LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 10
[Peligro: ¡RIESGO DE
ERECCION!]
Las manos de Randolph se
posaron sobre mi pecho, mientras con su palma acariciaban la suave piel, su
tacto era cálido y electrizante, estaba perdiéndome a mí mismo entre sus besos
y caricias. Tan solo el besar sus labios
era embriagante, me dejaba sin palabras, aunque realmente no quería decir
ninguna sola palabra, solo quería que este hombre continuara tocándome y
besándome como lo hacía en este momento. Pero dentro de mí sabía que teníamos
que parar, en especial cuando sus manos entraban en el agua y bajaban por la
humedad de mi piel hasta mi trasero, apretando ambos montículos que formaban mi
culo.
Estaba atrapado en el
momento. El shock de la acción y la excitación de mi propio cuerpo. Aunque aun
así no sabía que era peor, que me besara tan profundamente, o el hecho de que
comenzara a gustarme. Podía detenerlo en cualquier momento, pero se sentía
demasiado bien, sus labios, su lengua, su aliento, sus manos, su cuerpo
frotándose contra el mío. El beso se había terminado, ahora era una batalla
entre lenguas, rápidamente había aprendido como su lengua entraba dentro de mí
y trataba de atrapar la mía.
Fue en el segundo en el que
pude escuchar su palpitar tan cerca de mí que me di cuenta que no podía
continuar haciendo esto. Su pene choco contra el mío y me estremecí, el calor volvía
en segundos y me encendía como si fuera gasolina, pero no podía dejarme llevar,
era demasiado arriesgado. Coloque mis manos sobre el pecho de Randolph,
apartándolo a una distancia moderada, pero sus brazos me envolvían fuertemente,
eran grandes y cálidos. Recuperando un poco de cordura, aproveche ese momento
para liberarme de su abrazo y salir del agua, tomando mis ropas que estaban en
la esquina, corriendo con una erección al aire por todo el pasillo.
A tropezones comencé a
ponerme la ropa mientras corría, aun mojado por el agua de la Tina, al menos ya
no tenía nada de jabón en mi cuerpo, pero mientras más corría, más me invadían
unas ganas por volverme en mis pasos, pero no. Por primera vez en todo el día
estaba usando la cabeza en lugar de dejarme llevar, ya era demasiado ¿Qué
estaba pasándome? Parecía un chiquillo, si el abuelo pudiera verme me regañaría
como nunca en toda su vida.
-
Jason – me gire, una
mano fuerte tomo mi muñeca y me llevo contra la pared, acorralándome entre su
gran tamaño. Ese par de ojos dorados, como dos soles, me miraban fijamente en
una extraña expresión llena de confusión, dolor, enojo, herido sería mejor para
describirla. - ¿porque huyes de mí?
-
Y-yo… no lo hag0, es
solo… - ¿Por qué no podía simplemente decírselo? Mis labios parecían estar
pegados y mi lengua aun recordaba la suya en ese pequeño indecente juego, que
ni siquiera me permitía articular una palabra en mi defensa. Claro que no
podría decir que era 100% cierta, sería una mentira el decirle que no, pero
tampoco podía decirle la verdad.
-
¿Alfa? – ambos nos
giramos hacia donde la dulce voz de Esther llamaba, estaba acompañada de Valentino
y de Walter, otro de los niños que jugaba y la cuidaban por ser la más pequeña,
los tres pares de ojos iban directo hacia mí y luego hacia Randolph. - ¿Qué
hace con Jason?
-
¿lo estas regañando?
– pregunto Valentino, frunciendo el ceño.
-
¿Por qué? ¿hizo algo
malo? – esta vez fue Walter, que se mantenía a un lado de Esther, inclinando la
cabeza un poco hacia la derecha.
-
No, yo… estaba… - al
parecer el gran alfa sufría de perditis
verbus (palabra inventada, no existe) y solo se limitó a liberarme de su agarre y tratar de
esquivar la mirada inquisitiva de los 3 pequeñines.
-
Nada pasa chicos. El
Alfa solo me estaba acompañando a mi habitación. – dije poniéndome a la altura
del trio, pase la mano por el cabello de Esther arreglándoselo para atrás y viendo
que Valentino tenía una nueva cicatriz debajo del parpado, nada profunda, pero
debía revisarla más tarde.
-
¿para qué no te
perdieras? – pregunto Walter, limpiándose la nariz con la manga de su suéter
con una figura de un cohete rojo. Yo asentí, esbozando una tranquila sonrisa.
-
Exactamente.
-
Ah, tonto Jason.
Siempre andas perdiéndote – dijo esta vez Valentino, cruzando los brazos sobre
su cabeza. En cierto punto tenía razón, algunas veces me había terminado
perdiendo entre tanta puerta y túnel en esta guarida, sino hubiera sido por
estos tres jamás habría salido del laberinto.
-
Glacias Alfa Landolph
– dijo Esther, extendiéndole la mano.
-
De… nada – respondió
en tono más suave. Randolph dubitativo cedió y sacudió la mano cuidadosamente.
Esther sonrió y regreso con Walter. - ¿nos pueden dar un minuto a solar,
chicos?
-
Si alfa –
respondieron los tres, volviendo doblando a la derecha, tendría que recordarlo más
tarde.
El silencio entre ambos era
sofocante, casi aplastador, de no ser por el goteo de mi cabello contra el suelo
habría dicho que era un silencio sepulcral.
-
Yo… - trate de
retomar la conversación, pero las palabras se atascaron en mi garganta y solo
salió un sonido estúpido. Randolph sonrió y acerco su mano hacia mi mejilla,
acariciándola suavemente, su boca se apretó y sin decir más, un tierno beso fue
depositado en mis labios, nada en comparación a lo anterior en la Tina, pero
igualmente caliente.
-
Esta bien, lo
entiendo. Te sientes nervioso sobre esto, y no quiero apresurarme, aunque no
mentiré al decirte que me muero por hacerlo, pero tratare, solo no me rechaces
– el dolor en sus ojos expectantes. Gire la cabeza hacia otro lado, no podía
verle de esa forma.
-
Esto es nuevo para mi
– admití – casi no te conozco y aun así no sé porque me siento de esta forma.
Es extraño. – peligro sería mejor, pero no lo diría.
-
¿es malo? – su mirada
bajo, su mano acariciaba el dorso de mi mano derecha y sus hombros se hundían más.
Un dolor atravesó mi pecho, como si
-
No, no me refería a
eso… solo…
-
Tranquilo. – negó con
la cabeza, me miro de nuevo, sus ojos adoptaron un brillo más} vivaz - Te daré
tiempo para pensarlo, solo quiero que no me tomes a la ligera, no me gusta que
jueguen conmigo. Si estas destinado para mi, como yo para ti, el tiempo lo
dirá. Sino es así, lo superaremos.
No dije nada, solo me quede
estático en la pared, dejándome envolver entre sus brazos. Como amaba que me
abrazara, ¿se sentirían igual sus brazos mientras durmiéramos? Me moría por
averiguarlo. Randolph tenía razón sobre algo me sentía nervioso, mi corazón no
era el único que temblaba cada vez que Randolph me tocaba, su voz vibrante me
hacía estremecer de una manera no atemorizante, sino todo lo contrario.
Humedecí mis labios, pasando mis brazos por el cuello del Alfa, acercándolo un
poco más.
¿Por qué luchar contra este
sentimiento si se sentía tan bien? era como luchar contra el aire porque
despeinaba tu cabello. ¿Dejarme llevar? Podría hacerlo. Además después de ver
esa expresión tan devastada, con un comentario, me había hecho darme cuenta que
su dolor no era único, yo también lo había sentido.
¿A
qué se refería con “destinado”? no tenía la menor idea, pero si se trataba de
que Randolph estaba a por mí, lo aceptaría. Sería su destinado cuando lo
quisiera.
Mis
labios tocaron los suyos, fue cálido y húmedo, pero más fuerte cuando las manos
de Randolph me llevaron mas contra la pared y su mano apretaba los cabellos
traseros de mi cabeza, haciéndome gemir y abrir más mis labios. Su lengua entro
rápidamente, aprovechando mi sumisión y probo de mi cavidad bucal.
Nuestras
bocas chupaban y se sentía embriagante el aliento de Randolph, sus brazos
oprimiéndome de los hombros, mientras su pecho chocaba contra el mío. Metió su
pierna entra las mías, haciéndome sentir el gran bulto entre sus pantalones,
frotándose contra mi entrepierna. Eso envió una descarga hacia mi propio
miembro e hizo que me endureciera.
Iba
a besarlo de nuevo, cuando la voz de alguien me hizo girarme.
-
¿Jason?
-
Si – respondí,
agachándome hacia ella, para que no viera y preguntara por mi erección evidente.
Randolph se dio la vuelta, quedando de espaldas.
-
¿nos cuentas un
cuento?
-
Si, lo hare, solo
regresa al cuarto y diles a todos que se metan a la cama.
-
Sí. – dando una
vuelta entre sus piececillos.
-
Creo que yo debería
de irme.
-
¿porque?
-
Es mejor irme ahora.
No sé qué es lo que podría hacerte. – no era una amenaza, era una promesa. Lo
detuve, sosteniendo su gran brazo. Las palabras salieron desde mi pecho.
-
Quédate, por favor.
-
¿estas seguro? Podría
pasar…
-
A dormir. – declare.
-
Oh, claro. – lo comencé a jalar hacia la habitación donde
estaban los demás chicos. Sonrió derrotado y yo feliz de que lo hiciera. Lobo
enjaulado. La calidez en mi pecho no era imaginación, era real. Y mientras
sostenía la mano de Randolph podía decir que este sentimiento era mutuo.
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Después
de debatir que cuento contar y mi falta de imaginación con todos los finales
trágicos, me coloque en la misma cama con Randolph de un lado. Los chicos
estaban en sus camas, escuchando atentamente al mayor con sumo cuidado y
completamente cautivados, Nadie había dicho nada y algunos comenzaban a caer en
sueño.
-
Antes la gente no
solía temernos. De hecho las tribus de los nativos jamás nos vieron como
enemigos. Vivíamos con ellos y además también ayudábamos con la cosecha.
Nosotros cargábamos las cosas mas pesadas y protegíamos las parcelas donde
sembrábamos.
-
Crei que eso solo
existía en los mitos – dije, todos mirándome como si hubiera dicho algo
realmente estúpido. Randolph sonrió, dejando un leve suspiro salir.
-
Estas viendo a uno de
los mas grandes mitos diciéndote que es verdad y aun no lo crees. Eres
demasiado cabeza dura.
-
Bien, es todo por
hoy. Duerman todos. ahora – algunos protestaron pero al final cedieron y se
metieron bajo sus sabanas.
Después
de apagar las lámparas y de revisar que todos estaban completamente dormidos y
no faltaba nadie me dirigí a mi propia cama. En la que yacía el mismo sujeto
con una sonrisa, dándole leves golpes a su costado. Así lo hice, aceptando su
invitación.
Tan
tapido como subi a la cama, Randolph me hizo girar encima. Trate de no reir
fuerte. Su mano acariciando mi pierna, levantándola con su brazo, para pasar
sus dedos por la parte trasera de esta, mi rodilla quedo a la altura de su
pecho.
-
No podemos – dije,
tratando de detenerle. El gruño en respuesta.
-
¿Por qué no?
-
Los chicos…
-
Deben estar dormidos.
Solo quiero tocarte un momento. Lo necesitamos, tu lo necesitas, yo lo
necesito.
-
¿y tienes que hacerte
cargo ahora mismo? – arqueando una ceja, lo mire divertido.
-
Como buen samaritano
que soy me ofrezco de voluntario para esta tarea. – sonrió, pero negué con la
cabeza, el coloco su frente sobre la mía, mirándome directamente – por favor,
solo un toque.
-
No creo que quieras
detenerte después de solo tocarme. Gracias a Dios los niños están dormidos.
-
Aja, lo aceptaste.
Vamos. – sus manos en mis caderas, se sentía tan bien sus caricias y su
erección chocando contra la mía. Apretándose en esos estúpidos pantalones.
-
Eres como un niño.
-
No, soy un hombre
were caliente que siente su pene doler de lo duro que esta y lo inquieto por
salir a jugar un rato. Tú también estas igual.
-
¿Cómo estas tan
seguro?
-
Bueno, la erección en
tus pantalones te delatan. – mirando hacia abajo, donde mi pene levantaba una
carpa. Me sonroje ante esto, ocultando el rostro entre mis manos, pero Randolph
me evito hacerlo y obligándome a encararlo. Me dio un leve beso en los
parpados.
-
Adoro la honestidad
de tu cuerpo. Eso significa que nos sentimos igual. – sus manos se metieron en
mi pantalón, desabotonando y bajando el cierre. Se sentían frías ante mi
sensible piel. El hizo lo mismo y saco su pene de sus pantalones. Era… grande.
Ahora entendía eso de manos grandes. Juntando ambos manos entre su mano, comenzó
a frotarlos. La cálida carne de su miembro contra la mia, sentía la humedad del
líquido pre seminal manando de la cabeza en forma de seta, haciendo que ambos
penes se sintieran húmedos y pegajosos. Randolph tomo mi mano – tócame tu también.
Juntos. – dirigio mi mano hacia donde estaban nuestro penes, tratando de cubrir
ambas erecciones, pero juntas no cabían. Aun asi sentir el pene de Randolph
entre mis manos era placentero, ver sus ojos entrecerrándose, su voz
entrecortada mientras gruñía y su boca hacia extrañas formas.
Yo
gemi al sentir la excitación subiendo por todo mi cuerpo. La mano libre de
Randolph me acerco hacia el, para juntar nuestras bocas. Mientras el subía y
bajaba, frotando su eje sobre el mio, no pude contenerme mas y gemi de placer.
-
Randolph – gemi su
nombre mientras continuaba masturbándome.
Sintiendo
el típico cosquilleo desde mis testículos hasta las puntas de mis pies, haciéndome doblar la planta ante mi liberación.
El semen salió de mi miembro, al igual que el de Randolph, solo que el emitió
un gruñido, apretando los dientes y tensando los hombros, su semen cayo encima
de mi pecho, junto al mio. Ambos formaban un extraño color perlado. Suspirábamos
aceleradamente. Todo mi cuerpo estaba vibrante, sentir las manos de Randolph
sobre mi eje era agradable, y sus labios besando mi cuello me hacia estremecer.
Colocándose encima mio. Me hizo darme la vuelta, quedando de espalda, iba a
protestar, pero me lo impidió.
-
Solo quiero quedarme
asi. Abrazarte. Prometo no hacer nada mas – cediendo, lo deje, su voz se oia
honesta.
Aun
sentie el semen en mi pecho, pero no importaba demasiado. Los brazos a mia
alrededor me sostenían fuertemente. Randolph estaba jugueteando con nuestras
manos, viéndolas fijamente. Sus largos dedos y fuerte palma, a comparación de
la mia, huesuda y delgada, no delicada. Nuestras manos estaban palma con palma,
enrede los dedos entre los suyos y los aprese. Una armonía me invadió y todo lo
que podía sentir era el palpitar de Randolph contra mi espalda. Me aferre a su
mano, temiendo el que me soltara. Una ráfaga de calor golpeaba las yemas de mis
dedos, Randolph acerco mi mano hacia su rostro, depositando un beso en el dorso
de la misma.
-
Te amo, Jason –
pronuncio cerca de mi oreja. No pude evitar sonreir como un tonto por ello. Después
de esto se dejo caer sobre mi, acercando mas nuestros cuerpos tomándome de la
cintura con su mano libre.
Ciudad Zwielicht – Centro
Nocturno “Bloody Rose”
La música sonaba lenta, mientras acariciaba
las delgadas caderas del chico rubio frente a él, sus cabellos no eran rubios
naturales, se los había teñido con alguna clase de producto para decolorar un
poco su verdadero color. Al menos en eso se aprecian un poco, ya que compartían
un extraño gusto por cambiarse el color de pelo cada 3 semanas, usar el mismo
color era aburrido y poco interesante. Sus labios estaban temblando, al igual que sus
manos al estar tan juntos en la pista de baile. A su alrededor varios más
hombres con traje bailaban en la compañía de sus Compañeros Humanos, aquí no había
lugar para la sensatez, era un templo en el cual desatar sus más bajos
instintos, inclusive tomar a su pareja en la pista de baile, brindándoles un
hermoso espectáculo sexual a los espectadores. Algunos ya estaban haciéndolo,
tomando a sus pequeños en un rincón de sus mesas privadas que solo tenían una
cortina gruesa que cubría la mayoría del espectáculo, ya que las sombras aun
jugaban entre las cortinas por la luz interior del lugar.
-
¿Qué sucede querido?
– pregunto suavemente, acercándose hacia el lóbulo de la oreja de su pequeño. -
¿Por qué tan nervioso?
-
No son nervios, solo
tengo un poco de frio. – admitió, sus labios temblaban y se fruncían en una
leve mueca, mientras sus dientes castañeaban.
-
Oh, claro. Eres de
sangre caliente. ¿Cómo pude olvidarlo? Estar todo el día pegado a mi debe ser
helado, después de todo no tengo calor corporal que brindarte. ¿quieres ir a tu
habitación?
-
¿podemos? Estamos a
mitad del baile, ¿no se molestaran tus invitados?
-
Sabes que ellos no
son mis invitados, Précieux Trent (Trent precioso – Francés) – su mano acaricio el delgado
mentón, siempre escogía a los menos masculinos y que siempre tenían un aire más
femenino y delicado. Trent no tenía ningún vello por todo su cuerpo, era
lampiño y su cuerpo era delgado, antes no lo era tanto, pero Thomas se había
encargado de hacerlo adelgazar a su gusto. Todo tenía que ser como Thomas Dale
lo deseaba. – son solo clientes míos, pagan por estar aquí, por pasar un rato
agradable con sus Amantes de una sola noche.
-
¿se alimentaran de
ellos? – pregunto con un nudo en la garganta, temeroso de hacerlo.
-
Correcto. ¿creí que
lo entendías? Yo lo hago contigo todo el tiempo – se acercó aún más, besando
suavemente su cuello, en donde una pequeña marca sobresalía a la luz, los
labios fríos del vampiro sobre su piel lo hicieron estremecerse, comenzando a endurecer
sus pezones por la corriente helada.
-
Thomas – gimió el
nombre del hombre frente a él, rápidamente lo tomo de la mano y lo saco de la
pista de baile, moviendo a algunas parejas en su camino, no importo demasiado,
él era el dueño y podía hacer lo que quisiera cuando quisiera. Y lo que
realmente quería en ese momento era tomar a su pequeño bebé fuera de ese lugar
directo a su habitación para montarlo toda la noche de ser posible.
Tan pronto entraron a la habitación
y después de dejarles claro a sus guardias para no dejar entrar a nadie más o
que los interrumpiera por nada en el mundo, tomo al humano entre sus manos, llevándolo
contra la pared, la diferencia de estatura era evidente, Thomas era unos centímetros
más alto y Trent tenía que ponerse de puntillas para poder alcanzarlo, sus
labios voraces se probaban ferozmente en un ataque de lenguas, mientras Thomas
lo sujetaba del cuello de la camisa de botones blanca que vestía el joven
humano. Se separaron un segundo, dejando el aliento cálido de este mismo en el
aire, su temperatura estaba volviendo, sus labios estaban rojos otra vez y su
cuerpo estaba vibrante de energía, se lamio los labios, mordiéndose el labio
inferior con los dientes de arriba, un gemido salió de sus labios cuando Thomas
empujo su erección contra la entrepierna del menor.
Continuo haciendo esto mismo
varios segundos más y después de que este tomara la cara de Thomas más de cerca
para profundizar el beso, metiendo su lengua dentro de su boca, le dio un poco
de libertad para tomar el mando, pero rápidamente se lo arrebato sacando su
lengua y probando su labio superior. Lo levanto del suelo y lo llevo hacia la
cama, cargándolo como su hermoso humano que era.
Lo arrojo sobre la cama,
Trent se recostó sobre las sabanas rojas brillante, haciendo a un lado las
almohadas grandes que adornaban el conjunto de la cómoda y donde un enorme
dosel descendía desde el techo sobre la cama, cubriéndola como un manto. Thomas
subió a la cama, haciendo que esta se sumiera donde enterró su rodilla, la cama
crujió por el peso extra, y con movimientos lentos comenzó a romper la
distancia entre ambos.
Se detuvo frente a su
pequeño, que lo miraba mordiéndose los labios
y mirando de arriba hacia abajo, en donde un bulto amenazaba con romper sus
pantalones.
Se posiciono encima del
cuerpo de Trent y en segundos comenzó desvestirlo, sus ropas eran delgadas y fáciles
de sacar, por eso mismo había tratado de elegirlas con cuidado cuando había
estado buscando con que cubrir a su bebé.
Trent también deslizo sus
manos sobre los botones de su camisa y comenzaron uno por uno, sacando su
camisa del interior de su pantalón y mientras las arrugas de la camisa se
mostraban, Trent acariciaba el firme pecho de Thomas, jamás había sido de complexión
musculosa, pero estaba feliz con los resultados de una vida sin ejercicio y una
dieta balanceada, a quien engañaba, ellos no engordaban y mucho pensaba que
pudiera tener una arruga en su rostro. Era verdad que no tenía un rostro
demasiado agraciado, pero eso sobraba cuando tenías dinero y controlabas la
mitad de toda la maldita ciudad.
Thomas hizo rodar a Trent
sobre la cama, jugueteando un poco, siempre amaba hacerle cosquillas, algo que él
no sentía, al menos al verlo experimentarlo era agradable y después cuando
probaba un poco de su sangre ese recuerdo tenue pasaba hacia su sub consciente.
No solo ganaban más fuerza al beber sangre, también aprendían por medio de sus
recuerdos que la sangre llevaba impregnada. Para ellos no eran necesarios los
interrogatorios para sacar la verdad a sus enemigos, solo con una mordida y podían
decir que había comido el sujeto la semana pasada.
Esa era la segunda razón detrás
de los Acompañantes, podían experimentar emociones humanas, que eran como una
clase de droga adictiva para los vampiros al sentir los recuerdos fluyendo
dentro de su cabeza hasta que se desvanecía pasados unos segundos. Era corto el
periodo, pero la experiencia era genial. Muchos pagaban por probar un poco de
eso mismo y Thomas era quien se los proporcionaba, por una modesta cantidad de
billetes.
Gruño un poco al sentir como
Trent se acercaba a su cinturón y comenzaba a bajar la cremallera de su
bragueta, en segundos para sacar el erecto pene pálido de Thomas. Trent lo
introdujo dentro de su boca, la saliva caliente del chico era agradable sobre
la helada piel del vampiro, tanto que lo hacía jadear de placer, haciendo
sonidos graves como el leve gruñido entre dientes. Su lengua envolviendo el
largo eje hasta llevarlo al fondo de su garganta, la primera vez que lo había
intentado se había atragantado por el tamaño y lo largo del pene de Thomas,
pero ahora le era tan natural el hacerlo y no solo Thomas disfrutaba de la sensación.
Trent se daba auto placer son su mano sobre su eje, gimiendo en su boca,
provocando vibraciones en su voz y que el pene de Thomas se estremeciera por la
vibración. Lamiendo sus dedos, Thomas alargo la mano hacia la parte trasera de
Trent, acariciando la parte donde estaba la separación entre los dos montículos
que llamaba posaderas, Trent gimió suavemente al sentir los dedos frotándose sobre su entrada, hasta que ambos se introdujeron
lentamente. Haciendo tijeras con su propia mano comenzó a abrirlo, preparándolo
para algo más grande. Viendo como el mismo Trent levantaba las caderas para
alcanzar a meter totalmente los dedos de su dueño, Thomas no pudo contenerlo más.
Detuvo la succión de Trent,
presionando sus labios sobre los del humano, sintiendo su propio sabor mientras
sus lenguas se chupaban y la saliva se derramaba por las comisuras de la boca
de Trent. Rápidamente Thomas se colocó encima de la cama, sobre su espalda,
sosteniendo su largo eje entre sus manos e indicándole a Trent que lo montara. Así
lo hizo, a horcajadas camino entre las piernas del vampiro y se colocó en posición,
tomo el pene de Thomas y lo coloco en donde estaba su agujero. De una estocada
y un movimiento de caderas hacia arriba el eje se introdujo por completo hasta
la empañadura, sintiendo el duro golpe contra su interior, Trent gimió de
placer.
Trent montaba su pene como
nadie, moviendo las caderas y levantándose, solo para dejarse caer encima, deslizándolo
por todo el camino hacia dentro de su interior, cálido y reconfortante. Sus manos
fueron a las caderas de Trent y acelero un poco más el ritmo, pero a su gusto.
No tardo mucho antes de
sentir ese leve cosquilleo en las encías, sus colmillos descendieron y pasando
la lengua por la punta de ambos, saboreo el pulso de su pareja, mientras este se
empalaba a sí mismo. Su dulce bebé hizo la cabeza hacia un lado, exponiendo la
suave piel blanca de su cuello, dándole pase libre a probar de su sangre.
Tomándole la palabra, Thomas
se acercó, olfateo el suave aroma de la piel de Trent y después de guiarse por
el flujo de la acelerada sangre, incrusto sus dos colmillos en el cuello. En realidad
los colmillos eran para hacer la incisión y poder sacar la sangre, no pasaban
la sangre por ellos, los vampiros tenían que succionarla como si fuera una
bebida en caja. Sus labios envolvieron la parte donde había hecho los orificios
y comenzó a succionar vorazmente. Trent gimió ante el dolor que producía el
hambre de Thomas al succionar de su sangre. Y como si fuera un tipo de catalizador,
hizo que el cuerpo de Trent vibrara de excitación y su clímax llegara,
derramando su semen sobre el estómago de su pareja, su ano se contrajo
alrededor del pene de Thomas y este gimió su liberación dentro del interior de
Trent, llenándolo con su semen.
Así permanecieron unos
segundos más, Thomas sosteniendo el cuerpo de Trent entre sus brazos, mientras bebía
un poco más de su sangre, un sonido gutural salió de su garganta cuando estuvo
completamente satisfecho. Algunas gotas de la sangre de Trent salían de sus
labios, deslizándose por su prominente mentón. Paso la lengua sobre sus labios
y trato de limpiar todo rastro del líquido carmesí. Se acercó hacia donde
estaba la herida de sus colmillos y pasando la lengua sobre ella, esta comenzó
a cerrarse. La saliva de vampiro tenía propiedades curativas, eso ayudaba
anteriormente a que las heridas de los colmillos jamás fueran notadas, hasta
que sus alimentos se enfermaban de anemia por falta de sangre. Al igual que la
inhabilidad para convertir a otras personas en vampiros, en realidad no todos podían
hacerlo, solo un clase muy distinguida de familias vampíricas. Inclusive ellos tenían
cierto control sobre los vampiros de clase normal y eran quienes estaban a la
cabeza de la sociedad Vampírica, y nadie se atrevía a desobedecerles, los que
valoraban sus vidas.
Para transformar a alguien en vampiro debía morderlo. Una mentira muy estereotipada por los humanos. En realidad
la forma correcta era darle de beber la sangre del mismo dueño, hasta que el
cambio ocurriera.
Noto como su compañero
comenzaba a cerrar los ojos, recargándose contra su pecho, acaricio su frente
bañada en sudor, depositando un tierno beso. Salió lentamente de su pequeño, dejándolo
sobre la cama, debería darle un baño cuando despertara y limpiarle de la sangre
y el semen que manchaban su cuerpo.
Se puso de pie, colocándose la
pijama de seda color rojo vino, metiendo sus largos brazos, arreglo un poco su
cabello nuevamente teñido en un nuevo color oscuro. Quitándose los pantalones y
la ropa interior, decidió andar mejor al aire libre, dejando que todo se
moviera en libertad, después de todo no sentía el frio sobre sus bolas como otros
hombres, para él esto era como una agradable brisa de verano.
Salió de sus pensamientos al
escuchar que alguien tocaba a la puerta. Se movió fuera del espacio de la cama
y abrió con cuidado, preparado para amonestar a alguien, cuando este extendió el
teléfono.
-
Una llamada muy
importante. – se excusó, bajando la cabeza. Thomas lo cogió y metiéndose de nuevo
a la habitación, cerró con seguro. Solo tenía a alguien para quien estar
disponible y que era considerado IMPORTANTE.
-
¿Qué sucede, Bateman?
– suspiro cansado, se acercó hacia el mini bar y tomo la botella de cristal con
una inscripción irreconocible, solo la abrió y vertió el contenido en una
pequeño vaso.
-
Tenemos problemas.
-
¿Por qué siempre que
tienes problemas hablas en plural?
-
Mira, Thomas esto no
es un juego. Longworth está comenzando a sospechar demasiado, no me lo puedo
quitar de encima y siempre esta haciendo preguntas.
-
¿se lo has dicho?
-
Tuve que. Me tiene
por el cuello, amenazo con cerrarme el laboratorio y echarme fuera de la
investigación de Eternity. Sabes lo
que eso significa, ¿no? – Thomas trago en seco, dejando su vaso en la mesa de
noche junto a él – adiós a tu negocio. Comenzaran una investigación completa de
toda la ciudad y encontraran tus números llenos de sangre humana.
-
¿en que nos has
metido esta vez? Se suponía que yo te apoyaría con el dinero y tú los alejarías
de la ciudad, así ambos podríamos beneficiarnos.
-
Mira, lo de mantener
un perfil bajo no es posible. No después de todo lo que hemos hecho.
-
¿hemos?
-
HEMOS. Recuerda que
tu pequeño negocio no se mantiene solo, con esos cazadores a tu disposición en
lugar de estar en las instalaciones de CrossingDNA Corp. Además de todos esos
humanos encerrados en tus celdas para el disfrute de tus socios. ¿quieres que continúe?
-
Está bien, lo
entiendo, pero ¿Qué vamos a hacer?
-
No tengo idea. Me ha
llegado información que enviaran a un nuevo Químico a inspeccionar los
laboratorios y si da un visto bueno podremos salir de esta.
-
¿y si no lo hace?
-
Adiós a todo.
-
¿quieres que lo mande
a matar?
-
No, eso nos revelaría
a Longworth, debes ser cuidadosos. Mantén tus negocios bajo la mesa tranquilos
por unos días más.
-
¿Qué hay de Ethan?
Escuche que se ha llevado un grupo de Cazadores a una excursión.
-
Mucho mejor. Así
tendremos tiempo de arreglar todo y los cazadores no estarán presentes y no
tendremos que explicar nada sobre ellos.
-
Bien. ¿Qué hay del hijo de Longworth?
-
Es un alborotador, un
tonto idealista que cree que cambiara el mundo actual.
-
¿estás seguro que es
su hijo?
-
Yo que sé. Solo sé
que siempre que puede tener la palabra dice puras estupideces, todos en el
Consejo lo odian y no esperan el momento para que abandone su posición en la
mesa Directiva de CrossingDNA Corp.
-
¿él tiene un puesto?
-
Si, sirve como
representante de su padre. Aunque casi nunca asiste a las juntas de personal,
cuando lo hace es para tratar de desacreditarme y lanzarme un millón de tierra
encima. Hace unos días le dijo a los miembros de la mesa que yo estaba
malgastando los fondos de la empresa y que sospechaba seguía experimentando con
esas mutaciones “Blutgerinnsel” (Coágulos en alemán)
-
¿lo sigues haciendo?
-
Sí, pero me cabrea
que ese tipo lo diga a todos.
-
Deberías de dejarlo.
-
Simplemente no puedo,
es mi pasatiempo. – suspiro al otro lado de la línea, escuchando la risa
divertida de Bateman.
-
Que extraños
pasatiempos tienes. – admitió, dándole otro trago a su bebida, el alcohol era
vago a comparación de la sangre y después de todo no podía embriagarse, cuando
mucho solo llenarse de litros de alcohol y seguir en sus 5 sentidos. Bateman soltó
una gran risa y después de reír como loco, recupero la voz.
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Mira quien habla.
Déjame adivinar, ¿terminaste de cogerte a tu mascotita y te diste un festín con
su insípida sangre? – se giró hacia la cama donde yacía Trent dormido,
totalmente perdido en el mundo de los sueños. Se recargo contra la ventana
oscura, viendo algunos destellos de afuera, la ciudad aun seguía a oscuras,
pero la luz a lo lejos, los rayos naranjas comenzaban a brillar, el amanecer
estaba llegando y un nuevo día con él. Suspiro profundamente, extendiendo su
mano hacia donde aparecía el alba, pero regreso su mano a donde estaba su vaso.
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Tienes razón,
simplemente no se puede dejar de un día para otro cuando lo has estado haciendo
por siglos. Al menos el Carnaval entretiene a mucha gente, deberías ver como se
acaban los lugares para ver el espectáculo. He pensado en agrandar la arena.
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Concentrémonos en un
problema a la vez, ¿sí? Sabes que odio esa carnicería que tú llamas
entretenimiento para todo público.
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No me juzgues, yo lo
patrocino, pero ellos asisten a las funciones.
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Thomas. Tenemos que
ver qué hacer con esto.
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Simple, trae tus
experimentos a mis instalaciones.
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¿estás seguro? Son
cosas incontrolables.
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Pondré a todos mis
cazadores vigilándolas las 24 horas del día.
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Bien, eso estará
bien.
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Con una condición.
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¿Cuál?
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¿Cuántas cosas son?
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Creo que unas 8, ¿Por
qué?
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Quiero 2 para mi
espectáculo.
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¿estás loco? ¿has
perdido la cabeza? ¿Qué parte de son incontrolables no entiendes?
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Estarán encadenadas y
pondremos una jaula alrededor, solo quiero darle un giro a nuestro jueguito.
Por favor.
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Está bien, s0lo 2 de
ellos. Cuestan demasiado crearlos como para estarlos matando por tonterías.
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Me ofendes, a mi y a
mi negocio honrado.
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Bien, lo que sea.
Mira, tengo algunas cosas que hacer y ahora mismo no creo que tengas cabeza
para pensar seriamente las cosas, solo te pido que no te tomes la amenaza de
Longworth a la ligera. ¿si?
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Tranquilo, yo me hare
cargo de Longworth y de su pequeño espía.
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Te lo encargo.
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¿quieres que me
encargue también de su heredero?
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No hace falta, es
solo una amenaza para mí y si desaparece o algo le pasa seré el primero en
culpar, las probabilidades no están a nuestro favor, por el momento.
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Como todo gran hombre
de ciencia estás pegado a los números.
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Me conoces. Supongo que
debo dejarte, tengo que arreglar algunas cosas.
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Está bien. nos
veremos, amigo.
Colgó. Una media sonrisa siniestra
se dibujó en su rostro, bebió un poco lo último que quedaba en su copa y la
dejo en la mesa. Suspiro profundamente, no necesitaba el aire en sus pulmones,
pero eso le daba un mejor ambiente a su calculadora mente perversa.
-
Así que pronto
llegaras. Espero que seas mejor de lo que me mostraste en el bosque de los
Azules – musito las palabras mientras se recargaba en el sillón de cuero negro,
observando a través de su copa hacia la cama en donde estaba Trent
completamente dormido. Bateman era un idiota, ¿creí que Dale estaba para
servirle? Si alguien caería seria él y solamente él. No se hundiría con Thomas
en su propia estupidez, ¿ayudarlo? Se ayudaría a sí mismo y a su “humilde
negocio”. Se levantó divertido hacia el mini bar, por una copa más, tenía que
hacer preparativos para un nuevo inquilino y arreglar la jaula. “El Carnaval” arrancaría
con todo esta vez.
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