La aparición del hermano sin rostro. - Previews de Cuerpo Frío, Corazón Caliente
[Capitulo 4 – La Colonia
bajo la montaña]
[Colonia – Derek &
Weres]
De repente, después del
cálido recibimiento a los miembros de la Colonia, las miradas fueron hacia los
grandes hombres que se mantenían detrás de Derek y Simon. Derek buscando ayuda
de Simon mediante la mirada, pero este se hacia el que no prestaba atención,
fijando sus ojos en las lámparas del techo.
“Maldito seas, Simon”
pensó para sí mismo. Tomó una gran bocanada de aire y se preparó para lo peor,
que era esta misma situación.
Antes de poder decir algo
para calmar los pequeños murmullos, la voz de Joe resonó entre el gentío,
obligándose a girar.
-
Derek, ¿Quiénes son
ellos? – Derek miraba de los weres hacia los miembros de la Colonia, pensando
rápido en qué decir. Sentía la lengua entumecida. Finalmente logró formar
palabras con coherencia.
-
Ummm, son nuestros
nuevos aliados. Son conocidos de Jason. – admitió. Todos le miraron como si
una segunda cabeza le hubiera salido.
-
¿Jason sigue vivo? –
preguntó Joe, incrédulo, se pudo notar como se le palideció el rostro. Tal vez
porque ahora significaba que sus planes para controlar la Colonia se habían
venido abajo. Derek sonrió ante ello. Emily se acercó, apartando a los hombres.
-
Tenías razón, Derek.
-
Así es. – asintió a
ella. Pero Joe continuó, señalando a los altos hombres de casi dos metros
detrás de él.
-
Entonces, ¿Quiénes
son? ¿Dónde los encontraste? – Derek tragó en seco ante las miradas de todos,
en especial la mirada de Joe. No estaba preparado. No se había preparado para
esto.
Derek se acercó a Joe,
sujetándole del antebrazo, hablando por lo bajo.
-
Y-Yo… tal vez
deberíamos… - trató de decir, haciendo retroceder a los weres y a los
segunderos de Joe. No era un tema que fuera fácil de tratar. Lo más
recomendable era tratarlo con calma y con tacto, de lo contrario las cosas
podrían salir mal. Sin embargo, Derek no contaba con la actitud de los weres.
Randolph avanzo, haciendo a
un lado a Derek, colocándose delante de Joe y los demás.
-
Somos weres. – dijo
como si fuera de lo más natural. Rápidamente los rostros de todos los miembros
de la Colonia cambiaron, de duda a terror. Derek se mordió el labio, queriendo
quedarse por siempre detrás del were.
Joe se liberó de su agarre y
se apartó, mirándole con los ojos abiertos como platos. Sentía ganas de vomitar
por las emociones que le recorrían, pero trataba de volver a conectarse al
mundo. Su cerebro se había apagado por unos segundos.
-
¿Qué?
-
¿Weres? Oh, Dios mío.
– alguien exclamó, soltando un pequeño
grito. Seguidos de los murmullos. Todos apartándose, formando un pequeño
círculo, casi como si tuvieran la peste y evitaran contagiarse. Incluso a él
mismo le veían con repulsión y pánico.
Fue Joe quien rompió el gran
espacio sin palabras acerca de ello, alzando la voz para que todos oyeran, dándoselas de ente superior, como
siempre.
-
¡¡¿Qué significa
esto, Derek? ¿Por qué has traído weres a nuestra base? ¿Eh?!! – Joe quedo
delante de él, mirándole por encima. Derek alzaba la mirada, solo lo suficiente
para volver a bajarla, avergonzado.
-
Y-Yo no… solo…-
tartamudeó, incapaz de responder como era debido. En su lugar balbuceaba y solo
podía tratar de no morderse la lengua. Presa del pánico, su cuerpo se
estremecía ante cada mirada y susurro de los de su alrededor.
Una mano se posó encima del
hombro de Joe, haciéndole mirar por encima del hombro, arqueando la ceja,
torciendo el gesto.
-
Déjalo, Joe. – dijo Simon, tomándolo del hombro, pero este
se sacudió su mano y camino hacia Derek.
-
No. Quiero saber qué
demonios está pasando aquí. Se van más de una semana y vuelven con weres. ¿Qué clase de broma es esta? ¿saben si quiera
lo que han hecho? ¡Esto es traición! – señalando a los weres con un movimiento
de cabeza, sin dejar de mirar a Derek con el ceño fruncido, este solo se
encogía de hombros.
-
Nosotros no estamos
aquí para hacerles daño. – dijo Randolph con tono neutral, apretando la mandíbula
para controlar las palabras que realmente quería decir.
-
Sí, claro – resoplo
con ironía el sujeto llamado Joe. A lo que Alo, exasperado, apretó las manos y se encamino para darle un
golpe por burlarse de su alfa, cuando Randolph colocó una mano frente a él,
indicándole que se controlara.
-
Pueden estar seguros
que no somos sus enemigos. – continuó - Nuestros enemigos son esos chupasangres que se
ocultan en la ciudad Zwielicht y que nos cazan, a ambos. Hemos estado mucho
tiempo en conflicto, humanos y weres, pero nosotros no somos el problema, son
ellos. La estirpe que enferma a este mundo son los vampiros. – viendo los
rostros aun incapaces de creer en sus palabras, Randolph continuo, apretando
los labios - No crean que solo los humanos han sufrido por esta guerra, mi
pueblo, mi raza, mi familia, han sufrido el mismo, sino es que más, dolor. –
sin poder contenerse de las batallas previas, el Alfa dejo salir su
frustración, de años - ¿Debo recordarles la depuración? Donde ustedes, humanos,
sacrificaron a mi pueblo para salvarse a ustedes mismos.
-
¿A dónde quieres
llegar, were? – escupió Joe, cruzándose de brazos.
-
¡¡Hijo de tu put…!! - estaba listo para partirle la cara, pero su
alfa le refreno, esta vez con un tono más fuerte.
-
¡Alo! Basta. – negó suavemente, apretando los labios.
Randolph se giró hacia el humano, dando dos pasos hacia adelante, levantando el
mentón para evidenciar la diferencia de estatura. Provocando que el humano Joe
retrocediera, tragando en seco ante el temible Alfa. Randolph sonrió,
descubriendo su hermosa dentadura blanca y sus puntiagudos caninos - Y mi nombre no es were, humano. Es
Randolph. La razón de nuestra presencia en su escondite difiere demasiado de
formar una tregua, estamos aquí con la única intención de formar una alianza
temporal.
-
¿Con qué fin?
-
Rescatar a Jason. Eso
fue lo que nos dijo su amigo. – con un movimiento de cabeza Randolph apunto
hacia el pobre de Derek.
-
¿Eso dijo? – sonaba como
si se burlara del más grande. Cruzando los brazos sobre su pecho, continuó - ¿Por qué creen que arriesgaremos a todos los nuestros
a un rescate suicida?
-
Porque Jason Snyder
es su compañero, y su líder.
-
Exlíder. – corrigió Joe,
puntualizando a Randolph.
Hubo un pequeño silencio,
acompañado de un juego de miradas que parecían decirse todo con ellas. Randolph
suspiró, sintiendo como si sus caninos bajaran, sus encías picaban por la
acción del medio cambio.
-
Entonces, ante tus
palabras, humano, ¿debo asumir que le darán la espalda?
-
Asumirías bien. – no había
titubeo en sus palabras. Era serio. Demasiado.
Derek se atrevió, inconforme
ante la decisión de su compañero.
-
Joe, lo que dices es
una…
-
¡Tú deberías callar! Después
de todo lo que has hecho guardar silencio es lo mínimo. Prometer un rescate.
¿con qué equipo? Somos solo humanos y ellos monstruos.
-
Pero Jason…
-
Murió, ¿sí? ¡Acéptalo!
Sigues persiguiéndolo. ¿para qué? ¿Qué harás cuando vuelva? Deja de aferrarte a
su recuerdo. Si los vampiros los tienen, está muerto.
-
Él nos salvó.
-
… eso es pasado. Tenemos
que seguir adelante. – se giró hacia los weres – Y ustedes no pueden permanecer
aquí. Lamento que mi compañero les prometiera algo que esta fuera de nuestras
manos. De hecho, es un asunto privado, en el cual, ustedes no tienen palabra.
Jason es nuestro exlíder y miembro de la Colonia, por lo que lo que se decida
sobre su rescate es de nuestra incumbencia solamente. No de uste---
Un fuerte rugido, seguido
del impacto fuerte de un puño. Todos vieron como el cuerpo de Joe salió volando
por los aires, cayendo sobre su espalda. Trataba de parar el sangrado, había
perdido, tal vez, algunos dientes por el golpe. Levanto la mirada, encontrándose
con el puño de su atacante.
Randolph no se arrepentía de
haberlo hecho. Se sentía tan bien haber golpeado esa boca que solo decía estupideces.
Flexiono sus dedos, tratando de revisar sus músculos. Ladeó la cabeza, tronando
los músculos de su cuello, y avanzo hacia Joe, tomándolo del cuello de la
camisa, alzándolo.
-
¿Que no es de mi
incumbencia? ¡¡Por supuesto que es de mi maldita incumbencia, pedazo de
mierda!!
-
¿Quién te has…?
*******
[Jason Snyder – Zona de
Contención]
No tengo la menor idea de
qué día es. O de cuánto tiempo ha pasado. La verdad es que aquí el tiempo es
extraño, no sé cuándo ha pasado un día, mucho menos si es de día o de noche.
Todo lo que me rodea son estas cuatro paredes blancas.
En algún momento despierto y
de repente, después de algunos minutos (creo) me vuelven a drogar con esa cosa
que esta clavada en mi brazo. Despierto, nuevamente, solo que ahora con un
nuevo sabor en mi boca.
Supongo que tienen miedo de
que me descontrole mientras me alimentan y por eso deciden sedarme para meterme
la comida por la garganta. Hacen bien en temerme. ¿Al menos me la darán apropiadamente
o usan un tubo y un embudo?
No creo ser el único en
estas instalaciones, de eso estoy 100% seguro. Y aunque no puedo ver a mis
vecinos a través de las paredes, los siento. Encerrados, molestos, inquietos,
esperando. La pregunta es, ¿Qué esperan?
¿Desde hace cuánto estarán
aquí? Es inútil preguntarle a la pared, a sabiendas que no te responderá.
Me siento un poco cansado.
La droga parece que es suministrada cada tiempo, tal vez para que el efecto se
mantenga en mi cuerpo.
Aunque, siendo honestos, en algún
momento de esta locura como que te acostumbras a ella. Mi organismo la cambia y
ahora puedo controlar un poco mejor mi cuerpo. Me deja con los dedos
entumecidos y no puedo agarrar nada.
Pero ¿Qué se puede hacer
cuando estas sujeto a una cama en el centro de tu celda con todo el cuerpo
sujeto a ella por correas? Las cintas magnéticas que mantienen mis muñecas y
tobillos pegados a la camilla de metal, además de que el collar me da una
descarga cada que intento levantarme más de 5 centímetros de la camilla.
Siento un leve piquete en mi
brazo, bajó la mirada y veo como el líquido está ingresando en mí. Quema, tanto
que me obligo a mí mismo a morderme el labio para acallar los quejidos.
En un segundo siento que la
cabeza me da vueltas, mis parpados pesan y lentamente voy cerrando los ojos.
******
Charlie siguió a Derek, sintiéndose
como un niño que se escabullía entre la noche.
Cuando finalmente este se
detuvo, ambos quedaron a pocos centímetros. Podía sentir el dulce aroma de
Derek, además del roce de sus brazos. Pocos centímetros los separaban de
tocarse. De sentir aquel cuerpo pequeño contra el suyo. Y aunque su instinto le
pedía avanzar y enredar su brazo alrededor de la cintura ajena y atraerlo
contra el suyo, se refrenaba a sí mismo.
Aunque era insoportable.
Derek sonrió, entre las
sombras sería difícil distinguir el gesto, para un humano. Pero Charlie pudo
distinguirlo perfectamente.
-
¿Quieres saber cuál
es la diferencia de nosotros y la anterior resistencia?
-
Dime.
-
Nosotros tenemos a
Jay.
-
Él no está con
ustedes ahora. – dando un paso, sintiendo el cuerpo de Derek contra el suyo.
Este coloco su mano sobre su pecho, y tras lo que pareció un suspiro, este se
escabullo de entre sus manos. Colándose entre las sombras. Huyendo de él. Un
juego que estaba dispuesto a jugar.
-
Pero tenemos su
conocimiento. Y además… – emitiendo una leve sonrisa, la cortina metálica se levantó
y camino dentro, todo estaba a oscuras, incluso con su visión nocturna no podía
visualizar nada más que sombras. Alguien movió una palanca, haciendo que el
sonido de un ventilador sonara, en segundos unas luces comenzaron a parpadear
levemente. En línea consecutiva, las luces blancas de las lámparas se
encendieron e iluminaron la habitación. Que no era tal cosa, sino una bodega.
Una enorme bodega llena de vehículos, de todos los tamaños y completamente
equipados, las paredes estaban atestadas con millones de armas, con cartuchos
en varias cajas de color verde sepia. Este era un enorme arsenal. – Nosotros
tenemos estos juguetes. – dijo el más pequeño, sonriendo de oreja a oreja, levantando
las manos al aire, dejándole admirar aquello como si se tratase de su colección
más privada.
-
¿Cómo…? – no termino,
ya que Derek respondió rápidamente.
-
Cortesía del abuelo
de Jay. Este lugar antes había sido utilizado como base militar, no aparece en
los mapas porque era una instalación en construcción. Asi que no hay registro. La
abandonaron cuando la guerra comenzó y jamás fue terminada.
-
Para mí lo parece.
-
Años de trabajo duro.
-
¿Cómo consiguen la
energía eléctrica?
-
El abuelo de Jay era
un genio mecánico, nos enseñó muchas cosas para sobrevivir. Desde como atarnos
los zapatos hasta como disparar un arma.
-
¿él fue quien le
enseño a Jason todos esos movimientos?
-
Por alguna razón, que
jamás cuestionamos, Jay era más fuerte que nosotros, sabía cómo pelear y
defenderse utilizando cualquier cosa inútil. Te seré honesto, primero le temíamos,
digo, no todos los días veías a un humano desmembrar a un vampiro en segundos. – sí, suena
como Jason, dijo para sí mismo. Derek continuo - Pero él jamás nos dejaba
atrás, siempre se preocupó por cada uno de nosotros.
-
¿así que lo
aceptaron?
-
Por supuesto. Era uno
de los nuestros. Nuestro compañero, nuestro amigo, nuestro Jay. Aunque
desconocíamos su origen, lo queríamos con nosotros. Solo que su abuelo lo
mantenía alejado de nosotros, todos en la Colonia lo queríamos mucho, pero su
abuelo era demasiado estricto con él y le tenía prohibido el estar con los
demás miembros de la Colonia. A veces pienso que era un poco rudo con Jay.
Sabia que era un tema
delicado. Jason tampoco parecía demasiado animado al conversar de su familia.
Charlie desvió la mirada y trató de cambiar el tema.
-
¿Qué es lo que harán
con todo esto?
-
Las usaremos para
rescatar a Jason. Atacaremos a los vampiros.
-
¿Cómo planean
hacerlo?
-
Ahí es donde entran
ustedes.
-
¿Necesitan nuestra
ayuda?
-
Ustedes también.
-
¿has olvidado lo que
tu gente le hizo a la mia?
-
Estaban en pánico,
cualquiera lo hubiera hecho. Si lo papeles se hubieran invertido habrían hecho
lo mismo.
-
Aun asi no estoy muy
seguro.
-
Mira, entiendo el resentimiento que tienen contra nosotros y no los culpo, pero no podemos seguir
viviendo asi. Escondiéndonos y con miedo a morir o convertirnos en su alimento.
Tenemos que detenerlos. Tu Alfa lo dijo; es momento de atacar.
-
Estoy de acuerdo.
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