CUERPO FRÍO, CORAZÓN CALIENTE - CAPÍTULO 3

[Capítulo 3 – Ciudad Zwielicht -  Zona de Contención]

[Jason Snyder – Zona de Contención –Planta Baja -  Nivel 21 (Área Restringida)]

Ya casi terminaban de probar todas las sustancias, cuando de repente el monitor comenzó a pitear. Ambos sujetos dejaron lo que estaban haciendo, acercándose al sujeto de prueba.
-         ¡Mierda! – dándole golpes al monitor, revisando los signos vitales  -  Es su corazón. Creo que está teniendo un ataque.
-         ¡Adrenalina! Pásamela. – pidió el otro, abriéndole la camisa a Jason, quien tenía la cabeza gacha. El otro busco entre las cosas que tenían en la bandeja y sacó una jeringa.
-         ¡Aquí! – se la entregó al hombre - ¿Cómo pasó? Todo estaba yendo bien. – ahora asustado, si Thomas se enteraba que el sujeto había muerto, ellos estarían en serios problemas. En otras palabras, se los daría de comer a sus nuevas “mascotas”.
-         No sé, solo de repente su pulso cayo. Voy a inyectarlo… - estaba a punto de clavar la aguja en el pecho de Jason, cuando sintió un suave aire golpeando su frente.
Levanto la mirada, abriendo los ojos como platos,  y antes de poder retroceder, Jason libero su brazo y con un simple movimiento le arrancó la mandíbula.
La sangre salpico, manchando el regazo de Jason y el suelo.
El otro hombre gritó, horrorizado. Intentando pedir ayuda, retrocedió, tratando de acercarse al panel que estaba en la pared. Pero se movía más lento, petrificado por el pánico, sus extremidades parecían rígidas.
Jason se levantó de la silla, removiendo los seguros que lo mantenían prisioneros. Se arrancó las agujas de la espalda, soltando leves gruñidos por el dolor que le causaban. Su espalda, llena de agujeros que manaban sangre se fueron cerrando inmediatamente.  Moviendo la cabeza de izquierda a derecha, bajo la mirada hacia el sujeto.
El hombre finalmente reacciono y se aventó hacia la pared, Jason tomó el resto del cuerpo del otro, clavando sus largas uñas dentro de la boca, en el paladar y lo lanzo contra el hombre.
Lo derribo, y sin perder tiempo, salto encima de él. Atravesándole la nuca con fuerza, su mano saliendo del otro lado de su garganta. El sujeto miraba hacia arriba, tratando de articular palabra, pero la sangre se lo impedía. Rápidamente, su mirada quedo en blanco y el sujeto dejo de moverse. Jason sacó su mano y dejo el cuerpo.
Todo el piso estaba teñido con un rojo carmesí. Las pisadas de Jason iban quedando impregnadas, pero luego volvían a desaparecer. Sus brazos y piernas estaban manchados por la sangre.
No fue sino hasta que sintió algo que le estorbaba en la mano derecha que se dio cuenta que aún tenía el resto del cráneo del primer vampiro, incrustado en sus uñas. Lo removió y lo tiró, estrellándolo contra la pared, esparciendo sus sesos y la sangre en una enorme salpicadura.
La habitación comienza a ponerse totalmente roja. Mira hacia arriba del techo, donde unas luces rojas parpadean y el pitido de una alarma resuena.
Gira la cabeza al escuchar un extraño sonido. Deslizándose por las paredes, unas placas de metal aparecen y lo encierran, asegurando la habitación.
Dando pequeños pasos, su mano alcanza la placa de metal, notando la dureza de esta. Aun así, le da un fuerte golpe y solo logra una pequeña abolladura y que sus nudillos sangren. Aprieta la mano nuevamente y da otro golpe, pero el resultado es el mismo.
“Estas cosas no pueden contenerte. Recuerda que eres más fuerte. Sino recuerdas quién eres, morirás. Recuerda a Ethan.”
Una voz resonaba en su cabeza. Recordando el largo brazo de Ethan, en el bosque de los Azules, sintiendo un leve calor en la punta de sus dedos. Miro su mano, notando como esta se iba uniendo. Sus dedos juntaban el espacio que los separaba, la forma de su brazo haciéndose más delgada, hasta que finalmente tomaba la forma de una hoja tan delgada hasta el codo.
Era el mismo brazo que Ethan tenía, aunque era diferente. Este era suyo. Lo miro, curioso y a la vez asombrado. Tragando en seco, la alarma le borro las preocupaciones y le indico que no tenía demasiado tiempo.
Colocando la punta de su brazo-espada sobre la pared de metal, la empujo un poco y esta, fácilmente, atravesó la pared. Haciendo una figura deforme, pero que fuera lo suficientemente grande, el pedazo de metal cayo del otro.
Salió, dando pasos lentos. Miro a ambos lados. Al no notar presencia de otros, decidió que debía continuar. Mirando que era un largo pasillo, sin puertas, todo de blanco. Era extraño.
Se detuvo, escuchando el sonido de pasos acercándose. Se colocó en posición de ataque.
 Varios hombres uniformados de negro aparecen en el portal, con armas que le apuntan directamente. Son demasiados.
-         ¡Quieto ahí! – dice uno, pero Jason no está viendo sus armas, sino su número.
Suspira, tomando una gran respiración. Entrecerrando los ojos. Respira por la nariz, inhalando la fragancia de la sangre que aún hay alrededor del pasillo. Abre los ojos lentamente, y un pequeño destello rojizo comienza a brillar alrededor de su iris, hasta que se tiñe por completo. Es como si el rojo palpitara, se enciende y vuelve  a opacarse, constantemente.
Todos los hombres le miran, boquiabiertos. Jamás habían visto a una persona con esa clase de ojos. Fuera were, humano o vampiro. No los había. Una mezcla de pánico y asombro corre por los hombres. Los hace dudar. Esos ojos muestran peligro. Los aterra el disparar y despertar a una bestia peligrosa.  
Alarga su brazo contra la superficie de la pared de su costado y pasa la punta de su brazo-espada, una larga línea comienza a aparecer mientras avanza, cortando el metal. Todos ven, incrédulos.
Esboza una media sonrisa y sin que ninguno de los hombres pueda prever el siguiente movimiento, Jason sale corriendo contra ello, con su brazo-espada enfrente de él.
Disparos salen contra el cuerpo de Jason, pero solo impactan y las balas van cayendo al suelo. Jason logra llegar hasta ellos, haciendo un movimiento en arco con su brazo-espada, las cabezas de los vampiros caen al suelo. Salpicando el techo y a Jason.
Mira su brazo, que vuelve a su forma original y después de comprobar que sus articulaciones funcionen bien, asiente. Toma una de las armas que han dejado tiradas y se la echa al hombro.
Se detiene, unos segundos. Incapaz de resistirse al aroma de la sangre. Se acerca a uno de los cuerpos sin vida y toma uno, sin darle tiempo clava sus colmillos sobre el corte que ha hecho, donde alguna vez hubo una cabeza y comienza a chupar la sangre. Sintiendo como esta va ingresando en su interior. La sangre es diferente, pero está débil y necesita alimento.
Se separa, relamiéndose los labios. Pasa su dorso sobre su boca, limpiando el rastro de sangre y continúa. Siente como si su cuerpo se sintiera mejor. Se encuentra vibrante, más fuerte.
Continúa caminando a través de todo el pasillo, hasta que finalmente choca contra una pared. Lo cual agradece porque no sabía si estaba caminando o el pasillo era un infinito círculo. 
Pasa sus manos, tratando de encontrar un interruptor, pero no hay nada más que la superficie plana. Da pequeños golpecillos, escuchando un sonido hueco.
Se aparta unos pasos y golpea con las manos. Haciendo que sus uñas se alarguen, comienza a rasgar a pared, hasta que ve como la pared se abre unos centímetros. Los cuales no desaprovecha y mete ambas manos, forzando la puerta a abrirse de lado a lado.
Cuando abre, unas luces de color dorado le reciben.  Ingresa, mirándole con cuidado. Notando lo estrecho que es el espacio ahí. Las puertas detrás de él se cierran rápidamente.
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[Bosque de los Azules-  Derek]

Tan pronto como el grupo de humanos y weres se puso de acuerdo, estaban ambos en el mismo punto, aunque en polos diferentes. Mirándose fijamente. Weres de un lado y humanos del otro. La tensión era palpable.
Derek miraba a los weres. Eran enormes. Sus ojos fueron hacia Charlie, quien aún se mantenía en un costado de la manada, con la cabeza gacha y la mirada perdida. Quería acercarse y tratar de animarle, pero no podía. Charlie era un were y él un humano. No había oportunidad de poder llevar una amistad agradable con esas dos grandes diferencias.
Saliendo de sus pensamientos al sentir como la luz le era bloqueada. Levantó la mirada al sujeto de cabello largo.
-         Llevaremos a los nuestros, ¿está bien?
-         Sí.  – asintió, aun perdido. Lo había agarrado con la guardia baja. El were se giró antes de irse, dando un paso hacia adelante, provocando que Derek retrocediera ante la sorpresa de la acción.
-         Una cosa, humano Derek. Si están planeando traicionarnos no se los sugiero. He matado a muchos más para proteger a mi familia, si intentan hacer algo con ellos, no me tentare el corazón, aunque sean amigos de Jason, ¿entendido? – Derek se molestó y levanto una ceja al aire, apretando la mandíbula.
-         Supongo que eso va para ambos lados, ¿no?
-         Soy yo quien está llevando su manada a la boca del lobo, no tú.  – sonaba demasiado graciosa la ironía, pero Alo era serio en sus palabras y su mirada lo indicaba, provocando que Derek pensara dos veces lo qué iba a decir. Él también estaba faltando a muchas normas que habían establecido en la Colonia, con el fin de sobrevivir, y ahora estaba llevando a esa gran cantidad de weres totalmente desconocidos.  Arriesgando su seguridad.
-         Es verdad. Pero yo estoy llevando al mismísimo lobo hasta nuestra madriguera. – Alo avanzo, quedando frente a él, colocándole un dedo sobre el pecho, bajando la mirada para intimidarlo, y que si funcionaba.
-         Si nos traicionas… - Derek le corto inmediatamente. Apartando el dedo con su mano.
-         No lo haremos.
-         Estoy seguro que no lo harás. Randolph puede parecer alguien tranquilo, pero cuando se trata de proteger a los nuestros, no diferenciamos entre humanos o vampiros.  
-         … - enmudeció, tragando en seco ante la amenaza del were. Sintiendo como sus manos sudaban frio. Apretó las manos y le mantuvo la mirada, tratando de no mostrarse afectado por el nerviosismo. No se dio cuenta sino hasta que sintió el metal frio contra su espalda que había sido acorralado contra el vehículo. Sintiéndose más pequeño e indefenso ante  el were, una mano tomó su mentón.
-         Si algo amenaza nuestras vidas, en quien caerá toda la responsabilidad será en ti. No me importa su relación con Jason, ustedes son ustedes y Jason es Jason.   – le soltó el mentón y Derek bajo la mirada, sintiendo las ganas de llorar por lo aterrado que estaba. Jamás se había sentido tan asustado, a excepción de los vampiros cuando los perseguían. Alo continuó – Si haces algo estúpido, te mataré, lenta y dolorosamente ¿entendido? – bramó fuerte, provocando que Derek saltara en respuesta.
-         S-Sí.  – Derek no levanto la mirada, simplemente se mantuvo quieto, esperando que el were desapareciera.
Escuchando los pasos alejándose, levanto la mirada, viendo al were alejarse de él. Pasó la manga de su chaqueta sobre sus ojos, restregándose las lágrimas y después suspiró.
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Viendo a su hermano apartarse como si fuera a matar a alguien en ese momento. Randolph se acercó siguiéndole. Lo tomó del brazo.
-         ¿Qué sucedía allá?
-         Estableciendo las cláusulas de nuestro acuerdo.
-         Alo, hermano… - trataba de calmarlo, pero Alo negó. Apartándose.
-         No, Randolph, tu sabes muy bien como yo, o como todos los demás, que los humanos no son de fiar. Te voy a ayudar en esto, pero no me pidas que conviva con ellos, no soporto a los humanos y ahora voy a irme a vivir con ellos.  – había cierta burla en sus palabras. Alo miro a su hermano - Una vez que Jason este a salvo, nos vamos.
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Randolph iba sumergido en sus pensamientos. Molesto, consigo mismo. Había hecho algo malo. Se había desquitado con Charlie, y aunque sus palabras tenían razón, no podía echarle toda la culpa. No era así. Charlie lo había hecho lo mejor, y debería estar feliz que siguiera con vida
Pero no podía calmar el dolor en su pecho. Jason estaba en las manos de Bateman, haciéndole quien sabe que cosas ahora mismo, torturándolo. De solo pensarlo su corazón se oprimía.
Y ese no era el mayor de sus problemas. Tenía que velar por su manada, pero al mismo tiempo recuperar a su pareja. Y al hacerlo, parecía que ponía en peligro a su manada, solo para salvar a Jason. Era como si le pusieran a elegir, de nuevo. Cientos de vidas, por Jason.
Y escoger le aterraba, porque conocía la respuesta a esa pregunta.
Además, con la aparición de la manada humana de Jason, aun había una posibilidad que…
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió que alguien llamaba su atención. Era Abby, quien le miraba preocupada.
-         Hey, ¿Qué sucede? – pasó su mano sobre la ancha espalda del alfa. Randolph suspiró, cansado. Pasando sus manos por su cara.
-         Me he estado preguntando. ¿Que si Jason no quiere volver con nosotros y  prefiere su manada humana?  - Abby pareció pensar su respuesta, apretando los labios.
-         Aun no lo sabes.
-         … - Randolph guardo silencio. Ese era el problema; él no sabía. Apenas habían formalizado su unión con la manada y todo eso, pero ¿era suficiente como para que Jason se quedara con él? Las tradiciones no harían que Jason se quedara, después de todo era un humano. O algo parecido. Aun no estaba seguro de la naturaleza de Jason, pero si él decía que era humano, así seria para él.  Sintiendo una mano sobre su pierna, haciéndolo reaccionar, levanto la mirada hacia Abby, que le empujaba con el hombro.
-         Randolph, Jason te ama. Lo he comprobado con mis propios ojos. Pero si, será una decisión difícil. Él tendrá que elegir, ten fe en él.
-         Solo que… jamás me había sentido así. Tan vulnerable, siento que me falta algo, no logro concentrarme y parece que no consigo imaginar el futuro sin él. Estoy tan abrumado y siempre que empiezo a sentir que logro tomar el control, se me escapa. Que en cualquier momento voy a salir corriendo, detrás de él y dejare a todo aquel que me estorba. ¿suena egoísta eso?
-         Wow, esas son las desventajas de estar liado, corazón. Jason debe sentirse igual, después de todo ya formalizaron su alianza como pareja. No pueden vivir sin estar separados. – Randolph siente su pecho calmarse un poco. Mirando hacia delante, donde los weres, irritados, miran a los humanos.
-         ¿Crees que estoy haciendo bien? digo, llevándolos a todos con los humanos.  – preguntó, nervioso. Mirando fijamente a Abby, quien hizo un leve puchero, para luego esbozar una media sonrisa.
-         No sé si lo estás haciendo bien, pero yo te seguiré. Jason es uno de los nuestros y no creo que todos los humanos sean tan descorazonados. Solo hemos tenido mala suerte y nos han tocado los peores.
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[Desierto – Derek]

Tanto weres como humanos iban en la parte trasera del vehículo, ambos atentos. Sin embargo, no era a los peligros del exterior a lo que estaban atentos, sino a sí mismos. Mirándose furtivamente por el rabillo del ojo, mientras usaban los reflejos del cristal para no descuidar la posición o si los otros hacían un movimiento extraño. Totalmente en guardia.
Derek quería calmar un poco a sus compañeros, pero sabía que no podría hacer nada. Era una escena un tanto extraña weres y humanos en un mismo vehículo, sin despegarse la mirada, esperando por un error para saltarse encima a matar.
Suspiró, recargándose en el borde de la ventanilla, mirando al exterior desértico. Kilómetros y kilómetros de un desierto seco, en los que solo se veían los cactus y casas abandonadas. Era como si al asumir el control los vampiros, no solo se llevaran su libertad, sino también la vida misma de la tierra. Como si ellos fueran la enfermedad que azotaba fuertemente la vida. Una plaga mortal.
Derek froto sus parpados, sintiendo el ardor por la falta de sueño. Se sonó la nariz y le dio un pequeño golpecillo a Simon.
-         Simon, voy a dormir un rato, ¿sí? Me avisas cuando estemos cerca.
-         Claro, no hay problema. Llevas 4 días sin pegar ojo. Yo me encargo de que no se maten entre sí.
-         Gracias. Te lo encargó.
Diciendo esto, Derek se colocó la gorra encima, para bloquear que la luz le diera directamente en el rostro, recargándose sobre le asiento lo más que podía, cruzo las manos sobre su pecho y cerró los ojos, tratando de dormirse los suficiente para calmar el desmayo por falta de sueño.
No tardo ni un minuto, cuando se quedó totalmente dormido
Simon, quien solo negaba, esbozando una leve sonrisa, tomó la radio y presionó un botón.
-         Colonia, aquí Hund (perro). ¿alguien? – tardo unos segundos, cuando el sonido de la estática y un pitido resonó. Una voz femenina le respondió del otro lado.
-         Hund, aquí Colonia, ¿Qué sucede? ¿lo encontraron?
-         No, aunque encontramos algo aún más interesante.
-         Espero que sea un bozal porque ya no aguanto más a Joe.  – bromeó. Simon negó, esbozando una sonrisa.
-         ¿Qué ha hecho ahora ese pedazo de mierda?
-         Ummm, quiere imponer una nueva regla. Las mujeres deben tener sexo más seguido, así podemos acelerar la reproducción. Necesitamos guerreros jóvenes.
-         ¿Qué? Estas bromeando, ¿verdad?
-         No. Ahora mismo estaba diciendo que yo tengo unas muy lindas caderas para tener hijos, ¿puedes creerlo? Me dijo que debo ponerlas en acción.
-         Bueno, si tienes bonitas caderas.
-         Idiota.
-         Lo siento, es broma.
-         Oh, entonces, ¿no tengo bonitas caderas? Uh, gracias por lastimar mi ego de mujer.
-         Y-Yo… no… - tartamudeo, sintiendo las mejillas ponérsele rojas. Qué bueno que Derek estaba dormido, sino lo gozaría burlándose de él. Una risilla resonó.
-         Era broma. ¿Y Derek? Me parece extraño que seas tú quien llame y no él.
-         Lo he dejado que descanse un momento, en lo que llegamos a la base. ¿alguna otra novedad? – dijo con el fin de continuar la conversación lo más posible.
-         No, todo lo dejas está bajo control. Ahora mismo todos están en el comedor. Por cierto, no nos quedan demasiadas provisiones. Solo la mitad del almacén. ¿Qué haremos cuando se acaben? Todos están preocupados por eso, parece que alguien soltó el rumor y ahora no sé si debo negarlo o calmarlos.
-         …  nos las ingeniaremos.  Siempre lo hemos hecho.
-         Nada de esto estaría pasando si Jason no hubiera desaparecido.
-         Lo sé. Pero lo traeremos de vuelta y todo volverá a la normalidad - ¿lo haría?, se preguntó a sí mismo, tragando en seco al sentir su propia voz resonando en su subconsciente.
-         Ok, los estaremos esperando.  – respondió animada la mujer. Simon miro por el espejo retrovisor al grupo de weres que iba en la parte trasera del vehículo.
-         Si, sobre eso… será mejor que todos guarden sus armas. Llevamos a algunos invitados especiales.
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Sintiendo que alguien le movía, Derek abrió los ojos, espabilándose sobre el asiento. Dio un salto y se golpeó contra el techo del vehículo. Ahogó el quejido, apretando los dientes, sobándose con las manos y miro a quien le seguía jalando el hombro.
-         ¡¿Qué?! – molesto. Simon levantó las cejas, apartándose un poco.
-         Vaya humor, hombre. Llegamos.
-         Perdón, estaba teniendo el mas maravilloso sueño de todos.
-         ¿Estaba yo en él?
-         ¿Qué? No. ¿Por qué estarías en él?
-         Entonces no puede ser el más maravilloso del mundo – le dio con el puño en el hombro.
-         Muérete, idiota.
-         Uh, Derek es un niño con una boca sucia. Creo que soy mala influencia para ti.
-         Mira quien habla.  – junto sus manos y comenzó a hacer una pose dramática - Oh, Emily. Mi amor. – lanzando unos besos al aire, burlándose de su amigo, que comenzaba a ponerse rojo -  No puedes estar cerca  de ella por dos minutos sin sonrojearte.
-         ¡Tú! … eso no es verdad.
-         Entonces, ¿está bien que la invite a comer hoy?
-         ¡NO TE ATREVAS! – Derek estallo en carcajadas.
-         Jajajaja, hombre, solo bromeaba. Me cae bien Emily, pero ella está loca por ti.
-         Eso no es… ¿en serio?
-         Por supuesto, solo tú eres el único que no se da cuenta de ello.  – sin esperar la respuesta, ya que el otro estaba enmudecido con la declaración, Derek salió del vehículo. Estirando su cuerpo. Levanto los brazos.
Como era de esperarse, los weres también bajaron. Estos se acercaron hacia él. 
-         ¿Qué hacemos aquí? Estamos en campo abierto, somos blanco fácil. – dijo el de cabello largo, Alo, provocándole que se sobresaltara por su repentina aparición detrás suyo. Simon se colocó entre los dos, tomando a Derek del hombro.
-         Tranquilo, were.
-         Alo. – remarco, apretando la mandíbula. Simon se disculpó.
-         Perdón. Tranquilo, Alo. Solo esperen.
Derek volvió al vehículo, tomando la radio.
-         Somos nosotros. – informo y después de que vio el destello en lo alto de la montaña, asintió  - Bien. Abre la puerta, Norman.
-         Si, Derek. -  le respondió una voz grave.
Derek volvió junto a Simon y los weres. Cruzándose de brazos, su mirada fija en los rostros de los weres, quería ver sus expresiones.
Todos se quedaron quietos, esperando ver alguna entrada, cuando de repente, las paredes de la montaña comenzaron a separarse, dejando entre ver un gran pasaje. La tierra tembló, los árboles se sacudieron, mientras los pájaros salían volando, asustados. El movimiento se detuvo. Unas luces se encendieron y mostraron lo que era un largo y espacioso conducto que se perdía en el interior de la montaña. Podían sentir como la brisa era tragada por el pasaje.
Los weres se miraron, asombrados y a la vez desconfiados.
-         Vamos. Nos esperan.  – indico Derek. Los weres asintieron y volvieron a los vehículos.
Emprendiendo la marcha, de nuevo. El vehículo avanzo, adentrándose en el interior de la montaña. La luz del sol quedo atrás, hasta que solo se veía una pequeña iluminación a lo lejos.
En segundos, después de atravesar un gran tramo del camino, las paredes volvieron a cerrarse y la única iluminación que se tenía eran las de los vehículos y las lámparas de techo.
Derek miro a los weres, totalmente asombrados.
-         Tranquilos, es solo la entrada. Tenemos que atravesar el pasaje y después se llega a la base. La base está en el centro de la montaña.
-         ¿Qué clase de construcción es esta? – pregunto Charlie, y Derek no pudo evitar sonreír ante la expresión de niño fascinado por la construcción.
-         Era una vieja base militar, creo que algo así como un proyecto artificial para estudiar la vida del ecosistema, pero después de los disturbios con los vampiros todos abandonaron la base y ahora es solo una estructura.
-         Parece una montaña por fuera. – dijo, dejando salir un suspiro de asombro.
-         A eso me refería con artificial. De esa forma permite que los animales se acerquen y no haya problema en estudiarlos sin que se den cuenta de ello. Sin embargo, no era un lugar que resista una lucha, por eso huyeron. Podían esconderse, pero no tendrían donde escapar.
-         ¿Y por qué viven aquí si ese es el caso? – esta vez fue Alo quien pregunto. Derek torció el gesto por haber sido interrumpido, pero contesto.
-         Dije que no ERA un lugar que resistía una lucha. Ahora sí. Estamos preparados. Si algún vampiro intenta cruzar nuestro perímetro lo aniquilaremos inmediatamente.
-         Tienen sensores de movimiento. Impresionante. – tanto Derek como Simon se giraron ante la tercera voz de un were.
-         ¿Puedes verlos? – preguntó Simon, levantando una ceja.
-         Un poco, están ocultos en las paredes. Pero no servirán.
-         ¿A qué te refieres? – Simon le miro, con el ceño fruncido.
-         Los vampiros tienen una temperatura más baja. Los sensores no los detectaran a menos que se calibren.
-         Sabes mucho sobre sensores. – la conversación entre el were y Simon se intensificaba.
-         La Guarida estaba protegida por ellos y teníamos en el bosque de Los Azules. Me tomó muy poco encontrar la temperatura ideal. No busques el calor, busca el frio.  – respondió, riendo por lo bajo. Simon resoplo, ahora él asombrado.
-         Impresionante. Creí que ustedes eran más garras y colmillos. No creí que supieran sobre tecnología.
-         Me subestimas, humano. Si quieres podría echarles un vistazo.
-         ¿Podrías? – genial, los cerebritos comenzaban a llevarse bien, pensó Derek, rodando los ojos.
-         Claro. Si me lo permiten.
-         Adelante, hablare con Norman para que te de acceso a sus bebés.
-         Simon, estamos llegando. – me gire hacia los weres, elevando más el tono de mi voz - Ok, chicos, espero que estén preparados. Vamos a soltar una bomba en la Colonia.
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[Jason – Zona de Contención]

Finalmente todo dejo de moverse y después del sonido de un PIN, las puertas volvieron a abrirse.
Nervioso, alargue la mano hacia el exterior, pero rápidamente sentí el calor del Sol, me apresure a salir de ahí.
Una fuerte brisa me saludo, cálida y fresca me golpeo el rostro, provocando que se me erizara el vello de los brazos y que mi cabello se agitara.
Respire el aire, un aroma un tanto extraño rondaba en el espacio.
Incrédulo, comencé a caminar. Notando las casas que me rodeaban, totalmente iguales, las calles iguales. Cubriéndome con la mano cuando el Sol me dio directamente en el rostro, mis ojos no se acostumbraban a la luz del día.
Sentía el ardor y como mis ojos palpitaban por el dolor.
Muchas preguntas surcaban mi cabeza, pero la principal era; ¿Dónde estaba?
Las casas no tenían un segundo piso, todas eran de uno solo. Patio, cerca y una banqueta, y en cada esquina había postes de luz, de esos que iluminan durante la noche. Podía verlo, un largo muro rodeaba la propiedad, llegando incluso más alto de lo que podría medir. Estaba en la Ciudad Zwielicht.
Gire, tratando de equivocarme en que estaba encerrado tras una cerca de más de varios metros, por no decir kilómetros. Pero era inútil. Estaba encerrado.
El sonido de voces llamo mi atención. Seguí la voz, era una voz ronca, tal vez de algún hombre. Camine entre las calles, hasta que me encontré que la voz se hacía mas fuerte. Estaba acercándome.
Girando en la esquina, detuve mis pasos al encontrarme a un grupo de personas que caminaban tranquilamente. Dos adultos y muchos niños pequeños. Los niños me miraban. ¿Acaso nunca habían visto a alguien cubierto de sangre?
Mire a los dos adultos. Primero fue a la mujer, quien se colocaba delante de los niños, como si fuera una clase de protectora. Mis ojos fueron hacia el hombre que estaba a su lado, lo reconocía, pero no sabía de dónde.
Trate de hacer memoria, apretando el labio. ¿Dónde lo había visto? ¿Dónde? ¿Dónde?
Rápidamente, las palabras se formularon en mi boca.
-         Dale.  – pronuncie, apretando las manos en puños, listo para golpearlo. Iba a hacerlo, quería respuestas y la única forma que conocía para sacarlas era a golpes. Ese hijo de perra era amigo de Bateman, y si estaba relacionados, tenía que encárgame de él. Además, había sido uno de los responsables de atacar a mis demás compañeros humanos en el bosque de los Azules. Lo haría pagar, haciéndolo sufrir de dolor.
Pero algo me tacleo. Sintiendo como algo me tomaba del costado izquierdo, unas uñas se clavaban en mi cintura. Baje la mirada, encontrándome con la misma rubia, que ahora se aferraba a mí como si su vida dependiera de ello.
-         ¡Suéltame! ¡Maldita! ¡Este no es asunto tuyo! – trate de apartarla, dejándole caer fuertes golpes con el puño sobre la espalda. El sonido de los golpes secos y su gruñido.
-         ¡NOOO! ¡Ni creas que te dejare hacerle daño al Señor Dale! ¡Él es…!
Enrede mis brazos alrededor de su cuerpo y colocando la pierna doblada, nos levante en el aire, cuando mi pie tocó el suelo, el pecho de la mujer impacto contra mi rodilla, dejándola sin aliento.
Un quejido y el sonido de exhalaciones ahogadas y una tos seca. La mujer se retorcía, pero al menos ya no me lastimaba. Mire mi costado, viendo como las heridas se cerraban inmediatamente. Ardía un poco cuando la carne se regeneraba, pero ahora no sentía más dolor.
Me gire, viendo como la rubia se levantaba, lo cual me sorprendía considerando esos tacones que traía puestos. Me miro, frunciendo el ceño. De sus manos largas uñas brotaron, y sin perder tiempo salió en contra mía.
Retrocedí cuando alargó su mano, tratando de darme una tajada con sus garras. Por pocos centímetros y me daba en el puente de la nariz. Haciendo pequeñas estocadas, todo lo que podía hacer era retroceder y esquivar sus ataques, que se acercaban más y más.
Sus garras pasaron por encima de mi pecho, rasgando la camisa que traía, dejando un enorme rasguño con la forma de sus afiladas uñas. Pequeños hilos de sangre manaban y una sonrisa santurrona de satisfacción. La mujer lamio la punta de sus uñas.
Apretando la mandíbula, tanto que podría destrozar mi dentadura por la fuerza excesiva que estaba usando para ello. Sentía mí sangre hervir. Cada célula de mi cuerpo me pedía actuar y matar. Lo sentía. Estaba ahí, recorriendo mis venas, deslizándose como una infección peligrosa; mi sed de sangre.
“Mátalos. Mátalos a todos….” una voz se repitió en mi cabeza. Dejando de pensar coherentemente, solo quería arrancarle la cara a esa mujer. Las encías de mis dientes picaban, en especial de los colmillos, sintiendo como estos palpitaban cada segundo. Podía rozarlos con mi lengua si pasaba esta por la dentadura de encima.
Camine hacia un costado y, con ambas manos, tome aquella farola. Usando toda mi fuerza, viendo como esta se despegaba del suelo, levantando algunos pedazos de concreto de la banqueta. No le di tiempo a la mujer de reaccionar. Rápidamente, con el poste recto, lo empuje contra su pecho.
Empujándole, haciéndola retroceder. Pero no cedía fácilmente. Se negaba a perder. El poste se iba doblando por la fuerza que ambos ejercíamos en este. Plantando ambos pies sobre el suelo, clavando las uñas en el metal, estaba harto de esto.
-         ¡Ya basta! ¡Muérete! – grite, molesto y comencé a avanzar, haciendo que ella retrocediera y perdiera el equilibrio. Aproveche el pequeño fallo y empuje la punta del poste contra su pecho. Esta vez, empujándola contra la pared del muro.
Continúe presionando, con mucha fuerza, tanto que sentía mis hombros tensándose. En un segundo, la punta del poste atravesó el cuerpo de la mujer, provocando que esta chillara de dolor al ser atravesada. Dando golpes al poste, tratando de que este saliera de su pecho, pero era imposible. No la dejaría.
La sangre que salía de su pecho salpicaba todo el suelo. Gritos de terror detrás de mí, los ignore, ya que se trataba de los niños. Vampiros. No niños. Mis enemigos. Empujando más fuerte, la mujer volvió a soltar un alarido, totalmente desesperada por detener el dolor.
Finalmente, en pocos minutos, la mujer fue dejando de oponer resistencias inútiles. Sus brazos cayeron a los costados, dejando de patalear como loca, mientras su mirada se perdía. Escupió un poco de sangre una última vez y después, su cuerpo se quedó inmóvil.
Soltando un poco de presión, viendo las manchas de sangre bajo mis pies. No era mía, era de la mujer, se había deslizado por el interior del poste como si fuera una tubería.
Deje el poste y me gire hacia Dale, quien retrocedía a cada paso que daba. Bien, tenía miedo. Estaba bien temerme. Ahora mismo yo me temería. No sabía de lo que era capaz. Y si era temporal, tendría que darme prisa.
-         Tú y yo tenemos asuntos que tratar. – acercándome, Dale cayó de espaldas sobre su trasero. Levantando una mano para que me apartara. Me incline, doblando la rodilla, le tome del cuello de la camisa - ¿Dónde está Bateman? – le grite, sorprendiéndome a mí mismo de mi tono de voz. Pero ¿Qué se le iba a hacer? Estaba furioso. A pocos segundos de despedazarlo, pero primero tenía que conseguir información. Después lo mataría.
-         Y-Yo… él no está aquí.
-         ¿En dónde está?
-         En CrossingDNA Corp.
-         ¿Dónde estoy?
-         Estas en La Zona de Contención.  Por favor, no me mates.
-         Ya lo… - acalle al sentir el leve dolor en mi abdomen, bajando la mirada, me encontré con la mano de Dale, sostenía una extraña navaja, la cual se enterraba en mi abdomen.
De repente, sentía la vista borrosa y mis extremidades pesadas. Sin poder soportar el peso, mi cuerpo colapso. Cayendo sobre mi costado derecho. Mis dedos totalmente inmóviles, no podía cerrar la mano.
Mis piernas parecían de gelatina, apenas y podía sentir de la cintura para abajo. Notando como una figura se levantaba y se posaba frente a mí, escupí.
-         ¿Qué me… qué me has hecho… bastardo?
-         Oh, Jason. No eres el primero que intenta matarme. Pero si el primero que logra escapar de la planta baja. Supongo que debo darte crédito. – alargo su mano, acariciando mi mejilla, apretó suavemente mi pómulo – Realmente me has sorprendido. Creo que Bateman es un bastardo pro no compartirte conmigo. Pero tranquilo, yo cuidare muy bien de ti.  – sus dedos se habían aferrado a mi cabellera. Lo único que sentí fue un fuerte golpe en el costado derecho. Fuerte dolor. Me había estrellado contra el suelo.
Alguien me tomó de los brazos y me levanto del suelo, arrastrándome. Hablaban y decían cosas, pero sus voces me sonaban distorsionadas.

Eche la cabeza hacia atrás, sintiéndome millones de veces más ligero y cansado que nada en el mundo. Los últimos destellos del sol me saludaron, antes de que la luz desapareciera y volviera a la oscuridad. 

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