¿Qué estás haciendo aquí, Ethan? – tomó una silla y se sentó frente a Ethan.
-                  Asuntos familiares. – dijo, pero Joe le espetó una cachetada.
-                  ¡No me vengas con esa mierda! Bateman te mandó, ¿verdad? ¿Por qué? ¿Qué sucedió? ¿Por qué no me dijo nada? ¿Eh?
-                  Él no me mandó. De hecho, ni siquiera sabe que estoy aquí – se mordió el labio al dejar salir aquella información. Joe rió.
-                  ¿Y dónde piensa que estás?
-                  …en una misión. – dijo a regañadientes, apretando los labios.
-                  Por lo que veo una que no salió muy bien que digamos. – se burló y Ethan no pudo más que apretar las manos y tragarse su coraje. Quería golpear al hombre, pero seguía débil y tomaría un poco más de tiempo para recuperarse. – Dado que los Cazadores estaban libres e incluso te atacaron, asumo que no salió tan bien.
Hubo un largo silencio, solo interrumpido por los murmullos de los hombres de Joe. Ethan podía ver que Joe había estado ocupado los últimos años. No solo vigilando a Jason, sino también haciéndose de sus propios sirvientes. Lastimosamente esos sirvientes nunca llegarían a ser nada más que ratas a comparación de las creaciones de su Padre.
Joe no era tan fuerte, era minúsculo. Un microbio.
-                  ¿Me lo quieres explicar?
-                  Hubo… ciertas complicaciones. – Joe apretó la mirada sobre él, arqueando una ceja.
-                  Complicaciones, ¿eh? Y apuesto que no le has informado, ¿verdad? – aquella sonrisa de Joe le crispaba los nervios. Era como un maldito reto el no querer golpearlo cuando sonreía, porque sabía que detrás de ella Joe estaba maquinando algo.
-                  Aún no. Quiero mantenerlo oculto un poco más.
-                  ¿Hasta cuándo? Las cosas se te han salido de las manos.
-                  Yo puedo…
-                  ¡Esta situación está fuera de tu control! – bramó, levantándose de la silla, que salio volando hacia alguna parte de la habitación. Los hombres habían reaccionado rápido, tal vez acostumbrados al carácter explosivo de Joe.
Sin embargo, tenía razón y no se lo podía negar. Su silencio lo confirmaba. Había metido la patada muy al fondo esta vez.
Joe caminó hacia él, inclinándose para quedar a pocos centímetros de distancia.  Lo tomó de la barbilla, apretando un poco fuerte su mentón.
-                  Arriesgas toda mi operación, y lo sabes.
-                  No lo pensé.
-                  Exactamente. Llevó años en esta misión y justo cuando todo parece que va de acuerdo al plan, apareces. Lo has arruinado todo.
Puro palabrerío. Nada que Ethan hiciera cambiaría nada de lo que Joe o su Padre tenían planeado. Todo iría de acuerdo al plan, sin fallo.
Retrocedió y se recargó contra el respaldo de la silla, sintiendo el frio metal contra su espalda desnuda. Enderezó la espalda y levantó el mentón, tomando una postura firme y segura de sí mismo.
-                  Así que, ¿fuiste tú quien lo hizo? – preguntó, esbozando una media sonrisa. Joe le miró y rodó los ojos, colocando sus manos en los soportes de la silla, inclinándose, apretando las cadenas.
-                  ¿El qué? ¿Matarlo? Fue pan comido. – apretó los ojos, mirándole curioso - ¿Cómo te enteraste?
-                  Padre me lo dijo.
-                  ¿Te dijo algo más? – había inquietud en sus palabras. Algo estaba pasando en la Colonia, Joe estaba tramando algo. ¿Hablando de cosas bajo la mesa? Algo que no le estaba informando a su Padre.
-                  Nada.  Solo me mostró su cadáver. – era verdad, no mentía. Pero quería ver hasta dónde podía llegar con Joe y si podía descubrirlo.
-                  Sucio traidor, merecía eso y más.  – escupió Joe, frunciendo el ceño. Sintió las cadenas apretarse aún más, cortándole un poco la circulación.
-                  Aun así te tomó 10 años. ¿No crees que es demasiado tiempo?  Solo tenías que matarlo y tomar el control. – Ethan rió y Joe se mordió el labio por dentro. Le soltó y se alejó unos pasos, pasando su mano sobre sus cabellos. Suspiró.
-                  Hubo… complicaciones.
-                  Chris. O Jason, como sea que se llame ahora. – bufó Ethan, pero eso estaba lejos de ser su pensamiento. Pero fue lo suficiente como para que el rostro de Joe palideciera y sus ojos se ensancharan. Tragó en seco y abrió la boca.
-                  ¿Lo viste? ¿Sigue vivo? ¿Cómo…? – se acercó para tomarlo, pero Ethan negó. Levantándose. Los grilletes alrededor de sus manos habían desaparecido, como si los hubiera atravesado. Colocó su mano sobre el pecho de Joe, palmeándolo suavemente. Sonrió. Se acercó a él, quedando a escasos centímetros de su oreja.
-                  ¿Realmente creíste que sería tan fácil? – rió por lo bajo y Joe apretó la mandíbula, tensando todo su cuerpo. Sus manos en puños, queriendo golpear a Ethan, pero sabía que no podría ganarle. Al menos no jugando limpio.
-                  ¿D-Dónde está? – Ethan se alejó un poco, poniendo distancia entre los dos. Llevó un dedo sobre sus labios y esbozó una media sonrisa a Joe.
-                  Eso… no lo sé.
-                  ¿Qué? ¿A qué te refieres con que no lo sabes?
-                  A eso mismo. No lo sé.  Tuvimos un enfrentamiento en el bosque de Los Azules y todo se volvió caótico. Los Cazadores se pusieron… Ummm…. Un poco intensos…- hizo una mueca, recordando que aún tenía trabajo por hacer y no sabía cómo exactamente. Tal vez usaría a los hombres de Joe, harían algo útil para variar.
Joe parecía meditar todo lo que le decía. Y no dejaba ninguna abertura para que Ethan indagara y pudiera descubrir lo que se traía entre manos. Sabía que la Colonia no duraría para el final de la semana, pero parecía que Joe estaba haciendo algunas cosas que no le estaban ordenando. En otras palabras, Joe tenía sus propios planes con respecto a la Colonia.
-                  Déjame preguntarte algo. – Ethan salió de su trance y le miró, arqueando una ceja.
-                  ¿Qué cosa?
-                  ¿Cuándo?
-                  ¿Cuándo qué?
-                  ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?
-                  Ummm, un par de semanas. Creo. No lo sé. El tiempo es extraño para mí. – dijo, lo que en otras palabras se podía interpretar como que no tenía un poco de sentido común y el tiempo era irrelevante para él.
-                  Tsk, no me sirve de mucho. ¿cómo es posible que no sepas nada útil?- ambos se mantenían la mirada, molestos. El sentimiento de desagrado era mutuo. Ethan cruzó los brazos sobre su pecho.
-                  Perdón, ¿sí? Jamás creí que él… - se mordió la lengua - … me atacaría.
-                  ¿Peleaste con él? – el tono de sorpresa de Joe lo desconcertó, pero asintió.
-                  Sí. Y me hizo pedazos. – se rascó el brazo, desviando la mirada. – Es más fuerte que antes, pero no recuerda nada, absolutamente nada sobre él. – apretó la mano, molesto. Sus ojos fueron hacia Joe –  Y no solo es, se unió al enemigo. ¡Se suponía que lo mantendrías aquí!
-                  Sí, pero yo nunca controlé a ese monstruo. Hacía lo que quería. ¿Cómo diablos  esperaba Bateman que lo mantuviera encerrado sin alterar a todos?
Ethan dio un paso hacia adelante y alargó sus dedos índice y medio hacia Joe. Estos pasaron delante de él, rasgando parte de su mejilla y un pedazo de su oreja izquierda. Se habían convertido en una larga y afilada lanza.
Los hombres de Joe apuntaron a Ethan, pero Joe negó, indicándoles que bajaran las armas. Si provocaba a Ethan, todo terminaría mal. Pasaron los segundos en los que ninguno dijo nada, Joe sintió la sangre deslizarse por su mejilla y caer por su mentón sobre su ropa.
-                  ¡Ese monstruo es mi maldito hermano menor, idiota!  - bramó, mostrando sus colmillos. Los ojos de Ethan brillaron, el rosa sangre parecía palpitar. Joe tragó.
-                  Sí, y aun así te atacó. – declaró. Eso pareció hacer espabilar a Ethan, quien regresó sus dedos a su forma normal y retrocedió.
-                  Yo también lo hice. Fue por instinto.
-                  Vaya forma de justificarlo. – bufó. Limpiándose la sangre de la mejilla y haciendo presión en la herida de su oreja. Había perdido un pedazo de la parte superior, nada grave.
-                  Los weres…- dijo Ethan, recordando al sujeto que había visto entre la multitud. Incluso con la puerta cerrada, podía percibir su aroma.
-                  ¿Qué?
-                  Vi a un were cuando entré. – sus ojos fueron directo hacia Joe, frunciendo el ceño- Y no creo que haya solamente uno aquí, ¿verdad?
-                  ¿Lo notaste?
-                  Este lugar apesta a ellos, ¿Cómo no hacerlo? - arrugó la nariz, asqueado.
-                  Sí, bueno, tampoco estoy cómodo con el aroma a perro por toda la Colonia. – llevó una mano a su frente y frotó el puente de su nariz – La Colonia se ha vuelto un caos. Primero weres, luego Cazadores y ahora tú. Todo está hecho una mierda.
-                  ¿Qué vas a hacer conmigo?
Joe se rascó la nuca. Le hizo una seña a uno de sus hombres y éste rápidamente le entregó una sábana a Ethan. Ethan miró al hombre y luego a Joe, solo se limitó a tomar la manta y cubrirse con ella, aunque más que para evitar un resfriado, era para cubrir su cuerpo desnudo.
-                  No lo sé. No te puedo liberar – al ver la expresión de Ethan continuó, negando –  Levantaría sospechas.
-                  ¿Me matarás? – envolvió la sabana alrededor, tomando asiento en la silla, de nuevo.
-                  Lo estoy pensando.
-                  Olvídalo, no te van a creer.
-                  ¿Por qué estás tan seguro?
-                  Ellos lo saben, los weres, sobre mis habilidades de regeneración. Pueden ser perros, pero no lograrás engañarlos con eso.
-                  Entonces, ¿Qué sugieres?
-                  ¿Por qué no matarlos primero?
-                  No creo que sea necesario. – Ethan lo miró confundido – Se irán, en unas cuantas horas. Asi que…
-                  ¿Crees que se iran tan fácilmente?
-                  No.
-                  ¿Si preguntan por…?
-                  ¿…ti? No es su asunto. Es de la Colonia.
-                  Uh-hu. ¿Podrás controlarlo?
-                  Podré.
-                  ¿Y los Cazadores?
-                  Siguen en el bosque. Su entrada aquí no fue discutida. Ya es suficiente con weres en la otra habitación.
-                  ¿Por qué los dejaste entrar entonces?
-                  Oh, cierto. Esto te alegrará, son conocidos de Jason.
-                  ¿Qué?
-                  Sí, al parecer trabajaron juntos para sobrevivir. No sé qué asuntos tenían entre ellos, pero han dicho que irán a salvarlo. – Joe no pudo contener una pequeña risa, los hombres a sus costados le imitaron –  Que idiotas. Como si tuvieran alguna oportunidad.
Los ojos de Ethan se abrieron de par en par.
-                  ¿Jason ya fue capturado? Pero…  - se puso de pie, quitándose la manta de encima – ¡Necesito hablar con mi Padre! – ordenó, pero Joe lo volvió a sentar, colocando ambas manos sobre sus hombros.
-                  Wow, alto ahí. ¿Por qué la prisa?
-                  Llévame a una estación para comunicarme con él.
La sonrisa en el rostro de Joe desapareció y se separó de él.
-                  Eso no sucederá, Ethan. Se supone que eres mi prisionero, no puedes andar por la Colonia moviéndote como quieras. Te quedarás aquí.
-                  No, no lo haré. Yo no obedezco tus órdenes, Colton. – lo desafió. Joe negó.
-                  Me temo que eso no será posible. Lo siento.  – la mano de Joe quedó encima de su pecho desnudo, sintiendo algo metálico frotarse contra su piel Ethan bajó la mirada y se encontró con un objeto extraño en la mano de Joe.
-                  ¿A qué…?  - Ethan acalló, sintiendo una gran descarga recorrer su cuerpo. Saltó, tensando todo su cuerpo, apretando la mandíbula mientras se retorcía y caía al suelo. Ethan arañó el suelo, sintiendo cada musculo de su cuerpo rígido y los espasmos que le impedían ponerse de pie. Antes de poder quejarse, alguien se acercó, sentándose encima de él y clavó algo en su espalda. Ethan chilló y después dejó de moverse, quedó inconsciente.
Joe sacó la larga aguja de la espalda de Ethan, poniéndose de pie, se alejó del cuerpo inmóvil de Ethan y extendió la aguja a uno de sus hombres. Se suponía que la utilizaría con Jason, pero no importaba ahora.
-                  Pronto lo entenderás, Ethan. Si doy una orden, se hace. Enciérrenlo – ordenó, alejándose de Ethan. Aun tenía cosas que hacer, primero tenía que encontrar a Derek.
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[Carnaval]

Jason se giró hacia el extraño sonido. Lo reconoció.
La puerta a su derecha se estaba abriendo lentamente.  Rugidos salían de ella y podía escuchar a algunas personas gritar del otro lado.
Otro gruñido y pequeños “Clank”.
La puerta se abrió completamente, pero el silencio volvió. Los participantes, los que aún quedaban, miraban hacia la puerta. Habían dejado de matarse entre sí y ahora miraban con terror aquello que se ocultaba en la oscuridad del pasillo de la puerta.
-                  ¡AYUDA! – alguien gritó del interior.
Una pequeña figura salió de la puerta y corrió hacia la arena, cubierta de sangre y con heridas graves. Pero fue detenida, por una larga y enorme garra que la había atrapado. Tomando el pequeño cuerpo del hombre entre sus garras, lo apretó y el hombre gritó, mientras sus huesos eran triturados por la fuerza del monstruo.
Finalmente acalló sus alaridos de dolor y dejó de pelear por liberarse. Parecía hecho de goma cuando la mitad de su cuerpo se desprendió y quedó colgando en la garra de la bestia. Ésta salió a través de la puerta y todos observaron a la enorme criatura de piel azul verdoso exhibirse a un costado de la arena.
Abrió su boca y mostró sus enormes y afilados dientes, metiéndose el cuerpo del hombre dentro, comenzó a desgarrarlo y tragar sin dificultad. Devoró con impaciencia y cuando finalmente lo había terminado, soltó un fuerte rugido que paralizó a casi todos, espectadores y participantes por igual.
La criatura se mantenía en pie gracias a sus dos largos brazos, casi como un orangután. Grandes brazos y piernas más cortas, que lo obligaba a caminar doblado, resaltando una gran joroba. Tenía poco pelo cubriendo ciertas arenas, nada en la cabeza, pero si en los brazos y en la espalda y pecho.
Su hocico estaba torcido, en una mala mueca que dejaba en evidencia una dientes chuecos, pero mortales. No se veía su nariz, pero podía adivinar que aquellos pequeños orificios en el centro eran sus fosas nasales. Sus ojos eran negros, completamente, demasiado juntos y una frente enorme que se alzaba cuando los miraba a todos.
Se inclinó y antes de que alguien pudiera decir algo, saltó sobre Jason.
Jason lo recibió como siempre recibía a un buen adversario, con todo. Tomó el cuerpo de Beast del suelo y se lo sacudió hacia adelante del hocico de la bestia, golpeando al mono semi-desarrollado como si fuera una mascota que se portaba mal y debía ser castigada. La bestia perdió el equilibrio y rodó en el suelo, gruñendo molesto.
Se puso de pie, apoyándose en sus palmas y volvió a atacar, esta vez alargando su garra para cogerlo. Jason levantó el cuerpo de Beast  encima de él, como un saco de plumas y lo arrojó hacia la bestia. Quien lo atrapó e inmediatamente, después de detenerse, comenzó a devorar.
Para aquella bestia no había diferencia si era Jason o cualquier otro, todos eran alimento y él devoraría lo que fuera.
Terminó y se lamió las garras, gruñendo al sentir el hambre nuevamente.
Jason volvió a tomar su espada y la blandió suavemente, recordando el movimiento. Había pasado un tiempo desde que había peleado con semejante adversario, pero sabía que podría controlarlo. Al menos eso esperaba.
La criatura rugió y comenzó a correr hacia Jason, quien le imitó, dando un grito de advertencia mientras corría hacia ella.
Las garras de la bestia se alagaron para tomar a Jason, pero este logró esquivarlas, deslizándose sobre el suelo. Hizo un movimiento en arco y el filo de la espada corto un pedazo del brazo de la bestia. Sangre manó y salpicó el lugar. Jason volvió a blandir la espada contra las piernas de la bestia, y cuando ésta cayó, arrodillada, Jason clavó la espada en su enorme pecho.
Sin embargo, cuando la espada tocó la superficie de la piel de la criatura, rebotó. Era como si Jason hubiera golpeado concreto. Retrocedió al sentir la hostilidad de la criatura y puso una distancia que le proporcionaba el espacio necesario para mantenerse seguro y poder retomar el ataque.
Sostuvo la espada, apretando los dedos alrededor de la empañadura y al ver que la criatura intentaba sanar sus heridas con su lengua, Jason volvió a atacar. Esta vez iría por su cabeza.
La criatura reaccionó a su ataque y cuando Jason agitaba su espada contra la cabeza de ésta, hacia su frente en especial, levantó su enorme garra, colocándola entre su objetivo. Cuando la espada chocó contra la superficie de su brazo, crujió y se partió por la mitad. El pedazo de la punta salió volando, casi cortando a Jason en su camino, y el otro quedó en manos de Jason.
Sin poder protegerse o hacer otro movimiento, la criatura tomó a Jason de las piernas y comenzó a agitar como si fuera una muñeca de trapo. Lo sacudió algunas veces más, arrastrándolo en el suelo y estrellándolo contra la arena, hasta que finalmente lo liberó, arrojándolo hacia una de las puertas de los participantes.
El cuerpo de Jason se estrelló contra la puerta de metal, ahogando un quejido de dolor. Una enorme abolladura quedó grabada en la superficie de la puerta. Los presentes veían la fuerza de la bestia, pero también admiraban como Jason se ponía de pie, después de recibir semejante ataque.
Jason tenía pequeñas heridas, cortes y tenía un poco de sangre que salía de su boca. Podía sentir algunos huesos rotos en su interior, pero ya estaban sanando y el dolor no era demasiado, pero seguía doliendo. Se enderezó, estirando sus extremidades, sintiendo como los huesos de su espina se acomodaban y las costillas se reconstruían.
Aun apretaba el pedazo de espada que había quedado, los dedos tensos alrededor de la empañadura, casi petrificados, como si hubieran sido creados juntos. Abrió la mano, sintiendo el dolor de sus huesos al ser liberados de su tarea y la espada cayó al suelo. Era inservible y no tenía caso mantenerla.
Vio a la bestia del otro lado, que ahora se mantenía ocupada devorando al resto de participantes, quienes no podían hacer nada para salvarse. Presas fáciles que no habían tenido que pelear en su vida y ahora solo servían como alimento.
Inútiles…
No había alternativa. Tenía que recurrir a medidas drásticas si quería salir vivo de ahí.
Se acercó hacia uno de los participantes que se mantenían pegados a una pared, aterrado e indefenso. Era más alto que Jason, y más corpulento, de piel oscura y cabellos negros. El chico lo miró y Jason alargó su mano, sus miradas se encontraron y el chico abrió la boca, pero no dijo nada. Aceptó la mano, levantándose, quedando sobre sus rodillas, no opuso resistencia, víctima del efecto de Jason sobre él, y se acercó. Expuso su cuello, ladeando la cabeza y se dejó a merced de Jason.
Los espectadores guardaron silencio, mirando fijamente a Jason. Confundidos por lo que hacía.
Jason lo tomó entre sus brazos, acariciando su mentón, mostrándole la forma en que debía inclinarse y entregarse a él, sintiendo la debilidad y la sumisión del humano. Aspiró profundamente, saboreando la esencia mortal y concentrándose en el palpitar tranquilo del muchacho. Se acercó, abriendo su boca, exponiendo unos largos y afilados colmillos, los cuales se clavaron en la piel del muchacho, quién solo abrió la boca, pero no dejó salir ningún quejido de dolor, como si no lo hubiese notado.
Jason mordió con fuerza y arrancó el pedazo de carne de su cuello. Lo escupió a un lado y después volvió a morder, esta vez succionando la sangre del cuerpo del chico. Sus brazos se enredaron alrededor de su cuello, atrayéndolo cada vez más mientras bebía de él. Se estremeció entre sus brazos, dejando salir pequeños gemidos, sus dedos aferrados a su espalda mientras sentía como cada gota de su sangre era drenada. Los ojos de Jason se incendiaron, tornándose rojos carmesí, del mismo color que la sangre que bebía.
Poco a poco sintió como el hambre dentro de su interior era aplacada y recuperaba su fuerza, y al mismo tiempo como el palpitar del corazón del chico iba disminuyendo, volviéndose un simple eco lejano. Las manos que se aferraban a su espalda fueron perdiendo fuerza y finalmente cayeron a los costados. Jason se separó del cuerpo del chico, y miró la expresión perdida en sus ojos.
Lo liberó y dejó que el cuerpo cayera al suelo, mientras él se limpiaba el rastro de sangre de la boca. Relamió sus labios y después fijo sus ojos en la criatura, quien había terminado con los demás participantes. Ahora solo eran ellos dos dentro de la jaula. Los últimos, los verdaderos monstruos del juego.
Aunque había comido, podía ver que la criatura no lo hacía por hambre, era más por instinto que por necesidad. Disfrutaba matar.
Adoptó su posición de ataque, plantando ambos pies firmemente sobre la arena. La bestia se inclinó, tomando posición al igual que él. Ambos sabían que no podían sobrevivir ahí los dos. Uno tenía que morir.
La bestia comenzó a trotar, dando grandes zancadas, impulsándose con sus largas extremidades, abriendo el hocico, mostrando sus puntiagudos dientes. Jason corrió hacia ella, acelerando el paso lo mejor que podía. No iba armado, más que con sus manos. Lo que él consideraba suficiente para acabar con ella.
Dio un salto por encima de la criatura, escapando de sus brazos. Giró su cuerpo, haciendo una pirueta y mientras caía se aseguró de poder aterrizar sobre la espalda de la criatura. Clavó sus garras sobre la piel de la bestia y comenzó a cortar, desgarrando la piel, largas y profundas heridas aparecían cuando pasaba sus afiladas uñas y la bestia chillaba en agonía.
La bestia lo detuvo de continuar y lo volvió a arrojar. El cuerpo de Jason rodó sobre la arena, pero esta vez Jason pudo controlar su caída, arañando el suelo para evitar alejarse aún más. Tan pronto se detuvo, comenzó a correr, de nuevo, hacia la criatura.
Jason hacia pequeños cortes con sus garras, mientras esquivaba los ataques de a bestia, que se movía más rápido de lo que hubiera imaginado. Llegando a rozarle y dejarle heridas por todo el cuerpo. Ninguno cedía, y seguían haciéndose daño mutuamente. Jason deslizándose por los puntos ciegos de la bestia, que eran las partes que no podía alcanzar por su gran tamaño y la bestia aprovechando eso para alejar a Jason y poder usar sus extremidades para atacarlo.
Agitó su garra contra Jason, tratando de aplastarlo, como si se tratase de una cucaracha. Jason hizo un movimiento en arco con su mano y el brazo de la criatura simplemente cayó desprendido, volando encima de ellos. Aterrizó lejos y la criatura perdió el equilibrio al no tener el soporte de su extremidad. Gruñó de dolor y se retorció, rugiendo a Jason para atemorizarlo y hacerlo retroceder, pero éste se mantenía firme y continuaba acercándose a ella. Los dedos de su mano firmas y juntos, formando una espada, con eso lo había cercenado.
La bestia se abalanzó contra Jason, extendiendo su otra garra. Jason se hizo a un lado y lo tomó desde la muñeca, restringiendo sus movimientos. Sonrió y sin piedad clavó su brazo en el brazo de la bestia.
Rugió, gruñendo su dolor. Abrió sus fauces e intentó devorar a Jason, pero antes de poder acercarse más, Jason alargó su otra mano y lo atravesó por el hocico. Los dedos de Jason, ahora en forma de espada, sobresalieron por encima de la parte superior de la cabeza de la bestia. Jason hizo un movimiento hacia arriba y sus dedos cortaron el cráneo de la bestia por la mitad.
Finalmente, la bestia cayó al suelo y cuando Jason sacó su brazo de la extremidad de la criatura, estallaron los aplausos. Levantó la mirada hacia ellos, viéndolos saltar en sus asientos, aplaudiendo, gritando, levantando los brazos.
Miró a la criatura que yacía en el suelo, muerta. Al igual que los demás participantes. Era el único que quedaba en pie dentro de la jaula. Sus manos manchadas de sangre, lleno de heridas y cansado.
De repente, los gritos cesaron, ni siquiera el sonido del presentador que decía unas palabras sobre su gran pelea. Su mente se había despejado, ahora podía entender lo que se desarrollaba a su alrededor. Algo en sus risas, en la forma de señalarlo, en como lo veían desde arriba.
Algo dentro de él se apagó, al mismo tiempo que algo se encendía.
¿Espectáculo? ¿Entretenimiento? ¿Salvajes? ¿Mascotas?
¿Quién lo había establecido?
ELLOS.
Pero, ¿por qué los obedecían? ¿Por qué él los obedecía? ¿Quiénes eran ellos?
Él no era un juguete, ni su mascota para que lo pusieran a divertirlos.
No de ellos. Ni de nadie. Él estaba por encima de esos inferiores.
Las ovejas no le dan órdenes al lobo.
Caminó hacia el centro de la arena, sin despegar la vista de Thomas Dale, quien le miraba fijamente, jugueteando con la copa entre sus manos, una sonrisa santurrona en su rostro, divertido.
Cuando sus ojos se encontraron, pudo ver como a Thomas Dale se le borraba la sonrisa del rostro y bajaba la copa, apoyándose en los respaldos de su asiento para ponerse de pie, así como un presentimiento, uno malo. Le siguió con la mirada y se acercó al palco, entornando la mirada, confundido.
No podía estar más en lo cierto.
Pero era demasiado tarde.
Y ahora tenía que afrontar las consecuencias, como los demás. Esas eran las reglas.
-                  Mentirosos. Traidores. Ladrones. Impostores. Monstruos. – pronunció, con un tono tan calmado, pero que había provocado que todos acallaran y posaran su atención, completamente, en él – Creen tener el control, pero no es así. Hay un mundo de diferencia entre ustedes y nosotros. ¿Quieren saber cuál es? Yo soy un original. – el público rió, sin saber muy bien la razón. No entendían lo que Jason estaba hablando. Jason esbozó una media sonrisa e inhaló profundamente – Rango E, retuércete en silencio hasta la muerte.
Más risas y comentarios estúpidos. Hasta que el primer caso pasó. Una mujer, hermosa y coqueta de la primera fila cayó de su asiento y comenzó a convulsionarse en el suelo. No gritaba, pero se veía que experimentaba un dolor intenso. Abría la boca y la cerraba, arañando el suelo, mientras lagrimas salían de sangre brotaban de sus ojos.
Los sirvientes de Thomas se acercaron a socorrerla, pero tan pronto como llegaron, otro comenzó. Y así sucesivamente. Los invitados, casi en su totalidad, yacían en el suelo, retorciéndose y llorando sangre, podían escuchar el sonido de sus huesos crujiendo mientras se doblaban de formas casi imposibles.
Thomas se giró al oír una pequeña risilla que provenía desde la jaula. Ahí, en el centro, Jason reía mientras veía a los espectadores sufrir, retorcerse y morir.
Él lo había hecho.
Thomas tragó en seco y jalo a uno de los Cazadores hacia donde estaba él, señalando a Jason.
-                  Dispárale. ¡Ahora!
-                  ¿Qué? Pero…
-                  ¡Ahora!
-                  Rango S, dame tu corazón. – pronunció Jason y Thomas sintió como si algo le acariciara. Era una sensación escalofriante, lo que era algo completamente incoherente porque ellos no tenían escalofríos, no como los humanos.
Thomas salió de su trance al escuchar un fuerte grito del otro lado, uno hombre de tamaño pequeño y gran masa corporal sostenía entre sus dos manos su corazón. A pesar de que se podía ver que estaba experimentando un gran dolor, el hombre sonreía. Nuevamente, como la vez primera, uno tras otro comenzaron a suceder. Más cuerpos caían al suelo, los corazones entre sus manos, casi como si temieran perderlo y no cumplir con la orden de Jason.
-                  Todos los Cazadores, disparen a Jason Snyder.– le ordenó a los Cazadores y todos rápidamente adoptaron posiciones. – ¡Ahora!
Tan pronto como dio la orden, todos dispararon contra Jason. Logró esquivar algunas balas, pero cuando los tranquilizantes dieron en el blanco, Jason dejó de moverse con la misma velocidad y poco a poco fue perdiendo fuerzas.
Jason cayó al suelo, y rápidamente quedó inconsciente. Thomas lo vio resistirse a la droga, pero finalmente cedió.
Miró a su alrededor. Se le había salido de las manos. Cuerpos por todas partes, no solo los de las arenas, sino en los asientos de los espectadores. ¿Todo eso lo había hecho una sola persona?
Estaba molesto, y al mismo tiempo excitado.
Jason era un juguete demasiado interesante, y peligroso sino sabía controlarlo.


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