El Exorcista y el Tigre - Capitulo 3 - El Sanador

Capítulo 3 – Cicatrices – El Sanador


Sintiendo el aire frio golpeando sus mejillas, Kagami abrió los ojos.
El paisaje frente a sus ojos debía ser una ilusión. Era tan… irreal.
Pequeños copos de nieve caían desde el cielo, cubriendo todo con una pequeña capa de nieve. Era tan blanco.
Pero eso no era lo que llamaba su atención, sino aquella enorme figura que se levantaba hacia el cielo. Una larga enredadera de color blanco, llena de espinas, y que era lo más alto de todo el lugar, superando por creces a aquellos rascacielos. Era como una torre sin fin.
Todo el suelo bajo sus pies tembló. Tambaleándose, Kagami cayó sobre su trasero. Notando como más enredaderas de color blanco salen de la tierra, cubriendo con más follaje aquella torre de espinas. El suelo crujiendo, mientras pequeñas fracturas lo desquebrajaban, partiéndolo y haciendo que el suelo y los edificios colapsaran.
Un grito desgarrador le sobresalto, haciendo eco. Kagami busco al dueño de aquel grito, el llanto se hacía más intenso con cada paso que avanzaba, hasta que se detuvo al ver que el llanto provenía de arriba.
Trepando aquella enorme torre de espinas, cuando llego a la cima, se encontró con una pequeña figura que reposaba en  el centro. Era tan minúsculo, en comparación con la gran estructura natural.
Pero la reconoció. Era Kuroko. Pequeños destellos caían de sus ojos, desliándose por sus mejillas, estaba llorando. Mientras aferraba las manos sobre su pecho, encorvándose, su grito retumbando en todo el lugar.
Al bajar la mirada, tonos carmesís teñían el suelo. Los cuerpos de varios espíritus, atravesados por finas y largas agujas de hielo en sus pechos. Demasiados cuerpos de espíritus y exorcistas.
El llanto de Kuroko retumbando.  Mientras las enredaderas parecían extender con este mismo, y la fuerte brisa de la nieve se volviera feroz.
Nuevamente un fuerte temblor sacudió todo, viendo pedazos de tierra resquebrajarse, cuando volvió a levantar la mirada, la torre de espinas comenzaba a desplomarse. Como si fuera cristal, al caer se volvían pedazos y solo quedaban los fragmentos blancos en el suelo.
El cuerpo de Kuroko comenzó a cubrirse de hielo, viendo como las lágrimas desaparecían y el calor de su cuerpo lo abandonaba tras la capa helada. Kagami corrió, importándole poco como el suelo en el que los dos se mantenían se partía, hasta poder alcanzarlo. Tomándolo entre sus brazos. Cuando Kagami lo sostuvo, su respiración se agito al ver como un último soplo de aire caliente salía de su boca. Un extraño sonido y una grita que atravesaba el rostro del peli azul, el cuerpo de Kuroko comenzó a cuartearse, rompiéndose en pequeños fragmentos, volviéndose escarcha entre sus brazos.
¡¡Kuroko!!
Grita con todas sus fuerzas, pero el sonido de su voz es nulo. Nada, puede ver como su respiración caliente sale, pero no hay sonido. Es como si se hubiera vuelto insonoro.
En un segundo solo pequeños fragmentos de hielo, parecidos al cristal quedan en sus manos.
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[Kagami]

Abre los ojos. Agitándose, se golpea fuertemente contra la pared por la acción tan brusca.
Se sobra la frente. Y entonces mira a su alrededor. La habitación está a oscuras. Debe ser de noche. ¿Cuánto tiempo ha estado durmiendo? No lo sabe. Se levanta del suelo, que ha afectado su espalda, tanto que le cuesta mucho ponerse erguido totalmente.
Cuando finalmente está de pie, se acerca a la cama, revisando el estado de paciente. Su respiración tranquila le advierte que aún no se ha despertado. Duerme tan apacible que no hay duda que está muy herido.
Vendado casi como una momia, la única parte que sigue sin mayores daños es su rostro. Lo demás, vendado.
Abre las cortinas, dejando entrar el aire frío de la noche, esperando que eso le agrade al peli azul. Se acerca, jalando la silla de una esquina de la habitación de Kuroko y lo mira fijamente.
Se ve tan frágil. Tan joven. ¿Cómo es posible que un chico de su edad sea un exorcista? El mundo espiritual no es para niños.
“Él no es un niño. Él es un exorcista en toda la palabra. Tetsuya se ha ganado su puesto con mucho esfuerzo… no lo menosprecies” – las palabras de Akashi resuenan en su cabeza. Frotando sus manos sobre su rostro.
Pasan los minutos mientras el pitido de la máquina que mantiene vigilado el pulso de Kuroko es lo único que se escucha. Eso y su respiración.
Alarga la mano, pasando su dedo suavemente por encima d sus labios, revisando si la respiración de este está bien. Pero se estremece cuando su yema toca, accidentalmente, su labio superior.
Traga en seco, sintiendo su corazón agitarse. Se acerca un poco, delineando sus labios, como un niño pequeño, curioso. Observa su rostro, sus facciones, sus largas pestañas, sus cejas, sus mechones de cabello que caen sobre su frente. Se ve tan indefenso. Si quisiera, podría atacarlo, robar su energía y nadie se daría cuenta. Pero no lo hace. No podría atacar a alguien en un estado tan débil. Seria de cobardes.
No se da cuenta que ha roto la distancia entre sus rostros y está demasiado cerca del peli azul, puede sentir la respiración de este golpear su barbilla. Cuando quedan a la par, algo se apodera de él y presiona suavemente sus labios contra los del peli azul, en un acto inconsciente.
Cuando se da cuenta de su error, se aparta, cubriéndose la boca. Avergonzado. Kuroko no se inmuta, sigue totalmente dormido. No hay signos que digan que ha despertado por el beso. Gracias al cielo, dice Kagami en silencio, mientras cierra los ojos. Golpeándose por su estupidez.
Pero en el fondo, muy en el fondo, sabe que ese beso no ha sido un error del todo. Lo deseaba. No de la manera que aman los humanos.
¿Podría ser que esa época ha llegado?
Maldice internamente. Odia que suceda, pero es algo natural en los de su especie tener una época especial. La odia porque le desconcentra, todo gira a tengo que hacerlo, hacerlo… apenas puede controlarse.
Maldita época de celo.
Necesita encontrar una hembra y hacerlo. Aunque sea rápido, cualquiera servirá. Si lo reprime, serán consecuencias peores.
Hoy fue un beso, pero, ¿Qué le seguirá?
A pesar de lo que ha dicho no deja la habitación. Lo ha pensado, pero se niega. Se sienta a lado de Kuroko, sosteniendo su mano para checar si la fiebre ha bajado. Lo haría con su frente, pero no quiere tentar su suerte y terminar metiendo su lengua esta vez.
La temperatura de este se ha estabilizado. Traga en seco, mientras espera para ver si no hay cambio.
Lentamente se va recargando sobre el pecho del pequeñín. Coloca su oreja encima de donde oye el palpitar. Es tranquilo, al igual que la respiración. Debe apartarse, pero no lo hace. Comienza a masajear los nudillos de este, en un acto por despejar su mente.
-       Tsk, realmente eres un tipo duro… Kuroko.
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[Hace 24 horas]

Agitándose en el suelo, notando como el cuerpo del más alto se desplomaba. Cayendo como una figura sin vida. Apenas podía sentir su palpitar y su respiración se entrecortaba. Takao intentaba acercarse, alargando su mano, pero su cuerpo estaba destrozado, su ala destruida. Era una piedra en cuestión. Ahogado su llanto.
-       ¡Shin-chan! ¡Shin-chan! ¡Shin-chan!
Viendo como Akashi se acercaba y Reo lo ayudaba a él, revisando sus heridas.
-       ¿Qué sucede? ¿Por qué no despierta?
-       Tengo que sacar las estacas de su cuerpo, tienen veneno, y debo purificar las heridas. De otra forma no sanaran. – dijo el pelirrojo mientras ya se encontraba sacando una por una de las estacas, provocando que el de anteojos gruñera de dolor, doblándose en el suelo.
-       Por favor, Akashi, sálvalo. – sacando la última estaca. Akashi se limpió las manos con la poca sangre que le había salpicado.
-       Primero lo primero, debes regresar al mundo espiritual.
-       ¿Qué? No, no voy a dejarlo. – Akashi no soporta más la actitud del azabache y le suelta una fuerte bofetada, casi volteándole el rostro. Este le mira perplejo, Akashi le toma de los hombros, espabilándolo.
-       Kazunari, hazlo. Si permaneces aquí Shintarou no sanara, porque te está dando la mitad de su fuerza.
-       Yo… - acallo sus palabras, apretando las manos sobre la tierra y asintió en silencio. Mordiéndose el labio. – cuídalo, por favor.
-       Lo hare.
Asintiendo ante la promesa de Akashi, Takao desapareció del lugar, agitando el polvo por un fuerte remolino.
Akashi se coloca de pie. Girándose hacia el alto moreno.
-       Nebuya, encárgate de llevar a Shintarou al hospital
-       Entendido.
-       ¿Qué hay de ti, Sei-chan?
-       Aún tengo cosas que hacer. Tetsuya purifico la propiedad, pero tengo que revisar las instalaciones. Reo.
-       Sí.
-       Quiero un recuento de daños. Hayama, si aún hay intrusos, quiero que los elimines.
-       ¡Sí!
-       Yo tengo que asegurarme de algo. – los espíritus de Akashi desaparecieron tras asentir a sus órdenes, mientras este comenzaba a correr hacia el edificio escolar. Descubriendo ambos brazos, unos extraños tatuajes comenzaron a aparecer sobre su piel.  – Espero que no sea demasiado tarde – musita mientras apresura el paso.
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Viendo la figura de Kuroko sobre una pila de escombros,  encima del cuerpo destrozado de una criatura que ahora no podía reconocerse por la piel achicharrada. Su respiración se detuvo, estaba pasmado.
La enorme aura que emanaba del cuerpo de Kuroko no era natural, era diferente a la suya. Era como si fuera otra persona. Alguien peligroso. Tanto así que tuvo que parpadear varias veces para asegurarse que era él realmente.
No había duda en ello. Era él. Entonces, ¿Por qué no lo creía?
Cuando sus miradas se encontraron, viendo como un leve destello resplandecía en el centro de sus pupilas, sintió como una descarga lo recorría desde las plantas de los pies hasta sus orejas. El aura que le rodeaba se agitaba, como si fuera una llamarada emanando de su cuerpo. Dándole una advertencia. Casi podía sentir la presión que ejercía en cada uno de sus músculos.
Esa mirada no era tranquila como la que estaba acostumbrado a ver, estaba cargada de ferocidad. Era como un reto, para ver quien daba el primer golpe.
Suspiro. Apretando los puños, sintiendo su sangre hervir. Una enorme ansiedad por golpearlo se había adueñado de su cabeza. Estaba a punto de dar un paso, viendo como el otro se giraba hacia él, mientras una pequeña chispa aparecía en su puño, cuando algo atravesó el espacio entre ambos, golpeando a Kuroko directo en el pecho.
En un segundo, el cuerpo de este comenzó a caer, totalmente noqueado.
Su atacante, Akashi, al otro lado, mantenía ambas manos extendidas frente a él, unos extraños tatuajes en sus brazos brillaban de un color rojizo, viendo como estos desaparecían. Kagami fue hacia el cuerpo de Kuroko, a evitar que se lastimara.
Cuando lo sostuvo, una enorme mancha de sangre escurrió entre sus dedos. Sus heridas eran severas. Tenía cortes por todas partes de cuerpo y su palpitar estaba desestabilizado. Necesitaba ayuda inmediata.
Akashi, que estaba detrás de él, se acercó. Checándole el pulso.
-       Vámonos. No podemos tenerlo aquí, es peligroso.
-       … - no sabiendo si confiar o no en el mismo que había atacado al herido, se quedó estático, apretando el cuerpo de Kuroko en un acto sobreprotector.
-       Si quieres salvarlo sígueme.

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Ambos caminaban a un paso tranquilo, el más alto cargando con sumo cuidado el cuerpo del peli azul, temiendo que si lo apretaba demasiado o si hacia un movimiento brusco podría romperlo. En realidad su preocupación eran sus heridas. Aún estaban frescas y en lugar de llevarlo a que lo atendieran como era debido, Akashi le había indicado que no podían tenerlo ahí y debía seguirlo si querían salvar a Kuroko.
Aun no entendía el significado de sus palabras, pero le había seguido. Ahora mismo estaban caminando por el bosque, usando caminos que nadie sabía y manteniéndose bajo un conjuro de invisibilidad.  A pesar de ello eran blanco fácil, debido a la sangre de Kuroko que dejaba pequeños rastros detrás de ellos.
-       ¿Ya casi estamos ahí?
-       Un poco más. – respondió sin girarse. Kagami se tensa, deteniendo sus pasos. No avanzara más a menos que el otro suelte algunas respuestas.
-       No será una trampa, ¿verdad? – finalmente el otro pelirrojo se gira.
-       A diferencia de lo que creas de mí, me preocupa Tetsuya, mucho. A donde estamos yendo no puede ir cualquier persona. Así que sígueme, rápido. – sin decirse nada, ambos vuelven a emprender la marcha, pero Kagami necesita respuestas a muchas dudas.
-       ¿a qué te referías con lo de antes? Si quería salvar a Kuroko.
-       No era seguro. La situación de Tetsuya no es la más buena.  Si dijéramos que esta entre la espada y la piedra, tendría que decir que la espalda ya ha atravesado la mitad de su cuerpo.
-       No lo entiendo.
-       Me lo suponía.  – no pudo evitar reír en voz baja, y el bestial solo sonrojarse por su poca inteligencia.
Pasaron unos minutos en silencio. Kagami ya no pregunto nada, se aseguraba de estar atento a cualquier movimiento y procurar el cuerpo de Kuroko.
Cuando Akashi se detuvo, este hizo lo mismo, mirando hacia adelante. Donde una enorme la montaña los saludaba, bloqueándoles el camino.
-       Hemos llegado.
-       ¿aquí? Aquí no hay nada.
-       Para tus ojos bestiales, pero no para los míos. – alargo su brazo, colocando su mano sobre la superficie de la pared de piedra. Kagami se sorprendió al ver como esta atravesaba la superficie. El cuerpo de Akashi comenzó a traspasarle mientras avanzaba, indicándole con un gesto d cabeza a Kagami que le siguiera. Este así lo hizo.
No fue tan difícil hacerlo. Era como si una tela muy delgada cubriera el pasadizo. Dentro, vio como una serie de pequeños cristales comenzaron a encenderse, iluminando el lugar de poco a poco.
Comenzaron a caminar dentro, siguiendo a Akashi, sin perderle el paso o podría quedarse atrás.
La estructura le llamo mucho la atención. Parecía haber sido construido con material pesado, las paredes estaban bien pulidas y grandes troncos sostenían el techo. Era como entrar a esas minas abandonadas.
-       Hay muchas rocas aquí. – admitió. Akashi resoplo, burlándose un poco.
-       Bueno, considerando que estamos debajo de una montaña y esto es una caverna creo que es algo natural, ¿no?
-       ¿Disfrutas tanto burlándote de mí?
-       No de ti, de tu estupidez.
Iba a decir algo en respuesta, pero Kuroko se removió entre sus brazos. Akashi se detuvo, nuevamente.
-       Cuando estemos presentes ante él, déjame hablar a mí.
-       ¿Por qué?
-       No es muy cariñoso con los de su clase.
-       ¿los de su clase?
-       No se lleva con los espíritus.
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Ingresando a un largo túnel en el que la oscuridad reinaba. Kagami apretó el cuerpo de Kuroko contra el suyo, sintiendo la respiración de este mas agitada. Estaba muy débil, podía sentir la fiebre.
Escucha un sonido extraño. Como si se tratara de un riachuelo. Incrédulo, niega. No puede haber algo así en un lugar como este, ¿verdad?
Una luz los ciega, por poco tiempo, cuando abre los ojos, sintiendo que ya se ha acostumbrado a la intensidad de la luz, una enorme habitación con un techo que llega por más de 7 metros encima de él, lleno de estalactitas que apuntan hacia ellos. Esperando que den un paso en falso para dejarse caer y atravesarlos. 
Es como una enorme cúpula, y frente a ellos una gran cantidad de agua invade el lugar, no hay piso, más que una larga plataforma que te permite dar, por lo menos, unos diez pasos, en las orillas grandes fragmentos de cristal de un color azul que despiden una gran cantidad de energía e iluminan el lugar, el destello constante le hace pensar que parecen un palpitar, lento y tranquilo. Además de que el agua produce pequeños reflejos por la luz cristalina e ilumina todo con un tenue azul verdoso.
Akashi le indica a Kagami que no avance, que espere en su lugar. Este asiente y ve como el más pequeño se dirige hasta estar al borde de la plataforma.
-       Mayuzumi, Erscheint! – alarga su mano, nuevamente, aquellos extraños tatuajes que había visto previamente aparecen en su brazo derecho. El agua se agita, produciendo pequeñas salpicaduras. En un segundo, una gran cantidad comienza a acumularse, en pequeños látigos va adoptando la forma requerida. Hasta que finalmente un sujeto alto y vestido con una yukata blanca aparece frente a ellos.
-       Akashi-sama, que sorpresa verlo por aquí. ¿a qué debo este honor? – hace una reverencia, aunque se puede oír el tono sarcástico en sus palabras.
-       Tetsuya – responde haciéndole un gesto hacia atrás de su espalda. Por un segundo, solo por un segundo, parece que el espíritu se crispa un poco. Pero se recompone, apretando los labios.
-       ¿le ha pasado algo?
-       Así es. Necesito que lo cures. Su cuerpo… - se muerde el labio. Le indica a Kagami que se acerque. Este lo hace, extendiendo los brazos para mostrarle el cuerpo de Kuroko.  El espíritu alza su mano y hace que el cuerpo del peli azul  comience a levitar, mientras pasa su otra mano por encima de este, revisándolo.
-       Ya veo. Ahora entiendo porque no vino a nuestro encuentro hace unos días.
-       ¿encuentro? – dice Kagami inconscientemente. El espíritu le mira.
-       Oh, sí. Ya sabes, Kuroko-kun entrena conmigo dos días a la semana. Y cuando no se presentó, imagine que le habría pasado algo, él nunca faltaría de no ser por una razón muy importante. Sin embargo, no puedo salir de aquí. – un tenue rastro depresivo invadió sus facciones, pero lo cubrió bien con una leve risa.
-       ¿a qué te refieres? – pregunto. Akashi soltó un suspiro, interviniendo, no le gustaba que lo dejaran fuera.
-       Él no tiene permitido dejar este lugar.
-       ¿Por qué?
-       Mi familia, los Akashi, lo hemos mantenido aquí, durante muchos siglos.
-       Eso es tan…
-       ¿injusto? Lo sé, pero es por un bien mayor.
-       No lo entiendo.
-       Mayuzumi es un espíritu de bosque, uno de los más raros. Cuando mi bisabuelo lo capturo, había sido corrompido por las sombras y se alimentaba de los pueblos cerca de los ríos. Después de purificarlo, mi abuelo dividió su energía en estos diamantes a su alrededor, para que si se atrevía a salir de la cueva, desapareciera. – observando como aquellos cristales resplandecían. Antes lo había pensado, pero ahora estaba seguro. No eran solo como un palpitar, eran el corazón de Mayazumi.
-       Soy un espíritu del rio. Antes atraía a todos mis victimas hasta la orilla y después los ahogaba. Absorbía sus fuerzas, pero al mismo tiempo me divertía con sus cuerpos, desmembrándolos. No me enorgullece esa etapa de rebeldía, pero ahora estoy mejor. – viendo como Mayazumi sostiene el cuerpo de Tetsuya y lo va colocando con cuidado sobre el agua, pasando sus manos encima del pecho de este. Lo oye recitar algunas palabras en un idioma extraño. Un viejo conjuro, tal vez.
-       ¿lo está? – pregunta, dirigiéndose a Akashi.
-       Mejor de lo que podría estar otro. Tiene suerte de no haber sido sometido a un castigo peor. A cambio de dejarle vivir, nos ayuda con nuestros heridos.
-       ¿es un sanador?
-       Deberías saberlo.
-       No había visto un espíritu de ese tipo.
-       Kasamatsu-san es un sanador.
-       ¿el enano que sermoneaba a Kise? ¿en serio?
-       Sí. Aunque él se encarga de purificar. Mayuzumi es diferente, él cura las heridas y se encarga del tratamiento de Tetsuya. – antes no lo había mencionado, pero ahora necesita saberlo. Cuando había sostenido las manos de Kuroko, pudo notarlo. Estas estaban completamente congeladas. No heladas. Eran como hielo, la textura era la misma y apenas podía sentir el calor de estas. Como sostener un bloque de hielo humano. Presiona su mano sobre su pecho y lo empuja dentro del agua, hasta que el cuerpo del peli azul está totalmente dentro. Mayuzumi comienza a pasar sus manos sobre sus brazos, presionando suavemente, y pequeños fragmentos de hielo comienzan a despegarse de los brazos de Kuroko. Pasan los segundos, y pequeñas burbujas salen de sus extremidades. Kagami que se mantiene lejos, aun observando el proceso del espíritu del río, pregunta, sin despegar la mirada al ver como el cuerpo de Kuroko se tensa, agitando el agua.
-       Akashi, ¿Qué es lo que hay dentro de Kuroko?
-      
-       Dímelo, por favor.
-       Creo que… deberíamos tener esta conversación fuera. Mayazumi necesita tranquilidad para trabajar. – el espíritu levanto la mirada, asintiendo.
-       Así es. Por favor.
Ambos sujetos dejan la gran habitación. Kagami un tanto desconfiado de Mayazumi, al dejarle el cuidado de Kuroko. Pero lo hace, a regañadientes.
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Una fuerte bofetada resuena en el lugar. Takao aprieta la mandíbula, soportando el dolor de esta, mientras se muerde el labio. La madre de Shintarou no para de golpearle, dando fuertes manotazos, Takao no dice nada, solo los recibe. No es sino hasta que Kentaro-san, el padre de Midorima, interviene.
-       ¡Ya basta!
-       ¡Querido! Por su culpa… por su culpa… Shintarou…
-       No arreglaras nada golpeándolo más que liberar tu ira. Nuestro hijo sabe los riesgos de ser un exorcista, además, como el cabecilla de nuestra familia, tiene el deber de pelear en contra de las umbras y aquellos que intenten corromper nuestro hogar.
-       Pero…
-       Son los gajes del oficio. Demos gracias porque aún sigue vivo.
-       … lo siento.
-       … - Takao no dice nada, solo se limita a bajar la mirada, apretando las manos en sus piernas. Kentaro-san lo mira.
-       Puedes retirarte, Takao. Encárgate de hacer guardia en el hospital, enviare a dos espíritus para apoyarte. Necesitas recuperarte o de lo contrario no serás de utilidad para Shintarou.  
-       Sí, señor.  – diciendo esto último tras una leve reverencia. Takao desaparece, dejando a los padres de Shintarou abrazados, mientras el esposo trata de controlar a su esposa.
-       ¿Por qué me detuviste?
-       No ganarías nada. Él aceptara cualquier castigo porque sabe que es su culpa. Pero aun lo necesitamos. La maldición de Shintarou nos obliga a mantenerlo como nuestro aliado.
-       ¿Cómo se encuentra? El veneno…
-       Tranquila. No hay cambios en su apariencia y al parecer está estable en su salud. Como sea, hicimos una purificación por si acaso.
-       ¿crees que el veneno, algún día, dejé su corazón?
-       Al menos es humano.
-       Por ahora.
-       Mantengamos un ojo sobre él. Lo más importante ahora es prepararnos para la boda. Los Akashi quieren que este todo listo para este fin de mes.
-       Es demasiado apresurado.
-       Las circunstancias lo demandan. Una vez que Shintarou haya unido votos matrimoniales con la familia Akashi la maldición del veneno habrá desaparecido.
-       Y cuando eso pase, ¿Takao permanecerá con Shintarou? Después de todo, al unirse en matrimonio, no solo comparten el apellido y los beneficios del linaje, sino también tiene que unir sus sirvientes. Cuando eso pase, ¿Takao aceptara a la pareja de Shintarou y le servirá con la misma devoción? ¿o será incontrolable y tendremos que eliminarlo?
-       Veamos que sucede.
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Cuando salen de la pequeña caverna, los últimos rayos de sol los reciben, casi despidiéndose de ellos.
-       Lo viste, ¿no es así? Al otro yo que había en el cuerpo de Tetsuya – Kagami se petrifica ante las palabras de Akashi, girándose, un par de ojos bicolor lo reciben, asiente en silencio.
-       … ¿Qué es?
-       No qué, sino quién. Pensé que ya te habrías dado cuenta, Taiga.
-       No entiendo lo que dices. Explícate. ¿Qué debería haberme dado cuenta?
-       Ummm, dicen que en este mundo no existen las coincidencias, solo lo inevitable. Tu encuentro con Tetsuya no fue una casualidad. Ustedes dos tenían que encontrarse en algún momento de sus vidas. Aunque no espere que fuera tan pronto. ¿sabes por qué? – el pelirrojo niega con el ceño fruncido, tensando su cuerpo, temiendo lo que vendría. – porque, aquel al que tanto buscas y al cual tanto detestas con todo tu ser, vive en su interior.
-       ¿Q-Qué? ¿Qué demonios estas diciendo? – lo toma del cuello y lo levanta del suelo, empujándolo contra la montaña. Akashi no se inmuta, sigue tan apacible. Suspira.
-       Tu padre sigue vivo, y si, se encuentra sellado. Pero no en cualquier parte. Su prisión es muy especial.
-       ¿Dónde está él?
-       Dios, realmente eres malo prestando atención, Taiga. Tu padre esta sellado dentro del cuerpo de Tetsuya.
-       ¿Q-qué…? – libera a Akashi de su agarre, colocándolo en el suelo, este se arregla la camisa. Vuelve a retomar la palabra, cruzándose de brazos, mientras recarga su espalda contra la terrosa pared de la montaña.
-       Así es. Tetsuya es el recipiente de aquel demonio milenario que a duras penas logramos vencer. Kurohyu. Nuestro más fuerte enemigo.
-       I-Imposible… no puede…ser… Kuroko es un exorcista, ¿no?
-       Así es. Lo es.
-       Entonces, ¿Cómo?
-       La familia Kuroko tiene un linaje muy especial. Y muchos secretos que no comentare, porque aunque estés a su lado, ahora que sabes la verdad puede haber la posibilidad de que lo traiciones.
-       ¡Yo no…!
-       ¿uh? ¿decías?
-       … Yo… no…
-       Hay algo que quiero saber, Taiga. Con toda esta información, dime ¿serás su aliado o su enemigo? ¿serás quien lo salve o quien acabe con su vida?
-       Lo mismo debería preguntarte a ti, ¿no es así? Utilizar a tus compañeros para tus propósitos egoístas. Usándolo como un recipiente. ¿qué es lo que planean teniéndolo a su lado? ¿lo están utilizando? Alguien como él… no puede ser… - quiere golpear a Akashi en la cara fuertemente con el puño, pero es tanta su ira que se contiene. Siente que le sangraran las encías de tanto apretar la mandíbula. El más pequeño se tensa, dando un paso hacia adelante, primera vez que frunce el ceño en todo el momento que han mantenido la conversación.
-       Él no es un niño. Él es un exorcista en toda la palabra. Tetsuya se ha ganado su puesto con mucho esfuerzo… no lo menosprecies. Ha trabajado muy duro para llegar hasta donde está, tú no sabes nada de él.  – aprieta los puños, tensándose. Normalmente se queda calmado, pero no puede soportar a quienes toman a Kuroko solo por las apariencias al enterarse de su situación. Lo atacan, lo menosprecian, se alejan e incluso suelen juzgarlo mal.
-       Entonces, ¿Por qué convertirlo en un recipiente? Eso es despreciable.
-       No lo entenderías. Creo que ya he hablado lo suficiente. Si quieres respuestas, pregúntale a Tetsuya.
-       ¿él lo sabe?
-       Por supuesto. ¿Cómo no darse cuenta de ello cuando está dentro de ti?
-       Tengo una duda, ¿Cómo supiste que estaba buscando a mi padre? ¿eh? No se lo había dicho a nadie, incluso a Kuroko.
-       Bueno, tengo que conocer quiénes están a mí alrededor y cuáles son sus ambiciones. En especial tú, ya que Tetsuya te tiene en buena estima. No fue difícil averiguar sobre ti, en especial con la ayuda de mis sirvientes, pero aún hay varios vacíos. Como por ejemplo, ¿de dónde vienes? Yo no recuerdo que Kurohyu hubiera tenido descendencia. Así que…
-       ¡¡Eso no es de tu incumbencia!!
-       Oh, ¿es así? Ya veo.  Ocultar tu pasado, ¿estás seguro que es correcto? No importa, tengo cosas más importantes de las que encargarme. Quédate aquí y espera hasta que Mayuzumi haya terminado.
-       Tsk, no tienes que decírmelo.
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Abro los ojos, lentamente. Sintiendo el dolor en mi cuerpo. Es tan intenso. Me encuentro con un cabello tan claro que pienso que es blanco, pero es de un color más oscuro; gris. Casi cenizo. No puedo distinguirlo porque mi vista esta nublada.
Baja su mirada, sus ojos se posan sobre mí. Y aunque quiero moverme, algo me lo impide. Mis extremidades están duras como piedra. En un arrebato me agito, pero es inútil. Una fuerza más grande me impide moverme como deseo.
Siento sus manos sobre mi espalda, levantándome. Es cuando siento el frio en mi rostro que entiendo que estaba dentro del agua.
Abro la boca, tomando una gran bocanada de aire y me trató de tranquilizar, enfocándome en la voz que me llama.
-       No te fuerces a ti mismo, Kuroko-kun.
-       ¿Mayuzumi-san? ¿Por qué… estoy aquí?
-       Sufriste una cristalización. Debido a ello tus heridas no sanaban. – me tenso, mirando mis brazos, pero no veo las enormes capas de hielo que normalmente cubren mi cuerpo cuando no presto atención al consumo de mi poder, pero no hay rastro de ellas. Mis brazos aún siguen helados, pero no hay hielo -  Tranquilo, ya removí el hielo de tus brazos, aunque estuviste a punto de perder la sensibilidad.
-       Lamento darte problemas.
-       Nada de eso. ¿Cómo estuvo la pelea esta vez? Pude sentir una gran cantidad de energía oscura acumulándose en Teiko.
-       Aun no se nuestras bajas, pero fue un ataque bien preparado. Atacaron a los senseis para debilitar nuestra fuerza. Y convocaron varias umbras y varios espíritus de nivel 1.
-       Ya veo. Antes de pelear, ya estabas presentando pequeños síntomas de cristalización, ¿verdad? – mordiéndome el labio, asiento, avergonzado.
-       Así es. Me enfrente a varias espiras antes. Fue mi examinación para ser nombrado como “Exorcista Novato” y después un espíritu ataco mi casa, aunque eso último es mi culpa por meterlo.
-       Kuroko-kun. Recuerda, debes tener cuidado. Muchos podrían tomar tu generosidad como una debilidad. Sino haces algo al respecto, no vivirás mucho.
-       Lo siento. Prometo tener más cuidado.
-       Bueno, mientras lo tengas en cuenta. Por cierto, felicidades por pasar tu examinación.
-       ¿Cómo lo supiste?
-       ¿eh? Si yo tengo confianza en ti. Sería imposible no aprobarte con esas habilidades tuyas.
-       Mayuzumi-san. Gracias por apoyarme todo este tiempo.  Y por entrenarme.
-       Bueno, eres una gran compañía y siempre me traes libros interesantes. Deberías dormir, aun estás cansado.
-       Pero…
-       Sin peros. Duerme, yo seguiré curando tus heridas.
-       ¿Y Kagami-kun? ¿le pasó algo?
-       ¿uh? ¿es pelirrojo y huele a gato mojado?
-       Ummm, sí.
-       Tranquilo, está bien. Esta afuera, esperando.  – indica hacia la plataforma. Suspiró aliviado, entrecerrando los ojos, sintiendo un poco de felicidad al menos el saber que él está bien. además, sino siento ninguna perturbación en mi pecho, significa que Kise-kun también lo está.
-       Ya veo. Qué bien que no le pasó nada. ¿sabes algo sobre los demás?
-       Sé lo que me has contado, eso es todo.  – siento mis parpados volverse pesados. Parpadeo fuertemente, sintiendo como la vista se me vuelve a nublar, aún estoy débil.
-       Entiendo. Perdón, tomare un pequeño descanso.
-       Adelante.
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 El hombre de lentes camina a través de la calle, dando pasos tranquilos, mientras se encorva, provocando que su espalda parezca una joroba. Le da otra calada a su cigarrillo, viéndolo consumirse y después deja salir el humo de sus pulmones, haciendo un cumulo irregular.  Se detiene, acomodándose las ropas que trae puestas, odia vestirse de monaguillo, pero no hay nada que hacerlo. Tira la colilla al suelo y la pisa con la suela de su zapato de agujeta. Se arregla el saco y esboza una sonrisa.
Aspirando fuerte, deja salir un bufido, se arregla el puente de los lentes con el dedo índice.
-       Así que Kuro-chan finalmente es un exorcista. Interesante. Deberíamos darle un buen regalo de graduación, ¿no, chicos? – se gira por el hombro, dos chicos aparecen detrás de él. Un chico con un traje negro y el cabello peinado hacia atrás, dejando unas pequeñas puntas detrás, es alto y se ve fuerte. A su lado, su hermana, una menuda chica con una coleta a un costado de su cabeza que cae por su hombro derecho, una falda de tablones negra y una blusa blanca de manga corta, su calzado peculiar, unas botas militar. Ambos inclinados, con la cabeza gacha, la rodilla en el suelo, sin dirigirle la mirada directamente a su maestro.
-       Como usted ordene, Imayoshi-sama.
-       Ok, Kuro, Ulma, encárguense de vigilar los alrededores, quiero encontrar a esos malditos espíritus que están provocando destrozos en la ciudad.
-       ¿está seguro, Imayoshi-sama? Akashi-sama dijo que no…
-       Bueno, Akashi-sama es un hombre muy diplomático, eso es seguro, usa palabras bonitas y todo eso, pero nunca lo he visto en el campo de batalla. Si fuera su hijo tal vez podría considerar sus palabras, pero no las de un viejo que trata a todos sus subordinados como piezas de ajedrez y se esconde tras un escritorio. Yo soy un exorcista, él es un intento de exorcista. Sino pelea no puedo reconocerlo, por más que su apellido sea milenario y tenga gran prestigio. Adelante, vayan.
-        Sí, señor.  – ambos hermanos se levantan del suelo y tras una nube de humo negro, toman la forma de dos cuervos negros que emprenden el vuelo al agitar sus alas.

-        Interesante, interesante. Veamos cuanto has progresado, alumno mío. 

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