SEX PISTOLS 4

[Feria desastrosa]
Las luces de los focos y de los puestos iluminaban un largo camino con muchas personas en medio, los destellos de los juegos mecánicos hacían que pringaran una vasta  gama de colores mágicos sobre la noche, e incluso las risas  de las personas hacían más ameno el ambiente, la comida no faltaba por todas partes, desde comida llena de calorías hasta cosas simples como manzanas cubiertas de caramelo con un palo metido.
Algunos padres cargaban a sus pequeños en hombros y los conducían por todo el trayecto lleno de extensiones de focos amarillos. Los juegos de destreza o de tiro estaban ocupados por los mas grandes y los mas básicos como eran los de pelota o atrapar a la rata por los mas pequeños. Unas mamás estaban sentadas en donde estaba mas tranquilo y varios puestos ambulantes las rodeaban, era una parte del parque y los niños se mantenían dando gritos y corriendo de un lado a otro.
Mas de una vez me habia tocado recibir un golpe cuando un padre corria tras su hijo, trayendo ya a varios mas en brazos.
La organización de semejante evento era digna de respeto, aunque normalmente no asistia a ellos por falta de tiempo y no formaba parte de mi lista de prioridades a revisar cuando me mandaba mi padre a otro país. Solo has tu trabajo.
Norio y Hideikuni me llamaron del otro lado, haciéndome una señal. Camine hacia ellos, mi atuendo no era nada convencional con el lugar. Todos vestían ropas cómodas, y yo utilizaba mis pantalones de mezclilla y una camisa sin mangas, lo cual hacia que los mosquitos me comieran vivo. Norio sonrió al ver que Kunimasa se acercaba por detrás y lo levantaba del suelo, solo para hacerlo girar. La escena era algo hermosa y a la vez me sentía demasiado incomodo al verlos tan cariñosos. Hideikuni sonrió, aunque forzando su propia boca a crear una media sonrisa, se veia tenso y sino fue su expresión un indicador, su reacción corporal lo fue.
-         Kunimasa, basta. Estamos en público. – protesto Norio, dándole un pellizco en la nariz. Kunimasa gruño, a regañadientes lo bajo y acaricio su cabeza, revolviendo sus cabellos.
-         ¿Y? eres mi novio, ¿no? – antes de que pudiera protestar planto un suave beso en los labios de Norio, que paso de un color palido a rojo en segundos. Karen-sama apareció por detrás, dándole un jalon de oreja a Kunimasa.
-         Mas cuidado, jovencito. Aunque el sea tu hembra, los monos no estan completamente acostumbrados a una pareja gay. – Karen-sama vestia una yukata de color vino con flores rosadas y algunas figuras doradas, a su lado estaba Manami, tambien con un atuendo similar, solo que el de él era un azul pálido con peces blancos y líneas negras, dirigiéndole una mortífera mirada a Norio, quien parecía estar mas preocupado por lo que decía Karen-sama.
-         ¿Qué me dices de ti? – protesto Kunimasa, sacudiéndose la mano de Karen-sama en tono desafiante.
-         Makio no está en la ciudad, asi que he venido sola con toda mi familia.
-         Una excusa. Si ella estuviera aquí, no te separarias de ella ni un solo segundo.
-         ¿quieres morir, Kunimasa? – la expresión en el rostro de Karen-sama se torno oscura, un poco peligrosa. Hasta yo mismo me estremeci cuando se coloco frente a Kunimasa, haciéndolo agacharse. Norio intervino, poniéndose entre ambos.
-         Karan-sama, tratemos de controlarnos. Nadie nos vio. Prometo que tendré mas cuidado con este tonto. – dándole un tirón de la oreja izquierda, a pesar de ser pequeño, Norio era alguien fuerte de quien temer. Tenía mi respeto por su fuerte carácter, aun pareciendo tan inofensivo.
Karen-sama pareció considerarlo, y después de juguetear con su abanico contra sus labios, asintió y se alejo, caminando entre los puestos. Con Manami de un lado. Norio suspiro aliviado, dándole un sermón a su novio, esos dos parecían ser completamente diferentes y estaban hechos el uno para el otro. Destinados. Norio comenzó jalarme de la mano, llevándome detrás de ellos hacia los puestos comida, no sabía porque, pero mi estómago gritaba que me arrepentiría por haber venido.
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Creo que jamás había ingerido semejante cantidad de comida chatarra en toda mi vida. Norio y Kunimasa seguían frente al puesto de comida frita y empanizada, al parecer había unas deliciosas croquetas de pescados y camarones empanizados que se morían por probar, yo realmente me habia negado a acompañarlos. Mi estómago no podría con otra ronda mas. El pescado y un madararui tipo felino no eran una buena combinación, por lo que no apartaba mi vista de ambos sujetos en señal de que hicieran algo tonto.
Escuchando la animada risa, me gire hacia donde provenía. Una dulce y cariñosa pareja paso a mi lado, tomados de la mano, recargados uno en contra del otro. Ahora que me daba cuenta habia una gran cantidad de parejas dando vueltas por todo el terreno, mezclándose entre la multitud. No podia evitar no sentirme un poco celoso, envidia corria por mi torrente sanguíneo. ¿Por qué no podía tener algo como eso? ¿Era demasiado pedir ser amado por alguien mas?
-         Hola – estremeciéndome ante el sonido tan peculiarmente calido, me gire, tratando de no mostrarme nervioso.
-         Hideikuni-san, Hola – respondi, haciendo una leve reverencia. El coloco su mano sobre mi hombro y levanto mi mentón. Sintiendo mi corazón a mil por hora, podia sentir que se salía de mi pecho, de no ser porque el ruido de los demás me regreso a al realidad. ¿en serio? Solo pedia unos segundos para contemplar a este hermoso hombre, solo 5 segundos.
-         Ya te lo dije, dime Hideikuni-kun, -chan, o solo Hideikuni. Solo soy unos meses mayor que tu.
-         Pero sigue siendo mi mayor.
-         Vamos – sonriéndome dulcemente, no pude evitar regresarle la sonrisa, aunque honestamente la mia podría ser tomada como la de un tonto. - además somos amigos, ¿no? – fin de la fantasia. Amigos seria lo único que podría ser considerado por Hideikuni-san. No me rendiría, podia hacerlo. Perseverancia. Forzando una sonrisa a salir de mis labios.
-         Claro. Amigos,  - pronuncie las palabras sintiendo las lijas en mi garganta, como si alguien lanzara una flecha a mi estomago.
-         ¿has visto a Norio? – dijo, levantando la vista por encima de mi. Sus ojos examinando el lugar rápidamente. Que extraño.
-         Emmm… estaba con Kunimasa-senpai, creo que fueron a ver como se fríe el pescado.
-         Oh, ya veo – su tono de voz se entristeció, su sonria desapareció por un segundo, pero al percibir que lo observaba trato de sonreir, aunque podia ver que estaba siendo fingida. Antes de que preguntara, el respondió primero - ¿y tú que haces aquí tan solo?
-         Y-yo crei que lo mejor era dejarlos solos, al menos eso sentí que debería hacer.
-         Que chico tan… bueno – sintiendo una pizca de sarcasmo, me gire hacia él, la sonrisa de mi rostro desapareció y me puse a la defensiva.
-         Solo fue instinto.
-         Entiendo. Perdón.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué esa reacción? Solo había tratado de ser alguien inteligente y no estúpido haciéndola de tercera rueda. Prefería estar solo en una esquina, viendo a las demás personas en su felicidad, que tratan de crear la mía propia, porque no sabría por dónde empezar.
-         ¿y bien? ¿Qué quieres hacer?
-         ¿a que te refieres? – lo mire nuevamente por el rabillo del ojo, mi boca en una simple línea inmóvil. Casi podia asegurar que mi actitud era demasiado fría, pero no podia simplemente hacer como si nada hubiera pasado.
-         Perdón, ¿sí?, me pase contigo. No era mi intención.
-         Esta bien. No hay problema. – respondí, relajando un poco mas mi temperamento de los mil demonios. Asentí hacia él, haciendo una media sonrisa.
-         ¿y bien? ¿quieres subirte a un juego o quieres algo de comer?
-         Nada de comida, mi estómago ya fue torturado lo necesario. Y sobre los juegos, siéndote honesto esta es la primera vez que estoy en una feria.
-         MENTIRA.
-         Es verdad. Jamás habia asistido a un lugar como este antes.
-         Guau. Entonces nunca has probado la nieve de nuez, ¿verdad?
-         Solo he probado el helado, una vez, por curiosidad y era de vainilla. – recordando el dulce sabor en mi boca cuando se derretía y tuve que méteme la gran bola de helado a la boca.
-         ¿te gusto?
-         Mucho, pero no volvi a comer helado.
-         ¿Por qué?
-         Mi padre es muy… no quería que me enfermara – respondí, reprimiendo las palabras que de verdad quería decir. No quería mentirle a ninguno de ellos, pero no podía decirles la verdad sobre mí, era peligroso que lo supieran.
-         Pues que tonto, perdóname, pero eso es una tontería. Es normal enfermarse cuando eres niño.
-         Bueno, él no comparte mucho esa forma de pensar.
-         Como sea. ¿entonces?
-         ¿Qué?
-         ¿de qué sabor lo quieres?
-         ¿hay más sabores además de nuez y vainilla?
-         Una infinidad.
-         Dios, estoy nervioso. ¿y si me equivoco?
-         Volveremos por  otro hasta que hayas probado todos los sabores.
-         Esta bien. – sonreí, sintiendo una calidez en mi pecho ante sus palabras. No me di cuenta cuando fue que tomo mi mano y comenzo a jalarme entre la gente, sus dedos aferrándose a los míos. Su mano era grande y sus dedos largos, hermosos dedos de pianista. ¿tocaría algún instrumento? A quien le importaba, queria sentirlos tocándome a  mi.
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Estábamos reunidos los 4, al parecer los demás trabajadores del restaurante estaban con nosotros, distribuidos estratégicamente por toda la feria. Por suerte nuestra, no nos habíamos encontrado ni con Manami, ni con Karen-sama.
-         ¿Por qué no subimos a la rueda de la fortuna? – sugirió Norio, dándole un ultimo mordisco a su camarón en un palo. Esa cosa era enorme, ¿Cómo podía meterla en su boca? Prefería no saberlo.
-         ¿la rueda de la fortuna?
-         Si, seria lindo ver toda la feria desde el punto mas alto.
-         Yo… le temo a las alturas. – admití, sintiendo mi mano cerrarse en el pequeño cono, que crujió cuando lo hice. Hideikuni me miro, y trate de esquivar su mirada. Desde la última vez que había terminado arriba de un árbol escapando de mi tutor personal que quería obligarme a usar mi habilidad madararui, aun no podía borrar esa imagen del sujeto amenazándome con una vara. Pase 3 días enteros arriba de ese árbol y cuando me bajaron fue quemando el árbol, por órdenes de mi padre.
-         ¿Qué? ¿Por qué? – pregunto Norio, mostrando preocupación.
-         No lo sé. Solo les tengo miedo.
-         Oh, ya veo. Que mal. – dejo caer sus hombros hacia atrás, perdiendo el brillo que habia mostrado anteriormente. Rápidamente trate de no arruinarles la diversión.
-         Ustedes vayan, yo me quedare aquí a esperarlos.
-         No creo que sea justo. – haciendo un pequeño puchero, mordió nuevamente le camaron y termino de comérselo de un solo bocado. Kunimasa-senpai lo tomo de la cintura y se acerco, bajando la vista hacia Norio y yo.
-         Norio tiene razón, busquemos un juego diferente al que todos podamos subir.
-         No. – proteste, negando con la cabeza, trate de sonreir ampliamente -  Esta bien, además por eso fue que querías venir Norio, no quiero quitarte esa felicidad.
-         Pero…
-         Por favor. O harás que me sienta mal.
-         Hagámoslo Norio.  – colocando su mano en el hombro de su pareja, Kunimasa-senpai sonrio.
-         ¿Kunimasa?
-         Aun tenemos tiempo. Podemos ver la ciudad entera y volver después de 2 vueltas para subir a otro juego con Alex, ¿no?
-         Por supuesto. Aquí estare esperándolos. – señalando hacia donde estaban las bancas.
-         ¿solo?
-         Yo lo acompañare. – se ofrecio Hideikuni, acariciando mi cabeza.
-         Gracias hermano.
-         Descuida, diviértanse.
Viéndolos partir, comenzamos a caminar hacia las bancas. Mis pies estaban matándome, me dolían como si trajera las zapatillas de Cenicienta.
-         Hideikuni-san, no tenia porque hacerlo. Estoy bien solo. no quiero ser una molestia.
-         No lo eres. Me agrada tu compañía y eres muy bueno hablando.
-         Sobre eso queria…
-         Gracias.
-         ¿Qué?
-         Por escucharme. Se que hablo y hablo como un maldito loro, pero aun asi me soportas. Como recompensa te invitare un algodón de azúcar. ¿Qué dices? ¿te gusta la idea? - ¿mas comida? No parecía querer ceder ante la idea y no le rompería la ilusión. Suspire pesadamente.
-         Este… si. Nunca he probado uno.
-         Lo amaras. Esperame aquí, ire a comprarlo.
Viéndolo marcharse, me di cuenta de la silueta de otra persona escondida detrás de uno de los puestos, que rápidamente volvió a la oscuridad de la sombra y desaparecio. ¿mi imaginación?
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Norio y Kunimasa nos acompañaron todo el resto, subiendo a cada clase de juegos extraños que solo me hicieron revolverme el estomago y tener que salir corriendo directo hacia el bote de basura mas cercano. Norio me acompañaba, diciéndole a Kunimasa y Hideikuni que se adelantara por el momento.
Mientras mi cabeza estaba dentro del bote de basura y mi estomago continuaba regresando ese helado, algodón de azúcar y tambien toda la comida que Norio habia metido en mi boca, note que alguien estaba viéndonos a lo lejos, esta vez estaba completamente seguro. El sujeto lo noto y se dio la vuelta, doblando a la vuelta.
Norio llamo mi atención, levantando mi cabello para que no se ensuciara.
-          ¿Qué sucede?
-          Nada.
-          ¿quieres ir conmigo por algo de comer? Los chicos nos esperan en las bancas del parque. – oh, no, no mas comida. Estaba harto de la comida, comenzaría mi propia dieta a base de no comer cosas que Norio me invitara.
-          Adelántate. Tengo que hacer una llamada.
-          Puedes usar mi teléfono.
-          No, - al decirlo, me retracte al usar ese tono y sobresaltarme, ya que Norio parecio notarlo y me miro un poco curioso – no podría. Además, es una llamada a larga distancia.
-          Ok. Entiendo. Te vere bajo los autos chocones. ¿si?
-          Claro.

Estaba perdiendo la cabeza. Aunque era por una buena razón. Me estaban siguiendo. No lo estaba imaginando. Tres sujetos con chamarra en un clima tan tropical y sin ninguna nube o brisa, además de usar gorra de beisbol. Muy sospechoso. Y si una cosa jamas habían aprendido en la Agencia era que no eran demasiado buenos mezclándose con el entorno, los podían detectar a kilómetros. Por eso siempre eran misiones de mas de 15 minutos y si estaba en lo correcto, todo el perímetro – el parque – estaría cubierto y vigilado a quienes entraban y salían, y con una sola puerta de entrada y salida era mas fácil el trabajo con un equipo estacionario o entrando a las cámaras de seguridad de las calles.

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