LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - capitulo 7
[Guarida – Parte 4]
Después
de asearse, y cambiarse de ropas. Trato de enfriarse un poco la cabeza. ¿Qué
diablos había pasado? Y sobre todo ¿Por qué Jason Snyder? Considerando que no
había manera de que el Alfa Randolph pudiera acostarse con nadie solo porque sí
en la vida real, mucho menos tener un sueño húmedo como un adolescente víctima
de las hormonas.
Se
puso las botas negras de agujeta y salió de su habitación, donde aún estaba
impregnado el aroma de su semen. Diablos,
pensó. Tendría que asegurarse de que limpiaran el cuarto, pero la única persona
que no era afectado por la excitación de un were era la causa de ella; el
humano Jason Snyder.
Camino
por el pasillo, bajando los escalones de a golpe como una tromba. Quedándose
frente a Alo, quien ya le seguía el paso cuando lo vio pasar.
-
Alfa, buenos días. –
dijo en tono respetuoso, Randolph lo miro por el hombro, al parecer algo estaba
mal, las manos juguetonas de Alo siempre le indicaban eso. Malas noticias.
-
Buenos días, Alo.
¿Qué sucede? – girándose, saludo a varios miembros de la manada que ya estaban
en movimiento de un lado a otro comenzando el día.
-
La Cacería. –
apretando los labios en una mueca, miró fijamente al Alfa - Tenemos un problema
con ella.
-
¿Qué clase de
problema? – levanto una ceja, sin dejar de caminar, Alo se mantenía cerca, pero
a una distancia considerada.
-
Los vampiros aún
siguen en la zona. No es seguro salir fuera de la Guarida, pero nos estamos
quedando sin alimentos. ¿Qué debemos hacer? ¿alistamos el grupo de caza o
esperamos hasta que se vayan? Lo cual puede tomar mucho tiempo.
-
¿Qué dijo Abby? –
necesitaba una segunda opinión y Abby era la indicada para ello, después de
todo ella lideraba a las hembras de la manada.
-
Que aún quedan
provisiones para una semana más, pero que puede ser menos tiempo.
-
¿el clima?
-
Ha dejado de llover. – Randolph inhalo profundamente, deteniéndose
un segundo, Alo a su lado lo observaba, hasta que rompió el silencio y miro a
su Beta, esbozando una pequeña sonrisa.
-
Entonces, diles que
se preparen. El sol ha salido y nosotros también lo haremos. Hay que comer,
¿no?
-
Entendido, alfa.
-
ALO. ESPERA. - Lo
detuvo agarrándolo del hombro, este se giró confuso, no era propio de él tocar
a las personas, por eso su distancia con los demás - Tengo algo que pedirte. –
diciendo lo último como un susurro. Apenas pudo escucharlo Alo cuando lo dijo.
Era demasiado decirle toda la verdad, solo le diría una parte.
-
¿Qué cosa, alfa? – lo
miro confundido, recomponiendo su postura con los brazo a los costados y el
mentón arriba, Randolph era más alto que Alo por unos cuantos centímetros, pero
el ser ya alto no favorecía demasiado su cuello.
-
Que nadie, escúchame
bien, NADIE entre a mi cuarto. – apretando los puños y encogiéndose de hombros,
casi para decírselo en la oreja y que nadie más pudiera escucharlos.
-
Entendido, pero ¿Por
qué?
-
No preguntes. –
volvió a erguirse como el enorme hombre montaña que era, viendo hacia abajo con
expresión seria hacia su Beta.
-
Esta… bien. ¡ESPERA!
– olfateándolo levemente, hasta encontrar la fuente del ahorma metido dentro de
su bolsillo, lo saco y lo olfateo más fuerte, apartándose rápidamente – esto
es… Randolph, no me digas que tu… - sus ojos se entrecerraron, y sus cejas se
fruncieron en una extraña expresión sorpresiva.
-
¡NO! ¿Cómo…? – sintió
toda la sangre abandonando su cerebro ante la mirada de Alo.
-
ESTAS CALIENTE – no
era una pregunta, sino más bien una declaración. El rostro de Randolph iba de
pálido a rojo escarlata en segundos. Arrebatándole el pedazo de tela a Alo, lo
volvió a guardar en su bolsillo. Cubriendo su boca para evitar que dijera algo
más, por fortuna nadie los había escuchado hablar de ESO.
-
Yo… sí. Lo estoy. –
admitió, suspirando profundamente mientras llevaba a Alo hacia una esquina,
apretó sus labios y se agacho en el suelo, dejando caer la cabeza entre sus
piernas, mientras frotaba su frente.
-
¿sabes que puede
pasar si las hembras huelen tus feromonas? - murmuro, al parecer no necesitaban decirle
que debían ser discretos con el asunto.
-
Si, lo sé. Pero no
puedo permanecer en mi habitación confinado por ello. Tengo responsabilidades,
soy el Alfa. – se levantó del suelo y golpeo su pecho con su puño cerrado, un
sonido solido al chocar contra la musculosa pared que era su cuerpo.
-
Entiendo tu
frustración, peor aun así es muy riesgoso – amonestándolo, Randolph desvió la
mirada hacia el otro lado. Al parecer no llegarían a nada con esa discusión.
Alo suspiro y llevo su mano al hombro del Alfa, dedicándole una mirada
comprensiva.
-
… - no dijo nada,
solo permanecieron ahí en silencio. Sabía que Alo no le reclamaría nada más,
solo suspiraría y lo dejaría pasar.
-
Entonces, vamos a
trabajar. Alfa. Aún tenemos mucho que hacer antes de salir de cacería. – así lo
hizo, haciéndose a un lado, Randolph paso por él y continuaron caminando en
silencio hacia su oficina. Tenían cosas que discutir y preparar la manada.
Randolph
solo sonrió, esa típica actitud de Alo le agradaba. Por eso mismo lo había
elegido como su Beta, necesitaba a alguien de confianza y que lo comprendiera.
Además, ambos habían crecido juntos, desde los 13 años, cuando perdieron a sus
madres en la matanza de weres. El peor evento en la historia de los Cambia
Formas, llevado a cabo por vampiros y humanos. Lo que los había llevado a
abandonar sus hogares y refugiarse con los de su especie en los bosques, inclusive
habían llegado a construir sus propios refugios, como la Guarida misma. Un
lugar donde todo tipo de weres podían coexistir en armonía y cuidarse los unos
a los otros.
Con
ese pensamiento en su cabeza, Randolph podía dar por sentado que habían hecho un
gran trabajo al crearla. Miro hacia debajo de las escalinatas, los residentes
estaban platicando alegremente recargados contra los muros de tierra. No había
discriminación, ni siquiera prejuicios, todos eran iguales.
El
único ser que no encajaba en este
ecosistema era el humano.
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Después
de pasar más de 1 hora ½ discutiendo el plan a realizar, Alo salió fuera de la
oficina de su Alfa. Estar en la misma posición era cansado, su cuello estaba
torcido, necesitaba descansar un poco. Tres días en vela estaban comenzando a
cobrarle creces, pero era su trabajo como Beta seguir a su Alfa y vigilar el
desarrollo de la Guarida.
Vio
una figura delgada corriendo por la pequeña mini plaza, que era el único espacio
libre después de la construcción de los dormitorios para los weres inquilinos,
entrando rápidamente a la Bodega, donde guardaban los suministros. Se acercó,
cuidadoso de no ser visto por el sujeto, ¿alguien estaba robando? Aún era
demasiado temprano, tal vez estaba aprovechando eso para tomar algo. ¿Quién
sería tan estúpido?
Recargándose
contra el pilar, observo por el rabillo la sombra que se movía de un lado a
otro, apilando todo en unas cajas de madera. Antes de que dijera algo, vio como
la sombra levantaba las cajas, cargándolas con sus manos y salía fuera de la
bodega, con su vista bloqueada por las cajas frente a él. El aroma del sujeto
le pego rápidamente, dándose cuenta quien era. Snyder, dijo para sí mismo, mientras veía como batallaba para mantener
las cajas entre sus manos, sin que se le cayeran.
Debía
reconocérselo, era perseverante. Alo creía que después de su segundo día con la
manada este escaparía por uno de los túneles secretos. Todas las tareas que se
le habían asignados anteriormente habían sido obra de Alo, quería ver su
rendimiento y saber si se le podía dar una tarea de verdad, a espaldas de su
Alfa lo había hecho. A veces podía considerarse un poco villano, pero estaba
bien, tenía que estar seguro.
Seguía
observándolo desde lejos, en lugares que no pudiera descubrirlo mirándolo.
Parecía un acosador, pero siempre tomaba medidas especiales. Snyder se estaba
esforzando demasiado en lo que hacía, lo había juzgado mal. Aunque la primera
impresión de su calzado sobre su cara no había sido la mejor forma de empezar. Y
tampoco el que lo metiera en una red para weres había sido agradable.
Tal
vez debería ser hora de que le dejaran irse. NO, fue su pensamiento repentino. Por alguna razón los vampiros
estaban tan interesados en él, el por qué seguía siendo un misterio. Después de
la pelea contra los vampiros y que lo trajeran a la Guarida, Charlie ordeno al
doctor Mason hacer un chequeo general del humano. Lo más sorprendente del
asunto, mientras lo examinaban de pies a cabeza, fue que no encontraron ninguna
sola herida del enfrentamiento. Había sangre por toda su ropa, pero ninguna
cicatriz o moretón visible. El doctor Mason lo catalogo como “Un sujeto
Diferente”.
Los
análisis de sangre habían demostrado que su sangre era humana, pero que tenía
una clase de patrón diferente. Aún seguían siendo estudiados y el doctor Mason
no tenía una conclusión 100% segura con la cual definir su naturaleza extraña.
Jason
Snyder era un misterio tras otro. Parecía ser un chico normal, con algunos
problemas de percepción, pero estaba ocultando algo. La pregunta más importante
¿Qué era? no se aplicaría exactamente a este momento, sino más bien ¿Él sabría
que era en realidad? Y si lo hacía ¿Por qué ocultarlo?
Saliendo
de su escondite, camino fuera, alejándose del humano, o lo que su vista decía
era un humano en apariencia. Aún tenía demasiadas dudas con respecto a Snyder,
pero sabía que pronto serian contestadas todas, a su debido tiempo.
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RESPONSABILIDADES.
Tenía demasiado que hacer. Apenas venia comenzando el día y él ya tenía que
movilizar a media manada de un lado a otro. Lo primero y más importante,
despertar a sus guardias; Kadar (líder), Kaden y Charlie, segundos al mando.
Ellos harían el resto de organizar los grupos para que protegieran la Guarida y
decidieran quienes irían como vigilantes en caso de peligro, no podían dejar a
las hembras sin protección. Mas sabiendo que los vampiros seguían rondando por
el bosque. Tenía mucho en su plato, pero esas eran las responsabilidades del
Alfa.
Al
menos esperaba no encontrarse con la razón de su estado tan NO ALFA. Aun sentía
su miembro reaccionar con solo recordar esa excitante voz, ahogada en gemidos. Maldición, estaba perdiendo el control
de sí mismo. ¿Cómo poder estar pensando esa clase de cosas en un momento así?
Hasta Alo había notado su cambio de actitud y que no estaba concentrado al
100%, pero le había dejado sin dar más vueltas al asunto.
Regañándose
internamente, soltó un bufido molesto, tenía que controlarse y dejar de pensar
en tonterías, no tenía tiempo para eso ahora mismo. Tenía un grupo que liderar
y protegerlos. No seas idiota Randolph,
las palabras de su padre aparecieron en su cabeza, haciendo eco, al menos
sirvieron como un ALTO para todas las imágenes de un Jason Snyder jadeante y
excitado.
Sus
pensamientos desaparecieron cuando chocó contra alguien. Haciéndolo tambalear,
sostuvo las cajas de madera que llevaba cargando. Eran más de cinco cajas las
que llevaba en una pila.
-
Lo siento. No te vi.
¿estás bien?
-
Ah, Alfa. Perdón. –
dijo, la causa de sus males, mostrando una enorme sonrisa a través de las
rendijas de las cajas.
-
JASON ¿Q-Que es…
estás haciendo? –el poderoso alfa había caído, y algo que jamás había hecho,
como tartamudear lo evidenciaba.
-
Ummm, no mucho. –
encogiéndose de hombros - Estoy ayudando en la cocina.
-
Ya veo. ¿en la
cocina? – sobresaltándose, casi hace que Jason cayera con todo y cajas.
-
Sí. ¿Por qué te
sorprendes?
-
Yo… lo siento. Debo
hacer algo. Permiso. – tratando de excusarse, o más bien salir de ese lugar lo
más rápido posible.
-
Adelante, alfa –
haciendo una pequeña reverencia mientras Randolph se alejaba a pasos veloces,
casi corriendo. Sin darse cuenta que había perdido algo en el camino.
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Maldición, sobre maldición. Como pesaban estas malditas cajas. Olga exageraba con
eso de preparar el desayuno, ¿Por qué diablos necesitaba papas? ¿Acaso algún nuevo platillo? Esperaba que no,
porque el ultimo casi me había quitado las ganas de volver a probar bocado
alguno.
Después de pasar por la
escoba me habían ascendido a cocinero. Primero había sido lavaplatos y luego
recolector de basura, pero la cocina era el lugar donde podía estar más
tranquilo. Aun contando con los gritos de Olga sobre apurarme a hacer esto y
aquello, sacándome de mis casillas algunas ocasiones, pero que había aprendido
a cerrar la boca ante mis quejas. Teniendo sumo cuidado de no hacerla enojar,
porque una mujer con un cuchillo era peligrosa, estaba en su santuario.
Ahora yo mismo preparaba mi
comida, ya que me encargaba de alimentar a los weres Osos, tenía la cocina a mi
disposición y podía preparar una infinidad de platillos. Al menos había logrado
cautivarlos con mi sazón. Creo que eso decía el refrán, “La forma más rápida
para llegar a un hombre, es a través de su estómago”.
Bien, punto para el humano.
Aprender a cocinar era una de otra de las varias cosas que mi abuelo me había
enseñado, ya que en el bosque no siempre podías sobrevivir de puras bayas
silvestres e insectos, necesitabas proteínas y la mejor forma de sacarlas era
cazando animales grandes y saber que hacer con ellos de diferentes maneras sin
tener más que unos fósforos y un cuchillo.
Aunque Olga seguía
mandándome por las cajas y los ingredientes a la bodega. Que no entendía el
porqué, teniendo a esos dos gorilas peso completo a su lado pelando papas o
hirviendo agua. Tal vez porque confiaba en mí, ya que esos dos podrían destruir
su amada cocina, al menos los tenía ocupados con algo. Según había escuchado
por Abby, Lucas y Miguel, los gorilas, eran weres osos, pero se mantenían
alejados de todos los asuntos de la manada, no eran peleadores, ni mucho menos
vigilantes, solo eran Lucas y Miguel. De hecho, eran inofensivos y muy
respetuosos, varias veces me habían ayudado con las cajas y a alcanzar alguno
que otro traste de la repisa de hasta arriba.
Osos de peluche los definiría completamente.
Deje las cajas en la
esquina, con las demás. Olga estaba poniendo cosas dentro de una olla, mientras
Miguel encendía el fuego y Lucas barría y limpiaba el comedor.
-
Trae un poco de
tomate.
-
¿Cuánto?
-
½ caja será
suficiente.
-
Entendido, jefa.
Saliendo, tuve que volver a
caminar a través de la plaza. Mis ojos bajaron cuando vi algo en el suelo
tirado. Era un pequeño pañuelo. Lo tome entre mis manos y doblándolo
cuidadosamente lo guarde dentro de mi bolsillo, si alguien lo había perdido se
lo regresaría más tarde cuando terminara, podría preguntarle a Abby o Charlie.
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Estaba terminando de cocinar
los últimos vegetales. Cuando escuche como los weres llegaban en manadas al
comedor, el bullicio esparciéndose por toda la habitación, mientras los pasos y
las risas eran el único sonido perceptible. En cuestión de segundos el lugar
estaba repleto de grandes hombres y mujeres totalmente hambrientos, agitando
sus manos.
-
¿Qué nos tienes hoy, terrón de azúcar? – Genial, el siempre
tan cómico de Aston. Por alguna razón encontraba divertido el ponerme siempre
un nuevo sobrenombre. Realmente los weres eran algo extraños.
-
¿terrón de azúcar?
Ayer era pastelito, ¿Qué será mañana, Aston? – me voltee, pasando el trapo
sobre la barra, haciéndolo apartarse unos centímetros.
-
Déjame pensarlo. –
golpeando con su dedo índice su barbilla, poniendo una expresión dubitativa.
-
Creo que alguien no
quiere recibir su comida del día, ¿verdad? – bromee, sonriendo sarcásticamente,
mientras enarcaba una ceja al aire.
-
Es broma, chico.
-
Lo sé. Yo también
bromeaba.
-
¿entonces, que
tenemos en el menú?
-
Pescado. – respondí,
levantando la tapa del caldo que estaba dentro de la olla. El vapor de adentro
salió como un cumulo de humo y las sonrisas en los rostros de los chicos me
indico que les gustaba lo que olían.
-
Algo huele delicioso.
Que tal Jass. – dijo uno de los chicos detrás de Aston, aun seguía
aprendiéndome los nombres, pero podía decir que era alguien agradable. Los
demás hombres se les unieron y les indicaron que se irían a sentar a la última
mesa mientras tanto.
-
Hola chicos, ¿Qué tal
las excavaciones? – pregunte, subiéndome sobre la superficie de la barra,
tratando de no ser atrapado por Olga en el acto. Estos ya estaban tomando
asiento y solo respondieron con una sonrisa cansada.
-
Mejor que ayer. ¿Qué
tienes para nosotros hoy?
-
Conseguí unos buenos
pescados. Creo que son salmones. ¿Qué dicen?
-
Pues sírveme un poco
de eso que tienes en el fuego. – la sonrisa en el rostro de Aston no me
convencía mucho, aun lo haría sufrir, pero sería más tarde. La complexión de
cada uno de los weres osos era diferente de las de los weres lobos, eran
grandes y robustos, no muy altos, pero si fuertes y resistentes.
Temperamentales al extremo y siempre juguetones.
-
A mí también. – dijo
el chico oso agradable, dirigiéndome un guiño mientras se dirigía a la mesa con
sus amigos.
-
No se te olviden los
chicos. – señalo Aston antes de ir detrás de su compañero. Los weres osos no
podían estar sin comer, se ponían temperamentales sino probaban bocado durante
todo el día, y para ellos el desayuno era sagrado.
-
Entiendo. Les avisare
cuando tengo todo listo. Vayan a sentarse.
Regresando a la cocina, tome
varios platos y vasos, preparando una enorme jarra con agua y colocando cada
vegetal en el borde, con los grandes pescados tamaño palanca. Olga había
discutido sobre que debería de darles de SU comida, pero no estaba demasiado
seguro si los volvería a ver comer en el comedor otra vez después de eso,
preferirían comer la misma tierra que escarbaban debajo.
Colocando dos charolas
frente a la pequeña barra, le hice una seña a Aston para que se acercara y
tomara la comida de su grupo. Así lo hizo. Caminando entre los demás weres.
-
¿me puedes ayudar a
llevar esta charola? Tengo las manos ocupadas.
-
Está bien. Olga,
salgo a llevar esto a la mesa de los Osos. – le avise a la mujer del otro lado
de la cocina, Lucas cambio de lugar y se puso en mi sitio, indicándome que él
se haría cargo mientras tanto. Asentí y salí por el borde, tomando la charola
entre mis manos, la levante sobre mi hombro, mientras sostenía la jarra en mi
mano libre.
-
Date prisa que
tenemos mucho trabajo. – declaro Olga, moviendo su cucharon como amenaza tras
el pequeño marco por el cual pasaba la comida.
-
Si, jefa. – respondí,
alejándome hacia la mesa OSO.
Caminando con sumo cuidado,
los chicos me hacían un espacio para que pudiera pasar entre ellos, moviendo
sus sillas a un lado. Agradecí a muchos en el camino.
Hasta que llegue a la mesa
de los osos, uno de ellos se me acerco y cogió la charola de mis manos,
mientras yo me acerque y deje la jarra sobre la mesa.
-
Aquí tienen chicos,
disfrútenlo.
-
Gracias Jason. Sin ti
morirías de hambre allá abajo.
-
No exageres.
Lastimaras los sentimientos de Olga. Su comida también es… - me quede callado,
las palabras correctas no salían de mi boca. Tal vez porque no había unas
correctas para referirme a la comida de Olga de una manera respetuosa, o que al
menos alabara sus dotes culinarios. – no sean crueles con ella.
-
O podemos fingir que
su comida no nos mata – dijo alguien y todos comenzaron a reír como locos,
golpeando la mesa con sus grandes manos.
Solo sonreí a los chicos,
dando la conversación por finalizada, ya imaginando a Olga mirándome con una
expresión asesina. Cuando regresaba a la cocina, alguien me tomo del brazo y me
gire.
-
Jason, ven un
momento. – dijo Abby tomándome de la mano, caminando hacia una de las mesas en
donde estaban todas las hembras.
-
Está trabajando,
Abigail. – declaro Olga del otro lado de la cocina.
-
Es Abby, Olga. – le corrigió,
odiaba que le llamaran por su nombre completo, y Olga siempre llamaba a todos
por su nombre real, Abby camino hacia mí, colocando su brazo alrededor de mi
cuello y me jalo fuera, dándole la espalda a las protestas de Olga, hacia el
grupo de chicas que estaban en una sola mesa. Ojos furtivos por todas partes de
las demás mesas contiguas. A veces deseaba que Abby no fuera de esa forma,
siempre haciendo que me ganara el rencor de los demás weres, que por alguna
razón seguía sin entender el cómo - Solo
será un segundo.
Las
miradas inquisitivas de cada una sobre mí, iban de la cabeza a los pies, sin
perder ningún detalle. Por alguna razón me sentía ultrajado sin siquiera serlo.
Abby tomo asiento junto a mí, colocando ambas manos sobre la mesa, chasqueando
la lengua. Les dirigió una mirada a todas las demás y luego volvió hacia mí,
antes de darme cuenta todas estaban sobre mi haciendo un millón de preguntas,
sin saber cuál contestar primero para empezar, pero Abby me rescato y las
acallo a cada una de ellas con un golpe sobre la mesa y un gruñido.
-
¿Cómo conociste a
Charlie? – pregunto, las chicas volvieron a sonreír, mirándome en espera de mi
respuesta. Me sentía incómodo siendo el centro de atención, pero no era algo
que mantener en secreto. Suspire resignado y me acerque un poco más a la mesa.
-
Umm, bueno. No fue la
mejor situación. Yo estaba siendo transportado hacia ciudad Zwielicht, después
de que masacraran a todos mis compañeros, cuando estos enormes cambia formas
aparecieron y atacaron a todos los vampiros que se pusieran frente a
ellos. Me liberaron, pero me resistí a
someterme ante ellos y pues terminamos peleando. – el recuerdo de los eventos
relatados aun seguía fresco y más vivido, podía recordar cada segundo de ellos,
incluso la hora con exactitud.
-
¿tu contra nuestros
chicos? Eso es sorprendente. ¿Quiénes mordieron el polvo? – pregunto una de las
chicas del medio que tenía el cabello rizado, corto hasta por debajo de la
oreja. Todas comenzaron a emocionarse, haciendo más ruido del habitual.
-
Creo que fueron,
Charlie, Kaden, Kadar y Alo.
-
Imposible. ¿Kadar y
Alo? ¿Cómo pude perderme algo así? – dijo Abby interesada, con una expresión
burlona, paso su mano por su frente hasta acicalar su cabellera negra.
-
Bueno, en eso
deberías estar agradecida, al menos no tuviste que ver a Charlie desnudo,
balanceando su pene frente al parabrisas del vehículo. – tan solo pensarlo era
desagradable, no todos los días veías a un tipo frente a ti al desnudo, como
Dios lo había traído al mundo. Y no era algo que desearía volver a ver en mucho
tiempo.
-
Oh, por Dios.
-
Lo sé, aún tengo
pesadillas con su pene.
-
¿y son pesadillas?
- una dulce voz se hizo notar al otro
lado de la mesa, agregando una pequeña risilla.
-
Lisbeth, no digas
esas cosas. Jason tiene la mente limpia, no lo contamines.
-
Solo estaba
preguntando. Tengo curiosidad. – dijo,
saliendo entre el montón de chicas, tenía una larga cabellera rubia con
ondulados rizos y un partido a la mitad, dejando un flequillo hasta las cejas.
Una sonrisa traviesa y provocativa. ¿estaba dándome una indirecta? Bien, dos
podían jugar el mismo juego y yo sabía muy bien cómo defenderme solo.
-
Pues no puedo
llamarle sueños húmedos, si eso tenías en mente. – declare, levantando una
ceja, apretando los labios. Al parecer mi comentario le causo risa, porque solo
rio y agacho la cabeza, jugando con uno de sus rizos entre sus dedos.
-
ESTA BIEN. SNYDER,
VUELVE AQUÍ MISMO. AUN NO TERMINAMOS DE ALIMENTAR A ESTAS BOCAS. – grito Olga,
agitando su cucharon en el aire, amenazando a Jason. Abby iba a decir algo,
pero decidió guardar silencio ante la mirada de Olga.
-
La jefa llama por mi
ayuda. Nos veremos después chicas.
-
Hasta luego, Jason.
Rápidamente
me levante de la mesa de las hembras, las voces de las mismas comenzaron a
notarse. Al menos les había dado algo de lo que hablar. Y por sus expresiones
parecían estar disfrutándolo. Me encontré siendo observado por la misma chica
rubia, que desvió la mirada en cuanto nuestros ojos se encontraron. Se levantó
de la mesa y se acercó hacia uno de los chicos de la mesa contigua, acariciando
su brazo con su dedo, este se levantó y la siguió, despidiéndose de sus
compañeros. Ambas personas desaparecieron entre la multitud que se amontonaba
en la puerta.
Jamás,
en toda mi vida había imaginado que me vería a mí mismo siendo la diversión de
alguien más. Pero aquí estaba, ¿les divertía mi persona? Claro, siendo un
extraño y nuevo personaje frente a sus ojos, solo podía serles útil de alguna
forma. ¿Debería estar molesto por ello? Si, debería. Me sentía menos, incluso
aunque esa no fuera la intención de Abby. ¿Por qué era que ahora lo reconocía?
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Era la hora de la comida del
medio día y aun no terminábamos de darles a todos su porción. Habíamos tenido
que apretarnos el cinturón y hacer una porción más pequeña, con los pocos
ingredientes restantes. La bodega estaba quedando vacía en solo 3 días.
¿Significaba que pronto tendrían que ir de cacería? Si era así, me apuntaba en
el primer grupo, necesitaba salir de este lugar aunque fuera un segundo.
En realidad, ¿Por qué
consideraba la posibilidad de regresar a la Guarida? Teniendo en cuenta que no
podrían vigilarme y solo podría huir al adentrarnos en el bosque de los Azules.
A nadie le importaría mucho mi presencia, además no pertenecía a la manada de
weres, por más que ellos trataran de tenerme dentro, aún seguía siendo un
intruso, un prisionero que le habían quitado el grillete, pero prisionero a fin
de cuentas vigilado 24/7.
¿Por
qué me siento tan relajado? Debería de estar molesto por no poderme ir todavía
a casa, pero por alguna razón la simple idea de irme me ponía nervioso.
Incluso
mi actitud rechazante contra los demás había cambiado, en su lugar me sentía
más familiarizado con todos. Sonriendo y saludando a cualquier desconocido.
Últimamente los miembros de la manada no me excluían por completo, algunos si,
pero la mayoría trataba de hacerme conversación o al menos saludarme.
Sin
embargo aun seguía teniendo que hacer las mismas labores dentro de la manada.
Llevaba 3 días desde que el Alfa y el Beta me habían dado permiso, gracias a la
intervención de Abby y Charlie, para poder salir de cacería con las hembras,
pero aun no había tenido oportunidad de ir con ellas. Esto debido a que el
doctor había declarado que no estaba en condiciones físicas para poder ir de
cacería.
De repente el silencio ceso
y las cucharas bajaron. Inclusive Olga había dejado de cocinar y había arrojado
el mandil a un lado, saliendo de la cocina. Con Lucas y Miguel siguiéndole, yo
aún estaba lavando las cacerolas, así que solo podía ver poco a través de la
rendija que separaba la cocina del resto del área del comedor.
Todos en el comedor, se
pusieron de pie y voltearon su mirada hacia la puerta, donde la figura del
Alfa, el Beta y Abby entraban al lugar.
-
¿Qué está sucediendo?
¿Por qué todos están alborotados? – pregunte a quien fuera, estaba saliendo de
la cocina cuando escuche el ruido de la ronca voz del Alfa llamando a todos.
Kaden se me acerco, deslizándose contra la pared, mirando sus lados, Kadar
podría atraparlo estando cerca de mí y tendría una pelea intensa. Trate de
girarme e ignorarle, pero me atrapo entre sus brazos y me jalo. Su sonrisa me
dijo “Te atrape”, iba a forcejear,
pero ¿para qué? Era Kaden, El Abrasivo.
-
Están preparándose
para ir de cacería. – respondió, susurrando por lo bajo para que no muchos
escucharan.
-
¿tan pronto? Creí que
esperarían hasta que saliera la luna llena.
-
¿Dónde oíste eso? –
me miro sorprendido, sus cejas uniéndose en una sola mientras sus ojos me
miraban fijamente.
-
Charlie me lo dijo.
Que era más seguro cazar durante la noche.
-
Tiene razón, habíamos
acordado eso, pero hubo un cambio de planes. Las chicas se están preparando
para salir.
-
Demasiado complicado.
¿No sería mucho mejor criar ganado?
-
Pérdida de tiempo y
esfuerzo en vano. Somos una manada grande y no podemos esperar a que estén
listos para comer. El ganado requiere demasiado cuidado y matar un animal de
forma normal cuesta mucho trabajo, el olor nos delataría inmediatamente.
-
Entiendo. – en
realidad no lo entendía del todo, solo que no era su fuerte el tener ganado,
sus instintos terminarían ganando y matarían antes de que estuvieran listos.
-
Además – sonriendo,
sus blancos dientes mostrándose como porcelanas en una media luna sobre su
rostro, haciendo que un par de hoyuelos se formaran en sus mejillas – amamos ir de caza. Ir a lo salvaje y liberar
nuestros instintos. Está en nuestra sangre el perseguir y atrapar nuestra
comida. Y el bosque esta lleno de presas, ya que los vampiros solo beben de
humanos, los animales no les interesan.
-
Ni me lo recuerdes,
algunas costumbres jamás cambiaran. – dije, secamente, mirando hacia abajo mis pies, que no tocaban
el suelo. Recordando la forma en que habían asesinado a mis compañeros, drenándoles
hasta la última gota de sangre del cuerpo. Mis ojos regresaron hacia enfrente
donde todos comenzaban a amontonarse, haciendo ruido. Agitados y apretándose
por pasar al frente.
-
Nosotros conservamos
las viejas costumbres de nuestros ancestros, como ellos hacían.
-
¿en serio? – dije
sonando demasiado interesado, mirándolo a los ojos, esos grandes ojos cafés con
largas pestañas y ceja poblada, sin depilar. Su cabello color marrón, como
siempre, peinado hacia arriba con sus propios dedos, levantándose unas pequeñas
puntas. Igual a Kadar, incluso en su forma de vestir coincidían, o se habían
acostumbrado a ello. Sea cual hubiera sido la razón, nadie podía negar que eran
hermanos del mismo molde.
-
Bueno, la única
diferencia es que nosotros las adaptamos a nuestros tiempos. Dándoles un
pequeño toque propio. – guiñándome el ojo, y haciendo une media sonrisa. Por
alguna razón, el rostro malhumorado de Kadar apareció frente a mi.
-
Ya veo. ¿entonces
ustedes aman cazar su comida? – pregunte, desviando un poco la mirada, aunque estando en sus brazos, poco podía
moverme a voluntad propia. Este asintió, respirando profundamente, podía
escuchar su palpitar y como su pecho se inflaba cuando el aire entraba a sus
pulmones.
-
No solo nuestra
comida, ¿verdad, Kaden? – dijo una segunda voz, haciéndonos girar, en mi caso
sobresaltarme, se trataba de Butch, el casanova. Quien mantenía una típica sonrisa de galán.
Bueno, realmente no eran sus
nombres dentro de la manada, solo se los había puesto para diferenciarlos y
divertirme un poco, tenía que sacarle provecho
esto de estar encerrado contra mi voluntad, ¿no?
-
¿Kaden?
-
Sí.
-
¿podrías depositarme
en el suelo?
-
Esto… ¿Qué significa
depositar?
-
Significa “bájame o
morderé tu brazo”
-
Ya, ya, entiendo. – dejándome volver a poner los pies sobre la
tierra por mi propia voluntad. Le di un golpe en el brazo, haciéndolo que
hiciera una mueca de dolor, sacudiéndome el cabello.
Al parecer la conmoción no
terminaba, todos continuaban reuniéndose, veía a algunos saliendo de las
catacumbas, los túneles y también de las habitaciones, bajando las grandes
escaleras. El comedor quedo vacío en segundos. Esto era serio. Pero ¿de qué
nivel estábamos hablando?
-
Oye, Jason. – llamo
mi atención Kaden, dirigiéndome una mirada extraña.
-
Sí. – respondí. Se me
quedaba viendo fijamente a la cara ¿acaso tenía algo?
-
¿Qué le paso a tus
ojos? – dijo, señalándome con su dedo directamente a la parte mencionada. Al
parecer si tenía algo.
-
¿Por qué? ¿están
rojo? ¿tengo algo metido? He estado todo el día en la cocina, tal vez fue ahí.
– frotándome los ojos fuertemente, si tenía algo a lo mejor lo había conseguido
en la cocina. Estar todo el día con especias y todo tipo de residuos podía
haberme dejado los ojos irritados o tenía algo entre las pestañas. Pero Kaden
me detuvo de seguir haciéndolo.
-
No. Me refiero a que
ya no son completamente verdes como ayer, sino que tienen un color café
rodeando tu pupila. ¿Por qué?
-
¿a qué te refieres? –
eso me había tomado por sorpresa. Ni siquiera yo sabía que responder.
-
Espera, Butch,
¿tienes un espejo?
-
Creo que si. Aquí lo
tengo. – rebuscando entre sus bolsillos. Saco un objeto en forma de ovalo y se
lo entrego a Kaden.
-
Toma, veló por ti
mismo. – entregándome el espejo de bolsillo. Al abrirlo, lo acerque hasta poder
visualizar mi ojo entero. Dándome cuenta a lo que se refería Kaden, mi ojo… NO
era completamente verde, como solía ser siempre, sino que tenía una variante de
color café alrededor de la perla negra. ¿Cómo?
-
Jamás me había
pasado. ¿será por…? – aun con el espejo en mano y mirando hacia mi globo
ocular. Esto era imposible.
-
¿Qué?
-
Nada. No sé qué pasa,
pero no debe ser grave.
-
Aun así, creo que
deberías ir a ver al doctor Mason.
-
No es para tanto.
-
VE. O te acusare con
Abby & Charlie.
-
Está bien. Lo hare, más
tarde, pero prométeme que no dirás nada sobre ello.
-
¿Por qué?
-
Por favor. Ya me
consideran extraño, ahora imagínate esto.
-
Si, lo entiendo.
Tranquilo, pico de cera.
Al
menos podía estar tranquilo con este asunto, si se trataba de Kaden el no diría
ni una sola palabra. Eso me daría el tiempo suficiente para tratar de
arreglarlo, aunque sinceramente no sabía cómo hacerlo. ¿Todos los humanos
tendrían esta clase de problemas?
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Toda
la gente de la Guarida estaba reunida alrededor de los tres líderes. Expectante
esperando escuchar lo que tenían que decir y que era urgente, porque era un
tema demasiado importante a tratar. El Alfa Randolph tomo la palabra, tosiendo
levemente hasta que todos guardaron silencio y esperaron por que el dijera
algo.
-
ATENCION, TODO EL
MUNDO. REUNANSE RAPIDO. Hoy tendremos una cacería grupal. Guardianes, asegurase
de mantener la Guarida protegida y que este sellada, hasta nuestro regreso. – señalo hacia un grupo que estaba cerca de la
entrada y que vestían una extraña armadura acorazada. Estos asintieron,
elevando su pica ala iré y el alfa se giró hacia el mayor grupo - El grupo de
vigilancia estará a cargo, como siempre, de Kadar y el grupo de cacería por
Abby. Dividiremos los grupos de vigilancia en 3; uno ira con Charlie, el otro
ira con Kaden y por último el otro ira conmigo. ¿preguntas? – nadie hizo
palabra alguna y el Alfa continuo – No. Está
bien. Como saben, cuando hacemos
nuestros viajes de cacería tomamos 2 o 3 días para ello, pero debido a los
recientes sucesos con vampiros que han estado cerca de los alrededores del
Bosque de los Azules, realizaremos una cacería de un día. Serán 3 días a la semana
y por ende las cacerías se volverán más pesadas, tenemos que llenar la cuota de
lo que cazábamos anteriormente, no podemos perder el equilibrio. Pero para ello necesitamos de la cooperación
de todos los miembros de la manada. ¡¿QUÉ DICEN?! ¡¿ESTÁN LISTOS PARA IR DE
CACERÍA?!
-
¡SÍ! – respondieron
los miembros de la Guarida, eufóricos. Las estrepitosas voces de los miembros
llenaron el espacio de la gran plaza y todos saltaban de emoción, alzando el
puño o emitiendo algún extraño sonido animal.
Dándoles una mirada a Kaden
y a Butch, estos comenzaron a gritar emocionados. Rugiéndose. ¿Así que esta era
la forma en que se emocionaban los weres?
Alejándome, sin que se
dieran cuenta de que me estaba yendo. Aprovechando la distracción de la emoción
que les causaba la cacería. Camine fuera
del lugar hacia la cocina. Chocando contra algo sólido, ambos caímos al suelo.
-
¿Qué… que… que estás
haciendo? Quítateme de encima. – la voz me hizo estremecer y me levante del
piso, tratando de ayudarle a levantarse, pero rechazo mi ayuda.
-
Oh, perdón.
-
Lo hiciste a
propósito. ¿Qué te pasa? – su rostro rojo.
-
Fue un accidente. No
lo hice intencionalmente. – dije disculpándome, aunque no pareció importarle
mis excusas.
-
Si como no – rodando
los ojos, frunciendo el ceño.
-
Oh, Kadar que bueno
que apareciste. – era la voz del eta, quien se acercó a ambos y jalando su cola
de caballo hacia atrás - Abby necesita otro vigilante, ¿Qué dices?
-
Seguro, porque no.
-
Bien. alístate. –
como veía que era una conversación privada sobre asuntos de la manada, decidí
irme de ahí, pero Alo me detuvo de hacerlo - Tu también humano, hoy saldrás de cacería
con las hembras. Felicidades.
-
¿Qué? ¿tú también
vas? ¿él también va? - ¿Por qué le sorprendía? Además de que el tono de
sorpresa no era lo único.
-
Si, creo que lo acabo
de decir. – remarco Alo, sonando sarcástico y levantando una ceja.
-
Creo que no iré,
pídeselo a otro.
-
¿te refieres a Kaden?
Esta con Randolph. – señalo Alo, esta vez molesto. Plantándose ante Kadar, -
además, es una orden. ¿me estas desobedeciendo?
-
Y-yo no. Lo siento,
Beta Alo. – inclinándose, doblando una
rodilla y agachando la cabeza. Alo le ignoro y se dio una media vuelta,
regresando con los demás grupos de vigilancia que se estaban formando. –
QUITATE DE MI CAMINO – me hice a un lado, Kadar estaba echando humo y parecía
alma que llevaba el diablo. Molesto se quedaría corto. Perdiéndose al doblar en
un pasillo.
Al menos algo bueno había pasado. Formaría
parte del grupo de cacería. Pero ¿Por qué tenía esta mala sensación?
Me dirigí hacia la cocina,
viendo que Olga ya estaba dentro arreglando una cacerola. Metiendo varios
vegetales ya cortados.
-
¿necesitas ayuda?
-
Por supuesto que no,
pero un par de manos extra nunca están mal. – entregándome el cucharon. Ella
tenía su propia forma ruda de demostrar su cariño.
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Los platos y todos los
trastes estaban limpios. Estaba terminando de arreglar algunas cosas en los
estantes. Olga, Lucas y Miguel se habían
retirado mucho antes que yo, habían terminado antes todo su quehacer y yo aún
continuaba.
-
Buenas noches, ¿aún
tienen de comer? – haciendo un tono gracioso.
-
Hola, Charlie. ¿Qué
haces todavía despierto?
-
Estaba aburrido en mi
cama y decidí caminar un poco para dormirme.
-
Eso no funciona.
-
Lo se. Solo era otra
excusa para estar cerca de ti. – su
comentario provoco que me sonrojara, pero no me gire hacia Charlie para que lo
viera, ¿Por qué me sonrojaba? Tonto, tonto, tonto.
-
¿Qué? – perdí el
equilibrio y me zafé. Cayendo contra el suelo, el estante colapso, todos los
trastes y demás cosas que estaban encima de cada estante cayeron sobre mí.
Haciendo un ruido estruendoso. Charlie salto y me ayudo a salir de los
escombros.
-
¿estás bien?
-
Dios, me corte. – dije, mirando mi mano, de la cual salía un brote
de sangre, algo me había cortado la palma de la mano y en un intento por
protegerme el rostro para evitar mayores, me había lastimado
-
Es muy profunda la
herida. Sera mejor que vayas a que te lo cure el doctor Mason. – si y así tendría una razón más para ir con él y
preguntarle sobre lo otro. Aunque aún seguía dudando de preguntar o no.
-
Pero aún tengo que
hacer algunas cosas y arreglar el desastre.
-
Despreocúpate, yo me
hare cargo.
-
¿estás seguro?
-
Por supuesto. Tú ve a
revisarte esa herida.
-
S-si, eso hare –
obviamente no iría a que me curara el Doctor Mason, pero al menos podría salir
de la cocina por unos segundos.
Caminando
fuera del lugar, me aleje del bullicio. Apretando mi mano fuertemente ante el
dolor, la presión en mi muñeca debía impedir que brotara más sangre de la
herida. Viendo el largo corte por toda la superficie de la palma, apreté los
labios ante el dolor. Aun traía el pequeño trapo que se le había caído al Alfa,
y que había utilizado para limpiarme las manos antes de empezar a cocinar, lo
tome de mi bolsillo e hice un amarre alrededor de mi muñeca, atándolo
fuertemente.
La
herida dejo de sangrar y la limpie con un poco de agua, descubriendo la
abertura, la había desinfectado y estaba limpia. En segundos la misma piel
volvió a unirse, ambos extremos que habían sido separados al ser cortados por
el filoso cuchillo comenzaron a cerrarse. La herida desapareció y no quedo
marca alguna de ella. Como nuevo. Sonreí ante ello y apreté la mano,
recuperando la movilidad.
Me
gire ante el ruido de algo cayendo al suelo, alguien me estaba observando.
Poniéndome de pie, teniendo sumo cuidado, deshice el nudo en mi muñeca y enrede
el pañuelo sobre mi mano, asegurándome que estuviera bien cubierta. Antes de
encarar a la persona, suspire profundamente, ¿lo habría visto?
-
¿Qué fue… que fue
eso? – su rostro evidenciaba su reacción.
-
¿a qué te refieres? –
trate de sonar mas tranquilo, pero no podía pasar desapercibido mi nerviosismo.
-
No te hagas el tonto
conmigo. Vi como tu herida desaparecía. ¿Qué hiciste?
-
Nada. Solo me cure la
herida. O podría infectarse.
-
Muéstramela.
-
No. – escondiendo la
mano detrás de mi espalada.
-
He dicho;
MUESTRAMELA. – me tomo de la muñeca y me jalo hacia arriba, tratando de
deshacer el nudo, pero comencé a forcejear.
-
Déjame en paz. Me haces
daño.
-
KADAR, ¿Qué estás
haciendo? – Kaden entro y se interpuso entre Kadar y yo, haciendo que su
hermano mayor me soltara.
-
Hazte a un lado
Kaden. – bramo Kadar, molesto. Matándome con la mirada.
-
Hermano, ¿Qué te
pasa?
-
Él pasa. Todos actúan
como si fuera uno de los nuestros, ignorando el hecho de que no es así. Ni
siquiera creo que sea un humano. Es una monstruosidad. ¿verdad, defecto de
laboratorio? – no se en que momento fue que paso, pero todo fue demasiado
rápido, que ni siquiera yo pude prever lo que pasaría. 5 segundos después Kadar
estaba en el suelo tirado, sobándose el mentón, viendo con los ojos
completamente abiertos a Kaden, frente a él, aun con el puño cerrado. Yo solo veía
la escena, sin poderlo creer. Kaden… ¿le había pegado a Kadar?
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
El
clima estaba tranquilo. Las luces del exterior comenzaban a encenderse por
todas las calles de ciudad Zwielicht, y algunos hermanos vampiros estaban
afuera. Los guardias mantenían asegurada la torre de CrossingDNA Corp.
Patrullando en sus vehículos.
El
edificio estaba casi deshabitado, solo algunos científicos que terminaban su
labor un poco tarde. La misión de CrossingDNA Corp. Era ayudar, el progreso y
sobretodo la investigación genética.
Entre
los pocos que quedaban en el edificio, dos entes estaban frente a frente,
sentados en la sala de Reuniones. Era una habitación con dos grandes ventanas
de doble vista que dejaba al descubierto el exterior de la ciudad, la enorme y
moderna ciudad que se erguía como un faro en un lugar completamente desértico.
El primero en romper el
silencio fue el más joven, que sostenía una pequeña fotografía entre sus manos,
apretándola hasta doblarla. Le dio vuelta y la dejo sobre la mesa de cristal.
-
¿Qué le paso? ¿Qué le
hicieron esos malditos?
-
¿te refieres a su
apariencia? Aun no lo sé. Pero ese sujeto debió haberle hecho algo para que
cambiara a tal grado. - respondió el hombre en bata, levantándose de
su asiento, se acercó hacia el joven. Con su pantalla digital en mano y
presionando en el holograma, que hacia ruidos en respuesta. El chico se
mantenía con la cabeza gacha, con ambas manos sobre la frente y suspirando.
-
Lo matare. –
pronuncio las palabras, casi al momento en que Bateman se detuvo a pocos
centímetros de él. Tomando asiento junto.
-
No puedes.
-
No intentes
defenderlo. – bramo, golpeando la mesa con su puño. Creando una cuarteadura en
el mueble y haciendo volar algunos pedazos en el aire. Bateman no pareció
inmutarse y solo respondió, suspirando y entregándole la pantalla.
-
Ya está muerto.
Murió. – la imagen de un hombre de aspecto demacrado y en estado de reposo
sobre una camilla apareció. Con una totalidad pálida y los labios morados, era
evidente que estaba muerto.
-
Aun no es suficiente –
levantándose de golpe, hizo que la silla cayera y provocara un ruido metálico.
Cubrió su boca con la palma de su mano y después de caminar en un pequeño
círculo invisible, se giró hacia el doctor. – ¿Dónde está él?
-
Con la manada de
weres.
-
¡¿Qué?! ¿Por qué esta
con ellos? – Bateman se levantó y trato de calmar al muchacho, dándole un apretón
en los hombros y obligándolo a sentarse de nuevo.
-
No tengo la menor
idea. Las cosas no se han salido como lo planeaba, últimamente. Por eso
necesito tu ayuda. Tú eres el único que puede cambiar el tablero.
-
Necesito encontrarlo
primero.
-
Y lo harás, pero
necesitamos planearlo.
-
MALDITOS BASTARDOS.
¡¿Por qué?! Los matare uno por uno si es necesario. ¿Cómo se atrevieron a
hacerle algo así? – dejándose caer sobre sus rodillas, golpeo fuertemente el
piso de mosaico, creando una grieta. Las lágrimas brotando de sus ojos color
rosa oscuro. Bateman se agacho y coloco su mano sobre la espalda del muchacho, reconfortándolo.
-
Hijo. Si tanto lo
extrañas, ve por él. Tráelo de vuelta a casa.
-
¿Cómo? – lo volvió a
mirar, aun con los ojos rojos por llorar.
-
Primero debes
encargarte de los weres de la Guarida. Necesitamos encontrar la ubicación y
atraparlos a todos, solo así podremos encontrarlo. – ambos se reincorporaron.
-
Entonces… ¿si te
ayudo a capturar a estos sujetos, él volverá con nosotros?
-
Exactamente.
-
Lo hare, padre. Llamare
a mi grupo de cazadores. Saldremos esta misma noche.
-
Ten mucho cuidado,
puede ser probable que él no te recuerde.
-
Comprendo. Me retiro,
padre.
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