Un Descanso Para El Corazón - Capitulo 5 - Cita

Capítulo 5 – Cita



Dando pasos animados, corriendo a toda velocidad, abrió la puerta de la habitación con un movimiento silencioso, cuidando de no hacer demasiado ruido para alertar a su víctima. Doblando las rodillas, el pequeño cuerpo salto encima de la gran pila de sabanas en la cama.
-       ¡¡BLUE!! – gritó animada, apretando las sabanas entre sus bracitos. Pero al no escuchar el sonido ahogado de un quejido, removió las sabanas, encontrando puras almohadas debajo. Sorprendida, la criatura busco por toda la habitación con la mirada. La puerta se cerró, y antes de poder reaccionar, unos brazos atacaron su vientre, provocándole cosquillas. La pequeña se retorció, riendo hasta más no poder.
-       ¡Te tengo pilluela! ¿creíste que me ibas a volver a despertar con tu llave maestra? ¡JA!
-       Lo siento, jajajajaja, para, por favor, jajajaja, me voy a hacer pipí si sigues…. Jajajajajaja, ¡Papá! ¡Me tiene! ¡Ayuda! – gritó la pequeño. Kuroko la libero, fijándose en la puerta, un azabache salto encima de él, apresándolo entre sus brazos. Tanto padre como hija lo atacaron, esta vez siendo él la victima de las cosquillas.
-       No…. Jajajajajajaja ¡Paren! ¡Los dos! Jajajajajajajaja ¡Tatsuya! ¡Angie! ¡Basta!
Ambos sujetos lo dejaron, viéndolo respirar agitado y con el cabello revuelto. El joven padre le indico a su hija que saliera de la habitación y terminara de arreglarse para la escuela, a lo que ella asintió y salió corriendo de la recamara.
Himuro, como cual felino, se posiciono encima de Kuroko, tomando sus brazos a los costados para impedirle escapar. Una sonrisa ladina cruzo su rostro al ver como el otro mantenía un leve puchero infantil.
-       Tatsu… - Kuroko no pudo decir nada más, sintiendo sus labios siendo tomados por los del más alto. La lengua ajena abriendo su boca para adentrarse, comenzando a moverse a su ritmo. La pierna del más alto metiéndose entre sus piernas. – es demasiado temprano…
-       Mi deseo no tiene una hora y lo sabes. – cuando curvo su labio, haciendo que le saliera un pequeño hoyuelo. Kuroko resoplo.
-       Ni porque me ofrezcas todas las malteadas de vainilla, no me levantare hoy. – le besa, dándole un pequeño roce de labios. Kuroko se aparta, cubriéndose con la sabana nuevamente.
-       Blue, levántate, amor – le dijo el chico que estaba a un lado de su cama, acariciándole los cabellos. Kuroko levanto la vista, dirigiéndole una mirada mortal – No me mires así, dijiste que tenías un compromiso importante y necesitabas estar listo. – negando con la cabeza. Su cuerpo dolía de cansancio. Himuro se molestó un poco, abordándolo. Sus labios rozaron las mejillas del peli celeste, provocando que el otro se removiera en su ovillo.
Continuo, ahora tomando sus labios, el beso fue correspondido y aumento un poco más de la cuenta el jugueteo. Sintiendo como unos brazos se enredaban en su cuello, atrayéndolo para besarlo más profundamente. Himuro lo tomó del mentón, atrapando su labio superior. Separándose unos centímetros, esbozó una sonrisa.
-       Ahora ya estas despierto, ¿verdad?
-       Uh-hu. Gracias.
-       Es un placer poder meterte mano.
Kuroko sonrió, acariciándole la mejilla. Himuro se levantó encima de él y fue hacia el marco de la puerta, mientras Kuroko levantaba los brazos al aire, saliendo de las sabanas, vistiendo simplemente un bóxer que no dejaba demasiado a la imaginación. Himuro se mordió el labio, aguantando las ganas de atacarlo ahí mismo. Su miembro saltando en su ropa interior, tuvo que cubrirse con la almohada para que este no lo notara, tragando en seco.
-       ¡Dios! Eres como pornografía andante. – le dijo, colocando sus brazos frente a su pecho, cruzándolos para no alargar la mano de más y atacar a su compañero. Kuroko era ardiente como el infierno, y sin siquiera intentarlo.
-       Espero que eso sea un cumplido. – levantando una ceja, girándose sobre la punta de sus pies. Acercándose hacia Himuro, quien lo atrapo entre sus brazos, envolviéndolo alrededor de la cadera. Sin poder evitarlo, el más alto le dio un beso en la frente.
-       Lo es, baby. ¿quieres desayunar? Estoy preparando café y tostadas.
-       ¡Oh, sí! Te amo, Tatsu.  ¿Qué haría sin ti en mi vida?
-       Morirías de hambre. – rio el mayor, liberándole.
-       Se cocinar.
-       Blue, amor, tus habilidades con la sartén son para temer.  – rio suavemente, a lo que Kuroko solo se limitó a volver a dejarse caer sobre la cama, extendiendo sus extremidades. Himuro atento al borde de aquella prenda interior, que dejaba ver las piernas de este.
-       Oh, Tatsu, aún tengo sueño. Trabaje hasta muy tarde.
-       Lo sé, y lo siento, pero tienes que prepararte, tienes muchos compromisos el día de hoy, en especial con una bella dama allá afuera. ¿o quieres que me aproveche de ti? puedo hacerlo. – sintiendo como unos pequeños dedos iban caminando sobre su piel, Kuroko se sobresaltó, gruñendo ante la caricia.
-       Dios, si sigues jugando te voy a matar.
-       Vamos, solo un poco. – comenzó a deslizar su mano sobre su pecho, a lo que Kuroko tomó su mano, dejándosela sobre su propia pierna. – negando, mientras se levantaba nuevamente.
-       Si continúas metiéndome mano, te juro que Angie será la última hija que tendrás. – le guiñó el ojo, corriendo hacia el baño para asearse. Himuro negó, un tanto divertido. Así eran sus mañanas desde hacía algún tiempo.
Levantándose, arreglándose la bragueta, que ahora era una carpa. Cuando finalmente no hubo prueba de culpabilidad y de los efectos de vivir con Blue, regreso a la cocina con su hija. Dejándole a Kuroko una muda de ropa y una toalla, normalmente ese sujeto se olvidaba de todo, y era Himuro quien le arreglaba su ropa.
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Dándose un baño rápido, cuando salió de la ducha, seco su cuerpo, colocándose la ropa más cómoda posible. Un pantalón hasta las rodillas y una camisa sin mangas.
Cuando salió de su habitación, aun secándose el cabello con la toalla, se encontró con dos personas en la cocina y el delicioso aroma a comida. Su café, como de costumbre, sobre la mesa, preparado por Himuro y endulzado por Angie. Regalándoles una sonrisa en aprobación cuando le dio un sorbo, ambos chocaron la mano.
Angie estaba terminando de comer su cereal, así que aún tenía un poco de tiempo.
-       ¿y bien? ¿ya estás listo para verlo? – pregunto el azabache, sin dejar de mirar el sartén.
-       Umm, sí. Supongo. – se hundió de hombros, dándole poca importancia. Aunque estaba más nervioso de lo que su rostro evidenciaba.
-       Oh, eso no sonó muy convincente.
-       Es que… ¿Qué le diré? Digo, fueron 2 años sin contacto, ni nada.
-       Pues, sería mejor que él hiciera las preguntas, ¿no?
-       Supongo. No lo sé… Aun no estoy seguro de ir. – finalmente Himuro se gira, dejando caer la sartén por otra parte. Apuntándole a Kuroko con la punta de la espátula.
-       ¿Qué? No. Tienes que ir. Blue, sabes que nunca me meto en tus asuntos, pero debes ir. Creo que al menos podrías tratar de hablar las cosas. Por ambos.
-       Tatsu, ¿en serio? ¿y qué tal si sale todo mal?
-       Blue, cariño, ¿Cómo podría salir mal?
-       Es lo que me he estado preguntando toda la noche y aun no encuentro la respuesta. Kise-kun es… - traga en seco, recargadnos en el borde de la mesa, sobre sus brazos, sin evitar poder apretar los labios - …alguien muy importante para mí. Incluso aunque haya cortado comunicación conmigo, él es importante. Forma parte de mi pasado. No puedo simplemente desecharlo como hice con todos los demás. Él no. – Himuro suspira. Apagando la hornilla y acercándose a Kuroko por detrás, dándole un cálido abrazo. Angie le imita, apoyándose en el brazo de Kuroko, mientras frota sus cabellos.
-       Cariño, es porque aun te gusta.
Kuroko se crispa, sobresaltándose. Su rostro estalla en colores rojizos, y trata de desviar la mirada por todas partes. Incapaz de articular una palabra coherente.
-       ¿Q-Qué… estas diciend-do…? Tatsu. – Himuro sonríe con malicia, mordiéndose el labio para aguantar la risa. Viendo la inocente reacción de su amigo.
-       Por favor, Blue, eres bueno manteniendo secretos, pero eres muy fácil de leer. ¿sabes cuantas veces vino Taiga echando rayos por la cabeza por ese “amigo” tuyo? – la sonrisa desaparece de sus labios la ver como el más pequeño parece tensarse ante las palabras dichas. Niega. No es por las palabras, es el nombre que acaba de mencionar. Ese nombre que aún sigue resonando - Perdón, no debí mencionarlo.
-       No, está bien. Ya he superado el oír su nombre.  – dice con una sonrisa forzada, que Himuro entiende completamente. Aun así le toma de las manos.
-       Pero aun duele, ¿no?
-       Un poco. Ya no tanto como antes. – levantando la mirada hacia Himuro, suspira, esbozando una honesta sonrisa, que hace que el más alto se estremezca por la inocencia con la que lo hace, aunque él no se dé cuenta de ello. Es la primera vez que le ve sonreír así, desde hace mucho tiempo - Pero tienes razón, he estado enamorado de la misma persona casi toda mi vida. Incluso cuando estuve con Taiga, no le fui 100% devoto. – admití finalmente, tragando en seco. Jamás había tocado ese tema antes. no porque no quisiera, sino porque era un tema muy íntimo. Delicado y que muy pocas veces había tratado de enfrentar y cuando finalmente lo había hecho, era demasiado tarde.
-       Eso es porque Kise tiene un pasado contigo. Es difícil olvidar todo lo que han pasado juntos. Pero hay algo que no entiendo. ¿Por qué nunca se atrevieron a cruzar esa línea? Hubieran sido una hermosa pareja.
-       Bueno, no podía. Al menos esa es mi explicación. Kise-kun solo me veía como un amigo, casi un hermano, o al menos eso me dijo. – su expresión se ensombrece aunque lo diga con una media sonrisa. Himuro acaricia su mejilla, pasando su dedo pulgar sobre el pómulo.
-       Blue, no creo que fuera 100% honesto contigo.
-       Entonces, ¿Por qué nunca me lo dijo? Si hubiera querido algo más conmigo podría haberlo dicho. ¿Tan temible era ser mi novio? – baja la mirada, pero Himuro le detiene, obligándole a mirarle fijamente.
-       Hey, yo no dije eso. Solo que ninguno de los dos dio un paso adelante. También es mucho su culpa, ¿no?
-       Si, cada estación, no solo cambiaba de armario, sino también de novio. Te lo juro, creo que aprendí mas nombres en ingles gracias a sus novios. Steve, Ronald, Jason, Kevin, Armand, Alexander, Franklin… nunca terminaría de nombrártelos.
-       Wow, y yo que creía ser promiscuo.
-       Bueno, nunca entendí esa parte de él. Cada vez que regresaba, me presentaba un nuevo novio. Finalmente, cuando me junte con Taiga, dejo de presentármelos. Salvo otros dos, pero no los recuerdo, solo fueron cosa de una noche.
-       Ryouta es tan… ufff, entonces, ¿Qué harás? ¿iras?
-       Puedo fingir que estoy enfermo.
-       Blue. – escuchando el tono represivo de Himuro y viéndole con los brazos cruzados, suspiro, derrotado.
-       Está bien. Iré. Pero si todo termina mal, me arrojare por la ventana.
-       Gracias por decírmelo, me dará tiempo de ponerle remaches. – ríe un poco, provocando que el otro también lo haga. Lleva su mano sobre sus cabellos, revolviéndolos suavemente -  Tranquilo, todo irá bien. Si no pueden ser novios, al menos volver a retomar su vieja y linda amistad estaría bien, ¿no? – viendo como Kuroko levanta la vista, asintiendo.
-       Tienes razón. Me gustaría volver a pasar tiempo con él, es mi mejor amigo después de todo.
-       Hey, ¿y qué soy yo?
-       ¿Tu? Eres mi ama de llaves.
-       Solo por eso no tendrás cena. Espero que el microondas pueda sustituirme.
-       ¿Eh? No, Tatsu, lo siento, vuelve. ¡¡¡Mi cena!!!
-       Tendrás que chantajearme.
-       Tsk, juegas sucio. Bien. ¿Qué quieres?
-       Viernes. Quiero trabajar para tener el fin de semana libre y pasar tiempo con mi nena.
-       ¿cambiaste turno?
-       Solo poder hacerlo si aceptas. Por favor, hace tiempo que mi niña hermosa está sola.
-       Yo la cuido. – respondió el peli azul un tanto ofendido.
-       Cuando no trabajas, que es casi siempre los mismos días que yo. Por favor. Prometo, hacerte una tarta por lo de hoy. Solo ayúdame, quiero llevarla a pasear.
-       Está bien. Lo hago por los, ¿sí? Así tendré un poco más de sueño y ella se alegrara de tener a su papá por todo un fin de semana.
-       ¡¡Sí!! ¡Blue, eres el mejor! – el más alto se lanza encima de él, haciéndolos caer. Angie los ve, ya portando su pequeña mochila y su chaqueta, sin poder resistirse, se les lanza encima, gritando un ¡¡YAY!!

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Está inconforme. Muy inconforme. Bueno, es normal, ¿no? Su novio llega tarde, sabe que es por trabajo, pero ayer fue diferente. Aunque no tuvo que acercarse mucho, podía oler el alcohol y la tenue fragancia de perfume, diferente al suyo, más dulce.
Da pasos de un lado a otro. El teléfono suena y casi con ganas de arrojarlo contra la pared. Tiene más cosas importantes que preocuparse, ¿su novio le es infiel? No, imposible.
¿Lo es? Shintarou es bien parecido, educado, doctor, el paquete de esposo perfecto. Cualquier persona podría fijarse en él, solo tomando esas cosas en cuestión y robárselo. O podría ser que él le deje por decisión propia.
El teléfono vuelve a sonar. Lo toma y contesta, con un tono un poco más fuerte del requerido por el ánimo en el que se encuentra, desquitándose contra el pobre oído ajeno.
-       ¡¿Qué?!
-       ¿Takao? – reconociendo la voz del otro lado, cubrió su boca con su mano, golpeándose fuertemente.
-       ¡Shin-chan! Lo siento, es solo que…
-       ¿hubo problemas con la galería?
-       ¿Qué? No, no es nada de eso, solo… - piensa, mordiéndose la lengua. Suspira, controlándose – Yukiko me llamó para decirme que tengo que estar en la estación en 15 minutos y voy tarde. – miente, fingiendo una risa.
-       Ya veo. Entonces no te quito más tiempo, ¿no?
-       ¡¡No!! espera, ¿Por qué llamaste? ¿necesitas algo?
-       Oh, sí, quería ver si tenías tiempo para ir a almorzar. Me han dado la tarde libre, así que… - siente como su corazón salta, dando pequeños brincos en el mismo lugar, haciendo una pose de “celebración”, pero se planta en seco al recordar que tiene muchas cosas que hacer. Puede cancelarlas, pero sino se pone serio podría perder la oportunidad de exponer su trabajo en la Galería de Kitazawa. Se muerde el labio, dubitativo. Hasta que deja salir un largo suspiro.
-       No puedo. Lo siento. -  apretando la mandíbula, como si hubiese tratado de reprimir las palabras, pero sabe que incluso Shintarou se molestaría si no mostraba ser alguien maduro y lo tomaba como un juego.  Hay un breve silencio, el sonido de la silla de su pareja moviéndose y un carraspeo.
-       ¿es por lo de la Galería?
-       Así es. No puedo dejarles el trabajo tirado hoy, aun faltan muchas cosas por arreglar. Yukiko podría hacerse cargo, pero el dueño de la Galería no se tomaría muy bien visto que no me presente. Sería poco profesional. Lo siento, Shin-chan.
-       Ey, tranquilo, no es como si no pudiéramos vernos en casa. Estás ocupado, ¿Qué se le va a hacer?
-       Pero es muy poco el tiempo que podemos pasar con nuestros trabajos entreteniéndonos todo el día. Apenas podemos vernos.
-       Lo sé, y lamento eso. Prometo compensártelo, ¿sí? – las palabras del más alto le hacen sentirse más relajado. Dejando salir un suspiro de alivio, se recarga contra la pared, acomodándose el aparato en el hombro.
-       ¿en serio? ¿lo harás?
-       Por supuesto. – muchas cosas pasan por su cabeza al decir la aprobación. Sonriendo más que nunca. Es en ese momento en que el recuerdo vuelve a su cabeza. Ese aroma dulce en el saco de su pareja. Se tensa, apretando los dientes para no decirlo, no quiere hacer una tormenta en un vaso de agua, pero necesita comprobar sus sospechas. Jamás dudaría de Shintarou, pero hay cosas que suceden y luego duelen más por  mantenerse con la boca callada, ¿no? Traga en seco y tartamudea.
-       Shin-Shin-chan… ¿m-me quieres? – pronuncia, la boca se le seca. El nudo en su garganta se hace más grande, sintiendo como si le metieran un puño. Se siente inseguro, hasta tal grado que necesita que el otro le ayude a calmar esas dudas que le rasgan el pecho.
-       ¿eh? ¿Por qué la pregunta?
-       Curiosidad. – aprieta los labios, sintiendo los ojos arderle. Sabe que lo quiere, pero desea oírlo de sus propios labios. Escuchar el “Te amo” siendo pronunciado por la persona que más ama. Espera impaciente, sintiendo que el corazón se le saldrá del pecho en cualquier momento.  – por favor – repite en su mente, mordiéndose el labio.
El silencio se prolonga, y cada segundo le hace un martirio, ¿Por qué evade la pregunta? ¿Por qué?  
Un carraspeo rompe el silencio y finalmente puede escuchar la voz del otro lado.
-       Takao Kazunari, yo no te quiero… - su respiración se detiene, al igual que la sangre que corre por su cuerpo. ¿acaba de decir que él no…? Siente que la habitación se hace más pequeña, que el mismo techo se le caerá encima. Su corazón salta ante el pánico. A punto de lanzar, ahora sí, el teléfono por la ventana. Antes de pensar en ello y tirarse al suelo a llorar, la voz continua, ahora con un leve resoplido. - … yo te amo. ¿sí? Así que deja de dudar de mis sentimientos por ti. ¿crees que estaría contigo sino fuera así? Cielos, tantos años y me dices esas cosas. Está bien, te lo diré todas las veces que sean necesarias, Te amo, Kazunari. ¿contento?
¿Contento, dice? Ahora miso esta recargado contra la pared, llorando como una magdalena. Sus ojos no le dejan ver nada por las lágrimas y su corazón no deja de latir agitado. Sus piernas se cansaron de la tensión y finalmente colapso en el suelo, apoyando la frente contra la pared, sin dejar de sonreír como una chica de secundaria a la que se le acaban de declarar. Siente que puede conquistar el mundo si se lo propone.
-       Shin-chan… eres un tonto…
-       ¿eh? ¿estas llorando? ¿Por qué? ¿Takao?
-       Tonto… realmente… creo que me he vuelto a enamorar de ti, tonto tsundere. - dice entre sollozos y las lágrimas que escurren por su cara, soltando una leve risita.
-       ¿Qué dijiste?
-       Que esta noche más te vale llegar a casa pronto y hacerme el amor o de lo contrario no te lo perdonare, Tsunderima.
-       Suena bien, espero que estés listo. Futuro Tsunderima Kazunari.
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[Café Prophecy]

“Recuerda ser honesto. Dile toda la verdad.” Las palabras de Tatsu resuenan en mi cabeza, mientras siento la anticipación hacerse más corta.  Tiene razón, no debo mentir. Debo decírselo. Todo.
Estaba sentado en una de las múltiples sillas del local, bajo la sombrilla que impedía que los rayos del sol me molestaran, dándole un sorbo a mi bebida. Suspire, cansado. Mirando el reloj en mi muñeca.
Apenas iba  a ser la hora, pero no soportaba la espera y me había adelantado 15 minutos. Revise mi aspecto en el reflejo del cristal del local, arreglándome el cabello con los dedos, pero sin lograr gran cambio.
Dándome por vencido con tratar de arreglarlo, no pude evitar sentir pánico. Quería salir corriendo de ahí a toda prisa.
¿Qué le podría decir? ¿Sobre qué deberíamos empezar a hablar? ¿Me guardaría rencor por haberme desaparecido estos 2 años? ¿Era por esa misma razón que nunca contesto mis cartas? Todas esas preguntas me invadían, haciéndome sentir como si me sofocara. Trate de calmarme, respirando pausadamente. Limpiándome el sudor de la frente con la servilleta y dándole otro sorbo largo hasta sentir que el líquido frio calmaba un poco mi ansiedad.
Estaba a punto de levantarme del pánico, mis piernas estaban listas, cuando le vi, ingresando en el local. Era como si mientras abría la puerta, la escena se volviera más lenta. La tensión se iba desvaneciendo entre más avanzaba. Apuntándole al encargado donde yo me encontraba. Sus pasos lentos y elegantes, mostrando su porte de modelo.
Trague en seco, suspirando, sonrió a mi amigo.
-       Kise-kun. – me levanto de mi asiento, alargando mi mano, pero él no me la toma. Lo veo mirar mi mano y luego esbozar una gran sonrisa, casi puedo sentir la intensidad de esta chamuscar mis mejillas por su resplandor.
-       Kurokocchi, oh por Dios. Te extrañe mucho. – no tengo tiempo de hablar, él se abalanza sobre mí, envolviéndome en sus brazos. Quiero decir algo, pero solo le imito, devolviéndole el abrazo, es tan fugaz, pero la forma en que su cuerpo me aprieta contra el suyo es tan cómoda. Nos separamos, le invito a tomar asiento.
-       Me alegra verte, Kise-kun. Supongo que debes tener muchas preguntas, ¿no es así?
-       S-Sí. Muchas.
-       Está bien. adelante.
-       B-Bien.

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Es hermoso. Sigue igual de hermoso que siempre. A pesar de la bienvenida previa en su primer encuentro, esto es diferente. Aquí, en este momento, es Kuroko Tetsuya, su mejor amigo, Kurokocchi. No Blue. Sonríe, feliz de poder volver a escuchar su voz, verle hacer esas expresiones, de sostener su pequeño cuerpo contra el suyo. Al inhalar su fragancia dulce, como siempre, ya que Kuroko no suele usar nada que tenga un aroma muy fuerte y que produzca picor en la nariz.
Se ve más alto, un poco más fornido de su cuerpo y el cabello se lo ha dejado hasta los hombros, pero lo disimula muy bien arreglándolo con esa cola de caballo. Sus ojos azules como el cielo le miran, a veces esquivándole la mirada, pero es razonable ante ello.
La forma en que sus labios se mueven mientras pronuncia palabras al mesero para que le traigan un té helado a Kise. Tan rosados.
Finalmente Kuroko le mira, con una expresión interrogante. Despierta de su trance y sacude la cabeza.
-       Perdón, ¿decías algo?
-       ¿está bien el té helado o quieres otra cosa?
-       Está bien. Cualquier cosa es buena mientras este fría.
-       Entendido. En un minuto está listo. – dijo el mesero, garabateando.
-       Gracias.
-       Ok. ¿está bien si empezamos? – dijo Kuroko, removiéndose en su asiento. Kise siente la pequeña tensión y la prisa en sus palabras.
-       ¿tienes algún compromiso? – levanta una ceja, recargándose en la silla. Kuroko niega suavemente con su cabeza, ruborizándose por el tono con el que acaba de usar sus palabras.
-       Nada de eso, solo que mientras más lo prolongamos, siento que me sofoca. Así que… - admite el peli azul, suena un poco rudo, pero es verdad. Aunque no quiere darle la impresión de que hablar con él sea aburrido. Siente como si algo le apretara el pecho mientras más minutos pasan sentados, prolongándolo.
-       Jajajajaja, está bien.  – ríe. La risa cesa en unos segundos después. Aprieta los labios, mirándole fijamente. Y después de unos segundos de pensárselo, se atreve a decir, armándose de valor  - Kurokocchi, ¿Por qué desapareciste así?  - lo ve tensarse, desviando la mirada. Kuroko baja la vista hacia su regazo, pero la vuelve hacia él.
-       Tenía que hacerlo, Kise-kun.
-       ¿Por qué? Digo, entiendo la parte de huir porque estuvieras molesto por lo que Kagami y Aomine te hicieron, pero… ni siquiera me diste una razón. Eso me dolió mucho.
-       Lo siento.
-       Eso no basta. Creí que me tenías confianza. Hemos sido amigos desde que teníamos 5 años. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿tan poco confiable era?  – las palabras salen disparadas, fuertes y despiadadas. Sabe que está siendo injusto al lanzar todo así, pero dos años tampoco se olvidan tan fácilmente y mucho menos cuando aquel a quien considerabas tu alma gemela simplemente despareo, sin darte razón alguna. Está dolido y necesita respuestas.
Kuroko niega, levantando un poco más la voz.
-       ¿Qué? No, nada de eso. Es solo que… no podía.
-       ¿Por qué?
-       Porque… porque era difícil decírtelo. Dolía mucho admitir que me había equivocado. No quería que me vieras con lastima. Tu no.
-       Kurokocchi… yo jamás lo habría hecho.
-       Tal vez, pero quería hacerlo por mí mismo. Todo me recordaba mi estupidez. Necesitaba alejarme de todo y de todos.
-       ¿incluso de mí? ¿también me odias a mí?
-       No. Yo jamás te odiaría Kise-kun. – es en ese momento en que Kise se sobresalta, levantándose de la mesa, provocando que su silla caiga y todos los demás clientes se les queden viendo, curiosos del espectáculo que involucra a la joven pareja de chicos.
-       Entonces, dímelo. ¿Por qué? ¿Por qué me dejaste atrás? Creí que siempre estaríamos juntos, que nos apoyaríamos, ¿no? Y aun así… ¿Por qué? – viendo a Kuroko sumido de hombros, ha ido demasiado lejos. Lo hiere, pero no puede detenerse ahora mismo. No ahora. Kuroko tiembla, apretando sus manos sobre la tela de su pantalón. Levanta la mirada, encontrándose con los ojos de Kise que le miran fijamente.
-       ¿quieres saberlo?
-       Sí, quiero saberlo.
-       …B-Bien, te lo diré. Pero debes sentarte y tranquilizarte, estas llamando mucho la atención.
Kise se da cuenta de que todas las miradas están sobre ellos, incluso los cuchicheos. Se sienta, tal como se lo pide su amigo y asiente, indicándole que continúe.
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[Kuroko] – Lo que realmente pasó con Kuroko después de huir de la boda

Es de noche, no sabe dónde está. Lo último que recuerda es conducir, ahogando su propia voz en llantos y lloriqueos, como de esas películas, solo que él no era esa chica con el maquillaje corrido por todo el rostro. Era peor. No sabía si llorar o maldecir, así que hizo ambos. 
Se ha quedado dormido en el volante. Lo bueno, es que su cordura pudo más que él y le indico que se estacionara al menos en un mirador. Desde el cual se puede ver toda la ciudad a través del parabrisas. Traga en seco, sintiendo una nueva oleada de ira.
Con las manos apretadas en el volante, dejando salir las lágrimas y gritando de desesperación, estampándose contra el centro del volante con su frente. Quiero golpear algo, quiere vomitar, quiere regresar y arrancarles los testículos a esos dos hijos de puta. Ahora se deja llevar por las sensaciones, las lágrimas sirven como un bálsamo.
Llora, llora, y sigue llorando alrededor de una ½ hora. Podría seguir llorando, pero se controla un poco. Limpiándose la nariz y las lágrimas.
Rebusca en el vehículo, quien sabe de quien sea, solo tomó las llaves y encendió el primer auto.  Ahí, en el suelo, encuentra el pequeño artefacto de comunicación. Saca la batería de su bolsillo y se la coloca. Presionando el botón, enciende. Está lleno de llamadas, mensajes, KISE RYOUTA es quien más impera entre esa gran lista de nombres. Había pensado en simplemente arrojarlo por la ventana, pero estaba tan concentrado ahogándose en sus lágrimas y en golpear y patalear en su asiento que solo lo arrojo por ahí.
Toma el teléfono, tecleando estúpidamente. Falla las primeras veces y finalmente da con el número que estaba buscando. Cuando este contesta, una voz preocupada y grave le responde, pero le detiene.
-       Por favor, necesito desaparecer. No quiero estar más aquí, por favor. Ayúdame, Akashi-kun. Ya no quiero… es demasiado para mí.
-       Tetsuya, cálmate ¿Dónde estás? Ryouta está totalmente preocupado, parece que fuera a volverse loco.
-       Estoy… no tengo idea. Solo acelere. Akashi-kun, yo… soy tan estúpido. Estúpido, estúpido, estúpido… tu eres el único que puede ayudarme, por favor. Te lo pido como tu amigo.
-       Tetsuya, lo que me pides es...
-       Desaparecer. No quiero seguir aquí. Por favor. Te lo juro, si tu no me ayudas, estoy a un solo paso de irme con todo y maldito carro al acantilado.  – dijo, y aunque sonaba exagerado, no estaba tan lejos de ser real. Un simple empuje a su pie y el auto, junto con él, irían a caer.
-       ¿Qué? Espera, no te precipites. Podemos solucionar esto, ¿sí?
-       Por favor… Ayúdame – su voz temblaba y las lágrimas volvían a salir más fuerte. Akashi tragó en seco al otro lado, y tomo una decisión. Lo razonable sería que trajera a Tetsuya de regreso, pero, ¿Qué si un descanso, como le había dicho a Ryouta, era lo que necesitaba? Iniciar desde cero. Apartándose del gentío que parecían un completo caos, se metió dentro de una de las habitaciones, asegurándola.
-       Tetsuya, ¿estás seguro de esto? Y-Yo… - es la primera vez que se le corta la voz, pero logra retomar esa firmeza  - Lo hare. Te ayudare, pero será momentáneo, ¿sí? Hare algunas llamadas y te diré qué hacer. No puedo entender el dolor que estas experimentando ahora mismo, pero lo mejor para ti seria ir lejos, despejarte hasta que te sientas mejor. – estaba diciendo tantas cosas, en su mente este plan sería descabellado, pero necesita tranquilizar a Tetsuya o de lo contrario podría hacer una barbaridad.
-       Gracias, Akashi-kun…
-       Para eso estamos los amigos. Sobre Ryouta…
-       ¡No! Por favor, no le digas nada. No quiero que él se vea envuelto en todo esto. Este es mi problema, así que quiero hacer esto por mí mismo, ¿sí?
-       ¿seguro?
-       S-Sí.
-       Está bien. Cuídate. Yo me encargare de los arreglos.
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-       Después de eso, me topé con su amigo en el aeropuerto y así fue como termine en Nueva York.
-       ¿Nueva York? ¿Por qué ahí?
-       No lo sé. Estuve al menos dos semanas en el hotel en el que Akashi-kun me había hecho reservación. No salí para nada, ni siquiera para comer. No tenía animo de nada, solo quería quedarme encerrado y dormir. Cuando finalmente comenzaron a llamar de la recepción para verificar si había muerto, fue que me decidí salir o de lo contrario Akashi-kun se preocuparía. Pasee un poco y mientras estaba dando vueltas, encontré varios lugares interesantes, pero nada que lograra llamar mi atención por completo. Y entonces, fue que me encontré frecuentando esos lugares a los que muchas veces temí.  Parece ser que América es más liberal con esos temas.
-       ¿Te refieres a los bares gay? – Kise traga en seco, tensándose. Se estremece al imaginarse a Kuroko en un lugar como ese, solo.
-       Así es. La primera vez fue curiosidad. Siempre me había mantenido alejado de ellos, pero ahora quería conocer. Tenía mucho tiempo y libertad que gastar, así que decidí explorar un poco sobre mí. Toda mi vida estuve tan reprimido, no por los otros, sino por mí mismo. Siempre manteniéndome fuera de todo, más que nada como un observador. Y entonces… fui engullido por este nuevo submundo.
-       … - no dice nada, pero puede entender el significado de las palabras dichas. Quiere preguntar, pero teme la respuesta. El más pequeño entiende su silencio y responde.
-       Si, dormí con otros.
-       ¿Por qué? – aprieta la mandíbula, imaginándose a Kuroko con otros sujetos. Aun incrédulo de ello. Sabe que no puede reclamarle nada, puesto que él también lo ha hecho durante todo este tiempo. Pero aun así le molesta, mucho.
-       Bueno, no sé cómo explicarlo, solo… quería sentir algo. – Kuroko se tensa, sintiendo la vergüenza en sus palabras, pero no puede parar ahora. Necesita contarlo. No se enorgullece de lo que ha pasado, pero tampoco puede borrarlo con girar la página. Es lo que es. Continua, ahora con un leve temblor en su voz  – Iba todas las noches a un lugar diferente y en cada lugar alguien se acercaba a mí, me sonreía y después me veía  a mí mismo entre sus brazos, pero no era suficiente.  – lo recordaba todo completamente. A pesar de que no le satisfacía para nada el simple hecho de liarse con cualquier sujeto, el dolor comenzó a crecer y tocó fondo.
>> El primer año fue terrible, deje de frecuentar estos lugares y me dedique a superar este nuevo yo. Era alguien que no quería, pero que ahora gobernaba mi vida. - el hambre por sentir el éxtasis de ser poseído en lugares indebidos, la indiscreción de hacerlo con un desconocido. Estaba mal. Tan solo recordar aquellas noches perdidas en brazos de sujetos sin rostro lo hacían sentirse peor consigo mismo.  Pero hacia lo que Shirley le había dicho; Déjalo pasar, ese no es el tú de ahora.
>>Y entonces, regrese a casa. Claro que como entenderás, no fui directamente a mi viejo apartamento. Akashi-kun no supo de mi regreso, ni mucho menos de lo que me había pasado en Nueva York, ya le había causado demasiados problemas, no quería darle más. Mientras deambulaba por las calles de Tokio, me encontré con varios sujetos que no dudaron en tratar de seducirme para llevarme a la cama. Pero no funciono. Algo era diferente. Yo ya no deseaba un placer carnal, el solo imaginarme en los brazos de alguno de ellos solo me hacía sentir ganas de vomitar. Me avergonzaba de mí mismo.
>>La soledad que siempre estuve llenando con aquellos hombres que habían poseído mi cuerpo, no era porque deseara el sexo, era mi frustración reprimida. ¿Te acuerdas de nuestro primer beso? te dije que nunca había sido besado y tú me enseñaste cómo hacerlo.  Ese recuerdo venía a mi mente cada vez que alguien lo intentaba y jamás despertaba esas chispas en mi cabeza. No como tú. Solo lo sentía como algo mecánico.
-       Kurokocchi, ¿Qué estas tratan de decirme con todo esto?
-       Kise-kun, Kagami-kun no fue el único infiel en nuestra relación.
-       ¿Qué? Pero tú no…
-       No. No lo engañe con nadie mientras estuvimos juntos, sino desde mucho antes. Yo fui el que engaño a todos, o al menos eso pensé, pero… mentir no funciona.
-      
-       Mientras estaba con Kagami-kun, había alguien a quien quería mucho, pero yo… jamás me atreví a confesarme. Se puede decir que le era infiel sin que él se diera cuenta.
-       ¿Por qué?
-       Pánico, tenía tanto temor de que no funcionara. Temía que él me rechazará, o peor, que lo perdiera. Quería que nuestra relación cambiara, pero no en el sentido en que él dejare de dirigirme la palabra.
-       ¿Dónde está él ahora?
-       Bueno, eso es algo muy fácil de responder. Él está sentado frente a mí, después de 2 años, nos hemos vuelto a encontrar, pero esta vez ya no puedo seguirle mintiendo.  – levanta la mirada hacia Kise, las mejillas sonrojadas, igual que las puntas de sus orejas, mientras se arregla un mechón del cabello por detrás de la oreja.
-       ¿Qué estas…? – vuelve a elevar su tono, golpeando la mesa. Provocando que el otro salte de su silla. Siente la cólera inundarle. No sabe por qué, pero es corrosiva. Aquellas palabras que acaba de decir con esa expresión tan inocente. - ¡¡Deja de jugar conmigo!! ¿yo? – nota como el otro se tensa un poco, pero se obliga a responder, tragando en seco.
-       Así es. Siempre fuiste tú, Kise-kun.
-       Mentira.
-       No lo es.
-       ¡Mentira! ¿Dices que yo he sido la persona de la que estabas enamorada y no Kagamicchi? ¿Por qué? ¿Por qué no me dijiste nada?
-       ¿habría importado?
-       Por supuesto. Yo… - se le entrecorta la voz, notando el par de ojos que le miran fijamente.
-       ¿tú qué? Kise-kun.
-       Desapareciste por 2 años. Sin decir nada a nadie, más que a Akashicchi. Todo esto es demasiado para mí. Yo… - se siente tan frustrado. Molesto con Akashi, con Kuroko, consigo mismo.
-       Kise-kun… - Kuroko alarga su mano, preocupado, pero Kise reacciona mal. Empujándole la mano con un movimiento brusco.
-       ¡¡No me toques!! ¿Quién eres tú? No eres mi amigo, no al que yo conozco.
-       Sigo siendo yo, solo que…
-       ¿bailas a los hombres para vivir? ¿vendes tu cuerpo? Eso es tan… ¡¡asqueroso!! – grita, tan fuerte que puede escuchar el eco de su voz resonando. Es cuando se da cuenta de lo que ha dicho que levanta la mirada. Encontrándose con un Kuroko que estaba totalmente paralizado frente a él, sus manos sobre su pecho, como si se protegiera con ellas. Ve como sus grandes ojos azules se van tornando cristalinos, una tenue capa de humedad los cubre, y pequeñas lágrimas comienzan a deslizarse por sus mejillas. Él aprieta los ojos, tratando de ocultarlo, pero aun así es imposible no notarlo. La mirada pasmada, pero las lágrimas corriendo, mientras su boca lucha por formular palabra entre los suspiros.
-       Y-Yo… no… solo… lo sabía, creí que estaba listo, pero… parece que no es verdad… lo siento. Será mejor que me vaya.  – Kkuroko se levanta de su silla, cubriéndose la boca con la palma, acallando su leve gimoteo, pero sus lágrimas quedan al descubierto para los demás, quienes le miran preocupados al verle pasar vuelto todo un mar de lágrimas. Kise tarda unos segundos en reaccionar. Es la misma mirada que había puesto después de enterarse el engaño de Kagami y Aomine, y la ha provocado él. Él es el culpable de hacer llorar a Kuroko, a quien dice amar.
Reacciona, finalmente, levantándose de la mesa. Hecho un torbellino, abre las puertas del establecimiento con dirección a la calle, pero el mar de gente le impide encontrar  a su amigo.
-       ¡¡Kurokocchi!! ¡¡Kurokocchi!! – comienza a gritar desesperado, buscándolo con la mirada, pero no lo encuentra. Hay demasiada gente.  Su corazón se agita, sintiendo las punzadas de la culpa y la vergüenza.

**************************************
[Akashi – Edificio del Grupo Akashi]

Acomodándose el saco. Abotonó el último botón y tomó su portafolio. Dirigiéndose a la puerta, su secretaria y él chocaron en la puerta. Ayudándole a la mujer a ponerse de pie. Esta vestía una falta entallada, su blusa abotonada hasta el último botón de su cuello y el pequeño saco abotonado hasta su busto, el cabello arreglado en una perfecta cebolla y unas gafas de montura negra con cristal de botella. Mikage Aoi era una de las secretarias con menor sentido de la moda y siempre parecía que iba vestida para misa, pero a Akashi eso no le importaba, mientras hiciera su trabajo bien, no tenía problema con que fuera vestida de esperpento.
Akashi se arregló las ropas, peinando sus cabellos con la mano, en un intento por aplacarlos. Cuando lo logró, se despidió de la mujer y volvió a emprender la marcha, pero la mujer le siguió, agitando una pequeña carpeta.
-       ¿Akashi-san? ¿tiene un minuto?
-       Umm, claro. ¿Qué sucede? – dijo sin dejar de caminar, la mujer igualándole el paso. Mientras más avanzaban, esta iba sacando papeles de la carpeta y los ordenaba. Sacando una en especial, se la entrego.
-       Necesito su firma para estos documentos. – dándoles una revisión rápida. Era un reporte de trabajo por parte del Encargado Sasaki de la división de ventas. Lo reviso en un segundo, pero declaró que sería mejor revisarlo con tranquilidad y no ahora.
-       Ok, lo revisare y después lo dejare sobre mi escritorio, ¿está bien? – ambos llegaron a estar frente al ascensor, Akashi presionó el botón,  guardando la  hoja dentro de su portafolio, la mujer asintió.
-       Por supuesto. – las puertas del elevador se abrieron cuando este llego y rápidamente el pelirrojo ingreso en él.
-       Bien. Nos vemos.  – la mujer hizo una leve reverencia, mientras veía como su jefe le imitaba y se despedía, las puertas cerrándose.
-       Nos vemos. Que tenga un lindo viaje.
-       Gracias, Mikage-san. Nos vemos dentro de 3 semanas.
La mujer regresó por el largo pasillo hacia la oficina de Akashi, dejando la carpeta sobre el escritorio. Soltó un suspiro, avergonzada. Se quitó las gafas, frotándose los ojos con el dorso de la mano. Dispuesta a continuar con su labor de organizar la lista de clientes que su jefe le había pedido hacer antes de irse, para que se la mandara a su correo.
Cielos, ese hombre era una máquina de trabajo. Ni en su Luna de Miel podía simplemente olvidarse de las responsabilidades de la empresa y disfrutar junto su pareja. Decía pareja porque aún le resultaba un tanto extraño, por no decir incomodo, el decirle “su esposo”.
Era un buen jefe, pero cuando pedía eficiencia, era un tirano. Más de 15 secretarias no habían podido seguirle el ritmo y habían renunciado. Mikage no podía darse ese lujo. Después de todo, era Akashi Seijurou. Si lograba un buen trabajo y se ganaba, aunque fuera un poco, al jefe, podría tener una buena recomendación. Lograría lo que las otras 15 perdedoras no. Y es que con esta economía, encontrar un trabajo que pague bien y te de tantas prestaciones, a pesar de tu edad, es muy difícil.
Sentándose, encendió la pantalla de su computador, pero un par de manos apareció frente a su escritorio. Todo el grupo de chicas del departamento de ventas, que son tres, estaban frente a ella, mirándola fijamente con una sonrisa de oreja a oreja.
-       ¿Es cierto que el jefe se va a una luna de miel? – dijo la pelirroja.
-       Así parece. Ya pidió su permiso por 3 semanas y yo me encargue de comprar los boletos y hacer las reservaciones.
-       ¿Por qué ahora? – esta vez fue Aki, la de cabello oscuro y flequillo por encima de las cejas.
-       Bueno, supongo que es por su pareja. El jefe se la pasa todo el día en el trabajo, así que tomarse unas vacaciones debe ser lo más natural.
-       ¿Cuándo se casarón? – pregunto Mimi, su cabello rubio cayendo por su espalda y parte de sus hombros, tan sedoso. Era la envidia y el objetivo de todos los demás empleados, varones, del departamento.
-       Hace un año. Pero al parecer no pudieron celebrar su luna de miel.
-       ¿Qué hay de la boda?
-       Fue algo pequeña, solo amigos íntimos. Después de todo, un matrimonio en Estados Unidos entre personas del mismo sexo sigue siendo algo extraño.
-       ¿Cómo lo tomaron sus padres?
-       No lo sé.
-       Tsk, el jefe es tan guapo. Qué envidia de su esposo.
-       Lo sé. ¿Por qué todos los guapos tienen que ser gays? ¿Hay algún patrón gay que decide hacer intocables a los más guapos? Uhhh…
-       Oigan, ¿creen que el jefe sea…? – torciendo la muñeca. Las otras tres mujeres miran a la pelirroja, sin entender.
-       ¿Qué cosa?
-       Ya sabes. ¿la mujer de la relación?
-       No. No lo creo. ¿o sí?
-       No sé. Es muy guapo, pero…
-       Yo he visto a su esposo y… no creo que nuestro jefe sea el hombre.
-       ¿Terminaron?  - las tres mujeres se giran. Mikage se sobresalta ante el movimiento de su escritorio, sujetando sus lentes de caerse. Un alto hombre de cabellos negros peinados hacia atrás las observa con el ceño fruncido y las manos en la espalda.
-       ¡¡Encargado Sasaki!!
-       Si vuelven al trabajo inmediatamente olvidare las tonterías que acaban de decir y no las reportare con el jefe.
-       ¡¡Sí!!
-       Y dejen de decir esas cosas en la oficina. Somos profesionales.
-       ¡¡Lo sentimos!! – diciendo esto, as tres huyen del lugar, dejando a Mikage con Sasaki. Cuando este se gira a ella, siente el escalofrió ante su mirada tan penetrante. Estremeciéndose.
-       Mikage-san, ¿le entregaste el reporte al jefe?
-       Así es. Me dijo que lo revisaría.
-       Ya veo. Bien. Gracias, continua con tu trabajo.
-       Eso hare.
*************************************

Tan pronto como escuchan el sonido de la puerta, padre e hija se giran para recibir al peli azul. Su hija se adelanta, y él, a pasos lentos, se va acercando.
-       ¿Y? ¿Cómo te fue? – pregunta animado, pero de repente su tono va perdiendo fuerza. Detiene sus pasos, su hija se recarga contra su pierna, aferrándose, ocultando su rostro. Levanta la mirada, encontrándose con un Kuroko agitado, con lágrimas en los ojos y que aprieta los labios, recargado contra la puerta. Como si estuviera a punto de romperse.
Himuro le indica a su hija que regrese a su habitación. Cuando intenta acercarse a Kuroko, este niega, apartándolo, con dirección a su habitación.
Hecho todo un rayo, atraviesa el espacio y cierra la puerta al ingresar. Produciendo un fuerte ruido. La puerta le retacha en el rostro.
-       ¿Blue? Blue, abre la puerta. Por favor. ¿Qué paso? Blue, por favor.  – golpea la puerta repetidas veces, tratando de hacer que la perilla gire, pero no. Está asegurada por dentro. Comienza a preocuparse. Jamás lo había visto así. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué regreso así? Tiene tantas preguntas, pero quiero asegurarse que Kuroko esté bien. sigue golpeando, en un intento por convencerle y hacerlo ceder para que abra la puerta. Pero nada.
-       ¡Déjame en paz!  - la voz resuena a través de la puerta. Himuro retrocede. No puede verlo, pero por su tono de voz sabe que está llorando. Quiere ayudarle, pero no puede hacer nada. Ahora no.
-       Tranquilo, ¿sí? Solo quiero hablar. ¿Qué paso?
-       Nada. Por favor, Himuro-kun, déjame solo.
-       Blue…
Himuro se queda frente a la puerta, sintiéndose tan impotente y a la vez inútil. Quisiera derribar la puerta de un solo golpe, entrar y consolarle, pero no puede.
¿Qué rayos ha pasado en esa reunión con Kise?
No lo sabe, pero lo averiguara.

-       Está bien. Estaré en la sala, cuando esté listo para hablar, ahí estaré. ¿sí? 

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