Solo... Mírame (2da Parte)
Capítulo 2
Cuando despertó, lo hizo por el incesante ruido
que había en su puerta. Se levantó de la cama, casi maldiciendo hasta al mismo
aire. Echo una mirada al reloj de su celular, había dormido solo 2 horas. Gruño
molesto.
- - ¡Ya voy! ¡No sean impacientes! ¿Qué
hora creen que es? Más les vale que sea algo importante, como sin-chan cubierto de chocolate o algo por el estilo – sonrió, diciendo
esto último como un comentario para sí mismo, incluso en esas condiciones de
somnolencia podía seguir siendo gracioso. Se rasco la cabeza, bostezando
fuertemente, solo para que cuando abriera la puerta la figura de cierta persona
lo empujara al meterse dentro. Viendo como el sujeto entraba y se metía a su
habitación, comenzó a seguirlo, golpeándose mentalmente para despertar de su
estupidez - ¡Shin-c… Midorima! ¿Qué haces aquí? – regreso a su tono molesto.
-
¿Dónde está? ¿Dónde está? – El peli
verde se encamino hacia él, tomándolo de los brazos, lo sacudió un poco y al
ver que Takao no decía nada, continúo metiéndose en las demás habitaciones,
como si buscará algo desesperadamente. Takao trago en seco, por alguna razón se
veía molesto.
Viéndolo perderse en la alcoba, donde sabanas y
almohadas salieron volando. Takao se mantuvo alejado, esa era una nueva faceta
de Midorima que jamás había visto. Se pegó a la pared, buscando el teléfono por
si tenía que buscar ayuda de la seguridad para calmarlo. Lo soltó tan pronto
ese pensamiento pasaba por su mente. ¿Qué le pasaba? ¿Desde cuándo actuaba tan
nena? Camino hacia él, tratando de calmarlo. Midorima jamás le haría daño,
físico. Era más un hombre lengua larga que de puños.
-
¿de qué hablas? Oye, espera, ¿Por qué estás
aquí? – finalmente se recompuso, regresando al tema central. ¿Qué estaba
haciendo aquí? Porque él no recordaba haberlo invitado a su habitación. Por la
vestimenta de su amigo, se veía que no había pasado por su casa. ¿había venido
desde el hospital hasta aquí? Imposible. Problemas personales pasaban a segundo
plano, jamás al primero.
-
¿Dónde está el maldito? – su tono más
molesto, casi gritándole. Takao avanzo, tocándole el hombro, eso pareció
regresarlo a la realidad, porque sus ojos lo miraron fijamente.
-
¿Quién?
Midorima comenzó a hablar, pero incluso Takao podía
entenderle más que “nanodayo”, lo demás era un trabalenguas.
-
A ver, tranquilízate un poco – le indico.
-
¡NO! Ya se fue, ¿verdad? – tomándolo
del brazo, apretándolo un poco más de la cuenta, los ojos de Midorima estaban
húmedos.
-
Auch…- se quejó, Midorima pareció
entenderlo y libero un poco de su fuerza.
-
Tú y el… ¿lo hicieron?
-
¿de quién hablas? -
-
¡De tu amante! Mientras hablamos me
dijiste que tenías una cita. Yo… lo siento.
– ahora era Midorima quien lloraba como un niño pequeño de 5 años, Takao
quedo enmudecido, quería decir algo, pero todo lo que salía era aire de sus
pulmones - Todo esto es mi culpa, pero aun así… no tenías por qué meterte con
otra persona. Es una forma de vengarse muy cruel.
-
Shintarou… - no era la primera vez que
lo llamaba por su verdadero nombre, pero esto era en medidas drásticas para
cuando este se negara a escuchar.
-
¿Por qué? ¿Por qué no me llamas como
siempre? Yo… ¿tanto te lastime? –. Suspiro, frustrado, eso encendió todo su
cuerpo, apretó la mano en un puño y sin pensarlo una segunda vez, lo soltó
contra el idiota más alto que tenía frente a él, dándole un fuerte golpe en la
cara, haciéndolo perder los lentes. Midorima se quedó totalmente perplejo ante
la acción del más pequeño.
Dios, ese golpe se había
sentido súper bien, quería volver a darle otro. Pero se refreno a sí mismo.
-
¡Basta! ¿Por qué te comportas como la
victime? ¿eh? Tú… eres un idiota, Shin-chan – Takao no pudo contenerlo más, las
lágrimas picaban por salir de sus ojos, aun pasando la mano para quitárselas,
volvían a salir, más y más. Entre sollozos y una voz ahogada continuo, tenía
que sacarlo de su pecho – aun cuando todos me dicen que te deje y que siga
adelante, aun así sigo contigo. ¿sabes porque?
-
… - negó con la cabeza. Takao se
abalanzo encima de él, apretándolo contra su pecho. Le dio un golpe en la
cabeza.
-
Porque te amo, tonto. Incluso con esas
extrañas manías tuyas que a los demás les disgustan. Pero cuando dudas de mis
sentimientos, realmente me dan ganas de romperte los dedos ¡TONTO! ¡Shin-chan,
eres un tonto! ¡Te odio, te odio, te odio! – Midorima tanteo el terreno, al ver
como el más pequeño comenzaba a temblar, extendió sus brazos alrededor de su
cintura, atrayéndolo más contra él. Levanto el rostro, las lágrimas de Takao
inundaban sus hermosos ojos. Paso su dedo pulgar sobre sus parpados, removiendo
las dos pequeñas gotas.
-
Es verdad. Soy un tonto, un completo
idiota. Eso no lo puedo cambiar, pero al menos puedo intentarlo, por ti – tomó
su mano y la beso suavemente, dejando la marca de sus labios como un leve calor
en el dorso de Takao, quien sintió como si una ola de calor fuera directo hacia
su pecho.
-
A pesar de saber que eres un idiota y un
tsundere, porque si lo eres, no lo niegues, yo jamás te he dejado, pero tu
indiferencia… es dolorosa. Es peor que el rechazo, porque ni siquiera me miras.
-
Sé que un lo siento no basta para ti,
pero por favor, dame una segunda oportunidad de hacer bien las cosas. – su mano apretaba la de Takao, enredando sus
dedos.
-
No lo sé. ¿Qué si me vuelves a
lastimar? Yo no sería… capaz de soportarlo.
-
¡JAMAS! No quiero perderte, Takao. Tú
eres lo mejor de mi vida. Sin ti mis días serian un infierno. Por eso me
esfuerzo demasiado en el trabajo, porque sé que cuando regrese a casa siempre estarás
esperando por mí, con una sonrisa en el rostro. Eso me alegra el día. Sin ti,
me sentiría más viejo de lo que ya soy.
-
Tú no eres viejo.
-
Admitámoslo, mi forma de vida es la de
un viejo de 60 años. Trabajo, trabajo, almuerzo, trabajo, regreso a casa, cena,
baño, duermo y otra vez a comenzar. Tú me recuerdas la felicidad que puede
existir en pequeños momentos del día. El compartirlos contigo es… lo que le da
sentido a mi vida. ¿podrías por favor darme otra oportunidad?
-
…- Takao lo miraba dubitativo.
Suspiro, ¿Cómo podría odiar al hombre que amaba por ser un idiota? Si e eso
mismo se había enamorado de él. – Quiero ser tu prioridad, nada de ponerme
después del trabajo, incluso si un hombre se está muriendo y te llamo, lo dejas
a su suerte. ¿entendido?
-
¿Qué? – Takao lo beso suavemente en
los labios como chiquillos robándose besos a escondidas. Midorima enrojeció.
-
Era una broma. Jamás me metería entre
tu trabajo, esa es tu pasión. Pero quiero que me ames, que no me ignores, que
me trates como tu pareja, que me lleves a cenar de vez en cuando, caminar
contigo en la orilla de la playa, que te tomes el fin de semana para poder
pasarlo sentados en casa, durmiendo o simplemente follando. Ya sabes, esas
cosas que hacen los enamorados. A cambio prometo hacerte sentir joven todos los
días, Abuelito Shin-chan.
-
Te amo. Te prometo no defraudarte.
Gracias, gracias, gracias – dándole besos en la cara. Takao solo se dejó
querer. Los besos comenzaron a volverse más intensos, las manos no solo
abrazaban, sino que subían lentamente, por encima de las ropas. Los dedos de
Midorima acariciaban la cintura de Takao, subiendo hasta sus hombros,
acercándolo para besar sus labios de una manera nada tierna, sino más bien
ardiente. Sintiendo la lengua del otro meterse cual ladrón dentro de su boca,
lo recibió gustoso.
Por instinto Takao envolvió sus brazos alrededor
del cuello de Midorima, sentándose en su regazo. Las manos del peli verde iban
levantando la camisa del pelinegro, quien no opuso resistencia. Tan pronto la
prenda salió, tomo el rostro de su amado entre sus manos y lo beso, probando su sabor. Lamio el labio superior
del más alto. Echó la cabeza hacia atrás, mientras Midorima se acercó,
inhalando el aroma del más pequeño, dirige su atención hacia aquel pequeño
botón rozado, pasando su lengua sobre este, el pecho de este se comprimió al
sentir la aspereza de su lengua tocar su pezón. Takao se apartó, casi cayéndose
de su regazo. Ambos se miraron, pero Takao estaba completamente sonrojado,
cubriéndose el pecho con las manos, que no servía de mucho, pero era lo mismo.
Midorima iba a decir algo, cuando un sonido les interrumpió.
Buscando con la mirada hacia todas las direcciones, Takao encontró su celular
zumbando en la cómoda junto a la cama. Cogiéndolo con la mano, se colocó la
camisa y contesto. Humedeciéndose los labios, sintiendo el leve sabor de
Midorima impregnado en ellos.
-
Takao al habla – respondió, girándose
hacia la ventana, maldición, un poco más y ahora estaría sobre la cama gimiendo
ante la lengua de Shin-chan. No
escuchaba ni una sola palabra que decía la otra línea, parecía ser su madre,
algo sobre ir a verlos a casa y que no olvidara invitar a Midorima. Dios, su
madre le había arruinado el momento.
Incapaz de poder mirar a Midorima ahora, todo lo que hizo fue quedarse
con el celular, escuchando lo que su madre decía y mirar hacia el frente. – ok,
adiós, mamá. – dijo después de que su madre terminara el monologo de “debes
cuidarte y comer bien”. colgó el teléfono. Ahora tenía que enfrentar a su
excitado novio, que tal vez había perdido la erección en sus pantalones.
Iba a girarse, cuando sintió el peso del otro
cuerpo contra su espalda. Midorima enredo sus brazos alrededor de su cuerpo y
lo atrajo contra él. Takao casi suelta un suspiro de satisfacción al sentir la
gran erección que se presionaba contra su cadera.
Deslizando su mano debajo de la camisa de Takao, subió
desde su cintura, rozando las costillas, acariciando el pecho y llegando hasta
su cuello, donde le obligo a levantar la vista hacia el techo, ladeando su
cabeza, mientras los labios del peli verde iban directo hacia su expuesta nuca,
un beso, suave. Otro beso, esta vez más prolongado. Sintiendo como algo húmedo
acariciaba su piel, los vellos de sus brazos se erizaron ante tal acción,
apretando los dedos de los pies, no pudo
evitar soltar un gemido de satisfacción.
-
Shin-chan, ¿Qué estas…? – se giró para
encararlo, pero su boca fue acallada por los labios de su novio, lo que le
impidió articular palabra alguna, más que sonidos ahogados. La lengua de
Midorima no le dejaba pensar, claro que Takao había tenido que instrumentarlo
en ello, porque el tsundere jamás había sido besado.
-
Quería contenerme, pero vestido de esa
forma, ¿estas tratando de seducirme? Ese pantalón no deja mucho a la
imaginación. – diciendo esto, Midorima comenzó
a sacarse la corbata que llevaba puesta, dándole media vuelta a Takao para que
quedara viendo hacia la ventana, Midorima tomo la corbata y cubrió los ojos de
Takao, el paisaje de luces de la ciudad desapareció, sus manos fueron tomadas y
colocadas encima de su cabeza, contra el vidrio de la ventana. Haciéndolo
levantar más su trasero. Sonrió, Takao no entendía muy bien de que iba el
juego, pero Midorima estaba tomando el
control así que lo dejaría. – no muevas
tus manos, déjalas sobre el cristal, ¿entendido? – le soltó las muñecas, pero
como buen paciente, hizo caso a la indicación del doctor.
-
Si, doctor Shin-chan. – Las manos de Midorima fueron hacia sus
piernas, acariciándolas por encima de la ropa. Takao gimió ante el tacto de su
acompañante. Mientras se frotaba contra sus glúteos. Se mordió la lengua al
sentir el miembro de Midorima presionándose entre sus nalgas, casi ronroneando
por la sensación.
-
Shin-ch…
-
Shuuu no digas nada. Quiero hacerte el
amor. Ahora mismo. ¿esta eso bien? – no pudiendo responder con palabras solo
asintió, mordiéndose el labio mientras su novio lo acariciaba con sus grandes
manos. Subiendo por sus piernas, la fricción de la tela contra su piel, era
como si hormigas subieran a sus pantalones, y por alguna razón eso le excitaba más
de lo normal, un escalofrió recorrió su cuerpo, haciéndolo temblar ante el
tacto
Comienza a masturbarlo, tomando su miembro entre
sus manos, las cuales son más suaves de lo que recordaba. Su pene se endurece más,
estremeciéndose ante la sensación de su carne caliente siendo envuelta por esas
manos que no dejan de repetir un movimiento de arriba abajo.
Gime al sentir como la otra mano va hacia su
cadera, acariciando su espalda con un dedo, su espalda se dobla y echa la
cabeza hacia atrás. Empujando su miembro contra la mano de Midorima, quien
aprieta de más para evitar que se venga.
-
No puedes, debes ser un buen niño y
esperar a que yo te dé la orden.
-
Shi…Ahhh… Ugh…
-
Niño malo – lo obliga a lamer sus
dedos, metiéndolos dentro de su boca, su lengua acaricia las yemas de estos y
los traga más profundo, dejándolos llenos de saliva, la cual escurre un poco
por su boca y cae por su mentón. No puede ver nada, solo siente, lo que es
extraño. Su cuerpo se ha vuelto más sensible en la penumbra.
La mano de Midorima amasa sus glúteos, se muerde
el labio para evitar gemir como una chica, deja que su novio continúe con las
caricias. Sintiendo como algo se introduce en su interior. Se sobresalta e
intenta apartarse, pero no puede hacer mucho al tener su pene entre las manos
del otro.
-
Alguien parece demasiado ansioso –
muerde suavemente su lóbulo, provocando que Takao suelte un gemido, entre dolor
y excitación. Su respiración agitada y su cuerpo temblando entre sus brazos –
Bien, te dejare venir. – liberando la presión el miembro ajeno, comenzó a
masturbarlo, Takao comienza a soltar respiraciones fuertes, acompañadas del
sonido de su propia voz excitada. Midorima puede sentir su propio miembro tan
duro como una roca, pero decide complacer al más pequeño. Un movimiento más y
Takao echa la cabeza hacia atrás, dejándose contra su hombro, mientras su semen
sale disparado contra la ventana. Su cuerpo se estremece, cada poro y musculo
esta rebosante de satisfacción.
-
- Ahhhh… ¡¡¡Shin-chan!!! – pronuncia su
nombre, casi entre jadeos. Su semen se desliza por la superficie del cristal de
la ventana. Takao no lo puede ver, pero eso es muy erótico. Pasa su lengua por detrás
de su oreja.
-
Aún no hemos acabado, Kazunari. Viene
lo mejor.
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