Labios Helados, Lengua Caliente - Capítulo 17
SEGUNDA PARTE
[Cacería: Batalla Mixta
Final 3.2]
¿Qué pasaba con este tipo?
¿No se cansaba? Yo estaba ya casi en mi limite. Apenas podía seguir corriendo,
mis piernas dolían, desde las plantas hasta la cadera.
Esa arma que llevaba
cargando en la espalda, ¿no pesaba? ¿Cómo era posible que me siguiera el paso?
No tenía sentido, no podía
seguir huyendo de él, además, tarde o temprano tendríamos que enfrentarnos.
¿Por qué prolongarlo más? Lo haría ahora.
Me detuve, tomando la espada
curvada entre mis manos, apreté la empañadura fuerte, sintiendo mis nudillos
dolor por la acción. A pesar de haberlo liberado del collar que lo mantenía
como uno de los perros de los vampiros, él quería matarme. Este sujeto estaba loco, no loco normal, sino
en un estado enfermo.
Bien, si él iba con todo, le
respondería de la misma forma. No tenía la mínima intención de morir.
Lo espere, vigilando cada
uno de mis lados. Sin distraerme, podía escuchar el sonido de sus pasos
acercándose, rápido, lento, salto,
rápido, rápido, lento. Alto.
Levante mi espada enfrente,
lo debo mirar fijamente, lo veo salir junto a un árbol, el me devuelve el gesto
con una sonrisa mórbida.
-
Así que, ¿me
enfrentaras?
-
Antes quiero saber
algo – digo, sin acercarme demasiado, sin quitarle el ojo de encima.
-
¿uh? Tsk, ¿Por qué
no? Adelante.
-
¿Por qué me atacas? Eres
libre, los libere a todos.
-
No a todos, me temo.
– dijo, señalando en su cuello morado, donde una pequeña placa de metal se
mostraba, debajo de su piel. Solo porque había arañado con su propia uña la
superficie se podía ver, esta placa de metal destellaba un pequeño punto rojo.
Hice una mueca al imaginar el dolor que le provocaba.
-
¿Qué es…?
-
Chips de obediencia.
A diferencia de otros cazadores, hay algunos que no son tan fáciles de dominar.
Normalmente alguien usaría tortura o trauma psicológico, algo que los rompa.
Pero los vampiros no son tan delicados, disfrutan la tortura, pero aún más el
dolor y la desesperación en los rostros humanos al darse cuenta que es peor
vivir que morir. Muchos no lo soportan e intentan suicidarse, yo lo intente, pero
esta cosa me lo impidió.
-
El collar es para
controlarnos y mantenernos tranquilos. Y los chips… son diferentes. Estas cosas
nos controlan, aunque me resista, mi cuerpo se mueve por sí mismo. El que me
controla no está aquí, mi amo se oculta en la ciudadela Zwielicht. Tengo órdenes
de llevarte conmigo, nada personal.
-
No tengo intenciones
tampoco de ir con ustedes. ¿Por qué no te resistes? Tienes esa voluntad.
-
Cada líder de escuadrón
tiene la obligación de controlar a su grupo, si el grupo escapa, al menos no se
llevaran al líder, que es el más peligroso de todos. El líder es especial,
diferente de los demás cazadores, ¿quieres saber por qué?
-
…- tragué en seco, no
me gustaba hacia donde se estaba dirigiendo toda la conversación. Renzo lo tomó
como un “si” y continúo.
-
Porque el líder ha
bebido sangre, no solo de vampiro. También humana. ¿lo entiendes? A los
cazadores nos alimentan con sangre y carne humana, pero solo a los líderes se
les da sangre de vampiro. – puntualizo, a lo que no entendía por qué estarme
explicando todo eso. - Después de que la
sangre toca tu lengua, es como si tu gusto por la carne fuera suficiente. En
las prisiones, donde nos mantienen encerrados, existe el canibalismo.
-
¿Cuántos de los tuyos
has cazado, de los que han intentado escapar de esto?
-
100, quizás más. Con
el paso del tiempo, el matar se te hace tan natural como respirar.
-
No hay comparación,
Renzo.
-
Incluso si yo no los
matara y me negara a hacerlo, alguien más lo haría y después seguiría yo. Solo
lo hago para sobrevivir. – por vez primera pierde un poco la compostura,
frunciendo el ceño y apretando los puños. Como si hubiera tocado un punto
sensible.
-
Ya te pasó, ¿no es así?
– me arriesgo a preguntar y recibir un hachazo, pero no sucede. Él se hunde en
sus hombros, bajando la mirada, sopesando un fuerte y prolongado suspiro.
-
… mi esposa. –
levanta la mirada, viéndome directamente, sus ojos se han vuelto opacos, - Tal vez creas que todos somos simples
fugitivos, olvidados, pero no es así. Todos teníamos familias, queríamos protegerlas,
y como nos rehusamos, al principio, nos lo quitaron todo. Yo era un hombre
diferente. Las circunstancias fueron las que nos hicieron así.
-
Podrías cambiar.
-
No, es muy tarde.
-
¿Por qué los demás no
actúan como tú y me persiguen?
-
No todos tienen el “privilegio” de beber sangre de un
vampiro. Además, si la bebes, no hay resultado de que sobrevivas, y si lo haces
enloqueces.
-
¿eres el único?
-
Solo de este escuadrón.
Hay más en Ciudad Zwielicht. La verdad es que quienes protegen la ciudad no son
los vampiros, sino los Cazadores. Nosotros arriesgamos el cuello por ellos.
Gracioso, ¿no?
-
¿Por qué? ¿Por qué lo
hacen?
-
No tenemos opción. No
nos queda nada más. Podríamos morir ahí mismo, pero no te lo hacen fácil. –
vuelve a ponerse tenso, solo que esta vez no despega su mirada de la mía.
Entonces, es cuando una media sonrisa aparece en su rostro, lo que me sorprende
un poco - Ante los ojos de todos ellos somos puro entretenimiento, alimento,
placer, mascotas, simples objetos que pueden hacer y deshacer. Muchos se dan
por vencidos y mueren, pero hay otros que se niegan a morir; sobreviven.
-
Matando a los suyos.
– frunzo el sello, molesto.
-
Mejor ellos que yo. –
un bufido sale de sus labios, resoplando ante mis palabras.
-
Eso es barbarismo.-
puntualizo, pero eso solo produce el efecto contrario que esperaba, ya que se
tira al suelo y comienza a reír enloquecido.
-
¡Ah! Por favor no te
hagas el santo conmigo. Dime, ¿a cuántos has matado tú? Más de los que yo, eso
es seguro. Para salvar a mis compañeros.
¡Tonterías! Añoras la sangre, como todos los demás. Al menos ten la decencia de
admitirlo, para ganar una guerra es necesario derramar más sangre que los
demás, sino perderás.
-
Si hubiera una manera
de solucionar las cosas sin derramar tanta sangre lo haría.- es verdad lo que
digo, pero él no lo cree. Da un paso adelante, yo retrocedo, sus ojos
entornados viéndome, tratando de descifrar algo, me produce escalofríos su
mirada penetrante.
-
Pero amas la sangre
¿no? Te alimentas de ella. La deseas.
-
¿Qué estas…? – mi voz
se quiebra ante sus declaraciones. Algo está mal, ¿Cómo es posible que sepa de
la sangre? Trató de controlarme, pero ahora mi cuerpo está nervioso, un leve
temblor en mis piernas.
-
¡No trates de
engañarme! No soy un estúpido. Debes estar débil ¿no? Se te nota en la mirada
que estas hambriento.
-
¡Mentira! – desvió la
mirada, tratando de huir de sus ojos.
-
Tsk, ¿Qué hay de
malo? Matar para sobrevivir, está en la naturaleza humana. No te avergüences,
hermano. – cubro mis oídos con ambas manos, tratando de alejar esa voz que
parece meterse en mi cabeza, más y más.
-
¡Basta! No soy como tú.
– refuté, apretando mis manos en mis cabellos, negando con la cabeza, jalando
mis cabellos.
-
Eso no es verdad.
Dime, ¿bebes de tus victimas mientras aún están vivas o después de matarlas?
-
¡He dicho que basta!
– mi voz se eleva más alto, el pánico denotando entre mis palabras. El dolor en
mis sienes no paran, ¿es por qué no he comido?
-
Oh, tal vez
¿disfrutas torturarlos? – las imágenes de mis anteriores atacantes, en los
cuales, más de uno había resultado herido. Era verdad, había disfrutado el
lastimarlos, no había forma de justificar mi comportamiento, incluso diciendo
que lo estaba haciendo porque había matado a alguien inocente. Matar a otro
solo te vuelve peor que él. Apreté los ojos, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas
acidas. Cayendo de rodillas, hundiendo mi rostro entre mis manos.
-
¡Ya! ¡no más!
-
¿Por qué no bebes de
mi sangre? – Abro los ojos ante las palabras del Cazador, sus pies están bajo
mi visión, a un metro de distancia mía.
-
¿Q-Qué?
-
Tienes mi permiso.
Seria aburrido si te desmayas a mitad de la batalla. Quiero divertirme un poco más.
– expone su cuello, puedo escucharlo, el sonido de su sangre corriendo a través
de todo su cuerpo. Es musical. El aroma que emana de su piel, caliente por la
sangre, por la vida que hay dentro de él. Reaccionó ante sus ojos y su sonrisa
burlona, apartándolo con mis manos y retrocediendo dando un salto.
-
¡No te burles de mí!
¡tu… te matare! – apretando la mandíbula, esta vez no lo dejaría escapar. Todo
mi cuerpo ardía por la rabia que fluía en mi cuerpo. Me levante del suelo,
mirándolo fijamente. Colocándome en posición de ataque, mi espada blandida
frente a mí, firme – ¿tienes algún compromiso? – pregunté, serio, sin titubear
ningún segundo. Él levanto una ceja al aire, extrañado.
-
No, ¿Por qué? – juega
con el hacha, haciéndola hacer giros alrededor de su brazo, puesto que esta
encadenada a sus brazos. Mis pies bien plantados en el suelo, para no perder el
equilibrio y ganar impulso.
-
No creo que llegues a
tu siguiente presa.
-
Jajajajaja… - su
sonrisa me desconcierta. El hacha está en el suelo, de tanto reír se deja caer
sobe el suelo, no le puedo encontrar el sentido gracioso a lo que he dicho,
pero no bajo la guardia. Es un sujeto extraño, por cualquier cosa se tira al
suelo a reír, agitando su mano en el aire – ¿te refieres a los weres? ¡JA! Ellos me
importan una mierda – se levanta, arreglándose las ropas, suelta un escupitajo,
moviendo su cuello a ambos lados como una campana, tronando sus músculos.
Recoge su arma del suelo, colocándosela en el hombro – Dale tiene otro tipo de
planes para ti.
-
¿Dale? – confundido.
Creo haber oído ese nombre anteriormente, pero ahora mismo mi cabeza es un
caos. Da igual, no podría recordar su rostro ahora que estoy al borde de
desmayarme por la falta de alimento.
¡Espera! Este tipo es un humano. Si lo mato… podré
alimentarme. Pienso, apretando mis
manos alrededor de la espada. Su comentario pudo haber sido una clara burla
hacia mí, pero es todo el alimento que tengo ahora mismo. Además, el contenerme
y dejarlo vivir no me volverá una mejor persona. Él tiene razón, soy un
asesino, no importa cuales sean mis razones, pero si he llegado hasta este
punto, no puedo echarme hacia atrás ahora. El sabor amargo de mi saliva en mi
garganta, al menos eso calma un poco el ardor de mi lengua.
-
Oh, ya lo conocerás.
Pero debes pasar una prueba. Veamos si tienes lo necesario – grita, en el mismo
momento en que salta sobre mí, retrocedo, pero tropiezo con algo. Cayendo al
suelo. Colocó la espada para protegerme, funciona. Pero el peso del sujeto es
mayor. Lo empujo, pateándolo, no funciona, trae un protector. – Nah, eso no
funcionara conmigo Snyder. – chasqueo la lengua.
Soltando un poco de presión
de mi espada para hacerlo acercarse. Echó mi cabeza hacia atrás y le impacto
con mi frente, haciéndolo que se quite encima de mí. Rueda por el suelo,
sobándose y gruñendo su dolor. Me levantó, al mismo tiempo que él lo hace.
Ataca con su hacha, yo retrocedo, dándole una patada en el rostro mientras está
inclinado.
Mala idea.
Me toma de la pierna y
cuando me doy cuenta ya estoy frente a su puño. Recibo el impacto
completamente, ahogando mi voz en un sonido ahogado. Aprieto los dientes,
tratando de soportar el golpe, igual duele como una perra.
Le dejo caer un golpe con el
codo encima de su hombro, él cae de rodillas, pero tengo que retroceder,
cubriéndome la nariz, me la ha roto y no puedo respirar sin sangrar.
Tomó mi espada del suelo e
intento clavarle una tajada, pero me embiste, arrojándome al suelo. La espada
sale de mis manos. Ahora sus manos se ciernen alrededor de mi garganta.
Comienzo a presionar, arañando, pero la fuerza no disminuye ni un poco. Él
sigue presionando mi tráquea, ahora solo se escucha mi voz ahogada, mis piernas
pataleando por detrás.
Estoy en un aprieto. No
puedo alcanzar mi arma, incluso aunque le lanzó la tierra lodosa y porquería
del suelo, no parece soltar su fuerza. Estoy a pocos segundos de desvanecerme.
Siento cómo mis parpados se cierran más rápido. Aprieto mis parpados, tratando
de agarrar aire. Las fuerzas de mi cuerpo se están yendo.
¿Voy a morir?
Mi mente se nubla. Todo lo
que veo son los rayos del Sol que atraviesan las copas de los árboles.
El tiempo va más lento.
Cierro los ojos.
Ahí, en ese momento, mientras
mis ojos dejan de percibir todo a mí alrededor, mi nariz percibe algo. Algo que
huele tan dulce que me hace dudar. Agitando mi interior por la emoción y la
adrenalina. De repente, el aire ya no me es necesario. Mi mente se concentra en
ese aroma de hace unos segundos. Mis pulmones han dejado de funcionar, por
pocos segundos. Pero puedo sentir todo el movimiento a mí alrededor.
Todo se ha detenido unos
segundos. Lo suficiente para darme cuenta que lo estoy pensando demasiado. Él
no lo hace. No piensa en matarme para sobrevivir, solo lo hace. Se deja guiar
por sus instintos.
Con la mirada, busco la
fuente. Ahí, frente a mí. El tipo (Renzo) tiene un corte que aparece desde la
muñeca hasta manchar sus manos. No es el único corte, también hay varios en su
rostro, pequeñas líneas que sangran y se deslizan, cayendo sobre mi cuerpo
producto de los rasguños de los escombros arrojados.
Mis manos aprietan sus
muñecas, tragó en seco, lo que produce que me arrepienta de ello. Mi saliva
sabe como si estuviera tomando alcohol para las heridas, arde, todo el camino
por mi garganta, pero evito concentrarme en el dolor. No importa.
Los siento, están saliendo de mi cuerpo.
Mi yo vampiro esta
enloquecido por el hambre de sangre. No puedo pararlo. Ya no. Necesita salir y alimentarse.
Dejo salir todo el aire de
mis pulmones, abriendo la boca inhalo todo el aire que puedo agarrar en una
bocanada, en un sonido que suena más sexual que una acción motora de
respiración, casi como un gemido de placer. Alargo mi mano derecha, hasta
alcanzar su rostro, acariciando su mejilla, su sonrisa sigue igual, triunfante,
feliz, extasiado de verme morir.
Idiota.
Clavó mi dedo pulgar en su
cuenca, él retrocede un poco, sin dejar de presionar sobre mi tráquea, pero
antes de que lo haga, mi uña se ha alargado, formando una punta, que ahora está
incrustada en su cornea. Presionó más fuerte, haciendo que sangre empiece a
manar del ojo.
No estoy respirando. Si me
concentro en respirar y el dolor de mi garganta perderé contra él. Aún tengo
aire en mis pulmones, solo dos minutos son suficientes.
El tratar de huir de mí,
cuando está tratando de ahorcarme no le funciona. Tendría que soltarme para
alejarse lo suficiente. Pero de hacerlo yo saltaría encima de él y clavaria mi
otra uña en su otro ojo sano. Su ojo derecho está perdido, pero si sigo
presionando más, el daño será más grave.
Siento liberar la presión de sus pulgares contra mi
garganta.
Me suelta.
Es el momento,
pienso al sentir como me zafo de su agarre. Pero no puedo hacer demasiado. Él
me golpea en la garganta con el puño, lo que produce que caiga de nuevo. Esta
vez porque el golpe hace que las ganas de vomitar aumenten. Escupo un poco de
mi saliva, impregnada de sangre mía al suelo. Mientras me coloco de pie,
sobando mi garganta con mis dedos. Toso,
tratando de ver si mi garganta no está obstruida.
Vuelvo a respirar de nuevo.
Buscando mi espada con la mirada, hay demasiada hierba salvaje. Todo está
confuso. Mi corazón late más rápido de lo normal, regularizándose.
Lo veo tambalearse contra un
árbol, sus manos imposibles de hacer algo por su ojo. La sangre mancha su
mejilla por completo, escurriendo. Cubriendo la mitad de su rostro de rojo
carmín. Gruñe de dolor cuando intenta parar el sangrado y solo se lastima más
con sus descuidados dedos.
Sin más posibilidades, yo
aun en el suelo, de rodillas, regulando mi respiración. Me congelo ante lo que
estoy viendo. Renzo entierra sus dedos dentro de su cuenca, usando el dedo
índice y pulgar, su brazo temblando por el dolor que experimenta su cuerpo, usa
más fuerza, soltando un alarido de dolor, que se escucha alrededor de todo el
bosque.
Finalmente lo logra.
Entre sus dedos, ahí, el
pequeño glóbulo ocular. Deforme, envuelto en sangre, aún hay una pequeña vena
que se balancea. Renzo cae al suelo de rodillas, el ojo es tirado lejos, en
alguna parte del lugar. Esboza una sonrisa, la sangre escurre desde donde solía
estar su ojo sobre su pecho y en el suelo. Hay demasiada sangre. Me mira, ahora
con su único ojo.
-
Eres bueno chico.
¿listo para el segundo round? – su ojo entreabierto, no sé si esta lucido o
esta chiscado. A estas alturas preguntárselo se me haría una tremenda estupidez.
Asiento. Colocándome de pie. El primero en tomar su arma es él, estaba justo
debajo de sus pies. No ataca, se queda quieto mientras sus ojos se desvían de
los míos.
Sigo la dirección de sus
ojos, frente a nosotros, mi espada esta tirada ahí. Casi a la mitad de
distancia entre ambos. Me abalanzó, casi deslizándome por el lodo. Tomó la
espada del suelo, ruedo, esquivando el hacha. Blando la espada contra su
hombro. La cadena que porta me impide darle un golpe, el filo de mi espada
queda atrapado entre las cadenas.
Retracto la espada y hago
una estocada directa, pasando por la unión de su cuello y hombro.
Falló en darle un ataque
directo. Muy lento, Jason.
Me agacho al ver su ataque,
el hacha pasa encima de mí, esquivándola por pocos centímetros de mi cabeza. Intenta
darme un golpe en la cara con su rodilla mientras estoy agachado, pero logro
percatarme y bloqueo con mis dos brazos. Siendo empujado lejos. Mis antebrazos
duelen por resistir el golpe.
-
¿Por qué no te
mueres? – brama en su rabia, agitando el hacha como si fuera una rama y yo
fuera un animal salvaje que acaba de encontrar. Bufo, haciéndolo retroceder
cuando mi espada se alarga y golpea su hacha, el sonido metálico de ambas armas
chocando fuerte.
-
Eso mismo debería
preguntarte yo.
-
¿de que estas hecho?
Tsk, no importa, cuando te mate lo averiguare.
-
Suena interesante,
quiero verte intentarlo, viejo.
-
No juegues niño, soy
un cazador.
-
Creo que ya
establecimos eso. Ahora, ¿Cómo quieres morir? ¿vienes o voy por ti?
-
Mocoso.
-
Deja de hablar.
Ambas armas chocaron,
avanzando, retrocediendo, sin ceder, ninguno de los dos parecía vacilar en su
ataque. Es entre fuerza física y agilidad. Renzo no me está superando, pero
tampoco me permite superarle. Cada ataque que realizo es bloqueado. Es
insoportable el dolor en todo mi cuerpo del daño sufrido previamente.
Me han drogado, cortado,
golpeado, apuñalado, envenenado, ¿morir aquí? Incluso aunque sea un Cazador
experimentado, no le daré ese maldito placer.
Nos apartamos nuevamente,
giro la espada en un movimiento de muñeca. Él sonríe, se ve cansado, sin
embargo sé que no debo guiarme por lo que veo a estas alturas.
Estamos a la par, Ethan fue
diferente, no le hacía ningún daño a su cuerpo y tener una espada de brazo no
ayudaba demasiado, pero Renzo es diferente. Se mueve a mi ritmo, es como si
supiera que voy a golpear aquí o bloquear allá.
Parpadeo varias veces. Ahora
que lo pienso, sus movimientos son más lentos, ¿me estará subestimando?
No, no es eso. Es otra cosa.
Abro los ojos de par a par,
casi abofeteándome mentalmente. Soy tan idiota. Hay una enorme diferencia entre
Renzo y yo, y no es precisamente la edad o la experiencia con la muerte. Renzo
no teme a la muerte, no porque se crea invencible, sino que no tiene nada que
perder. Nada.
Lo había dicho antes; para ganar una batalla es necesario
arriesgarlo todo y solo temer el peor de los escenarios; no ganarla.
Vuelvo a suspirar, agitando
la espada. Esto termina ahora. Es un todo o nada. Solo uno puede seguir en pie
después de esto. Me pongo en posición, alargando la espada frente a mí, mis
manos en la empañadura. Renzo hace lo mismo con su hacha y se coloca en
posición de ataque. Un silencio que no se rompe por nada del mundo. Miradas
fijas y la tensión de quien dará el primer golpe mortal.
Vamos,
me digo a mí mismo y avanzo, dando pasos largos en el terreno, con la espada
sobre mi hombro. El golpe directo del hacha cortando justo en mi hombro
izquierdo, clavándose entre el hueso y el ligamento. Siento dolor en toda mi
extremidad, pero no vacilo ni un segundo. Uso la tensión de mi cuerpo para
impedir que el filo continúe avanzando y se quede atascado. Mi brazo se alarga,
usando mi espada como una extensión de mí en una limpia y directa estocada
contra su pecho, la punta de la espada logra abrirse un camino en el pequeño
espacio que nos separa de unos dos pasos de distancia, logrando atravesar el
cuerpo de Renzo. La espada se clava justamente en el pecho, saliendo del lado
contrario.
El sonido de la tos ahogada.
No dejo de presionar la espada, yendo un paso hacia adelante, he atravesado su
corazón por completo, pero debo asegurarme que deje de respirar. El hacha cae
al suelo, al igual que las dos extremidades de Renzo a ambos costados, la
sangre que se desliza por el largo del metal de la espada, gotas que manchan el
suelo terroso. Sus ojos me miran hacia abajo, una fracción de segundo.
-
Has… ganado… - musita
entre la sangre que sale de su boca.
Uno, dos, tres… 15 segundos
y el cuerpo de Renzo queda completamente inmovilizado. El latir de su corazón
ha parado. La respiración igual. El único sonido que podría pasar como vivo sería
el de los insectos que hacen ruidos entre las plantas, ocultos, y las aves que
graznan en las copas de los árboles.
El peso del cuerpo de Renzo
me gana y caigo sobre mi rodilla, aun sujetando la espada, lo tumbo sobre el
suelo y dejo que el cuerpo se desplome por completo. Sacando la espada de su
interior. La sangre comienza a salir del agujero en su pecho.
La necesidad de alimentarme
esta nuevamente dominándome.
Aun así, no tengo la
suficiente fuerza para acercarme al cuerpo. Mi hombro sigue sangrando, necesito
parar la hemorragia en mi interior de los golpes y desinfectar con agua las
heridas. Además de que no estoy en una buena posición, alguien vendrá muy
pronto. Necesito moverme. Me alejo unos pasos del cadáver, aferrándome a la
corteza del árbol al trastabillar, trago en seco, apretando la mandíbula,
sintiendo la acidez en mí estomago arremolinarse, agitándose dentro.
Cierro los ojos un momento y
finalmente decido que debo salir de ahí, no es un buen momento para
alimentarme. Huir, eso es lo único que debo preocuparme.
Me giro usando el árbol como
apoyo, mi hombro duele, pero me mantengo firme.
-
Hola, Jason.
– escucho a alguien decir mi nombre
detrás mío. Un escalofrió recorre todo mi cuerpo, es como si las palabras
fueran un murmullo contra mi tímpano que produce un efecto sonoro. Reconozco la
voz. Hago una mueca de dolor mientras intento no caer.
Justo en el mismo momento en
que me logro girar, lanzando un golpe al aire que jamás impacta, algo me cubre
la boca instantáneamente. Mis pies están flotando en el aire. Me resisto al
agarre que cubre mis labios, arañando, pero no me libera.
-
Admito que eres
fuerte, amigo, pero… - una pausa y el
sonido de un suspiro divertido - … es hora de morir - pronuncia en tono bajo, lo siguiente es un
incesante dolor en la parte media del estómago que se va extendiendo a través
de cada célula de mi cuerpo. El objeto que me ha atravesado logra salir del
otro lado, por la parte baja de mi espalda. Rasgando la piel, órganos y
músculos en su trayecto, siento un líquido salir de mi interior. Gira el arma
que se ha clavado, provocando un nuevo dolor agudo que hace que mi cuerpo se
tensé. Mi grito es ahogado entre la sangre y la mano apresadora en mi boca. Las
lágrimas de dolor salen de mis ojos, nublándome la vista, pero no me impiden
reconocer el rostro de aquel sujeto.
Abro los ojos de par en par,
he sido atrapado con la guardia baja. Un
ataque tan sucio.
****************************************************************
[Elliot]
Finalmente, ahí el cuerpo de
Jason. Tirado, indefenso y a punto de morir. Toma el mango de la espada y la
saca, lentamente hasta que solo queda la punta y de un solo movimiento, en el
que recarga todo su peso, vuelve a penetrar la herida ya abierta. Haciendo un
giro en el que ve como la sangre mana de la herida. Viendo como el cuerpo del
otro se retuerce de dolor por la acción barbárica. El sonido de sus alaridos de
dolor y como sus intentos, en vano, solo producen el efecto contrario, herirlo
más.
Deja la espada clavada en su
cuerpo, ha atravesado el cuerpo y debe estar clavada hasta 20 centímetros
dentro de la tierra debajo de Jason.
Suspira, dejándose caer de
espaldas.
Pasa la mano sobre su
frente, arreglándose los cabellos. Cuando intenta quitarse la tierra de la
nariz el aroma de la sangre en su mano le llama, pasando su lengua sutilmente
sobre está, saborea el sabor de la sangre de su víctima, que ahora no hacía más
que convulsionarse de dolor y gimotear, ahogándose en su propia sangre,
mientras con sus manos intenta remover la espada en su estómago.
-
Será mejor que no lo
hagas, solo provocaras que empeore. – no
le escucha ante su advertencia y continua.
Se levanta, chasqueando la
lengua y le da un golpe a la espada con la punta del pie, produciendo que se
agite y que desgarre el interior de Jason. Quien solo ahoga un gruñido de
dolor, apretando las manos en la tierra, sus piernas pataleando, mientras brama
una zarandes de maldiciones y otras palabras obscenas.
Elliot duda unos minutos,
viendo aquella grandiosa escena. Es como esos viejos cuadros en la exposición
de Madame Cartier, en los que los cuerpos humanos han sido retratados en los
últimos minutos de agonía, sin perder ningún detalle sobre el fresco. Se
deleita con la agonía ajena y tomando el mango, vuelve a moverla, provocando el
sonido ahogado de la voz de Jason. La forma en que su espalda se dobla,
empalándose en el largo filo de la espada, mientras sus ojos se abren a todo lo
posible, cubiertos de lágrimas de rabia y dolor.
La sangre mana de su boca,
ensuciando su cuello y parte de su pecho. La mancha que hay en su camisa se
hace más grande, agachándose para ver por debajo de la espalda, donde la sangre
mana con más rapidez y escurre por el filoso eje del arma hasta caer al suelo y
perderse al ser absorbida por la tierra. Elliot traga en seco.
Alarga su dedo, para pasar
el digito sobre la superficie metálica y después llevarlo a su boca. El sabor
de la sangre explota en su lengua, produciendo un efecto casi parecido al reise
y el träumen (drogas experimentales de
las que ya hemos hablado que son mejores que el mismo éxtasis – Capítulo 12)
o incluso millones de veces mejor.
Su boca haciéndose agua por
la deliciosa prueba. Se coloca de pie y comienza a rodearlo. Pasando su lengua
por encima de sus labios. Dando pasos alrededor del cuerpo inmóvil, siguiendo
los ojos furiosos que lo ven fijamente.
-
Tranquilo, no tienes
que preocuparte de los otros vampiros. Ahora mismo, nadie sabe que tú, Jason
Snyder, sigues con vida. Bateman nos dio la orden de llevarte al laboratorio,
pero jamás menciono algo sobre llevarte con vida o a medio morir. – esboza una
sonrisa, elevando la mirada al cielo, mientras trata de relajar sus músculos al
mover su cuello como si de una campañilla se tratara. No hay respuesta de
Jason, así que eso le molesta. Tomándose tantas consideraciones con él y ni
siquiera le toma en serio. Aprieta la mandíbula y le suelta un golpe en las
costillas, justo con la punta del pie. – respóndeme cuando te hablo – brama,
volviendo a repetir la misma acción, acompañada de un golpe de talón sobre el
estómago. El cuerpo completo de Jason se dobla, levantando las rodillas y su
voz ahogada por el golpe certero contra sus músculos.
Otro golpe, otro más, sus
costillas están rotas, puede sentir como cada vez que el talón presiona contra
su caja algo se mueve y se clava en su interior, produciendo más sangrado
interno. No dice nada, se limita a permanecer en agonía, gritando de dolor y
aferrándose a la consciencia. Las manos de Jason se hacen con la pierna de
Elliot, deteniéndole cuando este tiene su planta completamente sobre su cuerpo,
machacando sus músculos. No le suelta. Elliot arruga la nariz, apretando las
cejas en una expresión molesta y vuelve a clavar la espada en su interior. El
grito desgarrador que resuena desde su garganta.
Así aprenderá.
Piensa para sí mismo, pero en ese momento siente la presión debajo de su
tobillo. Viendo las manos no soltarle, Jason gira en el suelo, sacándose la
espada por un costado, desgarrándose una parte debajo de las costillas. La
sangre salpica, pero Elliot tarda unos segundos en reaccionar al ver como lo
derriba. Dejándolo confundido, cuando intenta volver a clavarlo Jason rueda
nuevamente, pero esta vez dejándose caer por una gran pendiente.
Elliot le persigue, pero su
tobillo se atora entre raíces de un árbol, doblándolo en dos partes cuando
logra colocar su planta, haciéndolo caer abruptamente contra la tierra. Cuando
logra levantarse, se detiene al escuchar el sonido de los rugidos de unas bestias
feroces acercándose más y más.
Necesita regresar.
-
Tsk, - escupe una
mancha de sangre contra un árbol, bramando su ira. – “Al menos no ir tan lejos, y si lo hace, no creo que sobreviva, esas
heridas no fueron nada suaves. Necesito reagrupar al equipo, lo atraparemos
esta vez”
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[Jason]
Abro mi mano, encontrándome
el extraño glóbulo ocular todo ensangrentado y un poco sucio, y sin pensarlo
dos veces lo meto en mi boca, sin respirar, tragándolo sin saborearlo.
Ingresa en mi interior, pero
eso solo sirve para calmar un poco el ardor en mi garganta. Es poco, pero
funciona. Intento levantarme y comienzo a caminar por el bosque, aferrándome a
los árboles, algunas veces resbalo y caigo hincado, volviéndome a levantar
nuevamente.
Mis piernas comienzan a
fallar, en algún momento mi cuerpo deja de responderme. Mis piernas se tensan y
pierdo el equilibrio. Caigo nuevamente, solo que esta vez no puedo levantarme,
soltando una maldición. Mis ojos llorosos, mientras le barro cubre la mayoría
de mis ropas. No puedo parar. El dolor es demasiado intenso. Todo mi cuerpo
duele, la herida en mi costado no para de sangrar y me está costando una gran
factura el seguir moviéndome de un lado para otro.
-
¡¡¡Maldición,
maldición, maldición!!! – golpeo el suelo con mis puños, soltando un chillido.
El sonido de mi voz como la
de un niño pequeño asustado. Me duele. Arañando la tierra, comienzo a arrastrarme por el lugar, pero después de
ver que eso es en vano y que no avanzo demasiado me doy por vencido. Ocultando
el rostro entre mis manos mientras sollozo.
Ruedo, quedando sobre mi
espalda, el cielo sobre mí. Todo parece tan tranquilo. Aprieto los labios, aguantando el llanto
nuevamente, mientras mis manos se cierran en puños, las lágrimas deslizándose
por mis mejillas.
Randolph…
¿Por qué? ¿Por qué incluso
en un momento como este vienes a mi mente? ¿Eh? ¿Es cierto que no me
traicionaste? ¿Es cierto que vienes por mí? Ya no sé qué pensar. Quiero
creerlo, quiero creerlo. Pero…
Gruñí, las heridas en todo
mi cuerpo sangraban y ardían por la tierra que se colaba. ¡Diablos! Ardían a
muerte. Aguantando las lágrimas. Tragué, tenía sabor a sangre. Aunque no me
sorprendería tener sangre hasta en las pestañas.
La verdad era que mi cuerpo
estaba dejando de sentir dolor, un frio recorría mi cuerpo, comenzando desde la
yema de mis dedos, las cuales ya estaban completamente entumecidas. ¿Era por la
humedad? ¿La pérdida de sangre? La brisa acariciando mis mejillas era fría,
pero los rayos del Sol eran cálidos.
Mis manos estaban rígidas,
no podía cerrar la mano, por más que lo quisiera. Las heridas ya no dolían como
antes, ni picaban, aun las sentía, la humedad de la sangra bajo de mí.
Pasos. Se escuchan pasos
acercándose. No tengo fuerzas ni siquiera para defenderme o para tratar de
ocultarme.
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[Charlie]
Podía olerlo. Lo había
percibido cuando corría rápido entre los árboles, tratando de atrapar a los
demás vampiros que habían salido disparados hacia todas partes una vez que los
weres y los cazadores comenzaron a atacarlos, sin darles misericordia. Mientras
Charlie corría detrás de uno de ellos, que fue rápidamente destrozado por sus
colmillos afilados, pudo percibirlo. El aroma a Jason, pero había algo malo con
ello. El aroma a oxido; sangre.
Dejando su apariencia
animal, comenzó a andar en sus dos piernas, llamándole por su nombre, pero lo
único que se escuchaba era el eco de su voz. Guiándose simplemente por su
olfato, el aire de su alrededor entraba por sus fosas nasales. Percatándose de
cierto aroma que se intensificaba con dirección al norte, a pocos metros de donde él estaba.
Saltando. Corriendo a toda
prisa, si lo encontraba podrían regresar a la Guarida, y Randolph se
tranquilizaría un poco. Esta vez no dejarían que nada le pasara a Jason. Nada.
La sonrisa en sus labios fue
desapareciendo en cada paso que daba, más que nada transformándose en una mueca
de preocupación al ver como la sangre aparecía en un rastro debajo de sus
pisadas.
El corazón se le acelero al
ver como una mancha de sangre escurría de la corteza de un árbol, y se perdía
hacia abajo como si fuera una mancha fugaz. Sonidos de tos y una voz ahogada.
Removió los helechos con su mano, tragando en seco y rápidamente acudió al
auxilio del herido que se mantenía presionando su mano sobre la herida en su
costado.
-
¿Ja-Jason? Oh, no –
dijo, acercándose, se agacho, tomándolo entre sus brazos, pero al ver la mueca
de dolor que le produjo el que tan solo levantara su parte del torso le indico
que no debía moverlo. En pánico, Charlie no sabía qué hacer, estaba
debatiéndose muchas cosas, primero parar el sangrado, pero, ¿Cómo?
Una mano se posó sobre la suya, despertándole
de su trance, bajó la mirada hacia Jason, que solo negaba continuamente.
Charlie asintió, limpiándole la sangre que salía de las comisuras de sus
labios. Trago en seco, estaba a punto de perder el control de su lobo interior
porque estaba hirviendo en rabia.
-
¿Cha-Charlie? ¿eres tú? ¿en serio eres tú? – preguntó
en voz muy baja, ahogándose en una tos seca.
-
Jason, tranquilo, ¿sí?
Trata de no moverte mucho, tus heridas son muy profundas. ¡Dios! El sangrado no
para. – las manos de Charlie estaban bañadas en sangre, por más que intentara
no entrar en contacto con ella, cada vez que Jason se removía un poco en el
suelo por el dolor, más sangra salía de sus heridas. Apretó los labios,
nervioso. No sabía qué hacer. Jamás había tratado una herida de ese tamaño. Prácticamente
lo habían perforado por el costado. Necesitaba suturar, pero no tenía nada a la
mano.
-
Charlie… no duele… no…
me duele nada… - las palabras de Jason lo petrificaron, dándose cuenta que el
otro solo se mantenía mirando hacia arriba, una mueca de dolor atravesando su
rostro, pero sus ojos no mostraban el dolor, solo unas lágrimas que salían de
ellos, deslizándose hasta perderse al caer. Charlie le tomo de la mano, acercándose,
coloco su mano sobre su mejilla, dándole leves golpecillos para que este no se
perdiera y regresara la mirada hacia él.
-
Jason, mírame. Todo estará
bien, te curaremos ¿sí? Y cuando lo hagamos regresaremos a la Guardia todos
juntos. Valentino y Esther querrán jugar un poco, así que necesitas ponerte
bien o no podrás seguirles el paso. – sonreí, tratando de animar el ambiente,
Jason le miro, apretando los parpados, intentando sonreír, pero no podía, tan
pronto como lo hacía el dolor lo atacaba fuerte y se crispaba. Charlie miraba a
Jason, que aún se aferraba a mantenerse tranquilo en ese momento, a pesar del
dolor que experimentaba. El ardor de las lágrimas que picaban por salir. Sin poder
contenerse más, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, incluso aunque no debería
ser quien llorara, el ver a su amigo en esa posición, al borde de la muerte y
tan valiente de mantener el rostro sereno. Apretando la mano ajena fuerte, -
Tranquilo, ¿sí? Yo… no dejare que te pase nada… Jason, ¿me oyes?
-
Charlie… - viéndolo tragar,
la mirada hacia arriba, no lo había notado, pero en ese momento una tenue capa húmeda
aparecía en sus ojos, volviéndolos cristalinos, Charlie trato de luchar con las
ganas de llora, controlándose un poco. Jason también lo hacía, por eso no le
miraba, porque si lo hacía se rompería en cualquier segundo. – Hazme un favor,
¿sí?
-
Dime.
-
No dejes que Randolph
me vea así. Por favor. No quiero… y… otra cosa… huyan lo más pronto posible.
-
¿qué? No, nosotros…
-
Ellos volverán, entiéndelo.
Si los atrapan a ustedes, la Guarida correrá un enorme peligro. Tienes que
protegerlos.
-
Yo… Jason… - titubeo,
levanto la mirada ante los ojos inquisitivos de Jason y al darse cuenta de la
firmeza de sus palabras, asintió – lo hare, Jason. Lo prometo.
-
Gracias.
La fuerza del cuerpo de
Jason comenzaba a desaparecer, el agarre era más débil con cada minuto que
pasaba. Escuchando los pasos de sus camaradas acercarse por todas partes,
Charlie ahogo el llanto en su interior. Apretando los parpados tanto que parecía
que fueran a desgarrarse por la ruda acción. Lo primero que escucho fue la voz
de Randolph sobresalir entre las demás.
-
¿Jason? ¿Dónde está
él?
-
Randolph, hermano, no
creo que debas – intervino Alo, pero fue ignorado.
-
¡Apártate! - dándole un
empujón para dejarle pasar. Charlie se paralizo. ¿qué le diría a su líder?
-
Alfa, yo…
-
No, no, no… - repitió,
quitándole a Jason de los brazos a Charlie, quien no opuso resistencia. Al ver
el estado de su Alfa, solo pudo retroceder.
Los demás miembros que se habían
mantenido callados, guardando respeto por el humano Jason, ahora intervenían,
tratando de apartarlo con fuerza, pero este se resistía a dejarlo ir. Apartándolos
con un rugido de advertencia, sus uñas aparecieron, al igual que sus colmillos,
amenazándolos de apartarse instantáneamente.
-
¡No, no, no! ¡Él no está
muerto! ¿verdad, Jason? ¿verdad? – pegando su frente contra el pecho de esto. El
cuerpo inmóvil de Jason no mostraba ningún signo vital. Era como un muñeco. Las
lágrimas que salían de los ojos del Alfa alteraron a todos, ninguno se atrevía a acercarse nuevamente. Alo incluso no decía nada,
puesto que estaba protegiendo a su hermana entre sus brazos, que no paraba de
llorar. Kaden golpeaba uno de los arboles con su puño, impotente, molesto. Todos
los weres que habían conocido a Jason estaban ahí, reunidos y ninguno era capaz
de decir o hacer algo. – Tenemos que
llevarlo a la Guarida ¡SI! ¡Mason lo curara! Solo es…
-
¡Randolph, basta!
Detente. Esta muerto.
-
¡No!
-
Lo siento.
-
¡NO! - cubriéndose el rostro con la palma, las lágrimas
que salían de sus ojos salpicaban el cuerpo de Jason. Acompañado de su grito de
frustración. Lo hacía sentir un inútil, por no proteger a la persona que amaba.
Era un fracaso como Alfa. Sino podía proteger a aquel al que amaba, ¿Qué clase
de alfa era Randolph?
-
Tenemos que…
-
No podemos dejarlo aquí.
-
Alfa, si lo llevamos
con nosotros los vampiros nos perseguirán hasta la Guarida.
-
No voy a dejarlo aquí.
No. – Alo se hartó, soltando a su hermana, fue directo contra Randolph, soltándole
un golpe directo a la cara. Molesto. Randolph le miro, de la misma forma.
-
Entonces, ¿Qué?
¿arriesgaras la vida de los demás solo por él?
-
¿Qué acabas de decir?
…………………
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