LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE - CAPITULO 19
[Cacería:
Batalla Mixta Final 3.3]
*******
[Experimento
531]
Era
mi culpa. Si, lo era. Christopher había muerto por mi culpa.
Muerto. Se suponía que no debía pasar eso. Se suponía que
después de que los eres vieran que en realidad era uno de los nuestros lo
dejarían libre. Lo entregarían a los cazadores y después volveríamos a la
ciudad.
Entonces,
¿Por qué? ¿Cómo paso esto?
Dejándome
caer de rodillas contra el suelo terroso. Encerrado en la habitación de ese
chica Lisbeth. Apretando las manos, tomando un poco de tierra del suelo, que
obviamente quedaría entre mis uñas. Ben me había dicho que si hacia eso Chris volvería
con nosotros y con padre (Bateman).
¿Qué
había hecho mal?
Repasando
nuevamente el plan, cada paso, todo había esta mínimamente planeado y aun así había
resultado así.
¿Era
mi culpa que el plan fallara de esa forma? ¿El que los weres no se movieran
como había previsto Ben era mi culpa?
Negué,
sacudiendo la cabeza repetidas veces.
No,
no era mi culpa. Era culpa de ellos. Esos weres. En primer lugar por haberlo
raptado. Chris era nuestro hermano, era lógico que tuviera que volver con
nosotros después de haberse perdido.
Ellos habían arruinado todo.
Liberando
la tierra de mis manos, levantándome del suelo, me mire en el espejo que había
en la pared. Los rasgos eran los mismos que los de la chica. Solo había
necesitado un poco de su sangra para poder hacerme de su apariencia. Los cabellos
rubios cayendo por mi espalda y el flequillo recto por encima de mis cejas.
Sonreí divertido.
Aun
había posibilidades de salvar a Chris. Padre podría hacer algo con su cuerpo,
como la última vez que lo trago de vuelta a la vida. Solo tendría que llevarle
su cuerpo y después… volveríamos a ser una familia.
Sin
poder contener las risas de felicidad, mi sonrisa se ensancho, dando pequeños
brincos en mi lugar. Así me quede unos minutos, hasta que me di cuenta que aún tenía
que encargarme de algunas cosas.
Los weres.
Ellos
no formarían parte del plan. Y aunque Ben me había dicho que los dejara con
vida hasta que los demás vinieron por ellos, porque ahora mismo ya conocíamos
su ubicación, gracias al rastreador que me habían dado. Los Fledermaus y los
demás vampiros vendrían pronto.
Tal
vez mientras podría divertirme un poco. ¿Qué diferencia habría si uno o 15
weres faltan?
Ninguna,
¿verdad?
Siendo
interrumpido por el suave golpeteo de alguien sobre mi puerta. Acalle mis
risas, agudizando más el oído. Una voz femenina se escuchó.
-
¿Lisbeth? ¿estás ahí?
Quería ver si estabas bien.
-
Ummm… ahora voy… Abby…
- tartamudee, arreglándome el cabello por encima del hombro, dándome una mirada
en el espejo. Tenía que hacerla de mártir, se suponía que mi “novio” estaba muerto.
Abri la puerta, dejándola entrar a mi habitación. Abby era una chica demasiado
precavida, siempre alerta. Me habría gustado haberla matado a ella y tomar su
lugar, pero eso solo significaba una pelea más larga. Lisbeth no fue tan
difícil de matar, gracias a los Cazadores. Abby se acercó, tomándome de los
hombros.
-
¿estás bien? Me
refiero, con todo lo que ha pasado. – asiento en silencio, ella deja salir un
suspiro aliviado y me mira nuevamente - Lamento mucho de lo Butch, pero… no tenías por
qué hacer eso con Jason… - eso me sorprendió, apartándome lentamente, me pongo
a una distancia de tres pasos, cruzándome de brazos.
-
¿lo estas
defendiendo? Él es nuestro enemigo.
-
No, no lo es. En
ningún momento, desde que lo trajimos, ataco a nadie de la manada. Podría no
ser were, o humano, pero aun así era alguien de confianza.
-
Tal vez para ti. - ¿crees que no lo es? Es mi hermano, zorra.
Yo lo conozco mejor que nadie. ¿quieres que te lo deje? Apretando la mandíbula,
tensándome.
-
Él mato al cazador
que asesino a Butch, deberías de haberle agradecido que vengara su muerte. Yo
solo… quiero que reconozcas tu error. Todo lo que paso fue culpa tuya. La
muerte de Jason fue culpa tuya. – sintiendo una fuerte dolor golpear mi pecho,
me muerdo el labio por dentro, aguantando las ganas de saltar encima de ella y
despedazarla. Tragando en seco, frunzo el ceño, crispándome.
-
¿A dónde quieres
llegar con esta charla, Abigail?
-
…
-
¿y bien? – dije
molesto, cruzado de brazos, estaba perdiendo la poca paciencia que tenía.
Mirándole con una ceja levantada. Hay un silencio prolongado.
-
¿Quién demonios eres
tú? – alejándose unos pasos de mí, la veo retroceder, puedo sentir como el
ambiente se tensa. Un escalofrió recorre mi cuerpo al percatarme de como la
sangre de la were se enciende de rabia.
-
Tal y como se
esperaba de la líder de las hembras. Tienes todo mi respeto, Lisbeth. Ahora… -
saltando encima de ella, sin darle tiempo de cambiar a lobo. Ambos chocamos y
caemos, rodando en el suelo. La tomo del cuello, envolviendo mis brazos alrededor,
aplicando presión. Sus garras clavándose en mis brazos, pero no le suelto. Unos
segundos después siento como algo se clava en mi palma y le suelto.
Me
ha mordido. Veo mi mano, donde una marca en forma de C aparece, como si fuera
una línea punteada de rojo. Ahora ella me ataca, pero en el momento en que lo
hace, y soy embestido contra la pared, hago que mis uñas se alarguen, y las
clavo en su vientre, usando más fuerza de la que debería y la oigo ahogar un
gemido de dolor. La presión con que me embestía se va deteniendo y al final el
cuerpo de Abby cae al suelo, una herida de la cual sale una gran cantidad de
sangre. Viéndola como trata de alcanzarme, mientras no deja de matarme con la
mirada.
-
¿Q-Quién… diablos…
eres tú?
-
¿Yo? soy… alguien
superior a ti. Y ahora voy a encargarme de aquellos que consideras familia. ¿no
es divertido? – musite, sin poder contener mi sonrisa. Le suelto un golpe con
la punta de mi calzado y la dejo tirada en el suelo de la habitación de
Lisbeth, desangrándose.
[********************]
[Ethan,
Eliot – Bosque de los Azules]
El
sujeto estaba descansando en el vehículo, recuperando las fuerzas perdidas en
el combate, mientras los demás vampiros se posicionaban, preparándose. Todos
bien armados. El que los Cazadores se revelarán en su contra les había generado
una gran baja en sus filas, pero aun así no podían darse por vencidos.
Acercándose
al pequeño contenedor en el que estaba aquella bestia que Bateman les había
prestado, además de Ethan, en caso de que algo se saliera de control y
necesitaran una ayuda mayor.
Ni
siquiera sabía que era, pero por los sonidos que producía se oía enojada. Ni de
coña que lo dejaría salir mientras él estuviera al mando. Se alejó, viendo cómo
se balaceaba el vehículo por el movimiento brusco.
Si
Jason quería jugar sucio y esconderse, le darían en donde más le dolía, en sus
preciados amigos peludos.
-
¡¡OK, ESCÚCHENME
PEDAZOS DE PORQUERÍA!! quiero que no dejen a ningún were, humano, o lo que sea
que este en esa madriguera. Todos deben morir, sin excepciones. Si encuentran a
Jason dispárenle.
-
Pero, señor, ¿Qué hay
de capturarle?
-
Idiota, si muestras
compasión por ese sujeto es más probable que él te corte la cabeza si dudas un
simple segundo. Se los recordare de una vez, Jason es alguien importante para
Bateman, pero igual, eso no significa que vamos a dar la vida por uno de sus
juguetes, ¿verdad? Estamos aquí para llevarlo con nosotros, y eso implica, que
si es necesario dispararle para hacer que deje de correr de nosotros, llevaremos
su cadáver.
-
… - ninguno se atrevía
a contrariarle, pero las miradas inseguras le indico que aun dudaban.
-
Si quieren capturarlo
por las buenas, bien. Pero no se los recomiendo – quitándose el parche del ojo
izquierdo, desvelando la enorme cicatriz en su rostro, hizo lo mismo con la
chaqueta que le cubría. Unas enormes cicatrices alrededor de sus extremidades,
donde se suponía deberían estar sus ligamentos, como si hubieran sido
arrancadas y pegadas nuevamente quirúrgicamente. Más de alguno desvió la
mirada, torciendo el gesto en inconformidad – esto es lo que se ganan si dudan.
¿entendieron?
-
Sí, señor –
respondieron inmediatamente. Eliot sonrió. Levantando su espada al aire.
-
¡¡BIEN, VAMOS POR
ESOS MALNACIDOS PERROS!!
******************************************
[Jason]
Dejando
el cuerpo inmóvil, sin vida, de Lisbeth. Cerré sus ojos, y sin pensarlo dos
veces me encamine a paso veloz, tenía que advertir a los weres. Inhalando profundamente,
perseguir la fragancia de los weres fue más fácil de lo que creí. Siguiendo mi
olfato, atravesando el bosque, hasta llegar donde se perdía el rastro en aquel
viejo y hueco árbol.
Metiéndome
dentro, cuidando de no dejar demasiadas huellas. Aunque eso no importaba
demasiado. Estarían en camino, en sus vehículos, hacia la Guarida. Al menos
contaba con que el terreno les quitara tiempo.
Aspirando
el aroma a tierra y humedad, sintiendo la brisa fría acariciar mi rostro, como
si fuera un suspiro helado. Trague en seco. Comencé a correr una vez mis pies
se plantaron en la superficie lisa del túnel. Corriendo lo más rápido que mis
piernas me permitían. Sin importarme demasiado el nivel con el que mi corazón
se agitaba por el ejercicio. ¿Era bueno que me agitara después de haber
experimentado la muerte?
No
podía detenerme a pensar en ello, no después de saber que había un impostor en
la Guarida. Todos corrían peligro. Charlie, Abby, Kadar, Kaden, Alo, los niños,
Olga, Lucas, Miguel, Randolph.
Apresuré el paso, aumentando la velocidad. Sintiendo el aire golpear mis
mejillas. El calor del ejercicio me hacía sentir más ansioso, cada musculo de
mi cuerpo vibrando ante la adrenalina y la estamina que se iban consumiendo con
cada zancada, mis piernas imparables, mi pecho a todo motor como si fuera a
estallar.
Tardé
unos cuantos minutos, considerando mi velocidad con la de los weres, cuando
logre vislumbrar una luz. Mi corazón se estremeció, saltando en su interior.
Mis piernas aumentaron el paso. Dando un último paso hacia adelante,
entrecerrando los ojos ante la luz que me cegó, puesto después de haber estado en
penumbra me hacía sentir un poco confundido, desorientado.
El
aire salió de mis pulmones, un suspiro de alivio al ver a todos los weres de un
lado a otro, vivos. Casi podía sentir mis lágrimas salir de felicidad. Sonreí
tontamente, dejando salir una pequeña risilla. Provocando que los weres notaran
al sujeto parado a mitad del arco del túnel principal. Algunos retrocedieron,
suspiros entrecortados y el silencio se apodero de toda la Guarida.
Todos
me miraban fijamente, nuevamente, expresiones estupefactas, perplejos ante lo
que veían. Pareciera como si hubieran visto un fantasma. Controlando mi
respiración, el tragar mi saliva provoco un dolor en la boca de mi estómago.
Podía sentir como mi corazón latía fuerte, retumbando en mis tímpanos. Si nadie
decía nada tenía el leve presentimiento que saldría corriendo por el mismo
túnel. Parecía que fuera a darme un ataque, apreté los puños. Entrecerrando los
ojos.
Caminé,
dando el primer paso dentro de la Guarida. Algunos retrocedieron, abriéndome
paso, guardando la distancia. Notando las miradas filosas y algunas nada
agradables. Rompiendo el espacio que había entre ellos, deteniendo mis pasos
frente al alfa y el beta de la Guarida.
-
Jason… - pronunció,
provocando en mí un suspiro. Mi nombre en su boca sonaba como un murmullo, de
alguna forma le daba un encanto que me absortaba de toda la atención. Era como
si fuéramos los únicos dos. Nos mirábamos, con la boca entreabierta, sin decir
palabra alguna. Sus ojos reflejaban tanto, que me sentía abrumado por los sentimientos
de este. El leve temblor en sus dedos, sus manos se restringían a sus costados,
como si se cohibiera a si mismo de alargar su mano. Mi corazón se agito,
sintiendo el calor en mis mejillas. Tenía la urgencia de correr a sus brazos y
aferrarme a él. Escuchando un leve carraspeo detrás de Randolph, parpadeé.
-
Snyder… - el aire
volvió a ingresar en mis pulmones. El tiempo regreso a su normalidad. Viendo la
imponente figura de Alo a un costado. Sacudí la cabeza, despertando de aquel
trance.
-
¿Qué estas…? – le
intervine a Randolph, si lo dejaba hablar jamás los advertiría, sentía que me
ponía más estúpido cuando lo veía sonreír. Negué con la cabeza.
-
Escúchenme, la
Guarida está en peligro. Los vampiros vienen en camino. Saben nuestra
ubicación.
-
No puede ser, ¿Cómo…?
– iba a continuar explicando, cuando lo note, caminando libremente entre la
Guarida, sin preocupación. Su sonrisa burlona que se mantenía en su rostro. Tan
pronto como la vi, mi cuerpo no se pudo contener.
-
¡¡Tú!! – pronuncie,
saltando encima de Lisbeth, quien pareció prevenir mi ataque porque me recibió
con los brazos abiertos, aplicándome una llave inversa. Gritos de todas partes,
no me importaron. Ambos rodamos por el suelo. Golpeando. Le solté un puntapié
en el estómago, haciendo que la “mujer” cayera al suelo, escupiendo un poco de
saliva.
Iba
a dar el siguiente golpe, cuando dos hombres fornidos me sujetaron de los
brazos, separándome de Lisbeth. Pataleando y bramando cuanta palabrería a los
dos orangutanes. Me sometieron.
-
¡¡Ella es una impostora!!
Tenemos que matarla.
-
Cálmate, Jason.
¿sabes lo qué estás diciendo? – me dijo uno de los chicos, que note era
Charlie. El otro era Kaden. Ambos me sujetaban fuerte, obligándome a ponerme de
rodillas, agachando la mirada.
-
Si, lo sé.
-
¿Cómo te atreves a
levantar una acusación semejante grande contra uno de los nuestros? ¿sabes lo
qué te pasara?
-
Lo sé, pero solo
quiero que me crean. Todos están en peligro.
-
¡¡SILENCIO!! ¿Por qué
deberíamos confiar en lo que dices? ¿eh? – dijeron los miembros líder de la manada.
Apreté las manos en puños y brame toda mi ira, la sonrisa de satisfacción de la
falsa Lisbeth.
-
Ella esta con los
cazadores. Ella no es la verdadera Lisbeth, es una impostora. Tienen que
creerme.
-
Lo siento, Jason, no
podemos hacer eso. – dijo un tercero del
grupo, que no logre identificar. La forma en que Kaden y Charlie me desviaban
la mirada me dolía más que los demás calándome fuertemente.
-
¿Por qué no? –
cuidando que mi tono no se rompiera por las enormes ganas de llorar.
-
No tienes ninguna
prueba.
-
¿no cuenta mi
palabra?
-
No en nuestra manada.
-
Como castigo por
difamar a uno miembro de la guarida, serás llevado a una de las celdas del
calabozo subterráneo. No se te permitirá irte y tu rango volverá a ser el de un
prisionero-esclavo.
-
Llévenlo. – declaro
uno de los weres más viejos. Su cabello blanco amarrado en una coleta, y su barba larga. Siendo arrastrado por los dos
weres, agache la mirada.
-
¡Esperen! ¡no les
dejare que le hagan eso! – la voz de Randolph me hizo levantar la vista,
encontrándome c0n su firme postura frente a mí, un aura le rodeaba, haciendo
que todo mi cuerpo se estremeciera. Una figura omnipotente. El were más viejo
intervino al ver la reacción del Alfa.
-
Alfa, es por el bien
de la Guarida.
-
¡Basta con eso! ¿por
el bien de la Guarida? Esto no generara ningún bien. Yo le creo.
-
¿Cómo puedes…?
-
El no es de la
manada, es un espia.
-
Yo le creo.
-
Alfa, tu juicio se ha
nublado. Creo que has olvidado tu posición como tal.
-
No, no la he
olvidado. Soy el alfa, y debo elegir lo mejor para la manada.
-
¿sabes? Creo que es
momento de decírtelo, pero estamos cuestionando tu lealtad, Alfa Randolph.
¿realmente eres el indicado para guardar nuestra confianza? Te has hecho débil
con este humano. Dinos, ¿Por qué lo proteges tanto? ¿eh? Dinos. – no solo eran los
miembros de la Guarida los que lo miraban fijamente sintiendo la anticipación
de esperar su respuesta con demasiado interés. Sentía que si decía algo como lo
que le había dicho a Alo mi corazón se partiría nuevamente. Tragando en seco,
viéndole fijamente.
-
¿Por qué? Bueno,
porque… porque… porque Jason Snyder es mi pareja, ¿sí? Él es mi pareja. –
tomándome de los brazos de los weres, me acerco contra su cuerpo, envolviendo
su brazo alrededor de mi cintura, podía sentir su fuerte cuerpo contra el mío,
mi palma sobre su pecho, al igual que mi mejilla, sintiendo su gran mano
acariciar mi cabeza. Me sentía cálido, seguro, con ganas de llorar y de
abrazarlo. Sintiendo sus torpes dedos sobre mi mentón, obligándome a mirarle,
sentí el leve rubor, apretando mis labios, podía sentir su respiración
golpeando mis mejillas – Y no dejare que nadie le haga daño. Si tienen algo que
decir con respecto a él, tendrán que decírmelo a mí. Incluso si eso implica
pelear contra mis propios hermanos. Y si tanto les molesta como lidero esta
Manada, bien, adelante, vétenme, pero no me pondré en contra de la persona que
amo. No me importa que no sea humano, o que no sea un were, él es mío.
Bien,
sentía como si me fuera a derretir en sus brazos. Casi me trago mi propia
lengua. Sintiendo algo cálido presionarse sobre mi frente, que rápidamente bajo
a mis labios. Note como los labios de Randolph me tomaban frente a toda la
manada. Cerrando los ojos, dejándome llevar por el momento, importándome un
bledo todos los demás. Abrí mi boca, dejándole entrar en mi cavidad, su lengua
enredándose con la mía. Enviando una onda de electricidad a mí espina. Su gran
mano acariciando mi mejilla. Así nos quedamos unos minutos más, saboreándonos
mutuamente, mientras el calor de nuestros cuerpos aumentaba más y más.
Me
aparte un poco, colocando una mano sobre su pecho y relamiéndome los labios,
saboreando a Randolph en mi boca. El me miro, sintiéndome casi siendo atravesado
por sus cafés ojos, mientras su boca se deformaba en una cálida sonrisa, que
solo pudo hacer más que hacer vibrar mi pecho.
Los
cuchicheos de los demás. Los que pude escuchar, dándome cuenta que Randolph me
había admitido como su pareja. Lo cual no tenía idea que significaba. Pero al
sentir a Randolph junto a mí no me importo demasiado.
Viendo
como Lisbeth se levantaba del suelo, empujando a la chica que le ayudaba.
Comenzó a correr, tuve que apartarme de los brazos de Randolph para salir en
contra de Lisbeth, tomándola de la cintura mientras me barría por el suelo.
Ambos caímos. Lisbeth me pateo, pero a mordí de la pierna, probando un sabor
extraño. Escupí la sangre que se había impregnado en mis dientes.
Rodamos,
colocándonos de pie, rápidamente le aseste un golpe seco en el rostro, ella me
respondió alargando sus garras para darme una tajada. Pasando por encima de mi
cabeza, volví a asestarle un nuevo golpe por debajo del mentón. Haciéndola caer
sobre su trasero. Sobándose, su nariz y boca sangraban. Me miró fijamente.
-
¿Por qué los
proteges?
-
Ellos son importantes
para mí. Así que no puedo permitirte que les hagas daño.
-
¿más que nosotros? –
notando como su ojos se ponían cristalinos. Recordando a Ethan. ¿realmente era
cierto que tenía una familia que había olvidado? ¿Por qué se aferraban tanto a
que volviera con ellos?
Era
un asesino. Ese tipo era un asesino, pero aun así, me sentía un tanto culpable.
Él debía tenerlo peor, obedecer a Bateman para sus jueguitos estúpidos de
cacería. Me agache, quedando a su misma altura.
-
Así es. – viéndole tragar, desvió la mirada un rato y
después regreso la mirada hacia mí.
-
Una última cosa ¿eres
feliz aquí?
-
S-Sí. Lo soy.
-
Bien. Y-Yo… me rindo,
hermano. – dijo, levantándose.
Sonrió,
sus uñas se alargaron, eran tan largas y afiladas, como navajas. Viéndola
acercarlas a su rostro, las uñas pasaron por encima de su rostro, abriendo su
piel, una serie de 5 líneas atravesando
su rostro, el cual en segundos, en lugar de sanarse o quedar las cicatrices,
comenzó a cambiar en otra apariencia. Un cabello negro largo hasta por debajo
de la cintura, ojos grises y su cuerpo volviéndose un poco más alto, adoptando
la apariencia de Abby, todos los presentes quedaron boquiabiertos ante
semejante espectáculo. Retrocediendo unos pasos. Temerosos.
Kaden
y Charlie le sometieron esta vez. Apresándole ambos brazos con una soga. Su
rostro siendo empujado contra la superficie del suelo tras el peso de Kaden. No
se resistió, simplemente se dejó hacer.
-
Llévenla a una celda.
La interrogaremos más tarde. – dijo Alo, a lo que Kaden y Charlie asintieron,
llevándola fuera del rango de visión. Continuo, girándose hacia todos,
suspirando molesto – ¿y bien? ¿tienen algo que decir? Randolph ha demostrado un
valor increíble durante toda su vida, nos ha mantenido a salvo de los vampiros.
Y ahora que las cosas se han puestos difíciles, ¿vamos a darle la espalda?
Nosotros nos protegemos, y si Jason Snyder es pareja de Randolph debemos
protegerlo como tal, porque ahora es parte de nuestra manada.
Todos
los miembros de la Guarida continuaban murmurando, mirándose por el rabillo del
ojo, muchos de ellos sobre mí. Sentía cierta pena, ocultando mi rostro en el
pecho de Randolph, más que nada porque sentía que si los miraba no podría
aguantar las ganas de salir corriendo de aquí, pero los brazos de Randolph se
sentían tan bien a mí alrededor.
No
fue nadie más que el mismo anciano que se paró frente a nosotros, dando pasos
lentos, apoyándose en un bastón, que no había notado hasta que salió por
completo del túmulo de gente. Nos miró a ambos, y después simplemente le vi levantar
su mano, sentí que me golpearía con ella, pero en su lugar sentí el calor de
esta sobre mi mejilla, subiendo para revolver mis cabellos. Abrí los ojos.
-
Entonces, un chico,
¿eh? Interesante. Alfa Randolph, me alegra mucho que hayas encontrado a tu
pareja, pero debo saber, ¿si te mantuvieras como Alfa seguirías velando por la
seguridad de todos o solo la de tu pareja?
Randolph
se tensó, apretando la mandíbula, acaricie su brazo, dándole suaves toques para
indicarle que se relajara. Él pareció entenderlo y asintió, relajándose un poco,
contesto.
-
Mi pareja siempre
tendrá un lugar más importante en mi corazón. Él debe saberlo. Incluso mayor
que mi propia vida. Pero mi deber es con la manada, como alfa y como were, manteneros
con vida, protegerlos y mantener el orden. Yo jamás le daré la espalda a
ninguno de los míos. Soy un were ante todo. Pero si algo llegara a pasarme a
mí, esperaría que mi manada protegiera a mi pareja. – ante sus palabras me gire a él, sintiéndome
un poco ansioso y nervioso. Él no me miro esta vez, sabiendo que le miraba
fijamente, preocupado.
-
¿arriesgarías tu vida
por nosotros?
-
Como lo he hecho
hasta ahora. Solo que ahora que tengo
más que perder, no tengo intención de morir en vano.
-
Ya veo. ¿Qué hay de
ti, muchacho? - los ojos opacos del
anciano se posaron sobre mí, que no supe que hacer. – Hemos oído lo que tu pareja piensa, pero,
¿Qué hay de ti? ¿crees poder desempeñarte en la manada? Servir de ejemplo y
proteger a los demás. ¿empuñarías un arma para salvarnos?
-
Puede que ninguno de
ustedes sea lo suficientemente tonto como para confiarme sus vidas, pero
peleare. No importa qué. Peleare. No quiero más muertes. De ninguna raza. Bateman
ha ido demasiado lejos esta vez. Y no le permitiré que salga limpio de esta.
-
Ciertamente, un chico
muy interesante, Alfa. Por mi parte, cuenta con mi apoyo, lo seguiré como lo he
hecho hasta ahora. – dijo el anciano,
esta vez inclinando suavemente su cabeza, en símbolo de respeto. Notando como
los demás weres de la manada comenzaban a imitarle, levantando el puño al aire,
-
Yo también. – admitió Alo, cruzando los brazos sobre su
pecho, esbozando una sonrisa.
-
¡Sí! – esta vez fue
Charlie, motivando a los demás a secundarle.
-
¡Nosotros también! - exclamaron más desde el fondo, provocando
más gritos eufóricos asintiendo.
-
Cuenta con nuestro
apoyo, Alfa. – volvió a retomar el anciano. Asintiendo hacia mí, hice lo mismo
y después a Guarida estallo en gritos, en los cuales el nombre de “Randolph”
reinaba. Alo se acercó hacia mí, quedando a pocos centímetros, una sonrisa en
su rostro, levante la mirada, arqueando la ceja.
-
Supongo que tendré
que decirte “hermana”, ¿no, Snyder? -
dejando salir una suave risita burlona. Negué, empujándole con el hombro.
-
No lo hagas. –
Charlie corrió hacia mí, levantándome del suelo para hacerme girar. Kaden y
Kadar detrás de él.
-
¿entonces Jason será
uno de los nuestros? – dijo Kaden con una enorme sonrisa, palmeando el hombro
de su hermano, que aunque no parecía decirlo, estaba sonriendo.
-
Tsk, genial.
Siendo
envuelto por una gran cantidad de weres, conocidos y aquellos que no había
terminado de conocer, todos me saludaban y me daban su bendición y bienvenida
en la manada. Obviamente hubo algunos que supieron que no debían llamarme
“hermana” o “hembra del Alfa”, porque valoraban sus miembros. Entre tanto ajetreo,
algo llamo mi atención. Era leve, pero podía distinguirlo fácilmente. Inhalando
profundamente, el aroma era el mismo, solo que más fuerte. Mi cuerpo se
estremeció por la sensación que producía en mi cuerpo. No era como antes, ahora
podía controlar las ansias de saltar en busca de la fuente. Pero podía sentir
como mi pecho se agitaba por el aroma delicioso.
-
Huele a… sangre…. –
las palabras salieron de mis labios, sin percatarme que todos los demás me
escuchaban. El primero en reaccionar fue Alo, quien se giró hacia mí, tomándome
del hombro.
-
¿Qué?
-
Sangre… y es de… Abby…
- tragué en seco al ver como la figura de Abby salía de uno de los pasillo,
toda ensangrentada desde la parte media de su cuerpo. Todos gritaron,
cubriéndose la boca. Alo corrió a socorrerla, tomándola entre sus brazos.
-
Alo, hermano –
pronuncio Abby, seguido de un quejido de dolor, mostrándole una mancha de
sangre en su mano de su vientre. Abby se desplomo en los brazos de su hermano. Cayendo
inconsciente.
-
¡no! ¡no! ¡Mason, ven
acá! – el doctor hizo acto de presencia, viendo la herida. Asintió. Totalmente
nervioso, más que nada por la mirada de Alo.
-
Dios, tráiganla a la
enfermería. – indico Mason, mostrándoles el camino a los weres que tomaron a
Abby entre sus brazos
-
¿Qué hacemos con la impostora?
-
Llévenla a la
prisión, me encargare de ella más tarde. – gruño molesto, haciendo que todos
nos estremeciéramos ante su tono amenazador.
Siguiendo
a Alo y al doctor Mason hasta la enfermería. El doctor corría de un lado a
otro, Alo a un lado de su hermana, los weres la colocaron sobre la camilla,
teniendo sumo cuidado.
Mason
comenzó a revisar sus signos, su presión, limpiando la herida con gasas y
alcohol, a lo cual Abby gruño por el ardor del líquido sobre su piel herida. La
sostuvieron para que no se sacudiera y no se lastimara aún más la herida.
-
La herida es muy
profunda, creo que desgarro un órgano. Tal vez el intestino.
-
¿Qué podemos hacer?
Mason, por favor, no quiero perder a mi hermana. – Alo estaba llorando, tomando
al doctor del cuello. Levantándolo, completamente dominado por los nervios.
Mason tragó en seco, atemorizado. Alo se percató que lo estaba lastimando, así
que lo bajo.
Apretando
las manos, tensando todo mi cuerpo. Mi boca se abrió por si sola, acercándome a
ellos. Lo que estaba a punto de hacer era lo más loco y arriesgado que jamás
haya hecho. No sabía si funcionaria o no. Estaba apostándomelas a todas, a
recibir un golpe de Alo o incluso a ser encerrado de por vida en la prisión,
junto a la impostora.
Alo
se giró hacia mí al notar mi presencia a un costado, tomando por la nuca a
Abby, entrecerré los ojos. Su palpitar se hacía cada vez más débil. Solo tenía
una oportunidad. Y no sabía si tendría éxito.
-
Y-Yo… puedo salvarla…
-
¿Q-Qué?
-
Doctor Mason, usted
lo sabe, ¿verdad? – le mire y el desvió la mirada lejos de mí, rascándose la
nuca.
-
Yo… - mirándole fijamente,
también Alo, él suspiro, derrotado – Algo. No estoy 100% seguro de ello.
-
¿de qué están
hablando? – intervino Alo en nuestro juego de miradas. Dirigiéndose a ambos.
-
Hay una forma de
salvar a Abby, pero no estoy… - las manos de Alo me tomaron por los brazos,
apretándome, me sacudió.
-
¿una forma? ¿Cuál? Dímela.
¡Ahora!
-
Tranquilo. Primero,
Doctor Mason, ¿cree que funcione?
-
No lo sé. Tal vez. Tu
sangre sigue siendo un misterio para mí. Pero…
-
¿Pero…?
-
Si mis teorías son
correctas, una transfusión debería poder sanar el tejido interno. Pero también podría
causar una mutación secundaria.
-
Ok, ¿de qué diablos están
hablando? – me volvió a sacudir, pero me lo quite, apartándolo un poco con mis
manos. Levantando la mirada para poder ver a Alo directamente, me lamí los
labios, tomando una fuerte respiración.
-
Hay una forma de
salvar a Abby, pero no estoy seguro que estés de acuerdo con ella. – tragué en
seco, yendo de Alo a Mason.
-
¿de qué hablas? ¿Cuál
es?
-
Darle de mi sangre a
Abby.
-
¿Qué? ¿hablas en
serio?
-
Es lo único que se me
ocurre que la salve en su estado.
-
Pero… - antes de
continuar, fui yo quien le intervino.
-
Tú me viste, Alo. Yo morí
en ese bosque y ahora estoy aquí. – tomando su mano, la coloque sobre mi pecho,
justo donde estaba mi corazón. Alo abrió los ojos cuando escucho el palpitar - Toca, mi corazón sigue palpitando.
-
Abby…
-
Es tu decisión.
Randolph
se habia quedado a organizar a todos para hacer el traslado de la Guarida y por
lo que se escuchaba estaban ya en ello. Charlie y Kaden se encontraban en el
marco de la enfermería, vigilando en caso de que algún otro impostor se
encontrara en la Guarida. Los demás weres estaban dando vueltas por toda la
Guarida, preparando todo para abandonar antes de que los vampiros llegaran. Se
oían los fuertes gritos, ordenando y regañando, a algunos que no se daban prisa
de Kadar. No perdían ni un solo segundo.
La
tensión en la habitación se volvía más fuerte con cada segundo que pasaba. Mientras
escuchaba, porque me mantenía alerta a los signos de Abby, como iban
volviéndose más lentos. Alo trago en
seco, pasando sus manos encima de sus cabellos. Golpeo la pared varias veces,
maldiciendo a un millón de gente desconocida.
Finalmente
se tranquilizó, tomando una fuerte bocanada de aire, lo vimos recomponerse en
segundos. Retomando su postura normal. Nos miró, en especial a mí. Colocando su
mano sobre mi hombro.
-
Hazlo, por favor.
-
¿estás seguro?
-
No quiero perderla,
por favor. Es mi hermana. No me importa cuál sea el método, no dejare que ella
muera. Hazlo, Jason. – sus ojos se volvían vidriosos por la tenue capa de
lágrimas, apretando los labios para contener el llanto que amenazaba con salir.
Asentí en silencio, mirando al doctor.
-
Doctor Mason, ¿puede
encargarse de la transfusión?
-
Por supuesto. Alo,
será mejor que nos dejes un momento a solas.
-
Pero…
-
Nos encargaremos de
Abby. Además, Randolph parece estar peor que todos nosotros. – indicándole que
lo necesitaban al frente. Él asintió, muy a fuerzas.
-
Está bien. Regresare
inmediatamente.
Viéndole
desaparecer con los otros dos weres. El doctor Mason saco una pequeña agua y la
clavo en mi brazo, yo sin ánimo de mirar mi propia sangre siendo extraída,
trate de no prestarle tanta atención. El proceso no duro más de 3 minutos
cuando termino. Entregándome un pequeño algodón, que coloque donde había
pinchado mi vena.
Mientras
le veía cambiar la bolsa de sangre por la mía. Aguarde en silencio, sintiendo
un cosquilleo en las encías. La sangre comenzó a deslizarse por el pequeño
conducto e ingresando al organismo de Abby, por el dorso de su mano. Replico un
poco, pero después de unos segundos se tranquilizó. Esperamos.
-
¿Cómo sobreviviste? –
Mason se giró hacia mí, obviamente incomodo por el silencio y como buen hombre
de ciencia, necesitaba responder cualquier cuestionamiento que venía a su
cabeza. “Científicos” vienen en todos los tamaños, ¿no?
-
No lo sé. Lo único
que recuerdo es el sonido de una voz en mi cabeza y después despertar a mitad
del bosque.- el doctor me tomó de las manos, lo que provoco que le mirara un
poco sorprendido. Él retrocedió un poco, disculpándose. Pero no calmo su
curiosidad.
-
Jason, tu sangre es sorprendente. Mira que
morir y volver a la vida en un día. ¿Cómo te sientes? ¿estás débil? ¿Qué me
dices de tu cabeza, hay dolor? ¿y tu cuerpo?
-
Doctor Mason, son
demasiadas preguntas.
-
Lo siento, me deje
llevar.
-
Supongo que me siento
un poco cansado. – tosiendo levemente, desviando la mirada de la suya,
sintiendo el leve rubor en mis mejillas, rasque mi barbilla - Tengo hambre.
-
¿quieres que le pida
a Olga que traiga algo para ti?
-
Ummm, no creo que
estemos hablando de la misma comida. – levantando ambas cejas, mientras sus
ojos se abrían aún más. Pareció entender mis palabras.
-
Oh, ya veo. Creo que
tengo una muestra de sangre de uno de los miembros de la Guarida guardada aquí,
¿Qué te parece? – se levantó, yendo hacia donde guardaba una buena cantidad de
sangre.
-
¿está seguro? Digo,
¿no le da miedo?
-
Bueno, dado que te he
catalogado como un sujeto “intermediario” no creo que tu alimentación deba
sorprenderme. Analice tu sangre, eres como un laboratorio andante. Fascinante.
-
Wow, es la primera
vez que me dicen algo así. No sé qué decir. - me la entregó, sin quitarme la
mirada ni un solo segundo.
-
Toma. ¿está bien así?
¿deseas una pajilla? – lo mire, sin poder contener la sonrisa.
-
Vaya, me sorprende
que pueda bromear.
-
Lo siento, tenía que
hacerlo. – rodé los ojos. Rasgando el borde de la bolsa de sangre. El sabor
llego rápido a mis papilas gustativas, degustándola hasta vaciar la bolsa.
Trague lo último que quedaba en mi lengua. Lamiéndome los labios. Mason no
dejaba de mirarme, lo cual solo provocaba que me pusiera más nervioso. No me
había dado cuenta, me había puesto tan absorto en beber esa sangre que no había
visto como me miraba el doctor. Solo le faltaba una libreta a un lado. Cambie
el tema rápidamente.
-
¿funcionara?
-
Tenemos que esperar a
ver los resultados. Mientras tanto cambiare las gasas y limpiare la herida una
vez más.
********************************************
[Celdas
de la Guarida]
Hincado,
con la cabeza gacha. La celda estaba muy asegurada. El were que me cuidaba
estaba vigilante, sin quitarme el ojo de encima ni un segundo. Enarque una
ceja, divertido.
Mirando
los grilletes en mis manos, no pude sentirme menos impresionado.
Weres
Bufé.
Al parecer, toda la manada de perros estaba alterada. Tal vez porque sabían que
los vampiros llegarían en unos minutos.
-
“Ellos son
importantes para mí. Así que no puedo permitirte que les hagas daño.”
-
“¿Eres feliz aquí?”
-
“Lo soy”
Trague
en seco. Asintiendo en silencio. Si mi hermano deseaba vivir con los pulgosos,
bien. No me opondría. Es más, tenía mi aprobación como hermano mayor. Podían
ser perros, pero… tal vez lo cuidarían mejor que nuestro padre.
Yo
no tenía derecho a oponerme a los deseos de Chris, Jason, como fuera ahora.
Los
grilletes cayeron una vez que mis muñecas se hicieron más delgadas. La
diferencia entre Ethan y yo, es que su cuerpo se vuelve sólido, el mío es
completamente blando, como una gelatina que adopta cualquier forma. Por eso el
tomar la apariencia de otros se me hace mucho más fácil.
Me
levante del suelo. Y comencé a caminar, dando pasos largas, cuando mi cuerpo
toco la superficie de los barrotes, la atravesó. No era una sensación
agradable, pero logre salir fuera de la jaula. El were me miro, pero antes de
dejarlo reaccionar, le aseste un golpe con el puño por debajo del mentón.
Haciéndolo caer al suelo, inconsciente.
-
Lo siento, pero tengo
cosas más importantes que quedarme encerrado en esta jaula. Nada personal.
Adoptando
la forma del were, me mezcle con los demás weres, siendo empujado algunas
veces. Nadie me prestaba atención. Cuando me acerque al túnel. Supe que solo
tendría esta oportunidad.
Comencé
a correr, escuchando el pitido de las alarmas encendiéndose. Las explosiones
seguidas de estas mismas, haciendo colapsar los túneles. La red de bombas
colocadas en los túneles se activó simultáneamente.
No
era para atraparlos, ni nada parecido. Les daría tiempo. Así los vampiros no
lograrían llegar antes de que lograran estar listos.
“Buena suerte, hermanito”
******************************************************************
Una
explosión sacudió todo el lugar. Aferrándonos a lo primero que podíamos, me
tambalee cuando el cuarto de le enfermería se sacudió, haciendo algunas cosas
de los estantes caer. Me abalance sobre la camilla en la que descansaba Abby,
protegiéndole de cualquier objeto que pudiera lastimarla. Un gabinete se cayó,
partiéndose por la mitad, los fragmentos de cristal cayeron en mi espalda, pero
no parecieron herirme, puesto que no sentí el dolor. Mason se tambaleo, cayendo sobre su trasero.
Unos
minutos después todo se estabilizo nuevamente. Las cosas dejaron de sacudirse.
Pedazos de vidrio regados, al igual que demás utensilios y otras cosas, vendas.
Levantándome
de encima de Abby, ayude a Mason a levantarse, dándole la mano.
-
¿estás bien?
-
Tú… tienes algo en el
hombro. –me señaló con el dedo. Me fije la dirección que apuntaba, un pequeño
corte, nada profundo. El cristal seguía clavado en mi hombro. Sacándolo con
mucho cuidado. Lo arroje a uno de los botes de basura. Haciendo una mueca de
dolor por la leve herida. Mason corrió por el alcohol y gasas.
-
Tranquilo, no es nada
grave, solo es… - el sonido de los pasos apresurados, nos giramos,
encontrándonos con Randolph y Alo, ambos en el marco de la puerta con los
rostros pálidos. Alo corrió hacia Abby, asegurándose que estaba bien. Randolph
se acercó hacia mí, revisándome por todos lados. Sentí mis mejillas calentarse.
-
¿Qué paso? ¡Jason!
¿Qué te paso?
-
Jason protegió a
Abby. – se adelantó Mason. Randolph
sonrió, un tanto orgulloso.
-
¿en serio? Gracias,
Jason.
-
Somos familia, ¿no? –
aunque sonaba un poco a burla, parte de ello era verdad.
-
Estas herido. – volví
mi mirada hacia Randolph, quien aún no me soltaba. Es más, su tono se había
vuelto más serio, un poco ronco. Notando que miraba mi hombro.
-
Ah, solo es un
rasguño… - trate de decirle, pero Mason negó.
-
No creo que se
refiera a tu hombro. Tu espalda esta…
Alargue
mi mano para sentir donde ellos miraban, sintiendo algo húmedo. Cuando regresé
mis dedos frente a mí, estaban manchados con un poco de sangre. ¿Cómo me había
pasado sin sentirlo?
Antes
de decir algo, Randolph me levanto del suelo, en brazos. Contra su pecho. Como
si fuera un bebé. Dando grandes zancadas, nos las arreglamos para atravesar
todo el largo pasillo hasta que dio un puntapié a la puerta y nos adentramos en
la habitación.
Tan
pronto como me deposito sobre la cama, Randolph se posiciono encima de mí.
Mis
muñecas siendo atrapadas por la mano de Randolph, colocándose sobre mi cabeza,
sintiendo sus dedos ir subiendo por encima de mi cintura, la piel de mi torso
siendo descubierta, mientras esos largos y fuertes dedos la acariciaban, con
sumo cuidado. Un leve gemido por el escalofrió de sus manos. Nunca nadie me había
tocado así. Sacándome la camisa, sus
manos se detuvieron cuando fue a mi pantalón, dejándolo.
Era
extraño, pero no me oponía a su toque, se sentía de alguna manera bien. Agradable. Liberándome de su agarre,
envolví mis brazos alrededor de su cuello, sus manos bajando hasta mis caderas,
acariciando mis piernas, las cuales pasaron a quedar a sus costados, alrededor
de su cintura. Usando el agarre de mis piernas para hacerlo acercarse y romper
la distancia, el enorme bulto debajo de su pantalón frotándose contra mi eje
por encima de la ropa.
-
Ahhh…. – deje salir
un gemido, encorvando la espalda. Sus labios besando mi mentón, dando leves
mordidas a la piel de mi mandíbula.
Traté
de alejarlo, al sentir su pecho presionándose contra el mío, sintiendo su
respiración golpeando mi rostro, sus
brazos fuertes a mis costados, mientras sentía una ráfaga de calor emanando del
cuerpo de Randolph. Tragué en seco, mi corazón latía tan rápido que podía
escucharlo tamborileando en mis oídos. Él
se separó un poco, recostándome sobre la cama, mientras su cuerpo quedaba
encima del mío.
Todo
signo de oposición desapareció cuando sus labios se posaron sobre los míos, su
lengua separo mis labios, adentrándose en mi boca. Mi lengua probó la suya,
comenzando un frenesí en el que ambas se acariciaban, bailando de una manera
coordinada. Todo mi cuerpo comenzó a reaccionar a su sabor.
Sus
dedos acariciando mis brazos, deslizándose hasta alcanzar mi cuello,
acercándome para profundizar el beso. Metiéndose entre mis piernas, yo le di acceso,
añorando el contacto de nuestros cuerpos. Comenzó a frotarse suavemente,
meciendo su cadera hacia adelante, la fricción de la mezclilla, provocando que
mi miembro cobrara vida en cuestión de segundos, al igual que el suyo, en un
segundo nuestros falos se frotaban por debajo de la ropa.
Ahogué
un gemido, echando la cabeza hacia atrás, tratando de recuperar un poco de
aire, Randolph aprovecho esto para hacerse con la piel de mi cuello, atacándolo
con sus labios. Todo mi cuerpo se estremeció al sentir la humedad de su lengua
recorrer mi piel, poniendo mi piel de gallina, alargue mis manos para envolver
su cuello y acercar su boca a aquellos puntos que tanto deseaba fueran probados
por él.
Se
separó un poco, recostándome por completo sobre la cama, con sumo cuidado, sus
ojos fijos en mí, podía sentir como me miraba muy detalladamente, bajando de la
parte de mi cuello, por mi clavícula, besando el medio de mí pecho, deslizo su
nariz, acariciando, hasta hacerse con mi pezón derecho. Estremeciéndome, todo
mi cuerpo se dobló cuando sus labios lo apresaron, comenzando un jugueteo entre
succionar, lamer y morder. Yo luchando fuertemente para no gritar a todo
pulmón, solo apretaba los labios, meciendo mi cadera hacia adelante, ansioso,
provocando que la bragueta de mi pantalón trajera un poco de alivio a mi
miembro completamente excitado, el frotarme contra ella estaba produciendo
dichos efectos.
Randolph
se detuvo un poco, pasando su mano sobre mi cadera, mi vientre, adentrándose en
mi pantalón, envolviendo sus dedos alrededor de mi erección. Gemí al sentir sus
largos dedos comenzar a masajear mi pene, aliviando el dolor. Bajando la
mirada, Randolph me miraba fijamente, mientras continuaba atacando mi pezón con
su lengua. Ojos llenos de deseo y de un hambre voraz. Iba a ser devorado.
Notando
aquel enorme bulto entre las piernas de Randolph frotándose contra mi muslo,
mordiéndome el labio ante la ansiedad de poder tocarlo, lamí mis labios,
sintiendo mi respiración agitada. Estaba a punto de llegar al clímax. Tratando
de detenerlo, su lengua subió, dejando un rastro húmedo, hasta poder atacar la
parte de debajo de mi mandíbula, dando suaves mordidas. Gemí, esta vez doble mi
espalda en una curva, empujándome contra su mano. Grite mi liberación, jadeando
y todo excitado, cuando cerré los ojos ante mi orgasmo, pequeños destellos en
la oscuridad invadieron mi cerebro, apretando la sabana de la cama debajo de
mí.
Viéndole
lamer mi semen que había quedado entre sus dedos, intente detenerlo, pero el pareció
degustarlo con su lengua. Sin dejar una pequeña gota en sus dedos. Su mano se colocó
sobre mi mejilla, yo aun tratando de recomponerme por aquello, totalmente
agitado, mi respiración descontrolada, podía sentir como mi corazón fuera a
salirse de mi pecho. Me beso suavemente.
Comenzó
a frotar su cabeza contra mi cuerpo, metiéndose entre mi hombro y mi cuello,
olfateando, sin dejar de frotar su piel contra la mía. Era extraño, como si
quisiera impregnarme con su aroma.
¿Cosa de weres?
Sintiendo
su respiración caliente sobe mi hombro, la anticipación de que mi piel seria
marcada por una serie de dientes caninos, retrocedí, asustado. Randolph me
miro, apretando la mirada, él hizo lo mismo, conteniéndose un poco. Parecía
estar luchando contra su interior.
-
Lo siento, no puedo
contenerme… es tan… Jason… voy a explotar sino te toco…. Por favor – viéndolo
apretar la mandíbula. Randolph no estaba peleando consigo mismo, sino con dos
personas. Su yo humano y su yo animal. Alargue mi mano, hasta colocarla encima
de su cabeza, acariciándole suavemente. Él me miro.
-
Hey, que lobo más
gracioso… - tomando su rostro entre mis manos, lo acerque para depositar un
casto beso sobre sus labios, recargando nuestras frentes, mirándonos fijamente.
-
Jason… no tienes que…
- negué ante de dejarle continuar.
-
Está bien… hazlo…
quiero hacerlo… antes de que me acobarde… - aunque trataba de sonar serio, mi
voz se quebraba en algunas partes. Bueno. Era mi primera vez, así que ¿Por qué no
estar un poco nervioso?
-
¿seguro?
-
No, pero está bien.
dime, ¿Qué cosas hacemos con total seguridad?
Él sonrió, volviéndome a besar, solo que con más
desesperación, atrapando mi labio superior. Lamio la forma de este y me acerco
para profundizar el beso, metiendo su lengua, moviéndose al mismo paso, acariciándose
mutuamente. Sus manos sobre mis caderas, bajando mi pantalón y mi ropa
interior. Yo le ayude con la suya, quedando ambos completamente desnudos y
erectos. Un tanto cohibido, por la diferencia de tamaños, Randolph parecía hipnotizado
y no me despegaba la mirada, provocando en mi un leve sonrojo masivo y que mi
miembro saltara, excitado por la atención.
Carraspeó un poco, acercándose para quedar a escasos centímetros de mi
rostro.
-
Antes que se me
olvide, quiero preguntarte algo. – su tono se volvió serio, por lo que me puse
un poco nervioso.
-
¿Q-Que cosa?
-
¿has estado con un
hombre antes?
-
¿Qué? No.
-
¿seguro?
-
Sí.
-
Felicidades
-
¿Por qué?
-
Hoy será el día. – sonrió,
siendo empujado contra la cama nuevamente. Esta vez Randolph pedía besos más demandantes,
sin dejar de lamer cuanto podía. Introdujo sus dedos en mi boca. A lo que yo me
dedique a lamerlos. No sabía que estábamos haciendo, pero toda inhibición había
desaparecido. Lamiendo sus largos dedos, y entre estos. Gruño, mordiéndose el
labio.
Finalmente estos dejaron mi
boca y fueron hacia mis piernas, cuando sentí la presión de uno de ellos empujándose
en mi entrada, me aferre a sus hombros, ahogando el gemido por la sensación en
toda mi cadera.
Cuando el segundo dedo
ingreso, estaba arañando la espalda de Randolph, mordiéndome el labio tan
fuerte que sentí me lo fuera a desgarrar. Sintiendo como ambos se metían al
mismo tiempo y luego uno entrada y el otro se quedaba a la mita, abriéndome en
un movimiento de tijeras. Randolph me besaba para acallar y distraerme del
dolor de estar siendo penetrado por sus dedos.
-
¿puedo… meterlo? – me
besaba, pero se las arregló para preguntar entre nuestras respiraciones
agitadas. Asentí en silencio. Lamiendo mis labios, saboreando su sabor en mi
boca.
Sintiendo como aquellos dos
intrusos desaparecían y mi entrada aún quedaba dilatada. Algo más caliente y húmedo
se froto contra ella, presionándose suavemente. Trague en seco, controlando mi respiración.
Randolph depositando besos en mi cuello, sin dejar de mirar su objetivo, a lo
mejor un poco nervioso de hacer un movimiento en falso.
Comenzó a empujarse
suavemente, a lo que no pude evitar gruñir cuando su glande se comenzó a
adentrar, abriéndome, deslizándose en mi interior. Creo que deje salir un
pequeño quejido cuando lo sentí adentrarse por completo (solo la cabeza).
Randolph espero unos momentos, besando mi cuello y susurrándome cosas al oído.
-
Tranquilo, si es
mucho nos detendremos. No quiero lastimarte. Se supone que debe ser un acto de
amor, no de dolor. Lo último que deseo es hacerte daño. ¿sí? – asentí en
silencio.
Esperamos unos segundos
antes de que pudiera darle el “adelante” y Randolph continuara con su labor, empujándose
suavemente. Podía sentirlo, como su miembro palpitaba, era tan caliente, largo
y grande. Mi entrada se estaba abriendo a su máxima capacidad, el dolor era
diferente a todo aquel que hubiera experimentado antes. Cuando por fin sentí su
vello púbico acariciar mi perineo, entendí que estaba completamente adentro.
Para relajarme, Randolph continuó
acariciando mi cuerpo, lamiendo mis pezones, sobando mi espalda con sus fuertes
manos, mis muslos, sin forzar su entrada a mi interior. Paciente.
Randolph se colocó erguido,
aun dentro de mí, nuestras manos se entrelazaron, mirándome fijamente, un poco tímido,
su boca entre abierta. Posándose sobre la mí, sus besos me volvían loco. Iba a
derretirme por ellos.
-
Voy a moverme, ¿sí? –
Randolph procuraba mi bienestar antes que su libido. Asentí, pidiendo por sus
labios.
El primer empuje me causo un
leve dolor en la cadera, y más cuando sentía como salía, hasta la mitad y volví
a empujarse, metiéndose de una sola estocada. Gemí, mi voz siendo ahogada por
nuestros labios. Apreté mis manos, enredando mis dedos en las manos de Randolph
que me sujetaban a los costados de la cama, doblando mi cuerpo con cada
embestida.
En cuestión de segundos, el
dolor de ser penetrado comenzó a sentirse diferente. Una corriente recorriendo
mi espina, mientras mis piernas se estremecían con cada embestida. El dolor
paso a volverse placer, echando la cabeza hacia atrás, sin importarme nada. La habitación
se llenó de gemidos, jadeos y el crujido de la cama mientras era empujada hacia
adelante.
Su
pene chocaba contra algo dentro de mí, que me hacía estremecer, aferrándome de
las sabanas azul pálido de la cama de Randolph. La forma en que su cadera se movía
hacia adelante y hacia atrás, produciendo más de un espasmo en todo mi cuerpo. Gimiendo
y balanceando nuestros cuerpos. Presa del placer, cada musculo vibrando ante
sus embestidas y sus manos que acariciaban mis costillas.
Podía
sentir su mirada, penetrando cada una de mis mascaras. Aquellas que había
creado para protegerme, estaban siendo destrozadas en un segundo.
-
¿te gusta? – la pregunta era idiota, considerando
que estaba gimiendo como loco. Todo mi cuerpo se sentía extraño, pero no malo,
de alguna manera era agradable. Su lengua lamiendo mi cuello, me estremecí y
apreté su miembro dentro de mí, él gruño por lo bajo y disminuyo la velocidad
de sus embestidas.
-
Yo… no lo sé. – agitado, mi voz entrecortada.
-
¿Có-Cómo se siente?
-
Se siente… se siente
genial… continua… ¡más!… ¡más profundo!
-
Dios… cuando lo dices
así… pierdo el control…
Nuestras voces se escuchaban
fuertes y claras, pero todo lo que importaba es que me estaba jodiendo hasta el
cerebro, a lo cual no me oponía por ninguna razón. Mi cuerpo vibraba, y aunque
al principio el dolor era intenso, se había vuelto placentero el sentirlo
entrando y saliendo de mí, solo para embestir en mi interior, me aferraba a sus
hombros, enredando mis brazos en su cuello, gimiendo y contorsionándome entre
sus brazos. Sus brazos envolvían mi cadera, levantándome de la cama, para
cargarme sobre su regazo, Randolph no dejaba de besarme, empujándome más contra
su erección, me aferre a su cuerpo, sintiendo deslizarse más profundamente, todo
su eje abriéndome, mientras mis piernas se mantenían envueltas como un candado.
Las embestidas fueron en aumento. Mi miembro saltando entre nuestros vientres,
escurriendo de pre-semen.
Nos mirábamos, mientras gemía
gobernado por el placer, sus labios rojos y su respiración acelerada,
simplemente avanzamos un poco y nuestras bocas se juntaron en un beso húmedo y
caliente. Su lengua chocando contra la mía, era suave y su movimiento me hacía
empujar mi erección contra su abdomen. Sus grandes manos subían y bajaban por
mi espalda, ocasionalmente acariciando mis piernas. Disminuyendo el ritmo un
momento.
Mi espalda tocó la parte
suave de las sabanas y después de una larga respiración y de que Randolph se
colocara encima de mí, apoyándose con los antebrazos volvió a retomar el ritmo
de sus caderas, haciéndome gemir ante el brusco movimiento.
-
Randolph, yo… ¡Ahhh!...
- gemí entre nuestras bocas, aferrándome a sus hombros, mientras volvió a
eyacular en nuestros vientres. Estremeciéndome, apretando su miembro en mi
interior. Randolph gruño bajo, sintiendo como su miembro se sacudía, una ráfaga
de calor inundo mi interior, sintiendo su cuerpo temblar. Me di cuenta que se
estaba viniendo dentro de mí. Llenándome con su semilla. Un leve escalofrió y
un gemido ahogado ante la sensación húmeda y caliente.
Randolph
se desplomo, cayendo sobre mi pecho. Envolví mis brazos alrededor de su cuello,
aferrándolo contra mi cuerpo hasta que termino de venirse en mi interior. Nuestras
respiraciones agitadas y sintiendo el corazón a punto de estallar. El estrechar
su cuerpo con el mío se sentía tan bien. Entrecerré los ojos, besando sus
cabellos. Su cuerpo caliente cubriendo
el mío.
-
Jason… te amo… - susurro en mi cuello. Tomando
su rostro entre mis manos, lo obligue a mirarme directamente. Una tenue capa de
sudor cubría su frente. Me mordí los labios, aun tratando de recobrar el aire
perdido.
-
Dímelo otra vez. Por favor.
– le bese en los labios.
-
Te amo, Jason. Te amo
– después de eso nuestras bocas no pudieron volver a apartarse. Tensándome un
poco, puesto que aun seguía dentro de mí. – ¿te lastime? ¿Qué tal?
-
Randolph, eso fue… perfecto
– removiéndole los cabellos de la frente, mis extremidades se sentían entumecidas.
Ni que decir de mis piernas.
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