LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 9
-
Jason, ven un
momento.
-
¿Qué sucede, Charlie?
-
Acércate un poco más –
jalándome más contra él, envolviendo su brazo sobre mi cintura, su nariz se
metió entre mi cuello, haciéndome cosquillear y que me estremeciera por lo frio
que estaba. Lo aparte, colocando ambas manos sobre su firme pecho que se
inflaba con cada respiración que daba.
-
Basta, no me gusta
ser olfateado, es de mala educación.
-
Es solo que… ¿Qué es
ese olor tan fuerte?... es asqueroso…
-
¿Cuál olor? –
sintiendo ruborizarme por su acusación. Las aletas de su nariz se arrugaron y
volvió a mirarme, haciendo un gesto de asco.
-
Proviene de ti.
-
¿Qué estas
insinuando?
-
Hueles como un animal
muerto, o peor. – abanicando en el aire su mano, tratando de alejar el olor de
él. - ¿Por qué no tomas un baño?
-
Quería hacerlo, pero
Kadar me prohibió salir de la Guarida, sino me dejaría afuera toda la noche.
Lamento apestar, pero no me he podido dar un baño como debería desde que
llegue.
-
Tonterías. Vamos, – tomándome de la mano me jalo fuera
del lugar hacia un largo pasillo, iba a protestar, pero rápidamente Charlie me
atajo - te llevare a la Tina.
-
¿La Tina? – arqueando
una ceja, Charlie solo me sonrió y continuo caminando.
-
Es donde suelen
bañarse las chicas de la manada.
-
¿estará eso bien?
-
No tengo idea, pero
Abby jamás se negaría si se trata de ti
-
¿estas seguro?
-
Será divertido,
podremos tomar una ducha juntos. Yo frotare tu espalda y tu mi pecho.
-
¿Q-Que? – deteniendo
mis pasos, plante ambos pies en el suelo. La simple imagen de mí frotando el
pecho de Charlie, desnudos, en una pileta llena de agua era tan… extraña.
-
Era broma, Jason.
Solo jugaba contigo.
-
Tonto – suspire
aliviado. Aunque había dicho eso su expresión convencida me había dado la
impresión contraria.
Continuamos en silencio
hasta llegar a donde había un más grande pasillo con dos marcos hechos en la
tierra, los detalles eran como si fuera la puerta de un viejo templo al que vas
a entrar cuando has visto el exterior. Nos quedamos parados frente a ambas y
cuando Charlie iba a decir algo alguien más intervino.
-
¡Charlie! ¿Qué estas
haciendo? – Abby caminaba hacia nosotros, con las manos sobre las caderas, y el
ceño fruncido.
-
Y-Yo solo… - trato de
defenderse, pero Abby coloco su mano al aire frente a su cara.
-
No hay tiempo para
tus excusas. Es tu turno de hacer guardia, ¿lo recuerdas?
-
Uy, lo siento. Pero
iba a llevar a Jason a…
-
Yo lo hare, tu solo
date prisa. O Randolph te matara por no hacerte cargo de tu puesto. – Charlie
pareció incomodo por la declaración, pero a regañadientes acepto.
-
Lo siento Jason, me
tengo que ir. Te lo encargo Abby – dándose la vuelta sobre sus talones salió
disparado hacia el final del pasillo, doblando a la derecha, hacia las
escaleras.
Abby y yo nos quedamos
parados junto al otro. Dejo salir un suspiro, sobándose la parte izquierda del
cuello, inclinándose un poco hacia la derecha para hacer que el musculo se
relajara.
-
Por cierto, ¿A dónde
iban? – haciendo más estiramientos de brazos al aire.
-
Oh, casi lo olvidaba.
Quería darme un baño, así que Charlie me llevaría a la Tina.
-
Ya veo. Ahora mismo
no debe haber nadie en ella, así que esta bien que la uses. Vamos, te enseñare
el camino.
-
¿no deberíamos
pedirle permiso al Alfa?
-
Si, deberíamos, pero
no lo haremos – colocando su dedo sobre sus labios, guiño el ojo, como si
fuéramos a hacer una maldad muy grande, que si sabia moriría.
-
Siento que me meteré
en problemas.
-
Y muchos. Descuida,
yo vigilare que nadie entre y si lo hace te avisare para que te escondas.
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El lugar tenía poca
iluminación, bueno, más bien, casi no tenía iluminación, solo la de las
antorchas de los pasillos. El reflejo del agua lo hacía ver como una cueva. Aun
asi podía ver la forma ovalada de la pileta llena de agua clara.
-
Oh, hola, Jason. –
dijo una voz conocida, suave y delicada con las palabras, rápidamente la
reconocí y trate de mirar hacia otro lado al ver su desnudo cuerpo húmedo
saliendo de la pequeña pileta llena de agua.
-
Ho-hola Lisbeth – no
pudiendo mirarla directamente, aunque para ellos no significara nada el andar
desnudos, para mí sí. Escuchando un leve sonrisa.
-
Dime Liz ¿Qué estás haciendo aquí? –
colocándose una toalla alrededor del cuerpo, mientras escurría su cabello al
apretarlo fuertemente, las gotas de agua caían al suelo de tierra.
-
Yo estoy… bueno…
estoy…
-
No me digas que me
has seguido. Que chico más sucio resultaste, pero eres un joven después de todo
y tienes necesidades, ¿no? – sus ojos formaron una mirada algo felina,
sonriéndome pícaramente, mordió sus labios suavemente, sentí mis mejillas
ruborizarse por lo incomoda de la situación. ¿me estaba tomando el pelo? ¿o lo
decía en serio?
-
¡NO! Yo no te estaba
siguiendo, solo quería tomar un baño. – soltó
una risa burlona, cubriéndose la boca con los dedos, respiro profundamente.
Acercándose un poco mas, coloco su mano sobre mi hombro, sus dedos caminando
como una araña patona hasta llegar a mi cuello, deslizo su dedo suavemente,
haciendo una línea, me estremecí por la caricia y sentí mi vello erizándose por
todo mi cuerpo.
-
Solo estaba jugando
contigo. No te preocupes. – suspire aliviado al sentirme fuera de peligro, no
es que no encontrara atractiva a Lisbeth, era hermosa y sensual, pero
simplemente no podía imaginarme con ella, más bien con nadie. ¿Quién podría
fijarse mas de 5 minutos en mí? No tenía ningún atractivo, no estaba como la
masa de músculos que eran los miembros de la Guarida, y de tener un rostro al
menos agraciado estaba demasiado lejos, era un simple cara de póker que fingía
las más simples reacciones. Bueno, en ese aspecto había cambiado un poco estos
últimos días, incluso mi sonrisa ya no era fingida o forzada, era natural,
aunque aún tenía varios problemas con ella.
Las manos de Lisbeth dejaron de juguetear con mis hombros y bajaron a
mis pantalones, - ¿Qué tenemos aquí? –
dijo, metiendo su mano dentro de mi bolsillo, tan pronto como lo hizo me aleje
de ella, dando tres pasos aparte. Sonreía triunfante, sosteniendo un pequeño
pedazo de tela entre sus manos, el pañuelo. Lo agito en el aire y me mostro la
lengua.
-
Devuélvemelo, no es
mío – dije, tratando de arrebatárselo de las manos, pero me esquivaba más
rápido.
-
Oh, ¿de quién es?
-
No tengo idea, lo
encontré tirado. Pero aun así pienso entregárselo a su dueño. Así que
devuélvemelo. – amenace, subiendo un
poco mi tono de voz.
-
Está bien – lo soltó
y me lo aventó, lo atrape entre mis manos y lo guarde dentro de mi bolsillo.
Ella volvió a escurrir su cabello y me miro, dejando el tono de burla por uno
serio – solo para que lo sepas, eso tiene impregnado el aroma a la semilla de
un were.
-
¿semilla?
-
Semen de were – dijo
suavemente, mire el pañuelo en mis manos y lo bote al suelo, sacudiéndome las
manos. Había sido bueno no haberme limpiado la cara con eso, pero lo había
traído en la mano todo el día y había hecho la comida de la manada entera.
Ojala nadie recordara ese evento.
-
¿Có…Cómo lo sabes?
-
Soy una experta en
ese tema – guiñándome el ojo, y haciendo un sonido con su boca. – Sera mejor
que te deshagas de eso.
-
¿Por qué?
-
Si una hembra lo
huele entrara en celo y con ello los machos de toda la manada hasta tener una
orgia fuera de control.
-
¿Qué hay de ti? – le
pregunte, viéndola alejarse hacia la puerta, se detuvo unos instantes,
girándose levemente para responderme, con una sonrisa en sus labios, no
escondió el hecho de su risa.
-
Cariño, yo siempre
estoy en celo. – diciendo esto se marchó, dejándome solo.
Dios, no solo los weres
machos eran extraños, las mujeres también estaban locas. Unos pasos se
escucharon en el pasillo y luego una sombra se acercó. Era Abby, por poco había
pensado que podría ser Kadar y que venía a matarme, aunque probablemente no lo
haría, por ahora.
-
Lamento eso, no creí
que hubiera nadie aquí.
-
Descuida. Solo era
Lisbeth.
-
Por eso mismo
pregunte. Lisbeth es todas cosas, menos inofensiva. Es una de mis mas duras
chicas.
-
Lo tendré en cuenta
la siguiente vez que suceda.
-
Mira, surgió algo y
Alo quiere verme. Así que ¿estarás bien?
-
Sí, eso creo.
-
¿seguro? Solo dilo.
-
Tranquilo. Puedo
cuidarme solo.
-
No dejes que te
intimiden. Puede usar el baño cuando quieras.
-
Muchas gracias.
-
Nos vemos. Descansa
bien porque mañana tendremos un día agotador.
-
Lo hare.
Viéndola partir, me gire
hacia donde estaba la Tina. Era una amplia pileta llena de agua y todo el lugar
parecía una caverna, varias piedras colocadas por toda la superficie que
bordeaba el agua. Parecía más un baño de aguas termales, solo que este no
echaba vapor. El agua era muy clara y fresca. Rápidamente me deshice de mis
ropas y me metí dentro, sintiendo el agua sobre mi cuerpo.
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¿Qué pasaba con esa escena
tan cariñosa? Abrazando a Kaden como si nada, mientras el otro lloraba como un
bebé en su hombro.
Apenas volvía a la Guarida,
todo el día bajo la lluvia, clima tan típico de las Montañas Humeantes. Había
estado todo el día haciendo sus rondas de vigilancia, no era su deber pero al
menos le funcionaba, tratando de despejarse un poco, el correr en su forma
salvaje le ayudaba para aclarar sus ideas. Y llegando, llegando encontraba
esto.
Por un segundo unas ganas
mortíferas de golpear a Kaden lo
invadieron para dejarle claro que no volviera a acercarse a Jason otra vez,
pero rápidamente se recuperó, golpeándose a sí mismo mentalmente por tal
tontería.
Además, ¿Quién era él para
decir quién podía o no abrazar a Snyder? Exactamente, nadie. Pero el simple
hecho de que alguien lo hiciera hacia su sangre hervir en ira. ¿Qué diablos?
¿Celos? ¿Por qué se preocupaba demasiado? Jason no miraba a los hombres de la
Guarida más que como sacos de músculos que como posibles amantes…
Golpeo la pared fuertemente,
sus dedos dolieron al desdoblar la mano, pero lo ignoro. Apretando la mano
varias veces más hasta que el dolor desapareció.
¿Jason con otro hombre?
Imposible. Jamás. Solo muerto Randolph. No en esta vida, se dijo a sí mismo.
Aunque había escuchado a algunos murmuras sobre lo lindo de su inexpresivo
rostro, o cuando se ruborizaba infantilmente por cosas sin sentido para ellos, pero
sobretodo su sonrisa, la cual no solo tenía cautivado al Alfa o a los
murmuradores, las chicas también lo decían. En días los demás habían sido
atrapados dentro de su círculo y solo por pasar 15 minutos con el chico.
No, Randolph solo había
necesitado respirar de su fragancia en aquel bosque cuando lo había sometido,
ya que sus compañeros no podían parar al pequeño granuja. Pateando a Alo,
haciendo que Kadar y Kaden se golpearan a sí mismos, y dejando a Charlie en el
suelo sobándose las costillas. Cuando envolvió sus brazos alrededor del delgado
cuerpo e inhalo ese dulce y suave aroma igual al de la primavera sintió como su
cuerpo recibió una descarga, haciendo que sus bolas cosquillearan, sin provocar
la erección frente a sus compañeros, gracias a su autocontrol, que no entendía
porque se había presentado solo por sentir la suavidad de la piel caliente de
Jason. Que si era honesto le había gustado, había querido acariciar sus largos
brazos, entrelazar sus dedos sobre su mano, acariciar su cuello suavemente con
sus labios hasta llegar a la parte trasera de su oreja y susurrarle cosas
sucias. Tan solo recargar su mentón sobre su hombro por unos segundos,
presionarse contra el esbelto cuerpo, mientras lo envolvía entre sus brazos,
sentirlo cerca, haciéndolo estremecer y sonrojarse por la proximidad, solo para
terminar en un profundo beso, ambas bocas unidas en una voracidad apasionada,
sentir su lengua, el sabor de sus labios y la calidez de su aliento agitado.
¡MIERDA! Pensó mentalmente,
el recuerdo de la expresión gimoteante y sonrojada, cubierta de un leve brillo
por el sudor sobre todo su cuerpo y como sonaba su voz entre gemidos gritando
su nombre, una y otra vez.
Se detuvo un minuto, viendo como Charlie se acercaba, demasiado, a
Jason, enterrando su nariz dentro de su cuello. Apretó la mandíbula, tensando
el cuerpo. Sus puños pulsaban por golpear algo y de sus pensamientos no podía
salirse el descargar su furia en Charlie. Jason lo aparto, colocando sus manos
sobre el pecho de Charlie para empujarlo lejos. Aunque eso no evito que
Randolph se diera cuenta de la mano juguetona de Charlie alrededor de su
cintura.
Miro a Charlie, dándose
cuenta que no estaba jugando. Su mirada era seria, chispeante. Podía ver las
feromonas de excitación del más joven emanando de su cuerpo a brotes.
¿Su pareja estaba flirteando
el más joven de la Guarida? ¿Charlie era homo? ¿Desde cuándo?
¡ESPERA! ¿El estar celoso
por otro hombre que se acercara a otro hombre, no lo convertía a él en un homo?
¿El tener una pareja masculina siendo un hombre, no lo convertía a el también
en homo definitivo? Presiono el pulgar izquierdo contra su frente. Que lo tenía
entre manos. En primer lugar, ¿desde cuándo había aceptado llamar a Jason
“Pareja”? ni siquiera habían entablado una conversación por más de 5 minutos
desde su encuentro en el bosque, y siempre que podían se evitaban
constantemente. Incluso él lo admitía que no duraban en la misma habitación,
simplemente no podía sin sentirse tensos.
Si se lo decía a Jason,
¿entendería? ¿O lo rechazaría? Tener una pareja era difícil, ahora estaba 100%
seguro de ello.
Celos, ser posesivo,
excitarse cada segundo solo con verlo, tener ganas de matar a cualquiera que lo
viera con morbo o tan solo lo viera.
Debía tranquilarse un poco,
o alguien saldría herido, preferentemente trataba de evitar esa clase de
confrontaciones en su manada. Se dio la vuelta, dejando de ver esa escena,
tenía cosas que hacer y si terminaba pronto podría tomar un baño. Apestaba como
el bosque, y no es que no le gustara, pero su cama era un santuario de limpieza
absoluta.
¿Por qué la imagen de Jason
en ella le aprecia deliciosamente apetecible? No, no, no.
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Por fin algo de paz y
tranquilidad. El agua hacia que mi cuerpo se relajara un poco, después de todo
el estrés vivido estos últimos días era necesario un poco de silencio. Solo
escuchando el sonido de las gotas cayendo contra el agua, haciendo un sonido
profundo y continuo, como las manecillas de un reloj.
Tomando la barra de jabón
que Abby me había dejado, comencé a frotarla contra mi cuerpo. Haciendo espuma
sobre mi piel, la limpiaba con el agua y veía como mi tono de piel comenzaba a
notarse de nuevo, más claro. Continúe limpiando mi cuerpo, cada parte de él, sin
olvidar ningún rincón. Mis piernas, brazos, cuello y espalda, que no era tan
fácil de llegar, así que la dejaría para el final.
Enjabone mi cabello, pasando los dedos sobre
la superficie de mi cuero cabelludo, haciendo un masaje constante solo con las yemas
de mis dedos, sin tener que usar las uñas como muchas personas hacían. Era tan agradable el sentir el agua por todo
mi cuerpo y como me refrescaba. El agua me llegaba hasta la cintura, por lo que
continúe enjabonando mi cuerpo, frotando sobre mí la barra de jabón una segunda
vez, mientras con el agua me quitaba la espuma de encima.
Una sombra se movió frente a
mí, con pasos lentos. Trate de retroceder hasta una esquina, esperando no ser
visto, al menos la oscuridad me servía un poco de protección. Se detuvo
despojándose de sus ropas, que solo eran un pantalón y dejo los zapatos a un
lado, bien doblados. Viendo como la enorme figura entraba ala gua y adoptaba
una apariencia más húmeda, sumergió su cabeza hasta el fondo y luego volvió a
salir, pasando sus grandes manos por sus cabellos, haciéndolos hacia atrás.
Trate de moverme un poco
más, pero el movimiento creo más ondas en el agua y un ruido fluido. Él se giró
hacia mí, quitándose el agua restante de la cara.
-
¿Quién anda ahí? – el
tono grave de la voz y profunda me hizo darme cuenta que no era cualquier
miembro de la Guarida, era el Alfa.
-
Soy… Jason.
-
¿humano? ¿Qué estás
haciendo aquí?
-
Ummm, tomando un
baño.
Rompió la distancia entre
nosotros, acercándose un poco más, sus brazos abriéndose paso entre el agua.
-
Ya veo. Esta bien. –
su gran estatura en comparación me hacía ver enclenque. Era enorme y fuerte.
Sus brazos parecían dos sacos de dormir y su pecho parecía estar cincelado.
Suspire aliviado, al ver que
su reacción no era una negativa desastrosa, sino un simple “Ya veo”. Tal vez era hora de que me fuera y regresara
a mi habitación con los niños de la Guarida, ya que no formaba parte de la
Guarida tenía que dormir en la enfermería, pero el doctor Mason no era tan
agradable con sus ronquidos y su constante
trauma de hacer experimentos con la gente mientras duermes.
Estaba por salir del agua,
mientras arreglaba mis ropas al borde de la pileta, cuando unas manos me
detuvieron. Sacando el pañuelo de mi pantalón. Randolph levanto mi mano,
sosteniendo mi muñeca en el aire, presionando levemente.
-
¿Dónde conseguiste
esto?
-
¿Qué?, oh eso. Lo
encontré tirado, ¿Por qué?
-
Es mío. – admitió
examinándolo con la mirada, ¿podía ver en la oscuridad?
-
¿tuyo? Espera,
entonces… - todo cuadraba, lo que significaba que había traído cargando un
pañuelo con el semen del alfa, eso me hizo estremecer y sentir mi cuerpo arder
de la vergüenza, mis orejas y mejillas deberían estar sonrojadas
inmediatamente.
El momento se había vuelto
incómodo. No podía decir palabra alguna y Randolph parecía estar en la misma
situación.
-
Muchas gracias por
cuidarlo.
-
No hay por qué. –
girándome, me recargue contra la pared de la Tina, tomando mi pantalón, la mano
de Randolph se posó sobre mi hombro.
-
¿te vas?
-
Sí. – porque parecía
que no quería decir eso, sino todo lo contrario.
-
No tienes que.
Acompáñame un poco más. – lo mire dubitativo sobre qué decir, tenía que irme,
ahora, pero las palabras “Lo siento” no salían de mi boca por más que quisiera.
-
Está bien – respondí,
mis labios temblaban.
Volví dentro del agua,
dejando las ropas en su lugar de nuevo. No me di cuenta sino más tarde que aún
tenía jabón en los brazos, y un poco en el cabello. ¿Planeaba irme de esa
manera a la cama?
-
¿necesitas ayuda?
-
¿Qué? – pregunte al
no escuchar sus palabras, mis ojos iban más hacia su imponente pecho. Su cuerpo
estaba frente a mí y era enorme, si hubiera habido luz su sombra me cubriría
por completo.
-
Tu espalda. Si
quieres puedo frotarla por ti. – ofreció, diciendo aun entre las sombras.
-
E-está bien - ¿Por
qué me sentía apenado? No era algo del otro mundo. El abuelo lo había hecho
varias veces y jamás había pasado algo así. Claro, que el abuelo era un
familiar y no un extraño musculoso con apariencia de Dios Griego.
-
Tu guarida es
asombrosa, has hecho un gran trabajo, Alfa Randolph.
-
No por ser el Alfa me
he de llevar todo el crédito. Todos los demás han trabajado muy duro para hacer
de la Guarida el lugar que es hoy; un hogar, un refugio. Y puedes decirme
Randolph.
-
Está bien. Tratare.
-
Date la vuelta. – me
ordeno y así lo hice, él se colocó más cerca de mí. Podía sentirlo.
Sus manos me cubrieron por
la parte trasera, creí que me abrazaría, pero fue todo lo contrario, sus largos
y grandes brazos fueron hasta mis manos y tomaron el jabón entre ellas. Su mano
raspo levemente mi dorso, un escalofrió recorrió mi brazo entero hasta llegar a
mi pecho. Por un segundo sentí el calor abrazador de su cuerpo chamuscar un
poco mi propia piel. La barra de jabón toco mi cuerpo, haciendo movimientos
circulares sobre mi espalda, sus manos se movían por todas partes, desde mis
hombros hasta llegar a mis muñecas, frotando suavemente en su camino.
Su tacto sobre mi piel era
agradable, me exploraba cada parte de mí. Como si quisiera grabar cada línea de
mi cuerpo sobre sus manos. ¿Era malo el querer darme la vuelta y tocarlo
también? Esperaba que no porque mis manos picaban por frotar su espalda, sentir
esos músculos acariciados por mis dedos, la sensación de esa piel bronceada.
Sentí el suave roce de algo
cálido contra mi nuca, haciendo mi piel estremecerse por el escalofrió, algo se
froto contra mi piel, era suave y húmedo, se deslizaba hasta llegar al centro
de mis hombros y nuca, cerca de la espalda. Se detuvo. La respiración caliente
sobre mi nuca, estaba temblando en el agua, sin ser capaz de girarme, todo mi
cuerpo no se movía por más que quisiera.
-
Dime que me detenga.
– susurro detrás de mí oreja, haciéndome encoger, la vibración de su voz era
tan grave.
-
Detente, por favor.
-
No. No lo hare. –
casi escuche una risa mía interna.
-
¿Por qué… me hiciste
pedírtelo?
-
Quería escucharlo de
tu boca. Como un aperitivo por lo que voy a hacer.
-
¿Qué cosa? – me gire,
sosteniendo mis hombros entre sus grandes manos. Sus ojos dorados resplandecían
entre la oscuridad. Eran hermosos, lástima que siempre llevaba esa capa de
cabello cubriéndole el rostro. Su mano derecha tomo mi mentón y me hizo mirarlo
hacia arriba, acariciando mi labio inferior con su pulgar, su dedo era rasposo,
pero la forma en que tocaba mi labio era suave.
-
Significa que desde
ahora no me detendré por más que supliques. – con esto rompió toda distancia y
presiono sus labios contra los míos, eran suaves y cálidos, con una delicioso
sabor impregnados en ellos. Nuestras lenguas se probaban mutuamente, sintiendo
el calor aumentar, las manos de Randolhp continuaban acariciando mi cuerpo,
tomándome del trasero me presiono contra su erección, gemí entre nuestras
bocas. Nos separamos unos centímetros para recobrar el aliento y volver a
probarnos. Su lengua abriéndose paso entre mis dientes, era como si estuviera
haciéndole el amor a mi boca con su lengua.
Tan obsceno y excitante.
**************************************
Mientras tanto, en el muro
de la ciudad Zwelicht. Los vehículos se amontonaban sobre las largas puertas.
Había poca luz, solo unos
leves destellos de las luces en mal estado y las paredes húmedas y sucias. La
puerta crujió cuando se abrió, Ethan se adentró a la oscuridad, después de
hacer caso a la advertencia del guardia de seguridad. Vio la figura del sujeto
sentado, con la cabeza gacha y las manos colocadas en la espalda. Levanto pocos
centímetros la cabeza para mirarle, un poco desorientado, su boca esbozo una
cansada sonrisa sarcástica.
-
Ethan.
-
Renzo. Cuanto tiempo.
-
1 año.
-
Parece poco tiempo.
-
¿Qué necesitas?
-
Tu grupo. Necesito
encontrar a alguien.
-
¿se puede saber a
quién?
-
Mi hermano
menor. Creo que esta con los weres.
-
¿Por qué? ¿los
traiciono?
-
No, eso no. Le han
lavado la cabeza. Necesito traerlo devuelta.
-
¿Por qué?
-
Eso… es confidencial.
Solo necesito saber si puedo contar con tu ayuda.
-
Por supuesto. Dime
cuando nos necesitas y preparare a los chicos. No hemos tenido una cacería
desde hace 3 meses.
-
Los necesito listos
para mañana a primera hora, ¿podrán?
-
Me das poco tiempo,
pero si, podemos. Les avisare y esperaremos fuera del muro.
-
Muy bien. Estense
listos, y yo los contactare.
Diciendo esto último se dio
la vuelta y regreso a la ciudad, dejando a los cazadores dentro de su propia
jaula, podían ser útiles para ellos, pero jamás debían olvidar que seguían respondiéndoles
a ellos, los vampiros, sus amos y salvadores. Vivían porque ellos así lo habían
decidido y podían morir con solo presionar un botón. Aunque sus servicios eran requeridos y
necesarios, no tenían los privilegios necesarios para vivir en la ciudad,
debían permanecer en sus jaulas, junto a los demás humanos, porque a fin de
cuentas eso no cambiaba el hecho que seguían siendo HUMANOS.
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