Un Descanso Para El Corazón - Capítulo 4 - Horas de Trabajo


Capítulo 4 – Horas de Trabajo

[Blue]

Un tanto confundido, trato de ordenar sus pensamientos. Era tanto para procesar. Kise apareciendo en el bar, abrazándolo, escuchar su viejo nombre siendo pronunciado por él, sentía como si su corazón se fuera a salir de su lugar. Esperaba que su sonrojo no se hubiera notado, sentía como si todo su rostro ardiera y las lágrimas picaran por salir, pero lo había hecho. Soporto. Estaba batallando entre salir corriendo el camerino e ir hacia Kise, pero se contuvo. ¿Qué iba a decirle?
“Hola, Kise-kun, gracias por venir a verme mientras me paro en frente de todos esos hombres lascivos y me desnudo. ¿Te gusto? Por cierto, ¿Por qué no contestaste ninguna de mis cartas?”
Como si estuvieran hablando del clima. Sentía la opresión en el pecho. Su actitud no había sido la mejor para tratar con Kise, pero sabía que no podía ser “amable” o quien terminaría lamentándolo, otra vez, sería solamente él. No podía negar que le había gustado verle, y más saber que le volvería a ver al otro día, el sentir sus brazos abrazándolo contra su cuerpo, su colonia inundando sus pulmones tras un suspiro, pero aun así eso solo hacía que todas sus alarmas se levantaran nuevamente.
2 años, 2 años en los que él mismo decidió desaparecer. Bueno, no desaparecer, simplemente tomarse un descanso, tratar de pensar, puesto que con un prometido que te engaña con tu mejor amigo y te lo confiesa todo el día de la boda. Discúlpenlo, pero eso había sido como un golpe en los testículos, una revelación de que su lugar no estaba ahí. ¿Cómo sentirte tranquilo sabiendo que aquel que amas te engaña? Que nadie haya sido lo suficientemente listo para decírtelo. Nadie lo hizo. Tal vez por ignorancia o por respeto, fuera lo que fuera solo sirvió para mandar todo al carajo.
Necesitaba alejarse de todo, incluso cuando eso implicaba hacerlo de Kise, su mejor amigo. El dejarle le había carcomido el alma con cada día que pasaba, lo había necesitado, a su lado. Solo él podía entenderlo y reconfortarlo, pero no podía hacerle eso.
Kise tenía sus propios asuntos de los que ocuparse, ya suficiente había sido que le ayudara en el pasado. Él no tenía por qué lidiar con ello. Eran amigos, mucho más íntimos de lo que son algunos, pero eso no significaba que Kise le fuera a resolver todo. Tenía que hacerse cargo el mismo.
Después de 2 meses en Nueva York, Kuroko no pudo más y se puso a escribirle, pero sin enviar ninguna de sus cartas. Las guardo, así se fueron acumulando en su cajón hasta que paso ½ año y tuvo el coraje para presentarse en la oficina postal y entregar el sobre con su carta a Kise. Sin dar muchos detalles, solo saludando y dando signos de vida.
Pero nada. El 7° mes llego y no hubo respuesta. No se rindió, siguió mandándole cartas, a sabiendas que no recibiría respuesta. Kuroko cumplió su parte de contarle cada una de sus aventuras en esta enorme ciudad. La gente que había conocido, su nuevo trabajo, su edificio y sus nuevos dos compañeros de cuarto que lo mantenían en contacto con el exterior al sacarlo fuera de su habitación. Aun así, Kise no respondió. Ni una sola vez. Y Kuroko, dejo de mandar cartas, sintiéndose dolido. Preguntándose el porqué de la no respuesta de Kise y su indiferencia, imaginando que había una mayor espera para que el correo americano llegara a Japón, pero desistió. Aun le dolía, mentiría si dijera que no.
Y ahora que este aparecía buscando respuestas, se sentía un tanto ofendido y con ganas de abofetearlo por su descaro. Hacerle el desentendido. No.
Por eso el ver a aquel guapo rubio frente a él había hecho reaccionar todas sus alarmas. La presencia de Kise solo podría amenazar su vida actual. No quería dejarla, amaba su nueva vida. Porque era divertida, fabulosa, la amaba y más porque era SUYA. Con Kagami no había tenido nada, todos eran amigos de Kagami, sus padres, su departamento, las cosas que compartían, todas pertenecían a Kagami. Kuroko no quería ser la pertenencia de nadie, quería pertenecerse a sí mismo. Una parte de él se había dado cuenta con el paso del tiempo, a pesar de estar juntos y aparentar ser una pareja muy unida, estaban más separados que nada. No se sentía bien. Se sentía cohibido, no podía hacer nada sin ayuda de Kagami, era como si al hacerlo sabía que Kuroko se mantendría con él.
Vaya tontería que había pensado. Tuvo que entender que su lugar no era con Kagami, siendo el novio sensato que se mantenía hasta tarde esperando por él sobre la mesa de la cocina. Tampoco que podía ser amigo de Kise, no cuando su corazón le pedía a gritos lanzarse encima de él y obligarlo a besarle, romper ese muro llamado “Friend Zone”. Tanta cosas. ¿Cómo querían que se quedara tranquilo y sonriera? No podía contra sus sentimientos reprimidos durante años y tampoco contra esa sensación de vacío que no podía llenar a menos que fuera con su mejor amigo.
Así que simplemente se fue. Y termino aquí.
¿Se arrepentía de ello? No. Ni una sola mísera pizca de culpabilidad.
Las chicas le miraron un tanto divertido. Saliendo de sus pensamientos, les dirigió una sonrisa.
-       ¿Qué sucede?
-       Wow, ¿Qué tal tu admirador?
-       ¿admirador…? ¡Ah! No, solo era otro viejo rabo verde. – fingiendo desinterés.
-       Yugh.
-       Asqueroso.  ¿Qué le dijiste?
-       L-Lo de siempre; “Gracias, pero no se puede recibir visitas aquí. Está prohibido.” Y se fue.
-       Wow. Qué bien. Eres bueno blue con esos tipos.
-       Si, a mí me dan un poco de escalofrió.
-       ¿te acuerdas del que vino la otra vez?
-       Si, fue horrible.
-       ¡Dios! Les juro que si otro viejo rabo verde viene a mi camerino con un ramo de flores me doy un tiro.
-       Jajajaja, son las desventajas de la profesión, amor.
-       Es más horrible cuando toman viagra antes de un baile. Es difícil moverte encima de su regazo cuando sientes esa cosa totalmente empalmada.
-       Jajajaja a mí no me ha tocado eso, así que no sabría decirte.- admitió el peli celeste, sin poder contener la risa al imaginarse a Noxxy bailándole a un sujeto totalmente “en humor”.
-       No te lo deseo.
-       Ok, ok, chicas. Blue, te toca bailes privados en la cabina. Ya tienes a uno esperando.
-       ¿en serio? Ya voy. Deséenme suerte.
-       Suerte, amor.
-       Ojala haya tomado viagra.
-       ¡Mel! Te juro que si le sigues molestando te ahogare con tu propia peluca.

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Se palmeo las mejillas y se sonrió a sí mismo. Tomando una gran respiración para calmarse.
“No hay tiempo para pensar en esas cosas, tienes trabajo.”
Entro en el pequeño cubículo a oscuras y cuando la música comenzó a tocar, movió su cuerpo, siguiendo la pista. No había necesidad de estresarse. Ahora todo estaba mejor, siempre que bailaba, todo se volvía más simple. Le ayudaba a pensar. Era como si sus pensamientos se fueran volando cada vez que la música comenzaba y él se movía, dejando a su cuerpo hacerse.
Dando pequeños pasos hacia adelante, acercándose a su cliente, se sentó en su regazo. Notando como el otro estaba completamente tenso, acerco sus manos a sus mejillas, notando la montura de plástico de sus lentes, los removió y los coloco en el bolsillo de su pecho. Esbozo una media sonrisa, enredando sus manos alrededor de su cuerpo.
-       Dios, ¿Por qué siempre tienes que venir aquí? Te he dicho que si quieres hablar vayas a mi casa.
-       L-Lo siento, cuando pregunte por ti me trajeron aquí y simplemente les pague. – dijo un tanto nervioso el sujeto, entrecortándole la voz por la pena. Kuroko se acercó, casi tocando sus labios, pero no lo hizo, simplemente sonrió. Aunque no podía verle 100%, aseguraba que el más alto estaba completamente sonrojado. Suspiro.
-       Obvio. Estoy en horas de trabajo, Midorima-kun. ¿Qué pensaría Takao-kun si supiera que estas aquí?
-       N-No tengo idea… ¿se molestaría?
-       ¿me estas preguntando a mí?  - levanto una ceja al aire, que obviamente no se vio por la poca luz.
-       Y-Yo… bueno…
-       Ok, entiendo. Pelearon. ¿esta vez por qué?
-       No peleamos. Aun. Es que… se acerca nuestro aniversario, pero yo… quiero hacer algo especial por él, pero…
-       No sabes que hacer. Y quieres mi ayuda.
-       Siempre que necesito consejo tú eres mejor que Akashi. Por favor. Él me dijo que un viaje a París, pero Takao aún se marea con los viajes en avión. Así que…
-       Está bien. Solo porque me das un poco de lastima y Takao-kun me cae bien. ven el viernes en la tarde, creo que tengo una idea de lo que puedes hacer.
-       ¿aquí?
-       ¿Qué? No. Me refiero a mi departamento. Ya sabes donde vivo, ¿verdad?
-       Si, lo recuerdo.
-       Ok, ahora, déjame terminar mi baile, ¿sí?
-       Está bien.
-       ¿Cómo siguen las cosas entre ustedes? – se paró de su regazo, comenzando a bailar a su alrededor, sin dejar de acariciarle los hombros, hincándose entre sus piernas, pasando las manos sobre los muslos de este, Midorima gruño por lo leve ante la caricia, disperso entre las manos de Kuroko y su cordura.
-       B-Bien… creo… hay problemas como siempre… ¡Dios! Kuroko, no he tenido sexo en más de 3 semanas, así que si sigues haciendo eso me harás que me venga en mis pantalones. – le aparto un poco, removiendo sus manos de sus piernas. Totalmente agitado.
-       Jajajaja, lo siento, es parte de la rutina, a veces olvido el lugar.
-       No hay… problema…
-       ¿y porque no han tenido sexo?
-       N-No lo sé… antes no parábamos de hacerlo… en todas partes para ser precisos y ahora…
-       ¿estás seguro que no es tu culpa?
-       ¿Cómo sería mi culpa?
-       Bueno, digo, ¿Qué haces para poner el ambiente entre los dos? – se colocó detrás de Midorima, comenzando a masajearle los hombros, a lo cual el otro dejo salir un suspiro de alivio – estas muy tenso.
-       Ha sido una semana muy dura en el hospital, solo he dormido tres horas. Y Takao está completamente ocupado con su exposición del mes siguiente. Ha dormido en el estudio estos últimos tres días.
-       Aun sigues sin responder mi pregunta.
-       Es que… ¿a qué te refieres con “ambiente”? Ah, ahí, justo ahí. – presiono suavemente sus dedos pulgares sobre la zona mencionada. Rodo los ojos, divertido. De bailarín a masajista.
-       Me refiero, ¿Qué juegos tienen entre ustedes? Dime, ¿lo atacas en la regadera? ¿le das un beso apasionado antes y después del trabajo? ¿roces indebidos cuando están los dos solos o en una cita?
-       ¿roces?
-       Ya sabes, acercarte por detrás cuando está preparando el desayuno o cuando llegas, presionar suavemente tu “saludo” contra él.
-       N-No… yo… eso es demasiado…
-       Por favor, me acabas de decir que lo hacían en todas partes. Tal vez solo deban encontrar nuevos lugares. ¿Qué tal una habitación de hospital? Tu oficina, el estudio. Dios, solo háganlo.
-       ¿y si él no quiere?
-       Oh, créemelo, querrá. Creo que Takao-kun te está dando espacio para ver de lo que eres capaz de hacer. Ve por el tigre.
-       Pero Oha-Asa…
-       Oha-Asa es una adivina, ¿Qué puede saber sobre sexo? Si te hace cargar cada extraño amuleto. Tu nuevo amuleto de la suerte debe ser un preservativo o una botella de lubricante. ¿entendido?
-       ¿crees que funcionara?
-       Solo hay una forma de saberlo. – la canción paro, indicando que había terminado el baile. Sonreí, regresando a mi lugar - El tiempo termino. Ven el viernes y te ayudare con tu sorpresa de aniversario.
-       Gracias. Por escuchar y por el masaje.
-       Sí, no hay problema. Por favor, encárgate de tu amigo, no lo dejes sin atención, Midorima-kun. – le señale a su entrepierna, a lo que él se reacomodo las gafas

-       L-Lo intentare 

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