SEX PISTOLS

Fanfic basado en el manga SEX PISTOLS/LOVE PISTOLS de Tarako Kotobuki.
La mayoria de los personajes son creación del mismo autor, a excepción de Alexander, su padre, y su prometido, al igual que las familias de estos.


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Allen Greenwood, un madararui tipo felino (tigre siberiano) jamas se habia preocupado por encontrar una pareja, mas bien, nunca se le paso por la cabeza semejante “estupidez”. Su padre, un completo controlador, desde el dia de su nacimiento tenia toda su vida planeada, segundo por segundo. El amor era la ultima cosa que podría anhelar, ya que jamas ha sido amado, no puede conocer dicho sentímiento.
Ante tanta presión y un compromiso sobre él, escapa de casa, dejando toda su vida detrás. Solo quiere una segunda oportunidad para empezar desde cero. Con el nombre de Alexander Miller tratara de conseguirlo.
 Sin embargo, después de arribar, a lo que seria la ciudad donde comenzar, pierde el control de su apariencia espiritual, volviéndose el objetivo numero 1, al ser una especie rara, para la Agencia, una organización encargada de proteger a los Madararui, inclusive llegando a medidas extremas.  Algo que Allen conoce muy bien, pues tiene un gran pasado asociado con ellos.
¿Qué es lo que lo hizo perder el control? ¿Por qué no puede mantener su espíritu animal oculto? ¿Qué son esas ansias de doblarse en el suelo y ronronear que tanto lo invaden?
Solo puede existir una explicación para todo eso y no es agradable; ha encontrado su pareja, pero lo mas importante ¿Quién? De todos en el aeropuerto solo pudo seguir un aroma, que lo llevaría a la casa de la locura. ¿estará listo para afrontar a la familia de su esposo? O mas importante ¿podra amarlo? Siendo que el jamas ha sido amado por alguien, ni siquiera su padre.


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MADARARUI
Salte, doblando las piernas tome un fuerte impulso para poder atravesar la gran barda que separaba el terreno escolar del exterior de la cuadra. Cayendo sobre la punta de mis pies. Algunas veces me sorprendía a mí mismo lo liviano que podía llegar a ser, como una pluma se aplicaría perfectamente a ello.
Un hombre de edad avanzada y con gafas de montura enorme me vio observando lo alrededores, sus cejas se fruncieron en un cejo cuando nuestras miradas se encontraron.
-         ¿Quién eres tú? ¿eres un estudiante? ¿Por qué no llevas el uniforme escolar? – señalándome con su largo dedo, que tenía vello gris en los nudillos.
-         Silencio  - ordene suavemente, que podía pasar como un murmullo. El sujeto se quedó inmóvil, sus pupilas se contrajeron y su voz desapareció – no quiero matarte, solo no me estorbes. Duerme, mono – coloque mi dedo índice sobre su frente, el pequeño tintineo retumbando, el sujeto cayó al suelo totalmente inconsciente.
No tenía tiempo para estar perdiendo con cualquiera. Tenía que encontrarle. No sabía a quién tenía que encontrar, solo podía seguir su aroma. Estaba cerca, podía sentir el rastro de sus feromonas llamándome.
Camine a través de los pasillos de la escuela, eran 4 enormes edificios los que se erguían sobre mi y que estaban llenos de estudiantes, monos  mayormente.
Así nunca podría encontrarlo. Me detuve unos minutos, viendo a un chico acercándose hacia mí. Tenía una idea y necesitaba la ayuda de un mono para hacerla.
Trate de relajar mis facciones, volviéndolas un poco más suaves y agradables. Fingiendo una enorme y cálida sonrisa.
-         Disculpa.
-         ¿yo?
-         Si, tu. ¿me puedes ayudar?
-         Claro, dime como.
-         Necesito que cierres los ojos.
-         ¿perdón?
-         Si, cierra los ojos. Por favor.
-         Está bien. aunque no entiendo para qué. – asi lo hizo, cerro los parpados y se quedó inmóvil.
-         Tranquilo, no te pasara nada. Solo tienes que relajarte. Respira más lento – el obedeció mi orden, algunas veces era bueno tener esa clase de control sobre las personas. Solo en casos que requirieran de ello. Colocando mis palmas sobre sus orejas, cubriéndolas por completo. Inhale profundamente, sus feromonas de mono estaban siendo liberadas, pero no podían afectarme siquiera un poco, sino todo lo contrario. Canalice mi espíritu animal a través de sus tímpanos, un ruido como si tronaran una rama se escuchó y el sujeto abrió completamente los ojos.
Sin embargo no me importo demasiado, no le estaba haciendo daño, solo había fusionado nuestros instintos madararui. De esa manera podría encontrar en los madararui que no detectaba él con sus instintos de mono, que por costumbre ignoraban o al menos trataban de no tomarlos en cuenta. Inclusive la discriminación existía en mundo Madararui y era por parte de la especie dominante; monos.
Recorrí la mayoría de los edificios en segundos, las presencias de otros madararui similares a mí no aparecían, eran especies raras, pero ninguno del tipo que estaba buscando. O eso pensé hasta que los nervios del sujeto se crisparon al llegar al tercer piso del edificio 3, un grupo de 5 personas, madararui muy raros. Y podía sentir la presencia que buscaba entre ellos. Pero no sabía quién era.
Tercer edificio.
Libere al chico, removiendo ambas manos de sus oídos. Tardo unos segundos en recuperar el sentido, mirando hacia el cielo, su mirada volvió a focalizarse y me miro extrañado.
-         Perdona, ¿Qué paso?
-         Nada. Muchas gracias por tu ayuda.
-         ¿ayuda?
-         Sí. Me voy.
Alejándome de él, mientras se quedaba parado como una estatua, llevando una mano sobre su frente. Los monos no entendían algunas cosas y era mejor así, ahorraba tiempo y servía para protegernos. Aunque no lo fuera posible, los monos temían a lo diferente, por eso mismo su sistema nervioso lo hacía ignorar todo lo que se refería a MADARARUI.
El olor a Nekomata se intensifico, estaba cerca. Camine más rápido, subiendo de dos en dos los escalones que llevaban al segundo y tercer piso. De alguna forma, mi cuerpo estaba más agitado.
Me detuve en el pasillo. Viendo como salían dos sujetos, uno pequeño con coletas y otro más grande, aunque con aspecto de oso de peluche. Me acerque hacia ellos, ambos me miraron un poco nerviosos, era normal sentirse así mientras mis feromonas brotaban como si estuviera en celo, pero trate de controlarlas.
El más pequeño se acercó hacia mí y rompió la tensión del momento. Aun manteniendo la distancia.
-         ¿Necesitas ayuda?
-         Yo…
-         Soy Norio, y él es Teruhiko.
-         Mucho gusto. Mi nombre es Alle… quiero decir Alexander Miller  – suspire, por un poco más y decía mi nombre verdadero, eso habría arruinado todo. estrechando sus manos, mis ojos volvieron hacia Norio, quien no desviaba su mirada como él otro sujeto -  ¿tu… eres un Madararui?
Ambos se sobresaltaron ante la revelación. Pero rápido recobraron la postura, el más grande, un oso, dije para mí mismo, se interpuso entre Norio y yo, colocando su brazo. Su espíritu animal saliendo un poco de su cuerpo, una advertencia. ¿Serian pareja? Imposible, ambos estaban marcados con feromonas de semilla pesada.
-         ¿Qué? No me digas que tú también eres uno. ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué haces aquí?
-         Yo… estoy buscando a alguien. Y su aroma me trajo hasta este lugar.
-         ¿Por qué crees que lo encontraras aquí? – dijo el oso
-         Mi olfato es muy bueno.
-         No confiaría demasiado en ello. Norio será mejor que nos vayamos y lo dejemos, puede ser problemático.
-         Mira. Norio, tu tienes el mismo aroma, pero no eres quien estoy buscando. Tal vez tú lo conozcas. Es un madararui tipo felino. ¿alguna idea? En verdad que no estoy aquí para causar problemas, solo necesito su ayuda, por favor.
-         ¿tipo felino? ¿Por qué?
-         Realmente es urgente que lo encuentre. Mi vida depende de ello.
-         ¿tu vida?
-         ¿a qué te refieres?- el oso bajo su guardia y se mostró intrigado.
-         Si, veras, yo… - no pude terminar mi oración, puesto que alguien más nos interrumpió. Con su gruesa voz nos hizo girar.
-         NORIO.
-         Kunimasa. ¿Qué sucede? – el hombre se acercó a Norio y lo tomo de la cintura, acercándolo contra su cuerpo. Ellos definitivamente eran pareja, pero lo que más me sorprendió no fue su aspecto de asesino, sino su aroma a Nekomata.
-         Eso debería preguntar yo. te dejo 5 minutos solo y ya estás en problemas.
-         ¿Qué? – me sentí ofendido, debería estarlo ¿no?, después de todo me había mirada cuando se refirió a PROBLEMAS.
-         Silencio. ¿Quién eres tú? Aléjate de Norio. – el aire se tensó, estaba molesto y me estaba disparando todas sus defensas. Su energía espiritual era más pesada de lo que imaginaba, solo me había enfrentado a dos sujetos con ese nivel, pero esto era más para marcar quien era el macho en el terreno. Sin embargo mi cuerpo no reacciono como debería.
-         NO. QUIETO – podía sentirlo, las feromonas de mi cuerpo saliendo como enormes hondas, era una esencia volátil, pero mortal para quienes no eran madararui. Me envolví en un auto abrazo, tratando de calmar mis nervios, el simple o más pequeño de los índices de peligro o sentirme amenazado y servía para liberar una ráfaga de feromonas defensivas. – tranquilízate. Todo está bien. detente, ahora. – la atmosfera de peligro seguía estando presente, pero me las arregle para controlar mi propio cuerpo un poco más. Aunque el daño estaba hecho. El sujeto, nekomata, estaba en el suelo, inmóvil y su cuerpo completamente tieso.
-         Kunimasa, ¿Qué te pasa? ¿Qué paso?
-         Creo que fue Alex. ¿Qué hiciste?
-         Yo… Lamento haberlo hecho. No era mi intención.
-         ¿puedes revertirlo?
-         No lo se. No puedo controlar mi cuerpo. Estoy perdiendo el control cada vez más, pronto no seré capaz de ocultar mi apariencia animal – me abrace más fuerte, mis brazos envolviendo mi cuerpo hasta tocarse del otro extremo.
-         ¿Qué es lo que te sucede? – me pregunto el oso.
-         No tengo idea. Hace varios días que me ha comenzado a pasar eso. Lo siento, lo siento, lo siento.
-         Tranquilo. Primero, debemos llevar a Kunimasa a un lugar donde nadie nos vea. Puede ser peligroso que lo vean en este estado, puede generar preguntas.
-         Entiendo.
-         La azotea. Tal vez Yonekuni y Shirou estén ahí, siempre almuerzan juntos.
-         Tienes razón.
-         No entiendo ninguna palabra de lo que dicen, pero les ayudare.
-         Oh, no. Un profesor.
-         HEY, CHICOS, ¿Qué ESTAN HACIENDO?
-         Maldición, estamos en problemas.
-         Déjenmelo a mí, ustedes llévenlo arriba. – les dije, levantándome del suelo, y caminando ya hacia el hombre de traje, que portaba unos libros bajo el brazo.
-         ¿estás seguro? – pregunto Norio, aun sosteniendo la cabeza del chico de piedra.
-         Confíen en mi. – fue una suerte que Norio no protestara y solo asintiera, llamando a su amigo oso.
-         Vamos, senpai
-         Si.
Me acerque hacia el profesor. Quien se detuvo frente a mi. Siguiendo hacia donde estaban Norio y Teruhiko, u Oso, con Kunimasa entre sus brazos.
-         ¿Qué sucedió aquí? ¿Qué le paso a Madarame?
-         Nada. Solo está cansado, lo llevaremos a la azotea a que respire un poco de aire fresco.
-         ¿Qué? Si se siente mal, llévenlo a la enfermería.
-         No será necesario. Lo que le sucede no puede ser curado con un poco de alcohol y gazas baratas. Entiéndelo, Mono. – diablos, mi herencia madararui estaba saliendo a flote, a veces una vieja costumbre de todo el tiempo que había pasado junto a mi padre. Una parte de mí que odiaba más que nada.
-         ¿Qué estas…?
Levante mi palma frente a su cara, colocándola a pocos centímetros de sus parpados. Su mirada perdida, había caído dentro de mi telaraña mental. Abriéndola por completo hice que su cuerpo quedara inmovilizado, transcurrieron unos segundos mientras sus ojos se encontraron con los míos y el brillo resalto, antes de continuar con esto, cerré la mano en un puño, haciéndolo desmayarse y olvidar todo lo que había visto. La recolección de recuerdos era un poco difícil, solo unas pocas especies podían llegar a completar con éxito al 100%, yo solo estaba en el nivel 45%, que me permitía remover fragmentos pequeños de por lo menos 24 horas.
Era algo cansado y se necesitaba, no solo una gran practica en ello, sino también una enorme cantidad de energía. Me recargue contra el pilar del pasillo, aferrándome para no caer.
No tenía tiempo para estas cosas, además había lastimado a alguien. Tenía que revertir mis errores y salir del terreno escolar. Este sujeto no era quien estaba buscando, era similar, pero no era el mismo.
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Subiendo con sumo cuidado los escalones, aun cansado, llegue hasta la azotea. Un grupo de 4 hombres estaban reunidos frente al cuerpo de Kunimasa, aun estático.
-         Norio, ¿fue el quien le hizo esto a Kunimasa? – pregunto el rubio, con aroma atemorizante. Era como el de una serpiente, pero con algo más. COCODRILO, dije para mí mismo cuando vi sus ojos cambiando a una pequeña línea. Levantándose del lado del herido y caminando hacia mí.
-         Esto… si, fue el, pero…
-         Yonekuni, detente. – grito uno de los hombres, de cabello negro azabache.
-         MALDITO. – se abalanzo sobre mí, pero antes de que pudiera acercárseme más, pude sentir a mi animal emergiendo fuera de mí, en contra de mi voluntad.
-         NO, DETENTE, POR FAVOR. – mierda, mi recipiente estaba fuera de control. Se había roto por completo. Mis manos comenzaron a cambiar y mi cuerpo se hizo más grande, cubriéndose de un fino pelaje blanco. Podía sentir mis extremidades alargándose y la cola deslizándose fuera de mis ropas. Me había transformado en mi apariencia espiritual (mi animal interior). Las miradas venían de todas direcciones, el tipo rubio se apartó un poco, dando un paso hacia atrás. Algo muy inteligente de su parte.
Olia el aroma a Nekomata y mi animal estaba gritando por jugar con el dueño de ese aroma, pero el aroma de Kunimasa no hacia que mi animal se saliera de control, solo me calentaba, sin reacción de querer aventarme encima de él y morderlo para que todos vieran que me pertenecia. Él no era la persona que bsucaba y mi animal interno lo sabia.
Recuperando un poco de control, y esperando a que la atmosfera amenazadora se disipara con la brisa del aire, mi cuerpo volvió a su estado normal. Tratando de calmar mi agitada respiración y mi cabeza girando en todas direcciones como una brújula fuera de control.
Me acerque, con dificultad, hacia donde estaba Kunimasa, que aun permanecia en estado de coma, Norio me miraba preocupado, yo tambien lo estaría si después de atacar a mi hombre tratas de acercártele otra vez, sin saber que hara. Al igual que el tipo rubio, que parecía querer matarme con su mirada. Toque la frente de Kunimasa con mi dedo índice, respire profundamente, a pesar del enorme cansancio que tenia, no podía dejar a Kunimasa en ese estado. Abrió los ojos primero, pero su boca no decía palabra alguna, despeus de mirarlo fijamente, su cuerpo se relajo y su posición rigida cambio, llenando sus pulmones con una enorme bocanada de aire.
No pude pensar mas, antes de que dijera algo, en mi contra obviamente, perdi el conocimiento, sintiendo como era arrastrado por un rio sin rumbo fijo. La ultima imagen que vi fue a todos esos madararui mirándome con ¿preocupación?





xoxo - Takeo.

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