Un Descanso Para El Corazón - Capítulo 7 - Reprimido Dolor
[Capítulo 7 - Reprimido Dolor]
¿Cómo podía hacerlo?
¿Cómo? No podía estar ahí, quería gritar. Se sentía tan sofocado. El estómago
revuelto y esa amargura en la lengua cada vez que tragaba. Frotó sus ojos, removiendo aquellas lagrimas
que amenazaban con salir y se mojó el rostro. Arregló su corbata y el saco.
Sonriendo como nunca lo había hecho, como si su vida dependiera de ello, o su
corazón. Usando aquella sonrisa de modelo que solo era profesional.
Genial.
Sonrió al espejo, palmeando el rostro, antes de dejar salir un largo suspiro.
-
Bien, Ryouta,
sonríe. – se dijo a sí mismo, en el reflejo, pero estaba muy lejos de estar
bien. Sentía una opresión en el pecho y tragar se le hacía más difícil con cada
segundo. La habitación se empezaba a encoger. Un golpe fuerte en la puerta le
llamo la atención, haciéndole saltar en su lugar.
-
¡Kise,
apúrate! ¡Llevas más de 15 minutos ahí adentro! – era el senpai de su mejor
amigo. Dándose el último visto bueno, salió del baño y se encontró con el
azabache de lentes que esperaba impaciente por él.
-
Lo siento,
Hyugacchi, pero la presentación siempre lo es todo. ¿Qué tal me queda el traje?
– dio un leve giro, extendiendo sus brazos para que pudiera darle una buena
mirada. El sujeto solo se limitó a chasquear la lengua, dándole la espalda,
Kise comenzó a seguirle ante su falta de respuesta.
**************************
Mientras más se
acercaban a la habitación, más nervioso se sentía. Casi sintiendo su
respiración agitarse. Tragó en seco al ver la puerta de la habitación en la que
se encontraba su mejor amigo.
El azabache se
adelantó, señalándole una de las múltiples puertas que estaban en el largo
pasillo, indicándole al rubio que
entrara, en unos segundos se reuniría con ellos, pero aún tenía cosas que
hacer. Asintió, tomando la perilla de la puerta, sin girarla aun.
Se tomó unos segundos
antes de armarse de valor y girar la
perilla. Viendo como el azabache se perdía al doblar el pasillo. Abrió la puerta lentamente. Viendo una
delgada y pequeña figura moviéndose de un lado a otro, inquieto, nervioso,
suspiros cada tres segundos. Estaba de espalda. Se giró cuando noto como la
puerta era abierta.
Kise dejo salir un
largo suspiro, quedándose sin aliento al ver al otro lado de la puerta. La
expresión de sorpresa de Kuroko comenzó a cambiar, relajándose un poco, sus
facciones se volvieron más suaves, devolviéndole esa típica expresión de calma.
Pero lo que tenía a Kise tan absorto era la imagen de su mejor amigo vistiendo
ese hermoso y elegante traje blanco,
haciéndole parecer traslucido, gracias a
su albina piel y su cabello celeste, era como un reflejo claro que cegaba a
cualquiera.
Parecía un ángel. Tan
hermoso y tan inocente, irradiando destellos con cada sonrisa. Cuando sus ojos
se encontraron, sintió que se su corazón se detenía en el momento en que ese
par de ojos celestes le miraban fijamente, esbozando una hermosa y cálida
sonrisa.
-
Kurkocchi, te
ves… hermoso – dijo, sin poder contener el aliento. Provocándole un leve
sonrojo al más pequeño. No pudo evitar tratar de tomarlo entre sus brazos, pero
este le huyo a su abrazo, esquivándole.
-
Oh, gracias,
Kise-kun. En realidad estoy muerto de nervios – viéndole juguetear con sus
manos, mientras se hundía de hombros. Colocó sus manos sobre estos, negando
suavemente. Tragó en seco, sonriéndole
para calmar sus nervios, preparándose para lo que iba a decir.
-
Tranquilo,
todo saldrá bien. Es tu boda. Hoy es tu boda, tuya. – aunque sonreía, y parecía
tratar de calmar a su amigo, las palabras antes dichas solo provocaban un ardor
en su garganta. Se sentía hipócrita. Se suponía que un buen amigo estaría feliz
por la boda de su mejor amigo, ¿no? Entonces, ¿Por qué sentía que era el peor
día de su vida? Y justo como lo había dicho, era su boda. Kuroko estaba ahí,
casándose, con otro sujeto que no era él y solo podía verlo pronunciar esas
palabras que tanto había anhelado decir. “Acepto”.
Era demasiado
pedirle, pero ahí estaba. Apoyando a su amigo, aunque significara el peor dolor
del mundo. Podía no ser el mejor amigo, pero al menos podría fingir, por su
amistad, que era feliz por él el día de hoy.
-
Jajajaja –
escuchando la dulce y melodiosa risa de su amigo resonar, produciendo que su
corazón vibrara ante el tono un poco infantil.
– tienes razón. Hoy es mi boda. Muchas gracias por estar aquí – sintiendo
el leve temblor de las manos de este, y al ver su sonrisa nerviosa, Kise le
arreglo el saco nuevamente.
-
Tetsu-kun –
ambos se giraron a la guapa pelirrosa que ingresaba, dando un salto para ser
atrapada por el más pequeño entre sus brazos. Dándole un suave beso en la
mejilla.
-
Kuroko, wow –
Hyuga había llegado igual. Se acercó a ambos, acomodándole la corbata su mejor
amigo.
La conversación
comenzó a rodar sobre los asuntos de la boda, lo cual ponía más incómodo al
rubio, quien solo se limitaba a decir lo hermoso del lugar y que ojala el
pastel fuera delicioso. Cuando se les unió una castaña de cabello corto, esta
llego para comenzar a apurar a todos. Se veía muy atareada, con una radio en la
mano y en la otra una tableta.
***********************
Sin ánimos e incapaz
de querer seguir escuchando a Momoi hablar de la boda, luna de miel, vivir
juntos y esas cosas que sabía serian todas junto a Kagami Taiga. Decidió
acompañar al senpai de su amigo por este, ya era el gran momento de que el
novio hiciera su aparición.
Rodó lo ojos. En realidad solo necesitaba una
excusa para volver a respirar sin tener que poner una sonrisa de comercial.
¿Qué le habría visto
Kurokocchi a ese sujeto? Kuroko jamás había mostrado ningún interés por algún
chico, y las pocas veces que lo había hecho eran sujetos letrados, bien
instrumentados en el arte de la literatura clásica o alguna otra de las
múltiples artes, y el interés era más que nada por el conocimiento, no por una
primera cita. Los deportistas estaban en su lista negra.
¿En qué momento Kurokocchi cambio tanto?
Sintiendo que el
silencio era cansado y un poco sofocante, haciéndole pensar cosas innecesarias
y que solo le amargaban, intervino.
-
Ufff, se ve
tan feliz – dijo, no era mentira. Kuroko estaba muy feliz. Casi radiante de
felicidad. Pero, aunque Kise no lo notara, su expresión era muy contradictoria.
Se ensombrecía su mirada, perdiéndose el brillo típico de él. Hyuuga asintió.
-
Lo sé. Por
cierto, Kise, lo estás haciendo muy bien. Creí que harías un drama porque se casa
¿acaso te rendiste? – sintiendo la mirada del senpai sobre él, se limitó a
esbozar una leve sonrisa.
-
Hyuugacchi,
yo… no puedo arruinarle su día, si él es feliz con Kagamicchi lo aceptare,
aunque no me guste. Lo amo, pero él ama a otro. El típico cliché. – el nudo en
su garganta perdió un poco de fuerza, ahora al menos podía respirar un poco
más. Y aunque quería que esas palabras fueran verdad, no lo era. Él quería a
Kuroko, no con Kagamicchi, con él. Lo amaba tanto, pero como lo había dicho,
Kuroko había hecho su elección y él jamás tuvo el coraje de atreverse a
confesarle sus sentimientos.
-
Lo siento.
-
No hay
problema. No es como si fuera a morir de soledad o algo así. Aun así no me doy
por vencido, Kurokocchi se puede divorciar o enviudar, ¿no? – sonrió, con esa
típica sonrisa que hizo que Hyuuga le diera un fuerte golpe.
-
¡OI! ¿eso es
algo que debas decir el día de la boda?
-
Solo es una
broma, Hyuugacchi.
-
No digas
estupideces y démonos prisa.
-
Si, si, lo
siento.
Estaban frente a la
puerta, justo cuando pensaban en tocar, un ruido se escucha desde el interior.
Algo se ha roto. Está a punto de entrar, pero se escuchan voces discutiendo.
Kise detiene a Hyuuga de abrir,
negándole suavemente. No parece correcto interrumpir.
[Revisión del capítulo 1 para saber lo que sucede]
***
Todos corrían de un
lado para otro, él iba a volverse loco, y calvo de tanto jalarse los cabellos
en desesperación.
Adentrándose en la
habitación, dando pasos lentos y cuidadosos para no provocar más cristales
rotos. Pedazos de espejo bajos sus pies, mientras continuaba no pudo evitar
sentir un dolor en el pecho. Kuroko había hecho todo esto.
No se podía imaginar
el dolor, pero… ¿Por qué huir?
Viendo como el caos
reinaba en la habitación. Pétalos de las flores que habían sido salvajemente
atacadas, manchas de agua (sobre el piso y la alfombra), pedazos de madera y
algún que otro pedazo de tela rasgado, todos esparcidos por todas partes. Una
escena caótica, como si un torbellino hubiera arrasado con todo sin piedad.
A pesar de todo, algo
llama su atención. Es aquel elegante traje blanco, que ahora descansaba, bien
doblado, sobre la silla de terciopelo rojo y de madera pintada dorada. Era lo único que parecía haberse salvado de
la furia de Kuroko Tetsuya.
Acercándose, lo tomo
entre sus manos, apretándolo contra su pecho. Incapaz de poder contener las
lágrimas, sus ojos comenzaron a arder ante el picor de estas.
-
Kurokocchi… lo
siento…
*******
[Kise – Departamento]
Abre los ojos,
encontrándose con el blanco techo de su habitación. Lleva la mano hacia su
rostro, sintiendo la humedad de las lágrimas.
Patético
lo definiría correctamente.
Ríe, burlándose de sí
mismo y después rueda, dándole un golpe con el costado al reloj digital sobre
la cómoda. El pitido se detiene y solo se puede escuchar el sonido de los
coches en exterior.
Se levanta, dejando
solo las piernas fuera de la cama, aun en el borde. La mirada gacha, siente
todo el cuerpo pesado. Toma el vaso de la mesilla y bebe el contenido sin
detenerse, hasta que siente el ardor de la garganta detenerse. Mira el objeto
de cristal unos segundos y después simplemente deja salir un suspiro.
Lleva días así. Su
manager le llamo ayer, tiene una entrevista en un show matutino, tal vez de
esos de chismes y variedades. No se siente con humor, pero se ha ausentado
demasiado en la agencia como para decir no.
Si fuera por él se
quedaría toda la vida sobre la cama, hasta convertirse composta. Porque así se
sentía. No, él era composta.
Después de lo que
había pasado con Kuroko, ni siquiera se atrevía a decir algo al respecto. Su
hermana, su senpai e incluso su madre trataron de hacerlo hablar, pero nada.
Esos eran asuntos privados y no quería que le dieran “el discurso”. Ya estaba
harto de escuchar lo mismo.
Lo sabía. Había sido
el peor. Decirle eso a Kuroko. ¿Quién era él para juzgarlo? Nadie, a pesar de
su larga historia siendo “amigos”, no podía simplemente decirle eso. Tenía
suerte de que Kuroko no le hubiera volteado la mandíbula con un puñetazo.
Era un asco. Como
persona, como amigo, como enamorado.
-
Kurokocchi, ¿podrás
perdonarme alguna vez? – frustrado, deja el vaso sobre la cómoda, antes de lanzarlo
contra la pared.
No tiene otra
oportunidad. Esta jodido. Lo hecho, hecho esta. Ahora debe sufrir las
consecuencias, que implican el odio de Kuroko.
***************
[Presente – Edificio – Departamento de Blue &
Tatsuya]
Cuando el ascensor se
detuvo en el piso indicado y la puerta se abrió, comenzó a dar pasos tranquilos
por el pasillo. Llevaba una bolsa en la mano, mientras con la otra se arreglaba
el mechón que le caía por un costado, arreglándolo detrás de su oreja.
Se detuvo frente a la
puerta, dando pequeños golpecillos en la superficie con los nudillos. Esperó,
pacientemente. Recargando el peso de su cuerpo sobre su pierna derecha,
mientras jugueteaba con la cintilla de su camisa.
Después del sonido de
varios cerrojos del otro lado de la puerta siendo removidos, la puerta se abrió
y una pequeña niña de cabellos azabaches lacios, arreglados en dos coletas,
y de ojos grisáceos fue quien apareció,
aferrándose a la perilla, ya que apenas la alcanzaba. Los ojos de la niña se
iluminaron y rápidamente saltó a los brazos del joven de coleta. Quien la
recibió gustosamente, dándole un beso en la mejilla.
-
Hey, hermosa.
– la levanto, girándola y abrazándola suavemente contra su cuerpo. Ella, como
todas las veces hacía, comenzó a juguetear con sus cabellos, pasando su mano
sobre las hebras y peinándoselo hacia atrás.
-
¡¡Reo-nee!!
¿Regresaste de Europa? – asintió, y ambos ingresaron al departamento, que lucía
igual que siempre, salvo porque hoy las ventanas estaban cerradas y había un
silencio extraño. Cuando esta casa no tenía iluminación parecía más fría, nada
del aroma de comida quemada o música por el alrededor, más que la del último
piso, en donde se habían instalado unos jóvenes bailarines y que le rentaban el
lugar a Tetsuya para usarlo como un estudio. No es que necesitara el dinero,
simplemente lo hacía por ayudar a que ellos tuvieran donde practicar y al mismo
tiempo ganar dinero con ello. Así que así
de mal están las cosas, ¿eh?, pensó para sí mismo y devolvió la sonrisa a
la pequeña.
-
Por supuesto.
Y te traje un vestido muy hermoso. – le
indico la bolsa que llevaba y la coloco en la mesa de centro de la sala. La
pequeña se bajó y hurgo en la bolsa, tratando de echarle un ojo a la prenda.
-
¿En serio?
Gracias. Papi no está.
-
Lo sé, por eso
mismo he venido. ¿Dónde está Blue? – la pequeña bajó la mirada, entrecerrando
los ojos. Jugueteando con una de sus coletas.
-
En su cuarto.
No ha querido salir a jugar conmigo. – a pesar de ser tan pequeña, la niña
entendía muy bien que algo le pasaba a Blue. Reo le froto la coronilla de la
cabeza y le dio un suave beso en los cabellos.
-
Oh, cariño,
Blue no lo hace a propósito. Él solo… se siente mal.
-
¿Está enfermo?
-
Eso parece.
-
¿De qué? – Reo
rio ante la inocencia de la pequeña y suspiró.
-
Amor. – la pequeña se le quedo mirando fijamente,
obviamente confundida. Reo negó, agachándose para quedar a su estatura –
tranquila, cuando seas más grande lo entenderás. El amor es… complicado. Nos
hace felices, pero también tiene sus lados filosos. ¿Qué te parece si vas a tu
cuarto y juegas con tus muñecas un rato, mientras yo hablo con Blue?
-
Sí. – notando el tono apagado. Reo rodó los ojos y
le detuvo.
-
Ok, tú ganas.
Aquí esta. – sacó un hermoso y largo vestido con holanes, de color rojo carmín.
Tan pronto la niña lo vio, pareció enamorarse de él, tanto como Reo lo había
hecho.
-
¿Es mi
vestido? Wow, es tan… ¡Hermoso! Voy a probármelo.
-
Adelante. – indico, mientras la pequeña corría hacia su
habitación.
Ok, ahora, a encargarse del problema mayor. Dijo para sí mismo, poniéndose de pie. Comenzó a
caminar hacia el pasillo donde estaba la habitación de Tetsuya. Esperaba que la
puerta estuviera cerrada con seguro, pero cuando giró la perilla, se abrió
fácilmente.
Abrió la puerta,
lentamente. Asomando la cabeza, notó que la habitación estaba en silencio. Las
ventanas, igual que en la sala y en el resto del departamento, cerradas y solo
estaba la luz de la lámpara de noche junto a la cama. Un pequeño ovillo entre
las sabanas, que estaban distendidas hasta una esquina, pudo ver una cabeza que
se asomaba de entre las sabanas y que miraba la luz, totalmente absorto.
Reo se acercó,
recargándose en el borde de la cama. Al parecer, eso hizo que el pequeño se
diera cuenta de la presencia de Reo, porque se sobresaltó y lo miró.
-
Hola, Blue. –
dijo en tono tranquilo, pasando su mano sobre la sabana. Tetsuya se recargo
sobre el cabecero y le miro, forzando una sonrisa.
-
Reo-nee. ¿Qué estás
haciendo aquí? Creí que estarías en Europa por lo menos una semana más.
-
Bueno,
surgieron algunas complicaciones en el club y no podía dejarle todo a mi
esposo. Además, parece que tienes un problema, ¿no?
-
No es un
problema como tal, es solo… tonterías.
-
Ya veo.
¿quieres hablar de esas tonterías?
-
No.
-
Oh, vamos.
Deje París por venir a verte.
-
¿En serio?
-
Bueno, tal vez
no. Pero ahora que estoy aquí me lo dirás. – Tetsuya se mordió el labio, reacio a soltar
lengua.
-
… - ante la
respuesta, o la falta de ella, Reo le arrebato la sabana, empujándole más hacia
el otro.
-
Bien. Haznos
un lado. ¡Angie, ven, mi amor! – llamo a la pequeña, quien rápido comenzó a
correr por el pasillo y en segundos ya estaba en el marco de la puerta. Él se
puso de pie.
-
¿Qué estás
haciendo?
-
Ya que no
quieres contarnos nada, solo queda hacer una cosa; tendremos una noche de
depresión. – la niña comenzó a dar giros
sobre la punta de sus pies, mostrándole como el vestido daba vuelo con el
movimiento.
-
¡Mira, Blue!
¡Reo-nee me lo trajo!
-
Wow, te ves
hermosa, Angie. – le sonrió a la niña,
incapaz de romperle la ilusión de sus ojos. Pero tan pronto veía como Reo
abandonaba la habitación le detuvo - Espera, Reo-nee, ¿a qué te refieres con
noche de depresión?
-
Eso mismo. Yo
haré palomitas. Angie, Blue, escojan una película.
-
Pero no estoy
deprimido, solo estoy cansado. – sin embargo, Tetsuya acallo al ver que Reo se
colocaba con los brazos cruzados y le miraba con una ceja arqueada.
-
Aja, tres días
en cama y estás cansado. Que mal mentiroso, Blue. Angie, no lo dejes salir de
la cama. – haciéndole un gesto cómplice,
Angie asintió y le entrego a Tetsuya los dvd’s.
-
¡Blue! ¿Qué
película quieres ver?
Estaba a punto de
decir algo, cuando una voz resonó desde la sala, acallándole.
-
¡Mejor
ríndete! ¡Me conoces lo suficiente como para saber que no cederé tan fácilmente
a un “estoy bien”!
Tetsuya suspiró y
tomó los dvd’s que le entregaba Angie, aunque no estaba de humor para ver una
película, así que dejó que Angie escogiera la película. Él tenía que hablar con
Reo un momento.
Cuando llegó a la
sala, Reo estaba sirviendo helado en pequeños cuencos de cristal y haciendo las
palomitas en el microondas, justo como había prometido.
-
No me dejaras
irme tan fácil, ¿verdad?
-
Lo sabes. – Reo le dio un guiño. Derrotado, Tetsuya se
recargo contra la mesa, cruzándose de brazos.
-
Bien. ¿Qué
quieres saber?
-
Quiero saber,
¿Qué te dijo ese sujeto?
-
Bueno, no fue
mucho. Solo estuvimos, creo, unos 15 minutos, quizás más y la mayor parte de la
conversación la lleve yo.
-
Entonces,
¿sobre qué hablaron?
-
Me preguntó lo
que me esperaba; qué había estado haciendo, por qué hui, qué pasó durante estos
dos años, cómo había llegado a ese lugar, esas cosas.
-
¿Y qué le
respondiste?
-
La verdad. Le conté mis sentimientos, lo qué pasó estos
dos años, el libertinaje, los romances, las cartas, la transición, mi nuevo
trabajo y esas cosas. Nada de mentiras.
-
¿Y cómo lo
tomó?
-
Ummm, justo
como me lo imaginaba.
-
Que sería…
-
Me dijo que
era… que era… asqueroso. – aprieta los labios, desviando la mirada.
Hay un silencio
mayor. El cual solo se rompe cuando las palomitas están hechas y el microondas
emite un pitido. Tetsuya se recarga
sobre sus brazos, colocando la mejilla sobre estos y mira el aparato, mientras
el pitido se desvanece. Una pequeña capa de humedad cubre sus ojos, pero trata
de contener las lágrimas.
No es sino hasta que
Reo se acerca por detrás, y lo envuelve en sus brazos, atrayendo su rostro
contra su pecho que solo emite un leve quejido y le abraza, sosteniéndose de su
camisa. No se dicen palabra alguna, Tetsuya deja salir su dolor, pero sin
gimotear, llora en silencio, acurrucándose en su pecho. Mientras Reo le
consuela con una mano sobando su espalda y reconfortándole.
-
Lo siento,
Blue.
-
Yo también.
Creí que… podríamos volver a ser como antes, pero… no es así.
-
Dale tiempo,
¿sí? Será decisión suya si decide apartarse. Al menos fuiste honesto con
él. Estoy orgulloso de ti, cariño.
-
Gracias.
Tetsuya se separa,
lentamente hasta alzar el rostro y mirar a Reo, quien esboza una leve sonrisa y
le limpia el rostro, quitando los rastros de humedad de sus ojos.
-
Entonces, ¿Qué
hay de la película?
-
Nada de
romances.
-
Por mi está
bien. Veamos qué ha escogido Angie.
****************
[Takao – Estudio]
El chico camino dentro del espacio, quedando
delante del sillón de dos plantas, esperando a que el fotógrafo le indicara
cuando estaba listo. Habían tomado varias fotografías en la piscina, en la
recamara e inclusive en el jardín, pero ahora necesitaba algo más sexy y Takao
sabia como sacar esa sensualidad en sus modelos, haciéndose con el uso del poco
espacio que tenía. Ajusto la cámara y después de revisar la luz de afuera,
asintió.
Tan pronto como le indico que se recostara sobre
el sillón, el chico dejo caer su bata blanca, exponiendo sus músculos desnudos.
La fuerte espalda, los músculos de los antebrazos y sus fuertes piernas. Tragó
en seco, bufando un poco sin que se diera cuenta el modelo, era divertido los
aires que siempre se daban estos sujetos, intentando presumir sus bonitos
cuerpos.
El chico se recostó, distendiéndose a sus anchas, y
apoyándose en el respaldo del mueble, una pierna quedo abajo y la otra arriba,
doblada para que dejara en evidencia la marca de la ropa interior, además de
darles una buena vista de su paquete remarcado en la prenda.
Alistando su instrumento, Takao se acero y le
levanto el mentón, girándole el rostro hacia la derecha, dejando al descubierto
su mejilla y su fuerte mandíbula.
Se alejó, colocándose detrás del lente y comenzó a
tomar las fotos. Flashes y sonrisas, mientras el chico posaverga para el
azabache.
Sonriéndole, Takao sintió un leve escalofrió ante
la mirada de este.
Tomó varias fotos, algunas eran buenas y podían
utilizarlas para el catalogo, pero necesitaba algo más que emocionara a la
gente. Después de todo, un catálogo de ropa interior masculina tiene que tener
toneladas de testosterona por todos lados.
Hizo una breve pausa.
Takao le miro, unos segundos y al no estar
totalmente de acuerdo, se acercó hacia él.
-
Tomaremos un breve receso, ¿sí?
Necesito pensar algo.
-
Claro. ¿todo bien?
-
Si, solo… tú estás haciendo un trabajo
estupendo, solo déjame arreglar algo.
Bien, lo estaba jodiendo. Tenía que hacer a su
chico la portada del catálogo, pero no daba. Todos los demás modelos habían
sido fáciles, eran hombres mayores que ya habían trabajado con él, pero ahora
mismo su cabeza estaba tan liada en otros asuntos. No podía concentrarse lo
suficiente para sacar esta foto.
Jared, el chico, estaba sentado en el borde del
sillón, haciendo pequeños pucheros, Takao se le quedo mirando, buscando alguna
forma de hacer funcionar una fotografía de catálogo con él. Era joven, rubio,
con un bonito cuerpo bien trabajado y toda una carrera por delante.
Lo siguió con la mirada, viendo cómo se acercaba
hacia la ventana, ahora recargando la frente contra el vidrio. Mirando hacia el
exterior. La luz de la piscina se colaba por la ventana y golpeaba el cuerpo de
Jared, haciendo que sus músculos se vieran relucientes y que el destello de sus
ojos se intensificara aún más. Takao se quedó mirando, hasta que finalmente la
idea le golpeo.
-
Ya sé. Vamos a hacer esto, ponte la bata.
Tengo una idea.
-
Está bien. ¿me quieres en el sillón?
-
Oh, no. Tú, a la ventana. ¿puedes repetir la pose que tenías?
El chico asintió, sin decir palabra y se colocó la
bata, pero antes de ajustarla a su cintura, Takao negó. Indicándole que la
dejara abierta, la acomodo, dejando al descubierto sus hombros y el resto de su
cuerpo, más como una capa que una bata. Lo único que cubría era su espalda y
sus brazos, lo demás estaba expuesto.
Se colocó con el antebrazo sobre el vidrio, dejando
ver su bícep derecho, quedando su rostro viendo a través del vidrio y con el
cuerpo un poco encorvado. Takao comenzó a tomar las fotos, aprovechando como
los destellos le daban al cuerpo bronceado, remarcando cada línea de sus músculos.
Tomó aún más fotos, haciéndolo que quedara de frente
hacia él, y la ventana a un costado de él, la luz proyectando el costado
derecho de su cuerpo, mientras parecía que él se acercaba hacia Takao.
Nuevamente, la mirada de este le dio un escalofrió.
Tomándolo desprevenido, Jared sonrió y provocó que el fotógrafo quedara embelesado
ante los hoyuelos que se le formaban, mientras la sonrisa se le formaba en el
rostro y sus ojos se entrecerraban.
Cuando finalmente todo terminó, Takao revisaba su
trabajo en el portátil, absorto, el modelo se vestía en el cuarto de punto, o
eso pensaba, hasta sentir una mano sobre su hombro.
-
Hey, ¿Qué tal estuvo? ¿salgo bien?
-
Muy bien. Se las enviare a Simon para
ver si las aprueba, pero creo que estará complacido con tus fotos.
-
Wow, me hiciste ver bien.
-
Pffft. Oh, vamos. Tú ya luces muy
bien, solo faltaba alguien que te tomara fotos, eso no es mucho trabajo. – el
chico se le quedo mirando, desviando la mirada hacia otro lado, con un leve
sonrojo en las mejillas.
-
G-Gracias. Oye, ¿quieres ir por…? –
anticipando las palabras, Takao negó.
-
Lo siento, ahora estoy con alguien. Me
halagas, pero no creo que sea correcto.
-
Cierto. Y-Yo… - Jared estaba
totalmente apenado. Tako coloco su mano sobre su hombro y sonrio.
-
Hey, tranquilo. No hay problema. Suele
suceder. Ya que eres un novato, lo dejare pasar. Solo ten cuidado, en la
industria del modelaje no es bien visto esa clase de comportamiento. Más que
nada por tu imagen. Me gusto trabajar contigo, Jared.
-
Muchas gracias, Takao-san. Tomare su
consejo, pero igual lo seguiré invitando hasta que me diga que sí.
-
Solo si tus intenciones son
profesionales o de amistad a largo plazo. ¿ok?
Jared soltó una gran carcajada, haciendo que
resonara en la habitación. Takao sonrió y después de unos minutos, Jared dejo
la habitación.
Estuvo alrededor de dos horas terminando el trabajo
pendiente, cuando miro el reloj y daban las 10:30pm. Suspiró y comenzó a apagar
todo, tomando su mochila en el hombro.
Cerró el estudio y aseguro todo. Tan pronto como salió
al pasillo, despidiéndose de algunos de sus conocidos y empleados que aun laboraban,
una mano le tomó del brazo.
-
¿Ya te vas? – casi da un salto al ver
que se trataba del joven modelo. Suspiró, aliviado de que no fuera un fantasma.
-
Así es. He terminado aquí, así que
ahora puedo ir a casa y dormir un poco.
-
Yo también.
Cuando llegaron al ascensor, Takao presión el
botón y las puertas se cerraron. Eran solo ellos dos en la caja metálica, y el
sonido mientras bajaban los pisos. La oficina para la que Takao estaba haciendo
las fotografías estaba en el 8vo piso, así que tomaba un poco de tiempo. Aunque
solo era temporal, ya que solo lo hacía porque un viejo amigo le había pedido
tomar el proyecto en sus manos en su lugar.
Jared comenzó a hablar, un tanto nervioso.
-
¿Viven juntos?
-
Umm, sí. Desde la universidad.
-
Wow, eso es… genial.
-
Sí. De hecho, me casare el siguiente
mes y estamos viendo los planes para la boda, pero… - apretó los labios, haciendo
una pose de querer arrancarse los cabellos.
-
¿…es estresante? – Takao asintió.
-
No tienes la menor idea. La madre de
Shintarou me está sacando canas verdes. – a lo que Takao rio internamente. Tal
vez eso explicaría el cabello de Shin-chan y su padre - Te lo juro, no
entiendo por qué debemos hacer una boda
para más de 200 personas. Yo solo quería mi anillo, y su apellido. Y ahora
tengo una larga lista de personas que ni conozco, pero sus padres sí. – frustrado, se dio cuenta que estaba hablando
de más y se puso totalmente rojo - ¡Dios!
Perdón, te estoy contando estas tonterías. Debes tener cosas mejores que
escuchar mis problemas.
-
No, está bien. ¿de quién fue la idea
de casarse?
-
Mía. Ahora sufro las consecuencias de
mis actos.
Salieron del ascensor y comenzaron a caminar por
la recepción. Jared le abrió la puerta de la entrada.
-
Bueno, felicidades por la boda.
-
Gracias.
-
¿Él también es fotógrafo?
-
No, es doctor. Así que puedo
presumirlo como ventaja, mi esposo salva vidas todo el tiempo. – ambos rieron.
-
Aun así, digo que el afortunado es él.
-
Oh, no. Si escucho más de fortuna y
oha-asa voy a matar a alguien. Bueno, mi taxi me espera. Buena suerte en el
trabajo.
-
Buena suerte con la boda.
-
¡Eso! En lugar de decir acepto, diré;
“ahora tu pene es mío para toda la eternidad”. Nos vemos, Jared.
-
Nos vemos, Takao-san.
Diciendo esto último,
ambos hombres se despidieron, mientras Jared veía como el taxi de Takao se
alejaba.
Takao miraba su
celular, presionando la pantalla para revisar la hora. Un pequeño mensaje
diciendo; Estoy en casa. “¿A qué hora llegas?” De su amando. Tomó el teléfono y
le planto un beso, respondiéndole con un; “En 15 minutos”.
********************************
[Kasamatsu e Himuro]
Después de su pequeña
conversación por teléfono, ambos sujetos estaban sentaos en la misma mesa. Bebiendo
café. El ambiente en el lugar era tranquilo, y todo olía a café, esa típica esencia
que Kasamatus amaba más que el amanecer. Y es que esa misma despertaba sus
sentidos y le hacía espabilar antes de empezar la jornada laboral.
Himuro no se perdía
ninguna pequeña expresión o acción que hacia el otro azabache, el traje de
oficinista, la corbata y el cabello, sino bien peinado, le daba un aire más
adulto. Aun así, era increíble pensar que Kasamatsu fuera mayor que él. Fijos
sus ojos en los labios de este cuando probaban el café, la forma en que estos
se acoplaban a la taza, solo esbozo una leve sonrisa. Tenía lindos labios.
Golpeándose
mentalmente, no estaba ahí para una cita, aunque se moría por conseguir una con
el senpai, estaba por asuntos más serios.
Bajó la taza,
dejándola sobre la mesilla, mientras su acompañante dejaba de platicar.
-
Entonces, ¿así
están las cosas?
-
Sí. Kise
tampoco quiso hablar conmigo sobre lo de ayer. Y cuando le pregunte me mandó
por un tubo – y después le arroje la
lámpara, eso lo omitió para sus adentros.
-
Blue… Digo,
Tetsuya tampoco quiere hablar conmigo. Solo se la pasa llorando y encerrado en
su habitación. Me preocupa mucho. Me duele mucho verlo así. Por eso, creí que tú
sabrías lo que paso en la reunión de esos dos.
-
Sé tanto como tú.
– se disculpó Kasamatsu.
-
Maldición. – al ver la frustración de Himuro, Kasamatsu
trató de cambiar un poco el tema.
-
Bueno, ¿Qué
piensas hacer? ¿Estará bien que dejes a Kuroko solo?
-
Ya tenía
previsto algo así, y ya me he encargado de que Blue no este solo en casa. Así
que no hay problema. ¿Qué hay de Ryouta?
-
Ese idiota no quería
salir de su cama esta mañana, pero le he sacado a patadas de la habitación.
Puede que este molesto, dolido, o lo que sea, pero tiene trabajo. Y
suponiéndolo, seguramente fue culpa suya todo este pleito.
-
¿Cómo estas
tan seguro? – Kasamatsu le miro, arqueando una ceja, riéndose internamente.
-
Por favor, es
Kise. ¿Realmente crees que Kuroko sería capaz de armar semejante embrollo?
-
No. Lo veo muy
difícil. ¿Qué haremos?
-
No tengo la
menor idea. Tal vez interrogarlos.
-
Oh, eso
estaría bien. Yo llevare las pinzas. –
ambos rieron, atrayendo algunas miradas, pero no les importo. Era divertido.
Kasamatsu bebió un poco más de café y después levanto la mirada, sintiéndose un
poco tímido ante los ojos del menor.
-
Lo mejor será
dejarlos que ellos lo arreglen. Ya sabes, darles su tiempo. Naturalmente, lo
resolverán.
-
Tal vez tengas
razón.
-
¿Cómo esta
Kuroko?
-
A duras penas
me deja entrar a su habitación. Y cuando intento hablar me da la espalda. Ya no
sé qué hacer.
-
Son unos
tontos. – bufo el mayor.
-
¿Por qué lo
dices?
-
Es obvio, los
dos se gustan y se torturan demasiado. ¿Por qué no simplemente son honestos
consigo mismos? – un poco sorprendido por la gran observación del mayor. Darse cuenta
de que esos dos estaban enamorados requería tiempo. O interés.
-
Ummm, me
pregunto. Algo debió pasar. Digo, Blue iba todo feliz y cuando regresó, parecía
que habían matado a alguien.
-
Bueno,
conociendo a Kise es probable que dijera algo indebido.
-
¿Cómo qué?
-
¿No te lo
imaginas? A ver, dime, Kise es impulsivo, y cuando se siente frustrado suelta
demasiado la lengua. Después de haber visto a Kuroko en ese escenario, ¿Qué crees
que fue lo primero que paso por su mente?
-
¿Qué hacías ahí?
Tal vez. No sé, Kasamatsu-san.
-
Debió estallar
en celos. No todos los días ves a la persona que te gusta bailando para otros
hombres. Ese idiota… - Kasamatsu se tensó,
apretando la mano sobre la mesa. Himuro suspiró.
-
¿Crees que
haya sido solo eso?
-
No lo sé. Con Kise
no se sabe nada.
Himuro iba a decir
algo, cuando de repente su celular vibro dentro de su bolsillo. Tuvo que
excusarse un momento.
Mientras Himuro miraba
la pantalla, se dio cuenta que se trataba de un mensaje de Reo.
“Tranquilo. Ya está mejor. Estamos viendo películas
con Angie. Un mal entendido, pero ahora ya está más tranquilo. Incluso comió. La
próxima vez que veas a Kise rómpele la cara, me importa un bledo si es modelo,
nadie le dice esas cosas a mi Blue.
Pdt: Angie tiene una gran afición
por las películas de terror, ¿Qué le estas enseñando? Ella debe de ver películas
de princesas y ponis. ¡Mal padre!
Himuro suspiró,
aliviado. Guardo el aparato y miro a Kasamatsu.
-
Al parecer ya está
mejor.
-
¿En serio? ¿Qué
pasó?
-
Creo que tenías
razón, senpai. Ryouta le dijo algo a Blue. Pero no parece haber problema.
-
Me alegro. – viendo como el hombre mayor se tensaba, mostrándole
su propio celular - Tengo que regresar al trabajo, así que…
-
¡Oh, sí! Déjame
pedir la cuenta. – Himuro le hizo una seña a uno de los empleados y en segundos
ya estaban pagando en la caja.
Ambos hombres
salieron del lugar, arropándose ante el frio del exterior. Kasamatsu arreglando
su bufanda alrededor, mientras Himuro se colocaba el gorro.
-
Gracias por el
café. – dijo Kasamatsu, apenas se le podía ver con esa bufanda.
-
No, gracia a
ti por darte un tiempo. Perdón por interrumpir tu descanso.
-
Nah, fue… agradable
pasar el rato contigo.
-
Me gustaría volver
a repetirlo, si se puede. Pero no solo
para hablar de nuestros amigos, una cita real. ¿Qué dices?
-
Ummm, no lo
sé.
-
Senpai, deberías
dejar de ser tan rígido. Mira que eres muy guapo y a mí me está costando mucho
pedirte una cita. – ante el comentario,
las mejillas, y orejas, del azabache más pequeño se encendieron.
-
Y-Yo… no sería
buena compañía.
-
¿Quién lo dice?
Esta ha sido, por mucho, una de las mejores citas para tomar café que he
tenido. Por favor, Kasamatsu-san. Una oportunidad. – haciéndole ruegos, casi poniéndose de rodillas
para que el hombre le aceptara y no le botara ahí mismo. Kasamatsu se sintió un
poco mal, ruborizándose, más que nada porque estaban llamando demasiado la atención.
-
Es solo que…
llevo mucho tiempo fuera del mercado.
-
Prometo
comportarme. Nada de manos locas y prometo llevarte a casa a las 10:00pm. – dándole
un guiño. Kasamatsu sonrió. Bien, una oportunidad no estaba mal. Él también tenía
que salir de la rutina monótona que llevaba. Y tal vez tener un amigo como
Himuro sería bueno.
-
¿A las
10:00pm? ¿Qué soy, una jovencita de 15 años?
-
¿Es eso un sí?
– Himuro sonrió, levantando la mirada. Kasamatsu se hundió de hombros y asintió.
-
Porque no. Pero
nada de alcohol, soy malo con el alcohol.
-
Claro. Una cena,
y tal vez bailar un poco. ¿Qué te parece?
-
Perfecto.
Estaban a punto de
despedirse. Kasamatsu aun tenía trabajo en la oficina e Himuro tenía que
regresar a ver a Blue y a su hija, antes de irse al trabajo en el club. Estaba tan
feliz, pero lograba mantener la calma, aunque Kasamatsu podía ver cómo le
miraba por el rabillo, provocándole un sonrojo en sus mejillas, que no era por
el frio.
De repente, Kasamatsu
se detuvo, frente a unos de esos puestos de revistas. Miro fijamente una en
especial, en la que el hombre de Ryouta aparecía en letras enormes. Sus ojos se
abrieron de par en par, casi dejando salir una maldición. Tomó el teléfono y
marco el número de Kise, inmediatamente, pero le mandaba a buzón.
-
¿Qué sucede,
Kasamatsu-san?
-
¡Eso! – señalo
la revista. Encontrándose con la foto de Kise en primera plana. No le parecía extraño,
hasta que noto las palabras que el adornaban al titular.
“El joven modelo Kise Ryouta, en
una pelea romántica con un desconocido”
-
¡Mierda! Esto
es… - pronuncia Himuro. Pero es Kasamatsu quien termina la oración.
-
Sí. Es malo.
***********************
[Kise - Estudio]
Recibió la llamada de
su manager indicando que en 15 minutos más estarían listos para presentarlo,
que esperara un poco más hasta la llamada de ellos. Suspiró, recargándose contra
la silla del camerino, mirándose en el reflejo del espejo. Aunque el maquillaje
hacia sus maravillas por ocultar aquellas ojeras debajo de sus ojos, se le veía
cansado. Parecía haber envejecido por lo menos unos 5 años.
A pesar de haberlo
meditado en la mañana, ahora caía en la cuenta que ya había pasado una semana
desde aquel incidente. Y aun no podía sacarse de la cabeza aquella expresión.
Tampoco había
intentado llamarle a Kuroko, puesto que imaginaba que no le contestaría y con
razón tendría para no hacerlo.
Cuando recibió el
llamado de uno de los ayudantes, salió del camerino y camino hacia donde estaba
el escenario. Las chicas soltaron un grito al ver como aparecía en el
escenario, su imagen en la pantalla mientras levantaba la mano al aire,
saludando a sus admiradoras.
Sonriendo lo mejor
que podía, estaba a neones de querer sonreír. Pero era su trabajo. Lucir apuestos,
sonreír y mojar bragas.
Finalmente tomó
asiento junto a los presentadores. Eran dos chicos, un poco menores que él. Haciendo
bromas, respondía mecánicamente, justo como indicaba estaba escrito en el
guion.
Pasaron a las
preguntas del público. Y aunque estaba cansado de sonreír, las contesto. Solo unos
pocos minutos más y seria libre.
O eso pensó. Cuando uno
de los presentadores se acercó hacia él.
-
Bien, el
modelo Kise Ryouta. Ryou-chan, gracias por acompañarnos el día de hoy, antes de
que el programa acabe queremos preguntar. Hace poco salió una información sobre
ti y un desconocido teniendo una discusión a mitad de un café, ¿es verdad?
-
¿Cómo se…? –
casi podía sentir como se le revolvía el estómago. Tragó en seco, mordiéndose el
labio y se obligó a sí mismo a sonreír lo mejor que podía - Digo, ¿de dónde salió
esa clase de información? De seguro es solo un chisme para llenar revistas. El
drama siempre vende – sonrió ante la cámara, pero eso no hizo que el
presentador se detuviera.
-
Ummm, unos
periodistas tomaron la exclusiva. Al parecer te reuniste con él en el café Prophecy
y después hablaron unos minutos, antes de empezar a pelear. ¿Por qué pelearon?
¿Es cierto que estas en una relación con el desconocido? ¿Desde cuándo? –
sorprendido, más que nada por la exactitud de la información. Entendía que era
el trabajo de los periodistas, pero eso era… demasiado.
Tenía que hacer algo.
Se le estaba yendo de las manos y el presentador parecía querer acorralarlo. Tensándose,
trató de recordar lo que Akashi le había enseñado algunos años atrás para
tratar con este tipo de personas
-
Wow, despacio.
¿Relación? Realmente, la gente tiene ideas muy locas estos días. No estoy en
una relación, me reuní con un viejo amigo y reaccione un poco… - hizo una
mueca, bromeando - …ummm, mal. No voy a entrar en detalles porque es mi
intimidad y no quiero que mi amigo se vea involucrado. Digo, entre amigos es
normal tener desacuerdos, ¿no? – miro al presentador, arqueando una ceja – lo que
me molesta es que muchos crean que por ser famoso tienes que rendirles cuentas
a todos. Es cierto, cuando te haces famoso tu vida se vuelve una exclusiva para
todos, pero hay algunos aspectos que me gustaría mantener en privado, porque si
no las personas a mi alrededor saldrían afectadas. No puedo creer que la prensa
me trate así. Amo modelar y por eso elegí continuar con ello, y es un poco
hiriente que no se me respete.
Todo el estudio
estaba en completo silencio. Incluso las fans estaban calladas, apenadas ante
la expresión dolida del modelo. Quien continuaba hablando, ahora la cámara enfocándose
solamente a él.
-
Y a mi amigo.
Kurokocchi, perdón por todos los problemas que te he causado. Eso era lo último
que quería hacer. Perdón por las cosas que te dije y por involucrarte. Espero
que perdones a este sujeto estúpido. Y entendería si no me vuelves a dirigir la
palabra, me comporte como un idiota. Lo siento. – sonrió, pero algunas lágrimas se deslizaban
por sus mejillas.
Kise se levantó de su
asiento y salió del escenario, dejando a todos pasmados.
El caos reinó cuando
todos reaccionaron. Las fans comenzaron a arrojar lo que traían, carteles y
playeras fueron contra los presentadores. En segundos, el estudio se volvió un
campo de guerra.
Por otro lado, Kise
se mantenía recargado contra la pared del pasillo. Tomando fuertes
respiraciones. Lo había dicho. En televisión nacional.
Sonrió, como un
idiota y se fue deslizando por la pared, hasta que su frente tocó sus rodillas.
Llevando sus manos a sus cabellos, pasándolos.
*************
Sin poder creerlo,
dejo caer el control al suelo. Angie le miraba, de la televisión a él.
Cubriendo su boca con ambas manos. Las lágrimas comenzaron a salir.
-
Kise-kun… idiota…
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