Un Descanso Para El Corazón - Capitulo 3 - Encuentro

Capítulo 3 – Encuentro

Tan pronto como la música dejo de sonar, y el telón se hubo cerrado, ocultando aquella belleza tras ellas, Kise recupero el aliento.
Eso había sido la experiencia más extrañamente excitante en toda su vida. Aun trataba de controlar su respiración. Su boca reseca. Y su eje completamente erecto. Metió la mano dentro de su pantalón, acomodándose el paquete para que no le vieran caminando con una carpa.
Después de confirmarlo se levantó de su asiento, dispuesto a encontrarse con aquel bello ángel, que aunque se veía diferente (en muchos aspectos) podía asegurar que era su viejo amigo.
Kasamatsu lo atajo, tomándolo del brazo.
-       ¿A dónde vas?
-       Tengo que verlo.
-       Ese no fue el trato.
-       Senpai, lo siento, ¿sí? Pero si creías que solo me quedaría quieto después de verlo, lamento decepcionarte. Tengo que hablar con él.
-       ¿y qué le dirás? ¿eh? – Kise se tensó ante la pregunta, apretando las manos. Kasamatsu iba a hablar, cuando un tercero intervino.
-       ¿quieres hablar con Blue? Yo puedo ayudarte.  – dijo animado el chico de la barra (Himuro)
-       ¿en serio? – el rostro de Kise se ilumino ante la propuesta, pero Kasamatsu fue más rápido y lo jalo, regalándole una sonrisa de disculpa al barman.
-       ¿nos disculpas un minuto?
-       Claro, lindo. – se giró, yendo a atender a unos de los chicos que le pedían un trago.
-       Kise, digamos que lo ves, ¿Qué le dirás? – Kise pareció inseguro, desviando la mirada de su senpai. Mordiéndose el labio.
-       Y-Yo… no lo sé. Quiero saber qué le paso. Cómo llego aquí, qué hace aquí.
-       Eso obviamente lo sabemos, ¿no?
-       Me refiero, ¿Por qué no regreso a casa? Por favor, senpai, solo él puede responderme.  – le miro con suplica, casi al borde de las lágrimas. Kasamatsu no quería tratar con un Kise llorón de regreso a su casa. Seria molesto y vergonzoso. Chasqueando la lengua, derrotado. Serviría para Kise el poder hablar con Kuroko, debían tratar ese asunto pendiente.
-       Tsk, eres un dolor en el trasero. Bien. ¿nos ayudarías?
-       Claro. – le indico a Kise que se acercara, este lo hizo, inclinándose sobre la barra para que le dijera al oído, como si fueran niños pequeños guardando un secreto  - Ve al final del pasillo, doblas a la derecha y dile al chico que está cuidando la puerta que buscas a Kuroko Tetsuya.
-       ¿solo eso?
-       Créemelo, funcionara. – dándole un guiño al alejarse y retomar la labor de limpiar la barra con el paño.
-       Gracias, Himurocchi. – dijo, yendo por donde le había indicado, despidiéndose de ambos mientras se perdía al doblar.
-       De nada, Ryouta.
-       Gracias por eso. – le agradeció el mayor, tomando asiento frente a él.
-       Lo hice por ambos.
-       ¿también Kuro…? – Himuro le coloco un dedo sobre los labios, negando con la cabeza suavemente. Kasamatsu levanto una ceja, viendo como el chico sonreía divertido, dándole un aire más dulce.
-       Shu, ese nombre no se dice aquí. Está prohibido que los nombres de los trabajadores se sepan. – Kasamatsu asintió, revisando si alguien lo había escuchado, pero al ver a todos metidos en sus asuntos declaro que no había sido el caso. Girándose al oír un leve carraspeo,  - Entonces, ¿viniste en alguna clase de cita o estas de cuidador?
-       A estas alturas, no sabría decirte. Kise es tan… - apretando los labios para decir algo indebido de su kohai, suspiro cansado - … tan Kise.
-       Ya veo. “Tan Kise” – el chico al otro lado de la barra sonrió. Recargándose sobre la barra, inclinándose un poco para quedar a pocos centímetros del azabache de ojos azules – Bueno, ¿significa que existe la posibilidad de invitarle una copa en un futuro, senpai? – Kasamatsu tragó en seco, sintiendo su corazón acelerarse ante a cercanía, viendo para todas partes, sus mejillas ardían por la petición del menor, pero logro hacer funcionar su lengua.
-       T-Tal vez. Aunque no soy muy bueno con el alcohol. – admitió, un poco apenado por su falta de resistencia. El otro sonrió, alargando su mano para acariciarle la mejilla, Kasamatsu soltó un leve suspiro ante su tacto, dejándose hacer. Solo cuando sintió la presión de unos labios sobre esta fue que reacciono.
-       No hay problema, no tiene que ser alcohol. Soy flexible a cualquier cosa. Café, té, una malteada, o simplemente un helado.  – sonrió ladino, deleitándose con la expresión sonrojada del mayor. El poder mostrar tal honestidad con tu cuerpo, era invaluable.
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Dentro del camerino, todos corrían de un lado a otro, empujándose para poder coger el vestuario o en una crisis por no encontrar el lápiz labial. Kuroko entro, dejando salir el aire de sus pulmones, aliviado. Normalmente los viernes por la noche era la noche más ajetreada de todas. Puesto que había el triple de espectadores, listos para el espectáculo.
Fue a su tocador, revisando que su cabello se había desarreglado un poco y que ahora solo vestía su ropa interior. Negó con una sonrisa a su reflejo, divertido. Años atrás, quitarse tan solo la camisa, no, solo un calcetín ya era demasiado para él. Ahora, bueno, la ropa era opcional.
Unas manos se posaron sobre sus hombros, mirando a la hermosa “chica” que le dejaba un beso en la mejilla. Abrazándole.
-       Blue, cariño, estuviste estupendo.
-       Como siempre.  – dijo su vecina de tocador, que se empolvaba un poco la nariz, alargando su mano para apretarle suavemente la mejilla en un gesto cariñoso.
-       Lo mismo.  – las dos chicas y Kuroko se giraron hacia Melanie, dirigiéndole una mirada mortal. Kuroko rodo los ojos ante la bella Melanie y sus comentarios amorosos.
-       Cofcofardidacofcof – esta vez fue una de las chicas de atrás, fingiendo tener una horrible tos de sinceridad. Kuroko sonrió.
-       ¿Qué dijiste?
-       Gracias, Noxxy.  – le dijo a través del espejo, lanzándole un beso.
-       De nada, primor.
El sonido de unas manos aplaudiendo, indicando que Madame estaba dentro, les hizo girarse. Moviéndose más rápido para terminar de arreglarse.
-       Bueno, bueno. Basta de juegos.  Melanie, es tu turno. ¿estas lista?
-       Por supuesto, Madame.  – acomodándose la peluca de risos grandes y dorados, le dio un beso a Madame y salió a través del telón. Los sonidos de los aplausos.
Kuroko se agacho debajo de tocador, sacando su ropa de repuesto. Colocándose la camisa de botones. Mientras aun seguía peinando su cabello, amarrándolo en una hermosa cola de caballo. Metió las piernas en su pantalón de mezclilla y después en el calzado. Dándose el visto bueno, ahora solo tenía que terminar de arreglar las cosas sobre le tocador en sus respetivos cajones y después tendría que ir a las cabinas para dar shows privados. Una chica se acercó a él, inclinándose para susurrarle por lo bajo.
-       Blue, tienes una visita – le susurro. Kuroko le miro un tanto extrañado, cuando Madame golpeteo el suelo con su bastón, haciendo que todo el ruido parara y le miraran.
-       Chicas, les dije que las visitas están prohibidas. Nada de chicos aquí.
-       ¿Qué hay de la vez que Ashley metió a ese chico de las Vegas.
-       Aun no sé cómo lo hizo.
-       Porque soy una ninja. – bromeo la chica en cuestión, provocando una carcajada de todos. Incluso de madame, quien solo negaba.
Kuroko se inclinó, acercándose a la chica.
-       Dile que no recibo visitas privadas. Lo siento.
-       Blue, me dijo que te conocía, que es un viejo amigo. Incluso te llamo Kuroko. – al pronunciar ese nombre Kuroko se paralizo, casi como si el aire se le fuera del pecho. Notando la mirada interrogativa de la chica, se recompuso inmediatamente. Esbozando una sonrisa.
-       … ¿C-Cómo es? ¿no se trata de Haizaki-san? – dirigiendo la mirada hacia el espejo, viendo como el color de su rostro había desaparecido levemente. Tomo el humectante de labios y comenzó a pasarlo por estos, dándoles brillo. Apretó los labios, saboreando el sabor a fresa. La chica volvió a negar.
-       No. Es un chico alto, rubio. Su rostro me parece familiar, aunque aún no se dé lugar. – al instante Kuroko dejo el pequeño tubo sobre el tocador. Trago en seco, sintiendo como su corazón se aceleraba. ¿sería él…? Levantándose de su asiento, ahora su curiosidad había despertado. Comenzó a caminar fuera del camerino, dejando atrás las voces de las chicas y yendo en compañía de la otra ayudante. Quería verlo.
-       ¿D-Dónde está ahora?
-       Esta afuera, los chicos lo mantienen controlado.
-       ¿está todo bien, Blue? – notando la mano de Madame sobre su hombro, preocupaba. Negó, nervioso.
-       Madame, hay alguien que me solicita, y parece que me conoce. Sabe mi verdadero nombre. ¿podría ser que usted lo dijo a alguien?
-       No, jamás, esa es información confidencial. ¿quieres que nos encarguemos de él, Blue?
-       No. Madame, no digan nada, no queremos que las chicas se alteren.
-       ¿Qué vas a hacer?
-       Voy… a hablar con él.  – trago, nervioso. Madame pareció considerar su propuesta, suspirando, asintió.
-       5 minutos. Sino regresas mandare a Hugo a que se encargue del tipo, ¿sí?
-       Gracias.- dándole un beso en la mejilla, fue a donde estaba la puerta.
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Tan pronto la puerta se abrió, y el sujeto enorme se hizo a un lado, pudo notar la figura de alguien saliendo a través. Sintiendo su respiración cortarse al ver ese par de ojos azul celeste dirigirle la mirada, que le reconocieron por igual.
-       Kurokocchi. – pronuncio involuntariamente. Como si al hacerlo su existencia le daba un sentido y no pensaba en él como un producto de su imaginación.
-       ¿Kise-kun?  - le vio pronunciar con sus labios, pero solo lo susurro, no lo dijo en voz alta - Tu… ¿Qué estas…? – no se reprimió, corrió hacia él, tomándolo entre sus brazos. Estrechándolo fuerte contra su cuerpo. Estaba ahí, frente a él. No era una ilusión, podía sentir su cuerpo caliente, su respiración golpeando sus cabellos, el latir de su corazón. Era él.
-       ¡Dios! Te extrañe tanto. Kurokocchi, realmente eres tú. -  se separó un poco, tomando su rostro entre sus manos, observándolo fijamente. Cada rasgo facial, sintiendo sus mejillas contra sus palmas, mientras sus dedos podían acariciar sus mechones que se habían desarreglado.
-       Sí, soy yo. ¿Podrías por favor no llamarme así aquí? – el más pequeño se alejó un poco, poniendo una distancia de un metro. Kise le miro confundido.
-       ¿Cómo?
-       Soy Blue. Así me llamo. Creo que me confundiste con un conocido.
-       ¿de qué estás hablando? Tú eres Kurok… – el peli celeste se crispo, colocándole la mano sobre la boca, impidiéndole terminar.
-       Por favor, no digas mi nombre. – al ver que el rubio asentía, lo dejo hablar, pero fue él quien intervino - ¿Qué estás haciendo aquí? – cruzándose de brazos, mientras su expresión cambiaba a una más seria.
-       Kuro- Blue. ¿Qué… qué paso? ¿Por qué estas…?
-       Si lo que quieres es respuestas, lo siento, no tengo por qué dártelas. Regresa a casa.  – declaro, dándose media vuelta, pero Kise se lo impidió, tomándole del brazo.
-       Por favor. No me iré hasta que hayamos hablado. – Kuroko miro de Kise a su mano que lo retenía, levantando una ceja, iba a decirle algo, cuando una voz grave se escuchó a través de la puerta.
-       ¿sucede algo, Blue?
-       ¿necesitas ayuda?
-       Todo bien, chicos. ¿no te iras?
-       No.
-       ¿Qué tal si le digo a ellos que te obliguen?
-       Kurokocchi no haría eso.
-       ¿tan seguro estas? Podría.
-       Por favor.
-       ¡Dios! Está bien. Escuchare lo que quieras, pero hoy no. Tengo trabajo. Mañana, en el café Prophecy al mediodía. Ahora, debo regresar al trabajo.
-       E-Esta bien – sonrió, volviéndolo a abrazar, el más pequeño se sobresaltó un poco. Apartándolo con su mano sobre su pecho. Vio su media sonrisa y después lo vio perderse nuevamente dentro del camerino que estaba marcado con una estrella y el letrero de Prohibido.
Saliendo del pasillo, cuando encontró a su senpai, este se levantó de golpe, acercándose a él.
-       ¿lo viste?
-       Sí.
-       ¿Qué tal?
-       N-No lo sé.
-       ¿Qué?
-       No sé, senpai, fue tan… como si hablara con otra persona, pero a la vez fuera el mismo de siempre. No sé cómo explicarlo.



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