Mestizaje - Capitulo 5


*********

Podía reconocer que el día comenzaría mal, como siempre pasaba conmigo. El ruido ensordecedor de la alarma pitando como loca en un intento por hacerme salir de quicio y arrojarla por la ventana me estaba matando los nervios. El maldito teléfono timbrando en la mesa de centro de la sala, y el incesante timbre de la puerta. Dios, este día estaba jodido por todos lados. Me levante, golpee  el botón de la alarma con todas mis fuerzas, incluso más de las necesarias para ello. Con pasos perezosos y los ojos rojos de cansancio, podía sentir los rayos del sol quemando cada parte de mis globos oculares, pero eso no importaba demasiado, estaba molesto como los mil demonios y solo quería matar al responsable.

Levante el teléfono de la base y lo volví a dejar en su lugar, colgando sin responder el llamado. La contestadora mostraba 25 mensajes de voz nuevos. Me dirigí hacia la puerta, quite los seguros, y el pasador del pomo para abrir la puerta a la mitad.

-          ¿diga?

-          ¿Qué? ¿a qué te refieres con “diga”?

-          Bueno, HOLA. BUENOS DIAS. Qué se yo. tengo sueño y no estoy de humor para un interrogatorio.

-          Pues tendrás que aguantarte.

-          ¿Qué paso esta vez?

-          Llevo varios días tratando de contactar contigo, no respondes al teléfono, fui a buscarte al trabajo y no estabas. ¿estas ignorándome? ¿Por qué? ¿Qué hice? Dime, ¿Qué esta sucediendo? No se supone que somos pareja.

-          Eso creía yo también.

-          ¿a que te refieres? Y contesta mis demás preguntas, carajo. Me dejas con la duda en la punta de la lengua. No he tenido ni una noticia de ti en días y solo me dices cosas que no puedo comprender.

-          Primero, tranquilo. Te lo he dicho, acabo de despertar y no estoy de humor. Sabes que odio las mañanas mas que nada en el mundo y segundo ¿Qué carajo? ¿ignorarte? ¿en serio crees que soy asi de infantil? Aunque no lo creas señor importante no estas dentro de mis pensamientos las 24/7 de la semana, tengo un trabajo que hacer. Y por si no lo recuerdas, hemos estado muy ocupados con una nueva exposición, de la que el profesor Webman esta a cargo y por ende yo también soy participe en todo ello.

-          ¿Por qué no me dijiste eso?

-          Te lo dije la última vez que hablamos por teléfono. Ya veo cuanta atención recibo de ti.

-          Claro, eso ayuda mucho. ¿a que te refieres con “eso creía”? ¿ya no somos pareja? ¿Cuándo y quien lo decidió? Porque yo no recuerdo haber tenido esa discusión anteriormente.

-          Si no puedes recordar ni tu fecha de nacimiento, crees recordar algo asi.

-          Respóndeme. ¿quieres terminar la relación conmigo?

-          Oh, no. No me pondrás como el malo en esto. Tu sabes muy bien que es lo que has hecho.

-          No entiendo. Explicate.

-          Por favor. No te hagas  el estúpido. ¿ahora te entro amnesia?

-          Eso parece.

-          Hace unas noches atrás, después de que te hablara de mi nuevo proyecto con el profesor Webman, regrese  a la casa para terminarlo, pero cuando creía que las cosas ya iban por un buen camino recibo una imagen de ti y un desconocido muy cariñosos en un bar. ¿quieres mas?

-          ¿a que te refieres?

-          Mira, no tengo la prueba, de hecho perdí mi teléfono por tu culpa y no quiero seguir esta discusión, mejor vete.

-          No, tienes que responderme. Creí que las cosas iban bien entre nosotros, estábamos hablando de vivir juntos. ¿no lo recuerdas?

-          Si, lo recuerdo, pero siempre eres tu quien tiene que cagarla con sus metidas de pata. Y la verdad estoy harto de tener que limpiar tus desastres para que luego solo me digas “te amo”.

-          Espera, puedo explicártelo.

-          Solo lárgate ya. No tengo la paciencia para no patear tu estúpido culo fuera de mi casa. Ahora.

-          Esta bien, pero debemos arreglar las cosas.

-          Cuando actúes como un adulto y sepas controlarte y no echarme la culpa de toda tu mierda.

-          Te vere esta noche, después del trabajo pasare por ti.

-          No lo creo.

-          Dame una oportunidad.

-          Esta bien. dejare que me expliques.

Estaba por azotarle la puerta en la cara, cuando tomo mi rostro entre sus manos y presiono sus labios contra los mios, en un beso, que rápidamente se profundizo, metiendo su lengua dentro, le permiti el acceso. Un gemido salio de mis labios al sentir mi cuerpo responder a su estimulante y excitante toque. Rápidamente me aparte, quitándome sus manos de encima.

-          No hagas eso.

-          Pero te gusta cuando lo hago.

-          Lo se, por eso mismo. Las cosas entre nosotros no estan definidas. No revuelvas mis pensamientos.

-          Entiendo. Pero te gusto.

-          Vete, tonto.

-          Oh vamos.

Esta vez, si cerré la puerta en su cara. Todo el mundo estaba loco, aunque yo no era el mas cuerdo de todos. ¿Qué se suponía debía hacer con Liam? ¿Perdonarlo? ¿Dejarlo explicarme? Las cosas eran muy claras; el me había engañado por tercera vez. Las primeras veces fueron; una con un compañero de trabajo que estaba de pasante y la otra con una mujer casada. Bueno, la del pasante no me molesto tanto como la de la mujer. Recordaba el dia, como los había encontrado sentados en un pequeño café cerca del trabajo. Se sorprendió al verme parado frente a ellos, molesto obviamente. Trato de excusarse con algo, pero deje de escuchar cuando la mujer con enormes senos y labios carnosos intervino, objetando que no era posible que semejante hombre como Liam permaneciera con alguien como yo. Golpe bajo. Refiriéndose al hecho que no era un hombre atractivo, o solo por ser HOMBRE, aun continuaba rondando en mi cabeza a que se refería. Me sobresalte y ataque a la perra, ambos caímos contra una de las mesas y rodamos fuera del café hasta la banqueta. Ella me bofeteo y jalo mi cabello, y yo la golpee con el puño en el vientre y la hice retorcerse de dolor. Como dos gatas en celo, peleando por su macho. Después de que intervinieran dos sujetos que pasaban, nos detuvimos. Primero estábamos maldiciéndonos hasta nuestros parientes mas antiguos, para que después de tranquilizarnos, hablar calmadamente, como personas adultas y civilizadas. Ella me arrojo el café y yo la bofetee, pero no peleamos nuevamente, solo lo dejamos pasar, como un acto reflejo de despecho, aun seguíamos sintiendo ira dentro y necesitábamos liberarla de alguna manera. Nos dimos cuenta de una cosa; nosotros no éramos el problema, Liam si. Estábamos peleando por un hombre que no lo valia, y como ambos habíamos sido usados por el mismo hombre, hicimos las paces. Ella dejo de verlo y decidió volver con su esposo. Yo le di un ultimátum, diciéndole que se podía ir mucho al carajo. Rompimos.

Pero el seguía persiguiéndome, hasta que tuvimos que parar todo eso. Hablamos de ellos, el me extrañaba y su vida estaba incompleta sin mi, típico palabrerío cursi. Hasta que dijo algo que me hizo cambiar de parecer; “te amo”.

El escuchar esas palabras fue como un golpe a mi corazón. Jamás le había escuchado decírmelas con tal expresión; una de dolor y llena de arrepentimiento. Podían decir que era estúpido, incluso que tenia una venda en los ojos y unos cuernos enormes sobre la cabeza, pero le crei. Acepte volver con el, a regañadientes. Poniéndole como condición; “no me engañes de nuevo, o juro que esta vez es un adiós definitivo”.

¿Qué iba a hacer? Ahora que la cláusula había sido rota. No podía solo perdonarlo y tampoco lo dejaría que siguiera cerca de mi. Esta vez debía imponerme y dar un  punto final a nuestra relación. No quería seguir permaneciendo con los tres puntos suspensivos, a una espera de algo que jamas tendría continuación. No. Esto era el fin.

Aun seguia dando vueltas por la pequeña sala de mi departamento, incluso habíamos estado teniendo en consideración mudarnos juntos. ¿Habría sido una buena idea? Tal vez el amor si volvía estúpidas a las personas. O en mi caso ciegas. Al menos habia recapacitado antes de hacerlo o hubiera sido peor. ¿Cómo? Probablemente hubiera entrado en la recamara y lo hubiera encontrado con otra persona, un él o una ella, no importaría su género mientras pudiera meterse en sus piernas. Realmente estaba molesto, pero no con Liam, sino conmigo mismo por creerle. Ahora que lo pensaba mejor, sobre encontrarlo con otra persona, los habría asesinado sobre su gran cama matrimonial. En este momento estaría prófugo por doble asesinato, ¿Qué titulo le habrían dado a ello? ¿Un cuarteto; dos hombres, una mujer y un cuchillo? No sonaba nada mal.

Dios. ¿Qué estaba pensando? ¿Muerte? ¿Criminal? ¿Cuarteto? Realmente estaba perdiendo mi hermosa y brillante cabeza por toda la mierda en mi vida. Cambio. Si, eso necesitaba, un cambio. Empezar por poco, pieza por pieza así construiría mi cordura. Terminar con Liam era el primer eslabón, ¿el segundo? ACTITUD.  Cambiar mi actitud, pensar positivamente y no en los que serían del pasado, vivir el presente. ¿eso incluiría el diario de Timothy? Porque ese pasado seguía intrigándome, una nueva perspectiva se abría ante mis ojos, pero seguía sin ser definida por completo.

Me dirigi hacia mi habitación, las sabanas estaban revueltas, desastre de cama frente a mi.  Dejándome caer sobre ellas, extendi los brazos, cubriendo todo el espacio y haciendo saltar a las almohadas como  grandes pedazos de algodón. Un dolor punzante en mi espalda me hizo levantarme y remover las sabanas que cubrían el objeto misterioso. Lo alcance de la cama, al parecer esta cosa siempre aparecía en cualquier lugar sin importar que. Tal vez estaba encantado y ahora no podía deshacerme de el.

-          Bien, Timothy, si esto es una señal, más te vale que tu historia sea interesante. Tengo demasiada mierda en mi vida como para perder el tiempo leyendo algo sin sentido. – dije levantando el libro hacia el aire, en espera de laguna señal. ¿hablar con la nada era signo de perder la cordura? No.

Lo abri, buscando con la mirada el número de la pagina en la que había quedado mi última lectura. Ahí estaba, marcado con un pequeño papel con la nota AQUÍ. Tan típico de mi, poner notas en los libros con textos simples de una sola palabra. Me levante de la cama, dando pasos por la habitación hasta la cocina, aun con el libro entre las manos. Lo mismo, palabras sin sentido, algo acerca de ofrecerse a darle clases al tal Edgar, el jardinero esclavo. Considerando que en sus tiempos los esclavos tanto de guerra como nativos no eran considerados como personas el derecho de la educación no les era permitido, tal vez Timothy hacia una buena acción. El racismo en esa época también era algo tan arraigado entre las personas, odio que solo producía mas diferencias que incluso hasta nuestro tiempos “civilizados” permanecía latente. Los años pasaban, pero las costumbres se quedaban en nosotros, eso no significaba que yo fuera racista, todo lo contrario, el ser gay y tener una mente abierta era algo positivo que influenciaba en mi forma de actuar.

Los estereotipos viniendo eran dolorosos como esos de que los gays aman a todos los hombres era mentira, como un negro es un ladrón, un mormón un amargado empedernido con la infidelidad. Bueno, eso último seguía a discusión.  Pero eran molestos y herían a las personas cuando todos las creían y las utilizaban contra ti. Mis ojos bajaron de nuevo cuando una pequeña hoja de papel cayó al suelo del diario.

++++++++

Varios días después de que comencé a darle clases a Edgar, sin que nadie se diera cuenta y con ayuda de la sirvienta Lorenza, habíamos logrado un gran avance. No era mucho como para presumir, alcanzaba a la par de un niño de 5 niños, pero era algo viniendo de alguien que jamás había usado un lápiz más que para clavarlo a alguien en el pecho con la intención de matarlo.

Habíamos acordado vernos en la cabaña de Edgar, por razones obvias. Teníamos una clase de 1 hora por dia y le enseñaba lo que sabía, era demasiado avanzado, pero trataba de enseñarle lo básico, lo mas fácil y entendible posible.

Los recuerdos de mí dando clases me hacían pensar en esa persona. Aun dolía su recuerdo cuando me llego la carta diciendo que debíamos decirnos ADIOS. Lo primero que pensé fue ¿Por qué? ¿No me amas? A lo que me respondió con un; porque te amo tengo que dejarte. Lo cual pareció romántico en ese momento hasta descubrir la verdad por parte de mi tan molesto padre. Quien ya era un imbécil ante mis ojos en esos momentos.

-          Adivina que. Tu compañero Darien se casa el mes próximo con una muy hermosa jovencita de buena casa. Deberías seguir su ejemplo. Casi cumples los 20 años y sigues pensando como un crio.

Las palabras fueron como lijas para mi garganta impidiéndome decirle alguna protesta a mi padre, como usualmente hacia. “PORQUE TE AMO TENGO QUE DEJARTE” mis bolas. El había sido tan valiente al usar esa expresión. Quería retorcerle el cuello con mis propias manos y hacerlo pedirme perdón de rodillas. Pero era una persona civilizada en un mundo lleno de orangutanes, no merecía mi atención, ni una sola lagrima de dolor.

Para colmo mis padres me obligaron a asistir a la boda, la ceremonia e incluso presentar mis buenos deseos a la joven pareja. Si me hubieran dado a decidir, creo que mi decisión hubiera sido obvia; aplastarme las piernas con las vías del tren. Sonaba menos doloroso y no tendría que sonreír estúpidamente como lo había hecho en la fiesta con todos mirándome.

En especial los furtivos ojos de Darien, que hacían que un hoyo se formara en mi espalda al taladrarme profundamente. Admitía dos cosas; una odiaba al chico, pero en parte la culpa era compartida, yo por fácil y el por imbécil. La segunda era que aun sentía afecto por el, después de todo lo que me había hecho, habíamos compartido tanto.

Cuando la gente se tranquilizó Darien y yo salimos al balcón para platicar un momento como viejos amigos, dirían muchos, pero era más como viejos compañeros de cama. Sin embargo antes de salir pude notar la mirada de los padres de Darien sobre mi, me miraban de una extraña manera que no comprendí y decidí ignorar.

-          Viniste, no creí que vendrías.

-          Es tu boda después de todo

-          ¿estas molesto conmigo?

-          ¿Por qué? ¿debería? ¿existe algún motivo por el cual estarlo?

-          Perdón por no decirte la verdad, es que…

-          ¿es que, qué? Solo dilo, pensabas en ti, como siempre.

-          También en ti. Mis padres estaban sospechando lo de nosotros. Tenia que hacer algo para que no tomaran cartas en el asunto, asi que les propuse que me casaría con Giselle. Asi no habría problemas con mantener nuestra relación y jamás dirían nada si cumplía mi parte.

-          ¿y entonces qué? ¿yo sería tu amante? Olvídalo. Eso jamás.

-          Por favor. Renunciar a ti me hace carcomer de dolor, no soporto estar lejos de ti. Tu eres al único al que amo.

-          ¿Qué me dices de las palabras que le dijiste a Giselle en el altar?

-          Mentiras.

-          ¿frente a Dios y muchos testigos?

-          Dios conoce mis sentimientos y sabe que no amo a Giselle, te amo a ti. – dijo tomándome de la mano y conduciéndome hacia donde comenzaba un pequeño lugar lleno de árboles de manera dispersa que bloqueaba la vista, oscuro y silencio. Nos detuvimos un instante, el solto mi mano y me envolvió por la cintura, acercándome mas hacia su cuerpo. Sus labios buscando ferozmente los mios, chocando, haciendo un sonido hueco cuando nuestras bocas se unieron. Su lengua entrando como un ladrón dentro de mi cavidad bucal, inspeccionando cada rincón de ella. Nuestras lenguas devorándose en un frenesí que solo nosotros conocíamos como hambre. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo mas cerca, profundizando el beso. Sus manos viajaban de arriba de mi espalda  hasta mi trasero, apretando cada uno de los montículos entre sus grandes palmas, masajeaban cada una de ellas con una maestría que me hacia gemir, al igual que el roce de su erección frotándose frente a la mía.

-          Dímelo otra vez.

-          ¿Qué cosa?

-          Que me amas.

-          Te amo – su voz era seductora, sus labios unos maestros poseyendo los míos y sus manos eran las de un artista que daba forma a mi cuerpo, hacia lo que quería con el de diferentes maneras, haciéndome perder la cabeza de tanto éxtasis.

-          Oh dios, Darien. Tómame.

-          ¿aquí afuera?

-          Aquí mismo, ahora mismo.

-          Como tu quieras bebe. Eres tan ardiente cuando me pides sexo en un lugar indebido.

-          Cállate y jodeme.

Guardo silencio. Por fin, no necesitaba mas palabrerío, quería sexo y lo quería ahora. Me llevo contra el frondoso árbol, coloque mis manos sobre mi cabeza, sosteniéndolas cuando su mano bajo mis pantalones. El frio de la noche era intenso, pero no era importante el calor corporal se reía de el. Sintiendo como Darien colocaba su pene en la entrada de mi agujero, suspire, tratando de controlar mi cuerpo. Un gruñido salió de sus labios cuando se empujo, mordí mi labio tratando de callar el gemido de dolor que amenazaba con salir ante la entrada del intruso dentro de mi interior. Tomo su tiempo, dejando que mi cuerpo lo recibiera, mis manos cerradas en un puño. Dándole una muestra de que podía moverse, el hombre asintió. Embistiendo nuevamente dentro de mi. Todo mi cuerpo vibraba de felicidad, no había nada comparado con experimentar semejante placer. Su pene entraba y salía, en movimientos acompasados, inundando mi interior con toda su virilidad, envolvió su mano sobre mis cabellos, haciendo que mi espalda se arqueara ante el dominio del hombre que me penetraba como si anhelara tomar cada trozo de mi cuerpo. Mis piernas amenazaban con fallar al sentir como golpeaba con mas velocidad y profundo. Voces se escucharon cerca y ambos nos dejamos caer al suelo. Darien cubriendo mi boca con su palma libre, mientras yo me empalaba sobre su pene, deslizándolo hasta llegar a la raíz, estaba completamente dentro de mi. Mis manos bajaron hasta mi erección, cerrándose en un puño, comencé a mover mi muñeca como si mi vida dependiera de ello. Un bombeo que fuera similar a las embestidas de Darien.

-          Dios – el sonido de mi voz salió, involuntariamente cuando Darien golpeo esa parte dentro de mi que hacia enloquecerme. Mi punto mas secreto y sensible. Lamí mis labios, al sentir que se resecaban. Darien se empujaba cada vez mas rápido, tomando mis caderas para dirigir el ritmo. Acariciando cada parte de mi cuerpo, llevo sus manos hacia donde estaba la mía dándome auto placer, cubriéndola, ambos continuamos la labor con mi erección que desbordaba liquido pre seminal por la ranura por todo el eje  hasta mis bolas. Mi cabeza no respondía, mi cuerpo estaba atrapado en el placer, y mi voz no salía, a menos que deseara escuchar mis propios gemidos y llamara la atención de las personas.

-          Timothy, estoy cerca. ¿puedo?

-          No. Odio que te corras dentro de mi.

-          Esta bien. entonces acuéstate. Quiero verte mientras nos corremos juntos.

-          Si – me gire, sacando su pene de mi agujero.

 El vacío que sentí, fue rápidamente llenado cuando me recosté sobre el césped. Su pene se introdujo hasta perderse dentro de mi. Gemí ante el acto, arqueando la espalda al sentir su pene deslizarse con mayor facilidad, mis paredes lo recibían bienvenido de regreso, cerrándose a el, podía sentir el calor que el miembro de Darien emitía por todo mi interior, haciendo que subiera por toda mi espalda hasta la inundar cada una de las células cerebrales de mi cuerpo. Mi cerebro dejo de funcionar por completo.

Recargo su rostro sobre mi hombro, lamiendo detrás de mi cuello. Amaba que hiciera eso, era mi lugar mas sensible y favorito. Sus manos sostenían mis piernas en el aire, a ambos costados de su cintura, finalmente cerré en un candado. Atrayéndolo mas, sus embestidas eran mas profundas. Nuestros labios chocaron, entregándose a la marea de calor podía sentir su palpitar en su pecho contra el mío.

-          Me voy a correr.

-          Hazlo. No me importa.

-          Tu también debes hacerlo.

-          Ayúdame entonces.

Cerró su mano en un puño sobre mi erección, bombeando majestuosamente mi pene. Sus dedos masajeando el largo eje hacia que sintiera la anticipación de mi llegada al orgasmo. Mi respiración mas acelerada, al igual que la de Darien. Un gruñido comenzaba a formarse. Gemí de placer cuando mi semen salio disparado en un chorro sobre mi pecho, haciendo que la punta de mis pies se doblaran. Darien salió de mi interior y gruño cuando su pene se le unía al mío, haciendo explosión. La larga corrida llego bañando mi cuerpo. Ambos nos miramos un segundo, totalmente exhaustos. Debíamos volver a la fiesta. Respirando con dificultad, tratamos de decir algo, pero no salió nada mas que nuestras aceleradas respiraciones.

Ayudándome a limpiar mi cuerpo, saco su pañuelo del bolsillo y comenzó a limpiar el semen en mi pecho. Nuestro semen. Sus ojos seguían mi cuerpo, no se apartaban de mi rostro, la lujuria y el deseo en ellos ardían como llamas brillando en la oscuridad de la noche. Se acercó hacia mi, depositando un apasionado beso en mis labios. Tomándome de la parte de atrás de la cabeza, acercando nuestros rostros, acortando la distancia entre ambos.

-          Te amo Timothy.

-          Yo no. Esto fue el final Darien. Ahora si puedo decirte Adiós.

-          ¿lo dices en serio?

-          Claro. Con esto puedo decir que no tenemos ningún pendiente. Buena vida con tu esposa.

-          ¿Por qué?

-           Crees que no sabia que tus padres sabían lo de nosotros. Además de que lo estás haciendo por la gran herencia de la familia de Giselle. Solo así podrías costear tus lujos y deseos egoístas. No soy un idiota, no como tu. Me divertí en tu boda, fue muy hermosa, en especial la novia. Son una pareja perfecta.  Adiós, amigo.

Me aleje de mi antiguo amante, esperando que algún dia encontrara la felicidad, no en el dinero o el status, sino de la verdadera felicidad. Aunque claramente estaba lejos de ello, al menos había logrado darle mi regalo de boda. Y mis mejores deseos para su matrimonio.

Arregle mis ropas antes de ingresar en el gran salón, viendo las miradas de los padres de Darién, QUE SE JODAN, pensé mientras caminaba hasta donde estaba mi madre. El resto de la velada fue normal, con Darien y su rostro de los mil demonios. Aunque antes de darme cuenta la velada paso mas rápido de lo que crei, sin ningún percance.

Una voz me hizo regresar a la realidad; era Edgar. Que llamaba mi atención para preguntarme otra cosa que no entendía. Me gire hacia el, apartando los viejos recuerdos.

-          Y asi al juntar todas estas letras formas una PALABRA. – dije. Después de explicarle como se formaba una silaba. Mediante las letras creabas palabras y después oraciones simples.

-          Oh. Yo ya sabia que era una palabra y también una oración. Solo necesito aprender a escribirlas correctamente en el papel.

-          Bien, entonces te enseñare gramática y escritura. Desde el nivel prescolar. Primero, escribe una oración. Conoces las palabras, veamos que tal anda tu escritura. Así sabremos en que trabajar mas.

Así lo hizo, tomando el pedazo de papel frente a él, trazo con la pluma varias veces la misma palabra. Ponía demasiado empeño en una simple letra al escribirla, recargando todo el brazo sobre el escritorio, sus ojos jamás se apartaban de la hoja de papel.

Después de unos momentos, emitió un chasquido con la lengua. Y golpeando la mesa con ambas manos cerradas en puños.

-          No me sale bien.

-          Tranquilo, puedes hacerlo. A ver, déjame ayudarte – ofrecí, acercándome hacia el. Coloque mi mano sobre la de el, la mía era pequeña y delicada a comparación a la de el que era enorme y firme. Se sentía cálida al tacto, envolví su enorme puño, sin cubrir su tamaño, y sostuve el lápiz. Mientras el escribía yo imponía un poco de fuerza, forzando a su puño a seguir un ritmo adecuado, moviéndolo de manera correcta la punta de la pluma sobre el papel.

-          Ya viste, no fue tan difícil – dije cuando por fin dejo de escribir. Al sentir su puño descansar de la tensión.

-          Si, tenias razón. Toma, ¿Qué te parece?

Me quede mirando la hoja, hasta el momento no había visto que era lo que escribir y ahora que lo hacia, mis ojos no podían alejarse de ello. Era mi nombre, su primera palabra y era mi nombre. Sentía el orgullo de un padre cuando su hijo comienza a decir papá por primera vez. Le sonreí a Edgar dándole mi aprobación.

-          Excelente, lo has hecho muy bien.

-          Si. En serio que no se cómo agradecértelo.

-          No tienes que. Yo me ofrecí. – objete. Tomando el papel y dejandolo dentro de uno de mis libros.

-          ¿Qué te parece celebrarlo?

-          ¿Cómo?

-          Iremos a la taberna del pueblo, oí que hay buen licor y que las mujeres sobran. Esa será mi manera de pagarte por todo. ¿Qué dices?

-          Suena bien.

-          Mañana después de las 10:00pm en el puente. Le avisare a algunos amigos míos.

-          Esta bien. me voy ahora.

-          Con cuidado.

-          Si – dije abriendo la puerta de la cabaña, cuando choque contra algo, o alguien. No estaba seguro, era solido como la piedra.

Levante la vista para ver al hombre mas grande que hubiera visto antes, su piel no era tan clara como la mía, pero tenia los ojos color avellana. Extendió su mano y me ayudo a ponerme de pie.

-          ¿Joven Swardson?

-          Si.

-          ¿Qué hace usted por estos lugares?

-          Ummm…  – dije, tratando de crear la excusa perfecta, nadie podía saber que ayudaba a Edgar con su educación o eso traería problemas a mi persona.

-          Su padre me ha pedido que le enseñe un poco de jardinería, pronto será la cosecha y quiere estar preparado para las plagas. Además de que seria bueno que el joven aprendiera desde ahora para el futuro. – Edgar salió en mi auxilio, acercándose desde el interior de su casa.

-          Oh, ya veo – dijo, al parecer no creyendo por completo lo dicho, pero lo dejo pasar.

-          Por cierto, mañana nos acompañara a la taberna del pueblo, quiero que conozca a todos, ¿Qué dices, te unes?

-          Claro. Nos veremos mañana joven. Edgar tenemos algo de que hablar.

-          Entiendo.

-          Yo me voy. Nos vemos entonces.

-          Cuídese joven.

-          Hasta pronto joven.

Salí corriendo como alma que lleva el diablo, por otro poco y hubiéramos sido descubiertos. De no ser porque Edgar había salido con esa gran excusa, todo había sido diferente y estaría esperando que todo se supiera por el pueblo hasta oídos de mi padre.

Al menos algo había salido bien, tendría una noche de diversión con Edgar como anfitrión. A una taberna, pero saldría con alguien. No estaría encerrado como una jovencita en casa esperando a ser desposada. Ser hombre tenia sus ventajas, a veces.

10:00pm en espera, mi corazón latía de emoción. Solo esperar hasta entonces.

++++++++++++++

Me quede con la boca abierta. No sabiendo que decir. ¿Timothy, era gay? ¿Cómo? Lo mas importante, ¿hacerlo en una boda? En el bosque, corregí. Este hombre era de testículos. Incluso si los padres sabían, la novia no. Hubiera sido la cereza del pastel.

Ahora que lo veía mas claramente, ¿no se parecía un poco mi situación con Liam? Solo que yo no iria a darle sexo gratis como despedida. No estaba loco. No del todo, aun.  El teléfono sonó en la sala, corrí hasta donde estaba.

-          Diga.

-          ¿estas libre?

-          ¿Qué?

-          Lo siento. Debí empezar mas lento. Hola. Soy Doug, ¿el de la biblioteca?

-          Oh, si. ¿Cómo conseguiste mi número?

-          Estaba en tu credencial del museo.

-          ¿en serio?

-          No. Me lo dio el profesor Webman.

-          Ya veo. ¿necesitabas algo?

-          Oh, si. ¿quieres salir a tomar un café? Se que es mas de mediodía, pero me pareció una buena idea invitarte, aunque puedes negarte sino quieres. Comprenderé.

-          ¿estás bien?

-          No, realmente. Perdón por molestarte con mis problemas.

-          No, espera. ¿Qué paso?

-          Mi novio termino conmigo. Y no se que hacer. Necesitaba hablar con alguien, pero no se porque te molesto con algo tan tonto, considerando que apenas y me conoces. Debo parecerte patético.

-          No, en absoluto.

-          Mentiroso.

-          Esta bien, un poco.

-          Lo sabia.

-          ¿aun sigue en pie la oferta del café? No he desayunado nada.

-          Claro.

-          ¿en donde podemos vernos?

-          Ven a la biblioteca y te mostrare el lugar que te dije la ultima vez.

-          Estaré en 15 minutos.

Colgué el teléfono. Tal vez hacer nuevos amigos formaría parte de mi nueva transformación, mi nuevo cambio. Además de que sería mas fácil cuando dos sujetos han sido descorazonados, reírse de sus ex. Eso siempre funcionaba.

Entre nuevamente a mi recamara, debía cambiarme, tenia que ver a un nuevo amigo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuerpo Frío, Corazón Caliente - Capítulo 11- Competencia de Bastadors (Parte 3)

Cuerpo Frío, Corazón Caliente - Capítulo 7 - Carnaval (parte 2)

Cuerpo Frío, Corazón Caliente -Capítulo 0 - Prisión de Hielo