Cuerpo Frío, Corazón Caliente - Capítulo 4


[Capitulo 4 – La Colonia bajo la montaña]

“Los únicos ganadores son… aquellos que lo apuestan todo.”

[Ciudad Zweilicht – Sala del Consejo de Ancianos]

Los dos hombres se mantenían en sus asientos, aun con expresiones neutrales. No fue el mayor, sino el más joven quien se atrevió a decir palabra alguna entre tanto silencio, aunque era diferente a lo que pasaba en el recinto bajo de ellos. Todos abucheaban al joven vampiro, se había vuelto un completo caos en la Sala del Consejo y por sus expresiones, si el hombre no salía del estrado rápidamente alguien saltaría sobre él, y no para abrazarlo precisamente.
-         ¿Liberar a los weres? Realmente esta zafado este sujeto. ¿no lo cree, doctor  Bateman? – dijo, mirando por el rabillo de ojo a su acompañante, quien se había mantenido callado y solo observando el desarrollo del drama, con una mano sobre la barbilla y una media sonrisa, una mirada filosa detrás de aquellas gafas delgadas. El cabello perfectamente peinado hacia un lado, dejando ver la división que el peine había creado entre sus cabellos grisáceos.
Finalmente abandono su postura y se reacomodo, cruzando las piernas y ladeando el rostro, ahora recargando su mejilla contra su palma.
-         Ummm, en realidad, no es un mal movimiento, joven Longworth.
-         ¿Qué? Pero si acaba de perder toda credibilidad sobre el Consejo. Ahora tendrá suerte sino deciden tomar represarías contra todos los familiares. Además, sin nuestros enemigos. Esos salvajes – incapaz de ocultar su desagrado por los weres, arrugo a nariz y desvió la mirada, esperando la respuesta de Bateman.
-         ¿Lo crees?
-         Por supuesto.
-         En ese caso, aun tienes mucho que aprender, Angel. – ante la mirada de confusión de su estudiante, continuo – Tienes razón sobre lo que has dicho, son unos salvajes. Pero Longworth no es ningún estúpido. Imagínate que los weres fueran liberados, ¿A dónde crees que irían?
-         A los bosques, supongo.
-         Supones bien, pero, ¿Qué tal si alguien les ofrece asilo, una propiedad, su libertad? Pueden decir que suena a blasfemia, pero detrás de todas esas bonitas palabras hay segundas intenciones.
-         ¿Cómo cuáles?
-         ¿Aún no lo descifras? Realmente verde, Angel. – suspiró – Al liberar a los weres, el único loco que los recibiría en su casa seria el mismo loco que ayudo a liberarlos. – viendo que no podía hacerle entender a su estudiante, se dio por vencido. Girándose hacia donde Longworth salía de la Sala, abucheado y aun así con una sonrisa en el rostro, seguido por su sequito.
-         Armar tu propio ejército, con weres que estén dispuestos a morir con tal de acabarnos. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Uh, interesante. -  hablo para sí mismo, en voz alta.
-         ¿Traicionar a su especie, eso está diciendo? – Bateman apretó los labios, dubitativo. Se levantó de su asiento y abandono el pequeño balcón en el que se encontraban, su estudiante siguiéndole, solo que sin la sutil elegancia del  vampiro adulto.
Atravesando con facilidad el pasillo hasta el ascensor que los llevaría a la planta baja. Mientras los números pasaban, Bateman continuaba mirando fijamente su reflejo en las puertas, notando que su estudiante le miraba por encima del hombro.
-         Aún es pronto para llegar a esa conclusión. Aunque no sería malo tenerla en cuenta. La realeza vampírica siempre es tan caprichosa, gozando de sus privilegios.  – volvió a hablar para sí mismo.
-         ¿Señor?
-         Deberíamos irnos. Aún tenemos trabajo y ya hemos perdido el suficiente tiempo aquí.
-         Tiene razón. ¿Al laboratorio?
-         Si.
***

[Colonia – Derek & Weres]

De repente, después del cálido recibimiento a los miembros de la Colonia, las miradas fueron hacia los grandes hombres que se mantenían detrás de Derek y Simon. Derek buscando ayuda de Simon mediante la mirada, pero este se hacia el que no prestaba atención, fijando sus ojos en las lámparas del techo.
“Maldito seas, Simon” pensó para sí mismo. Tomó una gran bocanada de aire y se preparó para lo peor, que era esta misma situación.
Antes de poder decir algo para calmar los pequeños murmullos, la voz de Joe resonó entre el gentío, obligándose a girar.
-         Derek, ¿Quiénes son ellos? – Derek miraba de los weres hacia los miembros de la Colonia, pensando rápido en qué decir. Sentía la lengua entumecida. Finalmente logró formar palabras con coherencia.
-         Ummm, son nuestros nuevos aliados. Son conocidos de Jason. – admitió. Todos le miraron como si una  segunda cabeza le hubiera salido.
-         ¿Jason sigue vivo? – preguntó Joe, incrédulo, se pudo notar como se le palideció el rostro. Tal vez porque ahora significaba que sus planes para controlar la Colonia se habían venido abajo. Derek sonrió ante ello. Emily se acercó, apartando a los hombres.
-         Tenías razón, Derek.
-         Así es. – asintió a ella. Pero Joe continuó, señalando a los altos hombres de casi dos metros detrás de él.
-         Entonces, ¿Quiénes son? ¿Dónde los encontraste? – Derek tragó en seco ante las miradas de todos, en especial la mirada de Joe. No estaba preparado. No se había preparado para esto.
Derek se acercó a Joe, sujetándole del antebrazo, hablando por lo bajo.
-         Y-Yo… tal vez deberíamos… - trató de decir, haciendo retroceder a los weres y a los segunderos de Joe. No era un tema que fuera fácil de tratar. Lo más recomendable era tratarlo con calma y con tacto, de lo contrario las cosas podrían salir mal. Sin embargo, Derek no contaba con la actitud de los weres.
Randolph avanzo, haciendo a un lado a Derek, colocándose delante de Joe y los demás.
-         Somos weres. – dijo como si fuera de lo más natural. Rápidamente los rostros de todos los miembros de la Colonia cambiaron, de duda a terror. Derek se mordió el labio, queriendo quedarse por siempre detrás del were.
Joe se liberó de su agarre y se apartó, mirándole con los ojos abiertos como platos. Sentía ganas de vomitar por las emociones que le recorrían, pero trataba de volver a conectarse al mundo. Su cerebro se había apagado por unos segundos.
-         ¿Qué?
-         ¿Weres? Oh, Dios mío.  – alguien exclamó, soltando un pequeño grito. Seguidos de los murmullos. Todos apartándose, formando un pequeño círculo, casi como si tuvieran la peste y evitaran contagiarse. Incluso a él mismo le veían con repulsión y pánico.
Fue Joe quien rompió el gran espacio sin palabras acerca de ello, alzando la voz para que todos  oyeran, dándoselas de ente superior, como siempre.
-         ¡¡¿Qué significa esto, Derek? ¿Por qué has traído weres a nuestra base? ¿Eh?!! – Joe quedo delante de él, mirándole por encima. Derek alzaba la mirada, solo lo suficiente para volver a bajarla, avergonzado.
-         Y-Yo no… solo…- tartamudeó, incapaz de responder como era debido. En su lugar balbuceaba y solo podía tratar de no morderse la lengua. Presa del pánico, su cuerpo se estremecía ante cada mirada y susurro de los de su alrededor.
Una mano se posó encima del hombro de Joe, haciéndole mirar por encima del hombro, arqueando la ceja, torciendo el gesto.
-         Déjalo, Joe.  – dijo Simon, tomándolo del hombro, pero este se sacudió su mano y camino hacia Derek.
-         No. Quiero saber qué demonios está pasando aquí. Se van más de una semana y vuelven con weres.  ¿Qué clase de broma es esta? ¿saben si quiera lo que han hecho? ¡Esto es traición! – señalando a los weres con un movimiento de cabeza, sin dejar de mirar a Derek con el ceño fruncido, este solo se encogía de hombros.
-         Nosotros no estamos aquí para hacerles daño. – dijo Randolph con tono neutral, apretando la mandíbula para controlar las palabras que realmente quería decir.
-         Sí, claro – resoplo con ironía el sujeto llamado Joe. A lo que Alo, exasperado,  apretó las manos y se encamino para darle un golpe por burlarse de su alfa, cuando Randolph colocó una mano frente a él, indicándole que se controlara.
-         Pueden estar seguros que no somos sus enemigos. – continuó -  Nuestros enemigos son esos chupasangres que se ocultan en la ciudad Zwielicht y que nos cazan, a ambos. Hemos estado mucho tiempo en conflicto, humanos y weres, pero nosotros no somos el problema, son ellos. La estirpe que enferma a este mundo son los vampiros. – viendo los rostros aun incapaces de creer en sus palabras, Randolph continuo, apretando los labios - No crean que solo los humanos han sufrido por esta guerra, mi pueblo, mi raza, mi familia, han sufrido el mismo, sino es que más, dolor. – sin poder contenerse de las batallas previas, el Alfa dejo salir su frustración, de años - ¿Debo recordarles la depuración? Donde ustedes, humanos, sacrificaron a mi pueblo para salvarse a ustedes mismos.
-         ¿A dónde quieres llegar, were? – escupió Joe, cruzándose de brazos.
-         ¡¡Hijo de tu put…!!  - estaba listo para partirle la cara, pero su alfa le refreno, esta vez con un tono más fuerte.
-         ¡Alo! Basta.  – negó suavemente, apretando los labios. Randolph se giró hacia el humano, dando dos pasos hacia adelante, levantando el mentón para evidenciar la diferencia de estatura. Provocando que el humano Joe retrocediera, tragando en seco ante el temible Alfa. Randolph sonrió, descubriendo su hermosa dentadura blanca y sus puntiagudos caninos   - Y mi nombre no es were, humano. Es Randolph. La razón de nuestra presencia en su escondite difiere demasiado de formar una tregua, estamos aquí con la única intención de formar una alianza temporal.
-         ¿Con qué fin?
-         Rescatar a Jason. Eso fue lo que nos dijo su amigo. – con un movimiento de cabeza Randolph apunto hacia el pobre de Derek.
-         ¿Eso dijo? – sonaba como si se burlara del más grande. Cruzando los brazos sobre su pecho, continuó -  ¿Por qué creen que arriesgaremos a todos los nuestros a un rescate suicida?
-         Porque Jason Snyder es su compañero, y su líder.
-         Exlíder. – corrigió Joe, puntualizando a Randolph.
Hubo un pequeño silencio, acompañado de un juego de miradas que parecían decirse todo con ellas. Randolph suspiró, sintiendo como si sus caninos bajaran, sus encías picaban por la acción del medio cambio.
-         Entonces, ante tus palabras, humano, ¿debo asumir que le darán la espalda?
-         Asumirías bien. – no había titubeo en sus palabras. Era serio. Demasiado.
Derek se atrevió, inconforme ante la decisión de su compañero.
-         Joe, lo que dices es una…
-         ¡Tú deberías callar! Después de todo lo que has hecho guardar silencio es lo mínimo. Prometer un rescate. ¿con qué equipo? Somos solo humanos y ellos monstruos.
-         Pero Jason…
-         Murió, ¿sí? ¡Acéptalo! Sigues persiguiéndolo. ¿para qué? ¿Qué harás cuando vuelva? Deja de aferrarte a su recuerdo. Si los vampiros los tienen, está muerto.
-         Él nos salvó.
-         … eso es pasado. Tenemos que seguir adelante. – se giró hacia los weres – Y ustedes no pueden permanecer aquí. Lamento que mi compañero les prometiera algo que esta fuera de nuestras manos. De hecho, es un asunto privado, en el cual, ustedes no tienen palabra. Jason es nuestro exlíder y miembro de la Colonia, por lo que se decida sobre su rescate es de nuestra incumbencia solamente. No de uste---
Un fuerte rugido, seguido del impacto fuerte de un puño. Todos vieron como el cuerpo de Joe salió volando por los aires, cayendo sobre su espalda. Trataba de parar el sangrado, había perdido, tal vez, algunos dientes por el golpe. Levanto la mirada, encontrándose con el puño de su atacante.
Randolph no se arrepentía de haberlo hecho. Se sentía tan bien haber golpeado esa boca que solo decía estupideces. Flexiono sus dedos, tratando de revisar sus músculos. Ladeó la cabeza, tronando los músculos de su cuello, y avanzo hacia Joe, tomándolo del cuello de la camisa, alzándolo.
-         ¿Que no es de mi incumbencia? ¡¡Por supuesto que es de mi maldita incumbencia, pedazo de mierda!!
-         ¿Quién te has…?
-         Mi nombre es Randolph. Y si vuelves a decir alguna otra palabra sin mi permiso te desgarrare la garganta en un pestañeo. ¿entendido?
Solo recibió un asentimiento por parte de Joe.
Lo bajo, liberándole y este perdió el equilibrio, cayendo de nuevo. Algunos de sus compañeros se acercaron para cerciorarse si se encontraba bien.
Randolph parecía fuera a atacar a cualquiera en ese momento. Despidiendo un aura asesina, todos veían al Alfa apretar la mandíbula y tensar sus musculosas extremidades, como si su cambio estuviera a una milésima de segundos.
Sintiendo la ira y la adrenalina recorrer su cuerpo, Randolph tragó, tratando de controlarse.
Cuando retomó el control de su cuerpo y estabilizo su cambio, apaciguando a su lobo interior, miro de los miembros de la Colonia a los suyos.
-         Vámonos, chicos. No tenemos nada más que hacer aquí. Este lugar es un nido de ratas.
Los weres asintieron en silencio y comenzaron a seguir a su Alfa. Un suspiro de alivio por parte de los humanos, mientras alguien trataba de luchar contra ese nudo en su garganta. Tragándose el miedo, levanto la voz.
-         ¡Esperen! – todos se giraron hacia la pequeña persona que había irrumpido en el silencio, provocando eco en el recinto. – N-No puede irse.
-         Derek, te dije que… - Joe iba a reprenderle, pero Derek le esquivo, retrocediendo.
-         Lo sé. Sé que hice mal al traerlos, pero no se pueden ir.
La poca paciencia de Joe se acabó y termino elevando la voz.
-         ¡No vamos a rescatar a nadie, he dicho! – esperando que Derek acallara y agachara la cabeza como solía hacer. Sin embargo este no lo hizo, sino que le plantó cara.
-         ¡No es por eso! Es de noche.
-         ¿Y? Ellos son lo suficientemente fuertes como para protegerse solos – dijo mientras se sobaba la mandíbula, recordando el puñetazo del alfa, aun dolía. ¿acaso se la había desencajado?
-         Pero nosotros no. Si salen ahora puede que alguien los vea. Expondríamos nuestro escondite. ¿Eso quieres, “líder”?
-         No creo que sea adecuado permanecer más tiempo en un lugar en el que no somos bienvenidos, Derek – esta vez fue el Alfa quien interrumpió la conversación, no tan convencido de la idea. Uniéndosele Simon, dirigiéndose específicamente a Joe.
-         Creo que Deck tiene razón, Joe. Es muy arriesgado. Hemos permanecido sin problemas durante mucho tiempo, no empezaras a hacer estupideces tan rápido, ¿verdad?- Simon le tomó del brazo y lo jalo, acercándolo para que nadie escuchara – Si los capturan, seguirán su rastro. ¿Y hacia dónde crees que irán?
Ambos hombres se miraron un instante, notando los murmullos de los miembros de la Colonia, quienes se inquietaban, una mezcla entre el pánico y el nerviosismo.
Randolph miraba fijamente a Derek, tratando de comprender qué era lo que estaba tramando. Porque algo era obvio, y eso era que Derek se traía algo entre manos. Cuando sus miradas coincidieron pudo notar la pequeña chispa de súplica, musitando con sus labios, sin pronunciar palabra, algo. Algo que solo Randolph pudo entender perfectamente.
“Por favor…”
Antes de poder decir algo en respuesta, Joe se acercó y retomó la conversación donde la habían dejado.
-         Está bien. Pueden pasar la noche aquí – dijo mientras se mordía los labios, casi como si le estuvieran forzando a decirlo. Que era el caso. Pero levanto el dedo índice, dejando claro algo – Pero mañana, cuando el sol haya salido, se irán.
El único en mostrar su inconformidad fue Alo, quien casi explotaba entre gritos, y una futura pelea a puños.
-         ¿Y creen que vamos a…?
-         Les tomaremos la palabra.
-         ¿Pero qué estas…?
-         Alo, confía en mí, ¿sí?
-         Tsk, está bien. ¿Y dónde se supone que vamos a dormir?
-         Tenemos una segunda ala que no ocupamos. Normalmente intercambiamos cuando se realiza el aseo, pero pueden usarla.
-         ¿Tenemos opción?
-         Bueno, pueden dormir en el piso, pero tengo alergia al pelo de perro.
-         ¡Oh, vamos! Si tienes  miedo durante la noche puedes venir y acurrucarte conmigo. – dijo Kadar, arqueando la ceja, divertido la expresión sonrojada del humano.
-         ¡Agh! A mí no me van esas cosas. Derek y Simon les mostraran el ala desocupada.  – y así, el humano Joe salió fuera de la vista de los weres, desapareciendo con un grupo de hombres, murmurando por lo bajo, aunque los weres podían escuchar claramente las palabras “vigilancia” y “peligrosos”.
-         Espero que estés seguro de lo que estés haciendo, hermano – le dijo Alo a Randolph, aun confundido y molesto, pero más lo segundo.
-         Yo también lo espero.
**************
[Jason Snyder – Zona de Contención]

No tengo la menor idea de qué día es. O de cuánto tiempo ha pasado. La verdad es que aquí el tiempo es extraño, no sé cuándo ha pasado un día, mucho menos si es de día o de noche. Todo lo que me rodea son estas cuatro paredes blancas.
En algún momento despierto y de repente, después de algunos minutos (creo) me vuelven a drogar con esa cosa que esta clavada en mi brazo. Despierto, nuevamente, solo que ahora con un nuevo sabor en mi boca.
Supongo que tienen miedo de que me descontrole mientras me alimentan y por eso deciden sedarme para meterme la comida por la garganta. Hacen bien en temerme. ¿Al menos me la darán apropiadamente o usan un tubo y un embudo?
No creo ser el único en estas instalaciones, de eso estoy 100% seguro. Y aunque no puedo ver a mis vecinos a través de las paredes, los siento. Encerrados, molestos, inquietos, esperando. La pregunta es, ¿Qué esperan?
¿Desde hace cuánto estarán aquí? Es inútil preguntarle a la pared, a sabiendas que no te responderá.
Me siento un poco cansado. La droga parece que es suministrada cada tiempo, tal vez para que el efecto se mantenga en mi cuerpo.
Aunque, siendo honestos, en algún momento de esta locura te acostumbras a ella. Mi organismo la cambia y ahora puedo controlar un poco mejor mi cuerpo. Me deja con los dedos entumecidos y no puedo agarrar nada.
Pero ¿Qué se puede hacer cuando estas sujeto a una cama en el centro de tu celda con todo el cuerpo sujeto a ella por correas? Las cintas magnéticas que mantienen mis muñecas y tobillos pegados a la camilla de metal, además de que el collar me da una descarga cada que intento levantarme más de 5 centímetros de la camilla.
Siento un leve piquete en mi brazo, bajó la mirada y veo como el líquido está ingresando en mí. Quema, tanto que me obligo a mí mismo a morderme el labio para acallar los quejidos.
En un segundo siento que la cabeza me da vueltas, mis parpados pesan y lentamente voy cerrando los ojos.
*****

Después de llevar a los weres a donde se alojarían hasta la mañana siguiente, Derek fue directo a la Oficina de Joe, antes de Jason. Aun no podía acostumbrarse a ese nuevo cambio, no podía. Es decir, ¿Cómo llamar a Joe “líder”? Era un narcisista y siempre estaba causando más problemas que soluciones.
Cuando llego a la Oficina, tocó primero antes de entrar, recibiendo la respuesta del otro lado. La habitación estaba llena de varios hombres de la Colonia, y por sus expresiones lo que venía no parecía favorecedor para Derek. Estaban enojados.
Pero no fue eso lo que llamo su atención por completo, sino aquel individuo que se encontraba detrás del escritorio del ex fundador de la Colonia, Joe, quien parecía demasiado cómodo sobre aquella silla, con los brazos cruzados sobre el escritorio y con la mirada clavada en él. Una mirada que no daba buenos aires.
-         Bien, viniste.  – suspiró, abandonando esa posición de absoluta concentración, recargándose sobre el respaldo del mueble.
-         Sí.
-         Me hiciste esperar demasiado.
Derek estaba cansado de darle vueltas al asunto, si iba a hacer algo en su contra, era mejor ahora que prolongarlo más tiempo. Joe solo quería pavonearse y continuar recordándole su error.
-         ¿Es sobre el asunto con los weres?
-         Así es. – Joe se levantó de la silla y camino alrededor del escritorio, deslizando su mano sobre la superficie, hasta quedar delante, recargándose sobre el filo del mueble. Repentinamente, su expresión seria cambio, siendo eclipsada por aquel ceño fruncido, tan típico de él - Dime, ¿en qué demonios estabas pensando al traerlos aquí?
-         Los necesitamos. – admitió con pánico, sabiendo que cada una de sus palabras estaban siendo juzgadas. En realidad, lo que estaban haciendo era esperar que diera un paso en falso y así poder atacarle con todo.
Joe inhalo profundamente y miro hacia el techo, como si las palabras de Derek fueran vagas a su criterio.
-         No, no es así. Hemos estado bien sin la ayuda de nadie, mucho menos de weres. ¿Acaso estás loco? ¿Sabes el riesgo al que has expuesto a toda la Colonia?
-         ¡¿Pero y si Jason está vivo?! ¡¿Que tal si ellos realmente pueden ayudarnos a salvarlo?! ¡¿Que si…?!
Derek acallo al ser golpeado. Resbalo y cayó sobre su espalda, llevándose una mano a la mejilla. Ninguno de los presentes hizo acto caritativo de otorgar su ayuda a Derek, todos mantenían expresiones serias, algunos murmuraban, mientras otros reían por lo bajo.
“Así que de eso se trata”, pensó, escupiendo. Al parecer no le había sacado sangre, pero de igual manera dolía.
-         ¡Basta con eso, Derek! ¡Maldición! Aun sigues siendo un puto mocoso. – dijo Joe, apretando los nudillos, agito la mano un poco y después quedo delante de Derek, quien tuvo que levantar la mirada - ¿Eres consciente de la estupidez que hiciste? ¡Pusiste en peligro a todos! ¡A tus compañeros! ¿Y por qué?
-         ¡Por uno de nuestros compañeros!  ¡Jason sigue siendo parte de la Colonia! ¡No podemos abandonarlo! – hubo un leve cambio de expresión en los presentes, pero nada concreto. Al parecer, el único que pensaba eso, era él. – Él no lo haría – admitió, arañando la superficie, sintiendo la impotencia.
-         ¿Qué tan seguro estas de ello?  - dándose cuenta que Joe se había agachado, quedando a pocos centímetros de su rostros, pudo sentir la cálida respiración del hombre cuando este hablo.
-         ¿Qué? ¿A qué te refieres? Por supuesto que él trataría… - la voz se le entrecorto, un nudo en su garganta comenzaba a formarse. ¿De dónde venía esa inseguridad? - digo, de encontrar la forma de salvar… - Joe se puso de pie, negando con la cabeza. Como si Derek hubiese cavado su propia tumba.
-         Una vida por la de cientos. Muy razonable, Derek.
-         Eso no… - ¿Qué estaba diciendo? ¿Jason, dejando atrás a alguien? Eso sería… sintiendo como alguien le tomaba del mentón y lo hacía encararle, Derek miro a Joe.
-         Parece que sigues sin comprender, Derek. Así que te lo diré en palabras simples que puedas entender fácilmente; No podemos hacer nada por él. Punto. Jason se lo busco. Esta perdido, muerto en el mejor de los casos. – le libero. Derek bajo la mirada, tratando de contener las lágrimas. Nadie le contradecía, así que debía ser cierto, ¿no?
-         Joe, sobre el castigo de Derek… - dijo uno de los hombres, si no mal recordaba Derek, el tipo se llamaba Brodie, uno de los múltiples seguidores de Joe.
-         ¡Ah, sí! No te llame solo para hablar de algo que ya estaba decidido. Sino para determinar tú castigo por lo que hiciste.
-         Ellos no son peligrosos, tú lo viste.
-         Eso no lo sabes. Los conoces… ¿de qué? ¿36 horas? Son weres, Derek. Monstruos, igual que esos malditos chupasangre. No hay diferencia entre esas bestias.
-         Excepto las pulgas. – otro más se unió, esta vez el grupo estallo en carcajadas.
-         Exactamente. El punto es que nos expusiste a un peligro terrible y por ello debes ser castigado. Es lo correcto, ¿no? Metes la pata y lo tienes que pagar. Como nuevo líder de La Colonia…
-         ¿Nuevo líder? ¿De qué estás hablando?
-         ¿Eh? ¿No lo sabias? Digo, después de lo que has hecho, ha quedado comprobado que no tienes lo necesario para comandarnos. No eres apto para ser llamado “líder”, Derek. Es cierto que durante un periodo ha funcionado bien tu forma de organizar a los miembros de la Colonia, pero no necesitamos a alguien que sucumba fácilmente por sus emociones. Un líder debe velar por el bienestar de aquellos que lo siguen y ponen sus almas a su cuidado. Ciertamente, eso es algo que tú no has hecho.
-         ¿Y tú sí?
-         Mejor que tú, sí. – nuevamente Brodie -  Joe es el más capacitado para ser el líder de la Colonia.
-         Entonces, ¿está decidido? ¿Todos están de acuerdo con ello?
-         ¿Ves a alguien quejándose? Claro que no. Ahora, sobre tu castigo.
-         ¿Cuál será mí…?
No termino, ya que Joe le había propinado una fuerte patada en el rostro. Derek cayo, nuevamente, pero esta vez sí fue ayudado a ponerse de pie, solo que ambos sujetaban sus brazos por ambos costados.
-         Me avergonzaste, delante de esos estúpidos weres y toda la Colonia. No puedo permitir semejante falta de respeto. Un ejemplo debe ser dado.
Viendo a Joe apretar las manos, tronándose los dedos en un leve movimiento. No necesitaba ser genio para saber lo que seguía.
El castigo.
***********
“Chris… ven a mi…”
Escucho una suave y dulce voz llamando.
¿A quién?
¿Quién es Chris?
¿Por qué le llama en mis sueños?
Todo está oscuro, pero su voz resuene en su cabeza. Se siente cálido, algo le sostiene, pero no de forma agresiva, es amable.
Levanta el rostro y puede ver lo que se asemeja a un rostro, o parte de ello. Una boca, labios rojizos, barbilla delgada, nariz respingona, pero hasta ahí.
Por encima de ello, nada.
Sombras. Ve que hay algunos cabellos que caen por todos lados, pero no son ellos los que crean las sombras. Es como si su imagen estuviera bloqueada, bloqueada por su propio subconsciente.
Justo cuando los labios se mueven, sin pronunciar palabra alguna, despierta.
Abre los ojos, esta bañado en sudor y con la respiración agitada.
Se levanta de la cama de golpe, encontrándose a sí mismo en un lugar desconocido. No reconoce el lugar. Cayendo en la cuenta de donde se encuentra realmente.
Lleva una mano a su garganta, tratando de controlar su propia respiración, a pesar del ruido causado, no ha despertado a nadie más de sus compañeros. Todos duermen en camas similares, todas ordenadas en filas en ambos lados, separadas por la misma distancia.
Se pone de pie y sale de la habitación, teniendo cuidado de no ser visto o despertar a alguien por accidente.
Mientras camina a través del pasillo, lo cual se supone los humanos de la Colonia les dijeron estaba prohibido, la voz sigue resonando en su cabeza, dando vueltas, haciendo eco. Es una voz desconocida, nunca la había oído. Y por más que trata de encontrarle significado, no puede.
¿De dónde vienen esas voces? Es… extraño. Como si no fuese él.
Mientras cruza sus brazos sobre su pecho, siente un leve dolor en el costado y se da cuenta de la cicatriz donde fue atacado.
La sangre de Jason es sorprendente.
Piensa, agradeciendo que Jason hubiese compartido su sangre con él. De lo contrario, ahora mismo Charlie estaría muerto.
Aunque, también, de no haberse quedado a salvarlo, Jason estaría con los miembros de la Guarida, o en el mejor de los casos, con su Colonia. No en manos de Bateman, siendo quien sabe qué.  Torturado, tal vez.
Sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos negativos. Aunque, siendo sinceros, eso era una posibilidad. Estaban en guerra. Trata de pensar en cosas positivas era bueno, pero no lo recomendable.
¿A cuántos compañeros no había perdido de la misma manera?
Muchos de ellos delante de sus ojos, siendo asesinados y él incapaz de salvarlos.
Huir, era lo único que podía hacer. Tal vez Derek tenía razón.
Regresar el golpe.
“Chris…”
La voz volvió a resonar en su cabeza, esta vez, provocándole un fuerte y agudo dolor en las sienes. Cayó de rodillas y apretó ambas manos contra sus orejas, tratando de acallar aquella incesante y profunda voz.
-         Hey, Charlie, ¿estás bien? – levanta la mirada hacia la voz, encontrándose con su Alfa, quien le mira preocupado.
-         ¿Al…Alfa?
-         ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal? Ven, déjame ayudarte. – le extiende la mano y envuelve su brazo alrededor, siendo levantado, comienzan a caminar a través del largo pasillo.
Finalmente llegan a un lugar donde Randolph parece conforme y le recuesta, asegurándose de que su compañero este mejor.
-         Gracias.
-         ¿Te sientes mejor?
-         Un poco.
-         Me alegro.
Ninguno de los dos dice nada. El silencio se hace más largo y ninguno parece estar dispuesto a romperlo, aunque es más difícil el intentarlo. Lo consideran, pero no es fácil. Hay demasiado que se ha dicho, y también demasiado sin decirse.
Sin embargo, es Charlie quien habla.
-         Alfa, yo solo… quería disculparme. Le falle. Si no hubiese sido por mí… Jason… él estaría… - siente un nudo en la garganta. Las lágrimas comienzan a salir de sus ojos, nublándole la vista. Se siente tan avergonzado y patético delante de su alfa.
Siente un suave apretón en su pierna, levantando la mirada lentamente. Se encuentra con Randolph, quien le regala una media sonrisa.
-         Honestamente, no sé qué decir. Si me hubieses dicho eso hace unos días, te habría golpeado. Pero eso solo sería prueba de lo frustrado que estaba conmigo mismo, desquitándome contigo por mi error.
-         Es comprensible, acababas de perder a tu pareja.
-         Tú no tuviste la culpa, Charlie. Hiciste lo que pudiste.
-         Pero no fue suficiente. Jason fue capturado.
-         Pero al menos sigues vivo. No habría… No habría sido capaz de perderlos a ambos el mismo día. Es cierto, Jason es mi pareja y  nuestro vínculo es más fuerte. No te negare que me siento destrozado, el sentimiento me carcome por dentro, pero al menos… el verte aquí, con nosotros, es algo. Significa que no todo está perdido. He sido demasiado duro contigo, Charlie.
-         Déjeme ir por él.
-         No. Ese tipo, Joe, tiene un poco de razón. Es imprudente.
-         Alfa, no me digas que tu… - atemorizado del pensamiento que surja su mente.
-         No me malentiendas. Solo acepte ese hecho obvio, eso es todo. No estoy diciendo que no vaya ir tras Jason. Lo que estoy  diciendo es que lo hare yo. No pondré en peligro a mi familia.
-         Alfa, no…
Randolph recibe un fuerte golpe detrás de la cabeza, seguido de un bufido.
-         ¡Realmente eres un idiota! ¿Eh? ¿Qué es eso de ir tu solo? – Alo le empuja, haciéndose espacio en el lugar de Randolph.
-         Alo, hermano. Es un asunto personal. No quiero que…
-         ¿Salgamos heridos? Bah.
-         Alo, Jason es mi pareja, así que debo ser yo quien…
-         ¿Acaso no dijiste que Jason también era parte de nuestra familia?
-         Si, dije eso, pero…
-         Entonces, ¿Por qué demonios crees que te daré la espalda cuando se trata de salvar a nuestra familia? Es extraño, y no le voy a decir “cuñado”, pero ya es parte de nuestra manada. Lo quieras o no.
-         Espera, ¿Qué estás diciendo, Alo?
-         Está diciendo que las familias se ayudan, en las buenas, en las malas, y en las peores.  – se gira hacia donde proviene la voz, cayendo en la cuenta de que se trata de una mujer - No lo vamos a abandonar. Pero necesitamos pensarlo un poco.
-         ¿Abby? ¿Tú también? Lo que están diciendo son… - una mano se posa sobre la de Randolph, notando como Abby y Alo lo tienen en el medio. Abby recarga la mejilla sobre el hombro de Randolph, mientras Alo le revuelve los cabellos.
-         Nuestros sentimientos. Rescataremos a Jason, como familia.
-         Por favor, déjenme ayudarles.
-         ¿Crees que te dejaríamos atrás, pequeño tonto? – Abby se inclina y le aprieta la nariz.
-         ¿Y bien? ¿Cuál es el plan? No me dirás que solo piensas ir y sacarlo así como así, ¿verdad? – dice Alo, arqueando la ceja, mientras aquellos dos pelean como niños pequeños.
-         Ni yo soy tan estúpido, ¿sabes? Aún sigo… pensando. – admite, avergonzado. Alo deja salir un largo y prolongado suspiro.
-         Creo que necesitaremos ayuda.
-         ¿Qué tal Derek?  - interviene Abby.
-         Su situación en la Colonia no es la mejor en estos momentos. No creo que sea bueno involucrarlo.
-         Preguntar no mataría.
-         Entonces, ¿Charlie? – Randolph se gira hacia el pelirrojo, notando las caras extrañadas de sus hermanos.
-         Sí.
-         ¿Podrías intentarlo?
******
[Arthur]
-         ¿Señor? ¿necesita algo más?  -dijo el chico, desarrugándose la ropa. Arthur ni se molestó en mirarle, solo hizo un gesto con el dedo hacia la puerta, dándole otra calada a su cigarrillo.
-         No. Puedes retirarte.
-         Y-Yo…
-         ¿Acaso no me oíste? ¡He dicho que te largues! ¡Ahora!  - sin mirarle aun. El chico solo apretó los labios y asintió, haciendo un leve reverencia.
-         S-Sí. Lo entiendo. Lo veré abajo.
Tras escuchar el sonido de la puerta cerrarse, Arthur volvió la mirada de la ventana hacia donde había estado el chico.
“Algún día encontrara a alguien de quien enamorarte. Alguien que podrás amar tanto como me amaste a mí, Arthur”
-         Imposible. – dijo para sí mismo, soltando el humo de cigarro, formando un pequeño cumulo sobre su cabeza. No habría nadie que le reemplazara. Jamás.
Se puso de pie, colocándose la camisa y miro el reloj en su mesilla de noche. Aún tenía un poco de tiempo antes de la llamada de su padre y su pelea a través del aparato telefónico.
“Aquí vamos” pensó y abrió las ventanas, dejando entrever un paisaje grisáceo. Nubes oscuras aparecían en el cielo, cubriendo el astro que se encargaba de iluminar todo con sus rayos dorados. Pequeñas gotas se veían pringar, significaba que pronto comenzaría a llover.
***********
Cuando Abby y Charlie abandonaron el lugar, tomando caminos separados, puesto que los humanos habían establecido que aunque los weres no consideraran el género entre ellos, para sus miembros más jóvenes de la Colonia estaba estrictamente prohibido que hombres y mujeres estuvieran en la misma habitación. Todo para mantener la salud mental de los niños.
Cosa que se les hacia una reverenda estupidez, pero puesto que ellos eran los invitados, debían obedecer a sus arcaicas reglas.
-         Tienes algo entre manos, ¿no? – dijo Alo, sin dejar de mirar por encima de la baranda. Habían encontrado una forma de ir al segundo nivel del Ala y ahora estaban descansando ahí, viendo el paisaje de abajo. Que no era sumamente interesante, pero la brisa que daba al estar alto era agradable. Randolph le miro por el rabillo del ojo y sonrió.
-         Más bien Derek.
-         ¿Confías en él?
-         Algo me dice que lo haga.
-         ¿Intuición de alfa? – sonaba un poco a burla, aunque pudo escuchar una leve risilla de su hermano.
-         Digamos que siento algo. –admitió, hundiéndose de hombros. Aunque las palabras tuvieron un segundo significado en los oídos de su hermano.
-         ¿Qué?
-         No, no yo. – cayendo en la cuenta que sonaba más como si le dijera que había sentido cierta atracción por Derek. Randolph negó -  Es más, ¿Cómo explicarlo? ¡Ya! Veo algo futuro.
-         ¿Ahora eres vidente, hermano? Woah.
-         No bromees, idiota.
-         Ya, ya. Entonces, ¿Qué es este sentimiento?
-         Derek y… Ummm, Charlie. Hay algo entre esos dos.
-         ¿Estás seguro?
-         ¡Pufff! ¿seguro? Ni siquiera sé cómo funciona esto del emparejamiento. No tenía idea de que yo lo tenía por Jason.
-         ¿Duele enamorarse? Digo, para estar prevenido. – Randolph le empujo con el hombro.
-         No lo notas, hasta cierto tiempo.
-         Tsk, enamorarse es complicado.
-         Dímelo a mí, hermano. Dímelo a mí.
-         ¿Y? ¿Cuál crees que sea lo que se traiga en manos el pequeñín?
-         ¿Pequeñín?
-         Me toma tiempo llamar a alguien por su verdadero nombre, ¿sí? – se defendió, reacio a llamarle por su nombre, aunque su Alfa le ordenara.
-         Ok. No sé, pero lo que creo es que tiene la intención de rescatar a Jason.
-         ¿Cuál es su obsesión con Jason? Los demás le han dado la espalda.
-         El pánico sirve más para controlar a las personas. Ellos solo están asustados.
-         ¿Los estas justificando?
-         Ni en un millón de años. Solo quiero entender un poco. No tener el control es cansado.
-         Bueno, en nuestra nueva posición es más como si fuéramos vagabundos y solo nos hubieran dado unas sábanas y techo.
-         Pero no estamos a su disposición. Cualquier movimiento errado y todo explotara.
-         ¿Qué haremos, me refiero a mañana?
-         No tengo idea. No tenemos un lugar al cual volver y… ellos nos están cazando.
-         ¿Estaremos bien?
-         Lo veremos. Sera mejor ir a dormir.
********
[Jason]

Parpadeé varias veces, sintiendo un leve dolor en la parte de la nuca. Veo mis piernas, aunque es por breves momentos, ya que rápidamente vuelvo a cerrar los ojos.
No es sino hasta que escucho un fuerte golpe delante de mí que espabilo un poco.
Abro los ojos, sintiendo como si por la misma acción estos fueran a salirse de mis cuencas.
Ahí, delante de mí. Es él. Thomas Dale.
Con su típica sonrisa y su cabello extravagante, solo que esta vez está teñido de un color verde pálido, lo lleva lacio y cae por todas partes como una cortina.
Quiero liberarme y arrancarle la sonrisa del rostro, pero no puedo. Mi cuerpo se encuentra fuertemente asegurado por unos grandes grilletes y algo está siendo inyectado en mi cuerpo.
¿Drogas?
-         Hola, Jason. – dice con una voz ronca, hay un leve tono que le hace sonar apático. Se siente extraño, algo anda mal. ¿O acaso es que mis sentidos están demasiado adormilados que ya no logro distinguirle?
-         … - no respondo, continuo mordiéndome el labio, con tanta fuerza que este sangra por la brusquedad. Suspira y entrecierra los ojos, colocando ambas manos sobre la rodilla derecha.
-         Oh, ya veo. Te molesta mi apariencia. Tonto de mí. Supongo que debí usar algo más de tu gusto – dice, esbozando una media sonrisa y en un segundo la piel de su rostro comienza a deformarse. Como si millones de gusanos se movieran debajo de su piel. Algo que se me hace absolutamente asqueroso.
En un segundo, la apariencia de Thomas Dale cambia. Su cabello fluorescente desaparece, siendo sustituido por uno grisáceo.
Tragó en seco. Unos ojos azules me miran fijamente, por alguna razón siento como si toda la sangre de mi cuerpo se detuviese en ese preciso momento.
-         B-Bateman… - pronuncio aquel nombre, atragantándome.
Sin embargo, cuando esboza aquella media sonrisa y se coloca los lentes, puedo sentir un extraño escalofrió.
Ahora lo entiendo. Aquel sentimiento de inconformidad.
-         No. Tú no eres Bateman. ¿Quién demonios eres tú? – le digo, molesto, sin apartarle la mirada. Él se levanta y camina hacia mí, removiendo los lentes, dejándolos en el bolsillo de su pantalón.
Coloca ambas manos sobre los grilletes que me sujetan y queda a pocos centímetros de mi rostro, aun con aquella sonrisa santurrona. Se acerca, hasta que puedo sentir su mejilla… ¡CALIENTE! Contra la mía.
Eso me ha dejado en shock.
-         ¿Yo? Bueno, yo soy tu hermano mayor.  – susurra suavemente en mi oreja y siento como si mi corazón se detiene, mi garganta se seca y antes de poder decir o hacer algo se aleja. He perdido mi oportunidad de desgarrarle la garganta.
Finalmente estamos frente a frente, nuestros rostros están a escasos centímetros. Pero si se tratase de un espejo, sé que debería reflejarse mi expresión estupefacta y no aquella versión sonriente y con mirada traviesa.
Soy yo. Me estoy viendo a mí mismo.
¿Estoy soñando? ¿Son las drogas, acaso?

No. Es real. Me estoy viendo a mí mismo. Él es yo. 

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