Un Descanso Para El Corazón - Capítulo 7 - Reprimido Dolor

[Capítulo 7 -  Reprimido Dolor]

¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo? No podía estar ahí, quería gritar. Se sentía tan sofocado. El estómago revuelto y esa amargura en la lengua cada vez que tragaba.  Frotó sus ojos, removiendo aquellas lagrimas que amenazaban con salir y se mojó el rostro. Arregló su corbata y el saco. Sonriendo como nunca lo había hecho, como si su vida dependiera de ello, o su corazón. Usando aquella sonrisa de modelo que solo era profesional.
Genial. Sonrió al espejo, palmeando el rostro, antes de dejar salir un largo suspiro.
-       Bien, Ryouta, sonríe. – se dijo a sí mismo, en el reflejo, pero estaba muy lejos de estar bien. Sentía una opresión en el pecho y tragar se le hacía más difícil con cada segundo. La habitación se empezaba a encoger. Un golpe fuerte en la puerta le llamo la atención, haciéndole saltar en su lugar.
-       ¡Kise, apúrate! ¡Llevas más de 15 minutos ahí adentro! – era el senpai de su mejor amigo. Dándose el último visto bueno, salió del baño y se encontró con el azabache de lentes que esperaba impaciente por él.
-       Lo siento, Hyugacchi, pero la presentación siempre lo es todo. ¿Qué tal me queda el traje? – dio un leve giro, extendiendo sus brazos para que pudiera darle una buena mirada. El sujeto solo se limitó a chasquear la lengua, dándole la espalda, Kise comenzó a seguirle ante su falta de respuesta.
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Mientras más se acercaban a la habitación, más nervioso se sentía. Casi sintiendo su respiración agitarse. Tragó en seco al ver la puerta de la habitación en la que se encontraba su mejor amigo.
El azabache se adelantó, señalándole una de las múltiples puertas que estaban en el largo pasillo, indicándole  al rubio que entrara, en unos segundos se reuniría con ellos, pero aún tenía cosas que hacer. Asintió, tomando la perilla de la puerta, sin girarla aun.
Se tomó unos segundos antes de armarse de  valor y girar la perilla. Viendo como el azabache se perdía al doblar el pasillo.  Abrió la puerta lentamente. Viendo una delgada y pequeña figura moviéndose de un lado a otro, inquieto, nervioso, suspiros cada tres segundos. Estaba de espalda. Se giró cuando noto como la puerta era abierta.
Kise dejo salir un largo suspiro, quedándose sin aliento al ver al otro lado de la puerta. La expresión de sorpresa de Kuroko comenzó a cambiar, relajándose un poco, sus facciones se volvieron más suaves, devolviéndole esa típica expresión de calma. Pero lo que tenía a Kise tan absorto era la imagen de su mejor amigo vistiendo ese hermoso y elegante  traje blanco, haciéndole  parecer traslucido, gracias a su albina piel y su cabello celeste, era como un reflejo claro que cegaba a cualquiera.
Parecía un ángel. Tan hermoso y tan inocente, irradiando destellos con cada sonrisa. Cuando sus ojos se encontraron, sintió que se su corazón se detenía en el momento en que ese par de ojos celestes le miraban fijamente, esbozando una hermosa y cálida sonrisa.
-       Kurkocchi, te ves… hermoso – dijo, sin poder contener el aliento. Provocándole un leve sonrojo al más pequeño. No pudo evitar tratar de tomarlo entre sus brazos, pero este le huyo a su abrazo, esquivándole.
-       Oh, gracias, Kise-kun. En realidad estoy muerto de nervios – viéndole juguetear con sus manos, mientras se hundía de hombros. Colocó sus manos sobre estos, negando suavemente.  Tragó en seco, sonriéndole para calmar sus nervios, preparándose para lo que iba a decir.
-       Tranquilo, todo saldrá bien. Es tu boda. Hoy es tu boda, tuya. – aunque sonreía, y parecía tratar de calmar a su amigo, las palabras antes dichas solo provocaban un ardor en su garganta. Se sentía hipócrita. Se suponía que un buen amigo estaría feliz por la boda de su mejor amigo, ¿no? Entonces, ¿Por qué sentía que era el peor día de su vida? Y justo como lo había dicho, era su boda. Kuroko estaba ahí, casándose, con otro sujeto que no era él y solo podía verlo pronunciar esas palabras que tanto había anhelado decir. “Acepto”.
Era demasiado pedirle, pero ahí estaba. Apoyando a su amigo, aunque significara el peor dolor del mundo. Podía no ser el mejor amigo, pero al menos podría fingir, por su amistad, que era feliz por él el día de hoy.
-       Jajajaja – escuchando la dulce y melodiosa risa de su amigo resonar, produciendo que su corazón vibrara ante el tono un poco infantil.  – tienes razón. Hoy es mi boda. Muchas gracias por estar aquí – sintiendo el leve temblor de las manos de este, y al ver su sonrisa nerviosa, Kise le arreglo el saco nuevamente.
-       Tetsu-kun – ambos se giraron a la guapa pelirrosa que ingresaba, dando un salto para ser atrapada por el más pequeño entre sus brazos. Dándole un suave beso en la mejilla.
-       Kuroko, wow – Hyuga había llegado igual. Se acercó a ambos, acomodándole la corbata su mejor amigo.
La conversación comenzó a rodar sobre los asuntos de la boda, lo cual ponía más incómodo al rubio, quien solo se limitaba a decir lo hermoso del lugar y que ojala el pastel fuera delicioso. Cuando se les unió una castaña de cabello corto, esta llego para comenzar a apurar a todos. Se veía muy atareada, con una radio en la mano y en la otra una tableta.
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Sin ánimos e incapaz de querer seguir escuchando a Momoi hablar de la boda, luna de miel, vivir juntos y esas cosas que sabía serian todas junto a Kagami Taiga. Decidió acompañar al senpai de su amigo por este, ya era el gran momento de que el novio hiciera su aparición.
 Rodó lo ojos. En realidad solo necesitaba una excusa para volver a respirar sin tener que poner una sonrisa de comercial.
¿Qué le habría visto Kurokocchi a ese sujeto? Kuroko jamás había mostrado ningún interés por algún chico, y las pocas veces que lo había hecho eran sujetos letrados, bien instrumentados en el arte de la literatura clásica o alguna otra de las múltiples artes, y el interés era más que nada por el conocimiento, no por una primera cita. Los deportistas estaban en su lista negra.
¿En qué momento Kurokocchi cambio tanto?
Sintiendo que el silencio era cansado y un poco sofocante, haciéndole pensar cosas innecesarias y que solo le amargaban, intervino.
-       Ufff, se ve tan feliz – dijo, no era mentira. Kuroko estaba muy feliz. Casi radiante de felicidad. Pero, aunque Kise no lo notara, su expresión era muy contradictoria. Se ensombrecía su mirada, perdiéndose el brillo típico de él. Hyuuga asintió.
-       Lo sé. Por cierto, Kise, lo estás haciendo muy bien. Creí que harías un drama porque se casa ¿acaso te rendiste? – sintiendo la mirada del senpai sobre él, se limitó a esbozar una leve sonrisa.
-       Hyuugacchi, yo… no puedo arruinarle su día, si él es feliz con Kagamicchi lo aceptare, aunque no me guste. Lo amo, pero él ama a otro. El típico cliché. – el nudo en su garganta perdió un poco de fuerza, ahora al menos podía respirar un poco más. Y aunque quería que esas palabras fueran verdad, no lo era. Él quería a Kuroko, no con Kagamicchi, con él. Lo amaba tanto, pero como lo había dicho, Kuroko había hecho su elección y él jamás tuvo el coraje de atreverse a confesarle sus sentimientos.
-       Lo siento.
-       No hay problema. No es como si fuera a morir de soledad o algo así. Aun así no me doy por vencido, Kurokocchi se puede divorciar o enviudar, ¿no? – sonrió, con esa típica sonrisa que hizo que Hyuuga le diera un fuerte golpe.
-       ¡OI! ¿eso es algo que debas decir el día de la boda?
-       Solo es una broma, Hyuugacchi.
-       No digas estupideces y démonos prisa.
-       Si, si, lo siento.
Estaban frente a la puerta, justo cuando pensaban en tocar, un ruido se escucha desde el interior. Algo se ha roto. Está a punto de entrar, pero se escuchan voces discutiendo. Kise detiene  a Hyuuga de abrir, negándole suavemente. No parece correcto interrumpir.
[Revisión del capítulo 1 para saber lo que sucede]
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Todos corrían de un lado para otro, él iba a volverse loco, y calvo de tanto jalarse los cabellos en desesperación.
Adentrándose en la habitación, dando pasos lentos y cuidadosos para no provocar más cristales rotos. Pedazos de espejo bajos sus pies, mientras continuaba no pudo evitar sentir un dolor en el pecho. Kuroko había hecho todo esto.
No se podía imaginar el dolor, pero… ¿Por qué huir?
Viendo como el caos reinaba en la habitación. Pétalos de las flores que habían sido salvajemente atacadas, manchas de agua (sobre el piso y la alfombra), pedazos de madera y algún que otro pedazo de tela rasgado, todos esparcidos por todas partes. Una escena caótica, como si un torbellino hubiera arrasado con todo sin piedad.
A pesar de todo, algo llama su atención. Es aquel elegante traje blanco, que ahora descansaba, bien doblado, sobre la silla de terciopelo rojo y de madera pintada dorada.  Era lo único que parecía haberse salvado de la furia de Kuroko Tetsuya.
Acercándose, lo tomo entre sus manos, apretándolo contra su pecho. Incapaz de poder contener las lágrimas, sus ojos comenzaron a arder ante el picor de estas.
-       Kurokocchi… lo siento…
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[Kise – Departamento]

Abre los ojos, encontrándose con el blanco techo de su habitación. Lleva la mano hacia su rostro, sintiendo la humedad de las lágrimas.
Patético lo definiría correctamente.
Ríe, burlándose de sí mismo y después rueda, dándole un golpe con el costado al reloj digital sobre la cómoda. El pitido se detiene y solo se puede escuchar el sonido de los coches en exterior.
Se levanta, dejando solo las piernas fuera de la cama, aun en el borde. La mirada gacha, siente todo el cuerpo pesado. Toma el vaso de la mesilla y bebe el contenido sin detenerse, hasta que siente el ardor de la garganta detenerse. Mira el objeto de cristal unos segundos y después simplemente deja salir un suspiro.
Lleva días así. Su manager le llamo ayer, tiene una entrevista en un show matutino, tal vez de esos de chismes y variedades. No se siente con humor, pero se ha ausentado demasiado en la agencia como para decir no.
Si fuera por él se quedaría toda la vida sobre la cama, hasta convertirse composta. Porque así se sentía. No, él era composta.
Después de lo que había pasado con Kuroko, ni siquiera se atrevía a decir algo al respecto. Su hermana, su senpai e incluso su madre trataron de hacerlo hablar, pero nada. Esos eran asuntos privados y no quería que le dieran “el discurso”. Ya estaba harto de escuchar lo mismo.
Lo sabía. Había sido el peor. Decirle eso a Kuroko. ¿Quién era él para juzgarlo? Nadie, a pesar de su larga historia siendo “amigos”, no podía simplemente decirle eso. Tenía suerte de que Kuroko no le hubiera volteado la mandíbula con un puñetazo.
Era un asco. Como persona, como amigo, como enamorado.
-       Kurokocchi, ¿podrás perdonarme alguna vez? – frustrado, deja el vaso sobre la cómoda, antes de lanzarlo contra la pared.
No tiene otra oportunidad. Esta jodido. Lo hecho, hecho esta. Ahora debe sufrir las consecuencias, que implican el odio de Kuroko.

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[Presente – Edificio – Departamento de Blue & Tatsuya]

Cuando el ascensor se detuvo en el piso indicado y la puerta se abrió, comenzó a dar pasos tranquilos por el pasillo. Llevaba una bolsa en la mano, mientras con la otra se arreglaba el mechón que le caía por un costado, arreglándolo detrás de su oreja.
Se detuvo frente a la puerta, dando pequeños golpecillos en la superficie con los nudillos. Esperó, pacientemente. Recargando el peso de su cuerpo sobre su pierna derecha, mientras jugueteaba con la cintilla de su camisa.
Después del sonido de varios cerrojos del otro lado de la puerta siendo removidos, la puerta se abrió y una pequeña niña de cabellos azabaches lacios, arreglados en dos coletas, y  de ojos grisáceos fue quien apareció, aferrándose a la perilla, ya que apenas la alcanzaba. Los ojos de la niña se iluminaron y rápidamente saltó a los brazos del joven de coleta. Quien la recibió gustosamente, dándole un beso en la mejilla.
-       Hey, hermosa. – la levanto, girándola y abrazándola suavemente contra su cuerpo. Ella, como todas las veces hacía, comenzó a juguetear con sus cabellos, pasando su mano sobre las hebras y peinándoselo hacia atrás.
-       ¡¡Reo-nee!! ¿Regresaste de Europa? – asintió, y ambos ingresaron al departamento, que lucía igual que siempre, salvo porque hoy las ventanas estaban cerradas y había un silencio extraño. Cuando esta casa no tenía iluminación parecía más fría, nada del aroma de comida quemada o música por el alrededor, más que la del último piso, en donde se habían instalado unos jóvenes bailarines y que le rentaban el lugar a Tetsuya para usarlo como un estudio. No es que necesitara el dinero, simplemente lo hacía por ayudar a que ellos tuvieran donde practicar y al mismo tiempo ganar dinero con ello. Así que así de mal están las cosas, ¿eh?, pensó para sí mismo y devolvió la sonrisa a la pequeña. 
-       Por supuesto. Y te traje un vestido muy hermoso.  – le indico la bolsa que llevaba y la coloco en la mesa de centro de la sala. La pequeña se bajó y hurgo en la bolsa, tratando de echarle un ojo a la prenda.
-       ¿En serio? Gracias. Papi no está.
-       Lo sé, por eso mismo he venido. ¿Dónde está Blue? – la pequeña bajó la mirada, entrecerrando los ojos. Jugueteando con una de sus coletas.
-       En su cuarto. No ha querido salir a jugar conmigo. – a pesar de ser tan pequeña, la niña entendía muy bien que algo le pasaba a Blue. Reo le froto la coronilla de la cabeza y le dio un suave beso en los cabellos.
-       Oh, cariño, Blue no lo hace a propósito. Él solo… se siente mal.
-       ¿Está enfermo?
-       Eso parece.
-       ¿De qué? – Reo rio ante la inocencia de la pequeña y suspiró.
-       Amor.  – la pequeña se le quedo mirando fijamente, obviamente confundida. Reo negó, agachándose para quedar a su estatura – tranquila, cuando seas más grande lo entenderás. El amor es… complicado. Nos hace felices, pero también tiene sus lados filosos. ¿Qué te parece si vas a tu cuarto y juegas con tus muñecas un rato, mientras yo hablo con Blue?
-       Sí.  – notando el tono apagado. Reo rodó los ojos y le detuvo.
-       Ok, tú ganas. Aquí esta. – sacó un hermoso y largo vestido con holanes, de color rojo carmín. Tan pronto la niña lo vio, pareció enamorarse de él, tanto como Reo lo había hecho.
-       ¿Es mi vestido? Wow, es tan… ¡Hermoso! Voy a probármelo.
-       Adelante.  – indico, mientras la pequeña corría hacia su habitación.
Ok, ahora, a encargarse del problema mayor. Dijo para sí mismo, poniéndose de pie. Comenzó a caminar hacia el pasillo donde estaba la habitación de Tetsuya. Esperaba que la puerta estuviera cerrada con seguro, pero cuando giró la perilla, se abrió fácilmente.
Abrió la puerta, lentamente. Asomando la cabeza, notó que la habitación estaba en silencio. Las ventanas, igual que en la sala y en el resto del departamento, cerradas y solo estaba la luz de la lámpara de noche junto a la cama. Un pequeño ovillo entre las sabanas, que estaban distendidas hasta una esquina, pudo ver una cabeza que se asomaba de entre las sabanas y que miraba la luz, totalmente absorto.
Reo se acercó, recargándose en el borde de la cama. Al parecer, eso hizo que el pequeño se diera cuenta de la presencia de Reo, porque se sobresaltó y lo miró.
-       Hola, Blue. – dijo en tono tranquilo, pasando su mano sobre la sabana. Tetsuya se recargo sobre el cabecero y le miro, forzando una sonrisa.
-       Reo-nee. ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que estarías en Europa por lo menos una semana más.
-       Bueno, surgieron algunas complicaciones en el club y no podía dejarle todo a mi esposo. Además, parece que tienes un problema, ¿no?
-       No es un problema como tal, es solo… tonterías.
-       Ya veo. ¿quieres hablar de esas tonterías?
-       No.
-       Oh, vamos. Deje París por venir a verte.
-       ¿En serio?
-       Bueno, tal vez no. Pero ahora que estoy aquí me lo dirás.  – Tetsuya se mordió el labio, reacio a soltar lengua.
-       … - ante la respuesta, o la falta de ella, Reo le arrebato la sabana, empujándole más hacia el otro.
-       Bien. Haznos un lado. ¡Angie, ven, mi amor! – llamo a la pequeña, quien rápido comenzó a correr por el pasillo y en segundos ya estaba en el marco de la puerta. Él se puso de pie.
-       ¿Qué estás haciendo?
-       Ya que no quieres contarnos nada, solo queda hacer una cosa; tendremos una noche de depresión.  – la niña comenzó a dar giros sobre la punta de sus pies, mostrándole como el vestido daba vuelo con el movimiento.
-       ¡Mira, Blue! ¡Reo-nee me lo trajo!
-       Wow, te ves hermosa, Angie.  – le sonrió a la niña, incapaz de romperle la ilusión de sus ojos. Pero tan pronto veía como Reo abandonaba la habitación le detuvo - Espera, Reo-nee, ¿a qué te refieres con noche de depresión?
-       Eso mismo. Yo haré palomitas. Angie, Blue, escojan una película.
-       Pero no estoy deprimido, solo estoy cansado. – sin embargo, Tetsuya acallo al ver que Reo se colocaba con los brazos cruzados y le miraba con una ceja arqueada.
-       Aja, tres días en cama y estás cansado. Que mal mentiroso, Blue. Angie, no lo dejes salir de la cama.  – haciéndole un gesto cómplice, Angie asintió y le entrego a Tetsuya los dvd’s.
-       ¡Blue! ¿Qué película quieres ver?  
Estaba a punto de decir algo, cuando una voz resonó desde la sala, acallándole.
-       ¡Mejor ríndete! ¡Me conoces lo suficiente como para saber que no cederé tan fácilmente a un “estoy bien”!
Tetsuya suspiró y tomó los dvd’s que le entregaba Angie, aunque no estaba de humor para ver una película, así que dejó que Angie escogiera la película. Él tenía que hablar con Reo un momento.
Cuando llegó a la sala, Reo estaba sirviendo helado en pequeños cuencos de cristal y haciendo las palomitas en el microondas, justo como había prometido.
-       No me dejaras irme tan fácil, ¿verdad?
-       Lo sabes.  – Reo le dio un guiño. Derrotado, Tetsuya se recargo contra la mesa, cruzándose de brazos.
-       Bien. ¿Qué quieres saber?
-       Quiero saber, ¿Qué te dijo ese sujeto?
-       Bueno, no fue mucho. Solo estuvimos, creo, unos 15 minutos, quizás más y la mayor parte de la conversación la lleve yo.
-       Entonces, ¿sobre qué hablaron?
-       Me preguntó lo que me esperaba; qué había estado haciendo, por qué hui, qué pasó durante estos dos años, cómo había llegado a ese lugar, esas cosas.
-       ¿Y qué le respondiste?
-       La verdad.  Le conté mis sentimientos, lo qué pasó estos dos años, el libertinaje, los romances, las cartas, la transición, mi nuevo trabajo y esas cosas.  Nada de mentiras.
-       ¿Y cómo lo tomó?
-       Ummm, justo como me lo imaginaba.
-       Que sería…
-       Me dijo que era… que era… asqueroso. – aprieta los labios, desviando la mirada.
Hay un silencio mayor. El cual solo se rompe cuando las palomitas están hechas y el microondas emite un pitido.  Tetsuya se recarga sobre sus brazos, colocando la mejilla sobre estos y mira el aparato, mientras el pitido se desvanece. Una pequeña capa de humedad cubre sus ojos, pero trata de contener las lágrimas.
No es sino hasta que Reo se acerca por detrás, y lo envuelve en sus brazos, atrayendo su rostro contra su pecho que solo emite un leve quejido y le abraza, sosteniéndose de su camisa. No se dicen palabra alguna, Tetsuya deja salir su dolor, pero sin gimotear, llora en silencio, acurrucándose en su pecho. Mientras Reo le consuela con una mano sobando su espalda y reconfortándole. 
-       Lo siento, Blue.
-       Yo también. Creí que… podríamos volver a ser como antes, pero… no es así.
-       Dale tiempo, ¿sí? Será decisión suya si decide apartarse. Al menos fuiste honesto con él.  Estoy orgulloso de ti, cariño.
-       Gracias.
Tetsuya se separa, lentamente hasta alzar el rostro y mirar a Reo, quien esboza una leve sonrisa y le limpia el rostro, quitando los rastros de humedad de sus ojos.
-       Entonces, ¿Qué hay de la película?
-       Nada de romances.
-       Por mi está bien. Veamos qué ha escogido Angie.
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[Takao – Estudio]

El chico camino dentro del espacio, quedando delante del sillón de dos plantas, esperando a que el fotógrafo le indicara cuando estaba listo. Habían tomado varias fotografías en la piscina, en la recamara e inclusive en el jardín, pero ahora necesitaba algo más sexy y Takao sabia como sacar esa sensualidad en sus modelos, haciéndose con el uso del poco espacio que tenía. Ajusto la cámara y después de revisar la luz de afuera, asintió.
Tan pronto como le indico que se recostara sobre el sillón, el chico dejo caer su bata blanca, exponiendo sus músculos desnudos. La fuerte espalda, los músculos de los antebrazos y sus fuertes piernas. Tragó en seco, bufando un poco sin que se diera cuenta el modelo, era divertido los aires que siempre se daban estos sujetos, intentando presumir sus bonitos cuerpos.
El chico se recostó, distendiéndose a sus anchas, y apoyándose en el respaldo del mueble, una pierna quedo abajo y la otra arriba, doblada para que dejara en evidencia la marca de la ropa interior, además de darles una buena vista de su paquete remarcado en la prenda.
Alistando su instrumento, Takao se acero y le levanto el mentón, girándole el rostro hacia la derecha, dejando al descubierto su mejilla y su fuerte mandíbula.
Se alejó, colocándose detrás del lente y comenzó a tomar las fotos. Flashes y sonrisas, mientras el chico posaverga para el azabache.
Sonriéndole, Takao sintió un leve escalofrió ante la mirada de este.
Tomó varias fotos, algunas eran buenas y podían utilizarlas para el catalogo, pero necesitaba algo más que emocionara a la gente. Después de todo, un catálogo de ropa interior masculina tiene que tener toneladas de testosterona por todos lados.
Hizo una breve pausa.
Takao le miro, unos segundos y al no estar totalmente de acuerdo, se acercó hacia él.
-       Tomaremos un breve receso, ¿sí? Necesito pensar algo.
-       Claro. ¿todo bien?
-       Si, solo… tú estás haciendo un trabajo estupendo, solo déjame arreglar algo.
Bien, lo estaba jodiendo. Tenía que hacer a su chico la portada del catálogo, pero no daba. Todos los demás modelos habían sido fáciles, eran hombres mayores que ya habían trabajado con él, pero ahora mismo su cabeza estaba tan liada en otros asuntos. No podía concentrarse lo suficiente para sacar esta foto.
Jared, el chico, estaba sentado en el borde del sillón, haciendo pequeños pucheros, Takao se le quedo mirando, buscando alguna forma de hacer funcionar una fotografía de catálogo con él. Era joven, rubio, con un bonito cuerpo bien trabajado y toda una carrera por delante.
Lo siguió con la mirada, viendo cómo se acercaba hacia la ventana, ahora recargando la frente contra el vidrio. Mirando hacia el exterior. La luz de la piscina se colaba por la ventana y golpeaba el cuerpo de Jared, haciendo que sus músculos se vieran relucientes y que el destello de sus ojos se intensificara aún más. Takao se quedó mirando, hasta que finalmente la idea le golpeo.
-       Ya sé. Vamos a hacer esto, ponte la bata. Tengo una idea.
-       Está bien.  ¿me quieres en el sillón?
-       Oh, no. Tú, a la ventana.  ¿puedes repetir la pose que tenías?
El chico asintió, sin decir palabra y se colocó la bata, pero antes de ajustarla a su cintura, Takao negó. Indicándole que la dejara abierta, la acomodo, dejando al descubierto sus hombros y el resto de su cuerpo, más como una capa que una bata. Lo único que cubría era su espalda y sus brazos, lo demás estaba expuesto.
Se colocó con el antebrazo sobre el vidrio, dejando ver su bícep derecho, quedando su rostro viendo a través del vidrio y con el cuerpo un poco encorvado. Takao comenzó a tomar las fotos, aprovechando como los destellos le daban al cuerpo bronceado, remarcando cada línea de sus músculos.
Tomó aún más fotos, haciéndolo que quedara de frente hacia él, y la ventana a un costado de él, la luz proyectando el costado derecho de su cuerpo, mientras parecía que él se acercaba hacia Takao.
Nuevamente, la mirada de este le dio un escalofrió. Tomándolo desprevenido, Jared sonrió y provocó que el fotógrafo quedara embelesado ante los hoyuelos que se le formaban, mientras la sonrisa se le formaba en el rostro y sus ojos se entrecerraban.
Cuando finalmente todo terminó, Takao revisaba su trabajo en el portátil, absorto, el modelo se vestía en el cuarto de punto, o eso pensaba, hasta sentir una mano sobre su hombro.
-       Hey, ¿Qué tal estuvo? ¿salgo bien?
-       Muy bien. Se las enviare a Simon para ver si las aprueba, pero creo que estará complacido con tus fotos.
-       Wow, me hiciste ver bien.
-       Pffft. Oh, vamos. Tú ya luces muy bien, solo faltaba alguien que te tomara fotos, eso no es mucho trabajo. – el chico se le quedo mirando, desviando la mirada hacia otro lado, con un leve sonrojo en las mejillas.
-       G-Gracias. Oye, ¿quieres ir por…? – anticipando las palabras, Takao negó.
-       Lo siento, ahora estoy con alguien. Me halagas, pero no creo que sea correcto.
-       Cierto. Y-Yo… - Jared estaba totalmente apenado. Tako coloco su mano sobre su hombro y sonrio.
-       Hey, tranquilo. No hay problema. Suele suceder. Ya que eres un novato, lo dejare pasar. Solo ten cuidado, en la industria del modelaje no es bien visto esa clase de comportamiento. Más que nada por tu imagen. Me gusto trabajar contigo, Jared.
-       Muchas gracias, Takao-san. Tomare su consejo, pero igual lo seguiré invitando hasta que me diga que sí.
-       Solo si tus intenciones son profesionales o de amistad a largo plazo. ¿ok?
Jared soltó una gran carcajada, haciendo que resonara en la habitación. Takao sonrió y después de unos minutos, Jared dejo la habitación.
Estuvo alrededor de dos horas terminando el trabajo pendiente, cuando miro el reloj y daban las 10:30pm. Suspiró y comenzó a apagar todo, tomando su mochila en el hombro.
Cerró el estudio y aseguro todo. Tan pronto como salió al pasillo, despidiéndose de algunos de sus conocidos y empleados que aun laboraban, una mano le tomó del brazo.
-       ¿Ya te vas? – casi da un salto al ver que se trataba del joven modelo. Suspiró, aliviado de que no fuera un fantasma.
-       Así es. He terminado aquí, así que ahora puedo ir a casa y dormir un poco.
-       Yo también.
Cuando llegaron al ascensor, Takao presión el botón y las puertas se cerraron. Eran solo ellos dos en la caja metálica, y el sonido mientras bajaban los pisos. La oficina para la que Takao estaba haciendo las fotografías estaba en el 8vo piso, así que tomaba un poco de tiempo. Aunque solo era temporal, ya que solo lo hacía porque un viejo amigo le había pedido tomar el proyecto en sus manos en su lugar.
Jared comenzó a hablar, un tanto nervioso.
-       ¿Viven juntos?
-       Umm, sí. Desde la universidad.
-       Wow, eso es… genial.
-       Sí. De hecho, me casare el siguiente mes y estamos viendo los planes para la boda, pero… - apretó los labios, haciendo una pose de querer arrancarse los cabellos.
-       ¿…es estresante? – Takao asintió.
-       No tienes la menor idea. La madre de Shintarou me está sacando canas verdes. – a lo que Takao rio internamente. Tal vez eso explicaría el cabello de Shin-chan y su padre - Te lo juro, no entiendo  por qué debemos hacer una boda para más de 200 personas. Yo solo quería mi anillo, y su apellido. Y ahora tengo una larga lista de personas que ni conozco, pero sus padres sí.  – frustrado, se dio cuenta que estaba hablando de más y se  puso totalmente rojo - ¡Dios! Perdón, te estoy contando estas tonterías. Debes tener cosas mejores que escuchar mis problemas.
-       No, está bien. ¿de quién fue la idea de casarse?
-       Mía. Ahora sufro las consecuencias de mis actos.
Salieron del ascensor y comenzaron a caminar por la recepción. Jared le abrió la puerta de la entrada.
-       Bueno, felicidades por la boda.
-       Gracias.
-       ¿Él también es fotógrafo?
-       No, es doctor. Así que puedo presumirlo como ventaja, mi esposo salva vidas todo el tiempo. – ambos rieron.
-       Aun así, digo que el afortunado es él.
-       Oh, no. Si escucho más de fortuna y oha-asa voy a matar a alguien. Bueno, mi taxi me espera. Buena suerte en el trabajo.
-       Buena suerte con la boda.
-       ¡Eso! En lugar de decir acepto, diré; “ahora tu pene es mío para toda la eternidad”. Nos vemos, Jared.
-       Nos vemos, Takao-san.
Diciendo esto último, ambos hombres se despidieron, mientras Jared veía como el taxi de Takao se alejaba.
Takao miraba su celular, presionando la pantalla para revisar la hora. Un pequeño mensaje diciendo; Estoy en casa. “¿A qué hora llegas?” De su amando. Tomó el teléfono y le planto un beso, respondiéndole con un; “En 15 minutos”.
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[Kasamatsu e Himuro]

Después de su pequeña conversación por teléfono, ambos sujetos estaban sentaos en la misma mesa. Bebiendo café. El ambiente en el lugar era tranquilo, y todo olía a café, esa típica esencia que Kasamatus amaba más que el amanecer. Y es que esa misma despertaba sus sentidos y le hacía espabilar antes de empezar la jornada laboral.
Himuro no se perdía ninguna pequeña expresión o acción que hacia el otro azabache, el traje de oficinista, la corbata y el cabello, sino bien peinado, le daba un aire más adulto. Aun así, era increíble pensar que Kasamatsu fuera mayor que él. Fijos sus ojos en los labios de este cuando probaban el café, la forma en que estos se acoplaban a la taza, solo esbozo una leve sonrisa. Tenía lindos labios.
Golpeándose mentalmente, no estaba ahí para una cita, aunque se moría por conseguir una con el senpai, estaba por asuntos más serios.
Bajó la taza, dejándola sobre la mesilla, mientras su acompañante dejaba de platicar.
-       Entonces, ¿así están las cosas?
-       Sí. Kise tampoco quiso hablar conmigo sobre lo de ayer. Y cuando le pregunte me mandó por un tubo – y después le arroje la lámpara, eso lo omitió para sus adentros.
-       Blue… Digo, Tetsuya tampoco quiere hablar conmigo. Solo se la pasa llorando y encerrado en su habitación. Me preocupa mucho. Me duele mucho verlo así. Por eso, creí que tú sabrías lo que paso en la reunión de esos dos.
-       Sé tanto como tú.  – se disculpó Kasamatsu.
-       Maldición.  – al ver la frustración de Himuro, Kasamatsu trató de cambiar un poco el tema.
-       Bueno, ¿Qué piensas hacer? ¿Estará bien que dejes a Kuroko solo?
-       Ya tenía previsto algo así, y ya me he encargado de que Blue no este solo en casa. Así que no hay problema. ¿Qué hay de Ryouta?
-       Ese idiota no quería salir de su cama esta mañana, pero le he sacado a patadas de la habitación. Puede que este molesto, dolido, o lo que sea, pero tiene trabajo. Y suponiéndolo, seguramente fue culpa suya todo este pleito.
-       ¿Cómo estas tan seguro? – Kasamatsu le miro, arqueando una ceja, riéndose internamente.
-       Por favor, es Kise. ¿Realmente crees que Kuroko sería capaz de armar semejante embrollo?
-       No. Lo veo muy difícil. ¿Qué haremos?
-       No tengo la menor idea. Tal vez interrogarlos.
-       Oh, eso estaría bien. Yo llevare las pinzas.  – ambos rieron, atrayendo algunas miradas, pero no les importo. Era divertido. Kasamatsu bebió un poco más de café y después levanto la mirada, sintiéndose un poco tímido ante los ojos del menor.
-       Lo mejor será dejarlos que ellos lo arreglen. Ya sabes, darles su tiempo. Naturalmente, lo resolverán.
-       Tal vez tengas razón.
-       ¿Cómo esta Kuroko?
-       A duras penas me deja entrar a su habitación. Y cuando intento hablar me da la espalda. Ya no sé qué hacer.
-       Son unos tontos.  – bufo el mayor.
-       ¿Por qué lo dices?
-       Es obvio, los dos se gustan y se torturan demasiado. ¿Por qué no simplemente son honestos consigo mismos? – un poco sorprendido por la gran observación del mayor. Darse cuenta de que esos dos estaban enamorados requería tiempo. O interés.
-       Ummm, me pregunto. Algo debió pasar. Digo, Blue iba todo feliz y cuando regresó, parecía que habían matado a alguien.
-       Bueno, conociendo a Kise es probable que dijera algo indebido.
-       ¿Cómo qué?
-       ¿No te lo imaginas? A ver, dime, Kise es impulsivo, y cuando se siente frustrado suelta demasiado la lengua. Después de haber visto a Kuroko en ese escenario, ¿Qué crees que fue lo primero que paso por su mente?
-       ¿Qué hacías ahí? Tal vez. No sé, Kasamatsu-san.
-       Debió estallar en celos. No todos los días ves a la persona que te gusta bailando para otros hombres. Ese idiota…  - Kasamatsu se tensó, apretando la mano sobre la mesa. Himuro suspiró.
-       ¿Crees que haya sido solo eso?
-       No lo sé. Con Kise no se sabe nada.
Himuro iba a decir algo, cuando de repente su celular vibro dentro de su bolsillo. Tuvo que excusarse un momento.
Mientras Himuro miraba la pantalla, se dio cuenta que se trataba de un mensaje de Reo.
Tranquilo. Ya está mejor. Estamos viendo películas con Angie. Un mal entendido, pero ahora ya está más tranquilo. Incluso comió. La próxima vez que veas a Kise rómpele la cara, me importa un bledo si es modelo, nadie le dice esas cosas a mi Blue.
Pdt: Angie tiene una gran afición por las películas de terror, ¿Qué le estas enseñando? Ella debe de ver películas de princesas y ponis. ¡Mal padre!
Himuro suspiró, aliviado. Guardo el aparato y miro a Kasamatsu.
-       Al parecer ya está mejor.
-       ¿En serio? ¿Qué pasó?
-       Creo que tenías razón, senpai. Ryouta le dijo algo a Blue. Pero no parece haber problema.
-       Me alegro.  – viendo como el hombre mayor se tensaba, mostrándole su propio celular - Tengo que regresar al trabajo, así que…
-       ¡Oh, sí! Déjame pedir la cuenta. – Himuro le hizo una seña a uno de los empleados y en segundos ya estaban pagando en la caja.
Ambos hombres salieron del lugar, arropándose ante el frio del exterior. Kasamatsu arreglando su bufanda alrededor, mientras Himuro se colocaba el gorro.
-       Gracias por el café. – dijo Kasamatsu, apenas se le podía ver con esa bufanda.
-       No, gracia a ti por darte un tiempo. Perdón por interrumpir tu descanso.
-       Nah, fue… agradable pasar el rato contigo.
-       Me gustaría volver a repetirlo, si se puede.  Pero no solo para hablar de nuestros amigos, una cita real. ¿Qué dices?
-       Ummm, no lo sé.
-       Senpai, deberías dejar de ser tan rígido. Mira que eres muy guapo y a mí me está costando mucho pedirte una cita.  – ante el comentario, las mejillas, y orejas, del azabache más pequeño se encendieron.
-       Y-Yo… no sería buena compañía.
-       ¿Quién lo dice? Esta ha sido, por mucho, una de las mejores citas para tomar café que he tenido. Por favor, Kasamatsu-san. Una oportunidad.  – haciéndole ruegos, casi poniéndose de rodillas para que el hombre le aceptara y no le botara ahí mismo. Kasamatsu se sintió un poco mal, ruborizándose, más que nada porque estaban llamando demasiado la atención.
-       Es solo que… llevo mucho tiempo fuera del mercado.
-       Prometo comportarme. Nada de manos locas y prometo llevarte a casa a las 10:00pm. – dándole un guiño. Kasamatsu sonrió. Bien, una oportunidad no estaba mal. Él también tenía que salir de la rutina monótona que llevaba. Y tal vez tener un amigo como Himuro sería bueno.
-       ¿A las 10:00pm? ¿Qué soy, una jovencita de 15 años?
-       ¿Es eso un sí? – Himuro sonrió, levantando la mirada. Kasamatsu se hundió de hombros y asintió.
-       Porque no. Pero nada de alcohol, soy malo con el alcohol.
-       Claro. Una cena, y tal vez bailar un poco. ¿Qué te parece?
-       Perfecto.
Estaban a punto de despedirse. Kasamatsu aun tenía trabajo en la oficina e Himuro tenía que regresar a ver a Blue y a su hija, antes de irse al trabajo en el club. Estaba tan feliz, pero lograba mantener la calma, aunque Kasamatsu podía ver cómo le miraba por el rabillo, provocándole un sonrojo en sus mejillas, que no era por el frio.
De repente, Kasamatsu se detuvo, frente a unos de esos puestos de revistas. Miro fijamente una en especial, en la que el hombre de Ryouta aparecía en letras enormes. Sus ojos se abrieron de par en par, casi dejando salir una maldición. Tomó el teléfono y marco el número de Kise, inmediatamente, pero le mandaba a buzón.
-       ¿Qué sucede, Kasamatsu-san?
-       ¡Eso! – señalo la revista. Encontrándose con la foto de Kise en primera plana. No le parecía extraño, hasta que noto las palabras que el adornaban al titular.
“El joven modelo Kise Ryouta, en una pelea romántica con un desconocido”
-       ¡Mierda! Esto es… - pronuncia Himuro. Pero es Kasamatsu quien termina la oración.
-       Sí. Es malo.

***********************
[Kise - Estudio]

Recibió la llamada de su manager indicando que en 15 minutos más estarían listos para presentarlo, que esperara un poco más hasta la llamada de ellos. Suspiró, recargándose contra la silla del camerino, mirándose en el reflejo del espejo. Aunque el maquillaje hacia sus maravillas por ocultar aquellas ojeras debajo de sus ojos, se le veía cansado. Parecía haber envejecido por lo menos unos 5 años.
A pesar de haberlo meditado en la mañana, ahora caía en la cuenta que ya había pasado una semana desde aquel incidente. Y aun no podía sacarse de la cabeza aquella expresión.  
Tampoco había intentado llamarle a Kuroko, puesto que imaginaba que no le contestaría y con razón tendría para no hacerlo.
Cuando recibió el llamado de uno de los ayudantes, salió del camerino y camino hacia donde estaba el escenario. Las chicas soltaron un grito al ver como aparecía en el escenario, su imagen en la pantalla mientras levantaba la mano al aire, saludando a sus admiradoras.
Sonriendo lo mejor que podía, estaba a neones de querer sonreír. Pero era su trabajo. Lucir apuestos, sonreír y mojar bragas.
Finalmente tomó asiento junto a los presentadores. Eran dos chicos, un poco menores que él. Haciendo bromas, respondía mecánicamente, justo como indicaba estaba escrito en el guion.
Pasaron a las preguntas del público. Y aunque estaba cansado de sonreír, las contesto. Solo unos pocos minutos más y seria libre.
O eso pensó. Cuando uno de los presentadores se acercó hacia él.
-       Bien, el modelo Kise Ryouta. Ryou-chan, gracias por acompañarnos el día de hoy, antes de que el programa acabe queremos preguntar. Hace poco salió una información sobre ti y un desconocido teniendo una discusión a mitad de un café, ¿es verdad?
-       ¿Cómo se…? – casi podía sentir como se le revolvía el estómago. Tragó en seco, mordiéndose el labio y se obligó a sí mismo a sonreír lo mejor que podía - Digo, ¿de dónde salió esa clase de información? De seguro es solo un chisme para llenar revistas. El drama siempre vende – sonrió ante la cámara, pero eso no hizo que el presentador se detuviera.
-       Ummm, unos periodistas tomaron la exclusiva. Al parecer te reuniste con él en el café Prophecy y después hablaron unos minutos, antes de empezar a pelear. ¿Por qué pelearon? ¿Es cierto que estas en una relación con el desconocido? ¿Desde cuándo? – sorprendido, más que nada por la exactitud de la información. Entendía que era el trabajo de los periodistas, pero eso era… demasiado.
Tenía que hacer algo. Se le estaba yendo de las manos y el presentador parecía querer acorralarlo. Tensándose, trató de recordar lo que Akashi le había enseñado algunos años atrás para tratar con este tipo de personas
-       Wow, despacio. ¿Relación? Realmente, la gente tiene ideas muy locas estos días. No estoy en una relación, me reuní con un viejo amigo y reaccione un poco… - hizo una mueca, bromeando - …ummm, mal. No voy a entrar en detalles porque es mi intimidad y no quiero que mi amigo se vea involucrado. Digo, entre amigos es normal tener desacuerdos, ¿no? – miro al presentador, arqueando una ceja – lo que me molesta es que muchos crean que por ser famoso tienes que rendirles cuentas a todos. Es cierto, cuando te haces famoso tu vida se vuelve una exclusiva para todos, pero hay algunos aspectos que me gustaría mantener en privado, porque si no las personas a mi alrededor saldrían afectadas. No puedo creer que la prensa me trate así. Amo modelar y por eso elegí continuar con ello, y es un poco hiriente que no se me respete.
Todo el estudio estaba en completo silencio. Incluso las fans estaban calladas, apenadas ante la expresión dolida del modelo. Quien continuaba hablando, ahora la cámara enfocándose solamente a él.
-       Y a mi amigo. Kurokocchi, perdón por todos los problemas que te he causado. Eso era lo último que quería hacer. Perdón por las cosas que te dije y por involucrarte. Espero que perdones a este sujeto estúpido. Y entendería si no me vuelves a dirigir la palabra, me comporte como un idiota. Lo siento.  – sonrió, pero algunas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
Kise se levantó de su asiento y salió del escenario, dejando a todos pasmados.
El caos reinó cuando todos reaccionaron. Las fans comenzaron a arrojar lo que traían, carteles y playeras fueron contra los presentadores. En segundos, el estudio se volvió un campo de guerra.
Por otro lado, Kise se mantenía recargado contra la pared del pasillo. Tomando fuertes respiraciones. Lo había dicho. En televisión nacional.
Sonrió, como un idiota y se fue deslizando por la pared, hasta que su frente tocó sus rodillas. Llevando sus manos a sus cabellos, pasándolos.
*************

Sin poder creerlo, dejo caer el control al suelo. Angie le miraba, de la televisión a él. Cubriendo su boca con ambas manos. Las lágrimas comenzaron a salir.

-       Kise-kun… idiota…

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