Mírame…

Mírame…
[Takeo Higurashi]
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Aomine se molesta con su compañero de cuarto, Kuroko, porque nunca le deja la habitación para sí mismo por más de 30 minutos, para hacer sus necesidades básicas (masturbarse viendo porno gay). Además de los constantes regaños del chico de pelo celeste y de ropas de catedrático. Hasta que Kuroko entra cuando Aomine está ocupado (tocándose) y Kuroko estalla en amonestaciones. Eso fue la gota que derramo el vaso, no más.
Así que decide vengarse de él.
Aomine no irá a dormir esa noche, así que Kuroko podrá disfrutar de la tranquilidad del silencio y de una habitación sin mirones. Tiene un trabajo especial que realizar para atrapar a su chico ideal, no puede desperdiciar esta oportunidad.
Es malo espiar a las personas. Pero eso no le quita lo emocionante. 



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[Aomine Daiki]

El video estaba a la mitad y quedaban otros 10 minutos antes de que su compañero de cuarto, Kuroko (Tetsu), regresara de sus clases matutinas. Era algo bueno que no estuvieran en el mismo horario, al menos eso le daba unos 15 minutos de privacidad para satisfacerse y liberar un poco la tensión de no tener una pareja.
Acariciando el eje de su pene con sus manos, ya que no tenía lubricante, había tomado un poco de la crema para manos de Kuroko y debía decir que era millones de veces mucho mejor la sensación de suavidad en su pene. En un movimiento de hacia arriba y abajo, levantaba las caderas, empujando su erección hacia el aire. Imaginando que el chico del video le estaba dando la mamada a él y no al tipo musculoso del video, que gritaba de placer. Aomine mordió sus labios al sentir el leve estremecimiento recorrer sus testículos, que se apretaban fuertemente, estaba a punto de llegar al clímax. Solo un poco más. Plantando sus pies sobre la alfombra y encorvándose, no quería dejar rastro alguno sobre las sabanas o en la alfombra, por eso lo hacía encima de una toalla.
Continuo acariciando, viendo como la cabeza de su pene se ponía más rozada y el pre semen escurría como si fuera una botella de miel, deslizándose por el largo de su eje, necesito de ambas manos para poder llegar a tener esa erección. No solo inspiración y una mentalidad pervertida eran necesarias, también se tenía que estimular al soldado para ponerlo firmes.
Un escalofrió recorrió su espina, hasta llegar a sus talones, sus bolas cosquilleaban, todo desapareció para sus sentidos y sintió el caliente semen saliendo de su miembro. Una larga línea blanca escurrió desde la ranura y cayó en el suelo. Abrió los ojos, sintiendo su cabeza un poco más despejada. No pudo evitar sonreír de satisfacción.
Aunque rápidamente salto de su lugar, cayendo sobre su trasero, semi desnudo, ya que jamás se quitaba por completo la ropa, solo sacaba su miembro y lo trabajaba, en caso de que Kuroko llegara antes y tuviera que guardárselo para no ser descubierto.
Y frente a sus ojos, totalmente abiertos como platos, estaba el sujeto de quien cuidarse. Kuroko había dejado caer los libros de sus manos y sostenía las llaves en la mano derecha, con la boca abierta y las cejas hacia arriba.
-         Y-yo… - fue lo único que pudo decir antes de que Kuroko cerrara la puerta fuertemente y se acercara hacia su escritorio, para apagar el portátil.
-         ¿Cómo te atreves a hacer algo así? En nuestra habitación.
-         Oye, yo también puedo usar la habitación como me venga la gana y si quiero masturbarme puedo hacerlo. – elevando un poco más el tono de voz para que Kuroko viera que él también podía imponerse si lo deseaba y que también tenía el derecho sobre la habitación.
-         ¿te molestaría demasiado cerrar la puerta con seguro al menos? ¿Por qué no tienes más autocontrol de ti mismo? ¿Qué eres, un adolescente de 15 años? – desviando la mirada de él, cruzo ambos brazos sobre su plano pecho. Aomine se dio cuenta que aún tenía su pene de fuera y lo metió dentro de sus pantalones, no evitando el leve sonrojo de la vergüenza que debía estar evidenciado en sus orejas poniéndose como tomates.
-         Mierda. No veo cual es el problema de todo esto. Solo estaba jalándomela.
-         Bueno, si tuvieras una novia no tendrías por qué jalártela solo, ¿no?
-         Pero aun así tendría que seguir utilizando la habitación y podrías entrar a mitad de nuestro acto. ¿eso te gustaría?
-         Sigue jugando. Debes parar con estas estupideces o tomare medidas yo mismo.
-         ¿Cómo cuáles?
-         No me retes, Aomine. Tengo varias fotos tuyas besando la almohada y sabes que conozco cada uno de tus oscuros secretos, señor 5 minutos.
-         Hey, eso es bajo. ¿Dónde está tu código de hombre?
-         Tú no eres un hombre. Cuando mucho un niño de kínder Garden.
-         Sabes a lo que me refiero.
-         Pues si no quieres que diga nada, deja de hacer estas cosas a plena luz del dia. Usa el baño o yo que sé. Pero no lo hagas en la habitación conmigo presente.
-         No sabía que vendrías tan rápido. Siempre tardas 15 minutos de tu clase al cuarto. – casi puede golpearse en las bolas cuando lo dijo, Kuroko se cruzó de brazos, colocando el peso sobre su pierna derecha, y la ceja elevada.
-         Oh, ¿entonces me has tomado el tiempo? ¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?
-         ¿Sabes qué? Quédate con la habitación, me iré a dormir a donde Kise. – tomando una muda de ropa de sus cajones y metiéndolo en su bolsa deportiva. Kuroko le bloqueo el camino.
-         Eso no soluciona el problema.
-         ¿A quién le importa? – bufo.
-         A mí. ¿Qué si hubiera llegado con un compañero o mis padres? – ahora Kuroko elevaba la voz, provocando que algunos de los demás chicos del edificio se detuvieran a ver hacia dentro de la habitación lo que sucedía. El profesor encargado, Kagami Taiga (alias el Tigre) apareció entre la gente y se metió en la habitación.
-         ¿Qué sucede aquí? – mirándolos a ambos, Kuroko solo bajo la mirada, avergonzado, Aomine desvió la mirada, “genial, ahora lo puse en problemas” todos sabían que Kuroko estaba ahí por una beca académica, como Aomine por una deportiva, pero aun así la situación de Kuroko era más sensible, cualquier problema y lo pondrían  fuera del campus.
-         Nada, Tigre.  – respondió, con el mínimo de disturbio en su voz.
-         ¡SOY TU PROFESOR IDIOTA! – le regaño, dándole un golpe en la cabeza. – Kuroko, dime, ¿Qué paso aquí?
-         Nada, sensei. Solo… - los ojos de Kuroko fueron hacia Aomine, soltando un suspiro, respondió - … estaba regañando a Aomine-kun por haber faltado a las tres primeras clases de hoy. – por la expresión en el rostro de Kuroko nadie sabría si era una mentira o si decía la verdad, era un chico de pocas palabras y muy serio en expresiones faciales.
El profesor los miro a ambos no muy convencido de las palabras del menor. Pero como no tenía como demostrar que mentían, se limitó a tomarlo como cierto. Regañando a los demás estudiantes para que regresaran a sus cuartos, solo les dedico una mirada amonestadora de “resuélvanlo o verán”.
-         Aomine-kun…
-         Da igual, dormiré con Kise esta noche, así que disfruta de la habitación. Si quieres cambiar de compañero lo entenderé, pero asegúrate de avisarme con anticipación. – dijo, cortándole a la conversación y dándola por terminada. Salió de la habitación, acomodándose la mochila al hombro, se topó con Kagami-sensei, pero no le dirigió la mirada, llevaba demasiado enojo en la cabeza, lo único que podría calmarle seria jugar un uno a uno con el tonto rubio.
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[Kuroko Tetsuya]
Cuando Aomine se había salido de la habitación, encontrándose completamente solo, pudo volver a respirar.  Había sido un infierno el no titubear con la imagen del pene de Aomine en su cabeza. Pasando la mano por sus cabellos, trato de enfriarse.
No era la primera vez que lo veía, pero era muy diferente. Ahora todo su cuerpo estaba más que caliente.
Caminando alrededor del pequeño espacio de la habitación, abrió las ventanas y saco la cabeza, recibiendo el aire contra su cara como un alivio.
Suspiro, su cabeza estaba más relajada.
Se fue con Kise, otra vez.
Siempre que peleaban por la habitación Aomine iba hacia Kise, no es como si Kuroko odiara a Kise, le caía bien. Bueno, algunas veces era molesto y lo quería estrangular, pero no lo odiaba. Eran buenos amigos, pero ¿Qué con Aomine? ¿También eran buenos amigos? O ¿Eran buenos amigos?
Sacudió la cabeza, ¿Qué estaba pensando? No es como si Aomine y él fueran otra cosa más que simples compañeros de cuarto. Rio tontamente.
No es como si quisiera hacerle de bronca todo el tiempo, pero no podía hacer otra cosa. Cada vez que lo veía en ese tipo de escena, Kuroko no podía hacer más que ponerse un millón de veces más nervioso.
Así era, Kuroko era un completo virgen, en toda la extensión de la palabra, casi podían decir que sudaba agua bendita.
Y eso lo llevaba a meter la pata. Y hacer rabiar a Aomine. Tenía que arreglar las cosas con él, no quería que se quedaran así.
¿Hablaba enserio sobre lo de cambiar de compañero?
Coloco su cabeza sobre sus manos, meditando sus pensamientos,  continúo mirando el atardecer. Un largo suspiro salió de sus labios, entrecerrando los ojos.
Y todo había sido visto por Kagami-sensei. De seguro ahora no podía volver a mostrarle el rostro. Su cara ardía de la vergüenza.
Hacía tres meses que el guapo sensei había comenzado a trabajar como encargado de dormitorios y Kuroko no podía apartar la mirada de él, y siempre era atrapado viéndolo.
¿Qué pensaría él ahora?
Alguien toco a la puerta, rápidamente despertó de su sueño y camino para contestar, encontrándose con cierto pelirrojo enorme.
-         Kagami-sensei.
-         Kuroko, ¿todo está bien?
-         Si, ¿Por qué pregunta?
-         ¿y Aomine?
-         Él… dijo que se iba a quedar con Kise-kun esta noche.
-         ¿se pelearon?
-         Yo… - ante los ojos del pelirrojo supo que no debía mentirle, no serviría de nada. – sí, algo así.
-         Entiendo. ¿estarás solo esta noche? – las mejillas de Kuroko se incendiaron, Kagami también se puso rojo al darse cuenta de lo que había dicho sonaba como una insinuación, excusándose – ah… no, me refiero a que… tsk, sino tienes nada que hacer, ¿te gustaría salir conmigo?
-         ¿eh?
-         Bueno… yo… iba a ir a la ciudad por unas cosas y me preguntaba, ¿te gustaría ir conmigo? Te invitare la cena como gratitud
-         ¿una cita? – las palabras salieron de su boca, se congelo ante lo que había dicho.
-         ¿Qué?
Ambos se pusieron rojos de pies a cabeza, ahora el tigre se veía como un completo punto rojo.
-         Yo… no… - Kagami miro como los ojos de Kuroko lo miraban fijamente, anhelantes, no podía decirle que no, era demasiado lindo. Tragando en seco por lo que iba a decir, apretó los puños. – SI, ES UNA CITA. ¿QUIERES SALIR CONMIGO?
-         … S-sí. SI QUIERO.
-         ¿en serio?
-         Aja.
-         Eso es… genial. Vendré por ti a las 7:00pm, ¿si?
-         Está bien.
-         Nos vemos después. – besándole en la mejilla, muy cerca del labio, Kagami se sintió idiota por hacerlo, pero tenía que hacerlo. Cuando tuviera oportunidad besaría esos labios completamente como si su vida dependiera de ello. Ahora solo podía hacer esto. Salió corriendo por el pasillo, tenía que terminar sus clases, darse una ducha y cambiarse. Tenía una cita.
Kuroko se quedó quieto en el marco de la puerta.
Ese… ese fue… mi primer beso….
Su mano fue hacia donde los labios de Kagami le habían besado, sintiendo el picor de la barba del mayor. Se mordió el labio.

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[Aomine Daiki]
-         Cuarto de Kise

Nada mejor después de un partido que un buen baño. Aunque no podría llamarlo partido porque el rubio no le dio una buena pelea en la cancha. Se dejó caer en el sillón, distendiéndose.
El dueño del departamento apareció pocos segundos después, ya con su pijama puesto y el celular en la mano.
-         Tuve que atender una llamada.
-         No hay problema.
-         Entonces, ¿Kurokocchi y tú pelearon, otra vez?
-         ¿Cómo lo sabes?
-         Siempre que estás enojado o te has peleado con Kurokocchi vienes a quedarte a mi departamento.
-         ¿es una molestia?
-         Sabes que no me refería a eso, solo pregunte por curiosidad.
-         Eres muy curioso.
-         Vamos, Aominecchi, ustedes son mis amigos, ¿no puedes decírmelo?
-         Humph – le dio la espalda, acomodándose más en el sillón como si fuera una cama, Kise suspiro, no podría hacerlo decir nada más que eso. Se levantó del sillón y dejo el teléfono en su lugar, pero antes de ir a la cocina a prepararse algo, la voz de Aomine le detuvo – Creo… creo que fue mi culpa.
-         ¿tú culpa? ¿Por qué? – el rostro del moreno se tornó un poco más rojo.
-         Bueno, Tetsu entro cuando… ya sabes – haciendo un movimiento de mano que kise entendió completamente, asintió y le detuvo.
-         Entiendo a lo que te refieres, no lo sigas haciendo. Continua.
-         Y pues… peleamos… él quería que lo dejara de hacer y yo me enoje.
-         Típico.
-         Oí, es natural masturbarse, ¿no?
-         Sí, pero tú no lo haces normalmente. Esta no es la primera vez, ¿verdad?
-         Así es.
-         Lo supuse, por eso Kurokocchi se enojó.
-         Tsk, como si él no lo hiciera. Es normal en los chicos de nuestra edad. – bufo. El rostro de Kise se puso colorado ante las palabras de Aomine, quien no lo pasó desapercibido – Oí, ¿tu…? – no le dejo terminar, dándole un golpe el moreno cayó al suelo.
-         No lo digas.
-         ¿te la jalas?
-         ¡Wah! ¿Por qué siempre lo haces sonar tan mal?
-         Vamos, se honesto conmigo.
-         A veces, sí. ¿Por qué te estoy diciendo esto?
-         Somos amigos, ¿no?
-         Aun así es privado y además, hablarlo con Aominecchi es como hablarlo con un niño pervertido.
-         Como sea.
-         Aominecchi, ¿crees que Kurokocchi se…?
-         ¿se toque? No tengo idea, jamás me ha dado esa idea. Digo… ¿o tal vez…?
Ambos chicos se miraron. No había que ser genios para entender lo que esa mirada significaba.


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