Mestizaje - Capitulo 5
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Podía reconocer que
el día comenzaría mal, como siempre pasaba conmigo. El ruido ensordecedor de la
alarma pitando como loca en un intento por hacerme salir de quicio y arrojarla
por la ventana me estaba matando los nervios. El maldito teléfono timbrando en
la mesa de centro de la sala, y el incesante timbre de la puerta. Dios, este día
estaba jodido por todos lados. Me levante, golpee el botón de la alarma con todas mis fuerzas,
incluso más de las necesarias para ello. Con pasos perezosos y los ojos rojos
de cansancio, podía sentir los rayos del sol quemando cada parte de mis globos
oculares, pero eso no importaba demasiado, estaba molesto como los mil demonios
y solo quería matar al responsable.
Levante el teléfono
de la base y lo volví a dejar en su lugar, colgando sin responder el llamado.
La contestadora mostraba 25 mensajes de voz nuevos. Me dirigí hacia la puerta,
quite los seguros, y el pasador del pomo para abrir la puerta a la mitad.
-
¿diga?
-
¿Qué? ¿a qué te refieres con “diga”?
-
Bueno, HOLA. BUENOS DIAS. Qué se yo.
tengo sueño y no estoy de humor para un interrogatorio.
-
Pues tendrás que aguantarte.
-
¿Qué paso esta vez?
-
Llevo varios días tratando de
contactar contigo, no respondes al teléfono, fui a buscarte al trabajo y no estabas.
¿estas ignorándome? ¿Por qué? ¿Qué hice? Dime, ¿Qué esta sucediendo? No se
supone que somos pareja.
-
Eso creía yo también.
-
¿a que te refieres? Y contesta mis
demás preguntas, carajo. Me dejas con la duda en la punta de la lengua. No he
tenido ni una noticia de ti en días y solo me dices cosas que no puedo
comprender.
-
Primero, tranquilo. Te lo he dicho,
acabo de despertar y no estoy de humor. Sabes que odio las mañanas mas que nada
en el mundo y segundo ¿Qué carajo? ¿ignorarte? ¿en serio crees que soy asi de
infantil? Aunque no lo creas señor importante no estas dentro de mis
pensamientos las 24/7 de la semana, tengo un trabajo que hacer. Y por si no lo
recuerdas, hemos estado muy ocupados con una nueva exposición, de la que el
profesor Webman esta a cargo y por ende yo también soy participe en todo ello.
-
¿Por qué no me dijiste eso?
-
Te lo dije la última vez que hablamos
por teléfono. Ya veo cuanta atención recibo de ti.
-
Claro, eso ayuda mucho. ¿a que te
refieres con “eso creía”? ¿ya no somos pareja? ¿Cuándo y quien lo decidió?
Porque yo no recuerdo haber tenido esa discusión anteriormente.
-
Si no puedes recordar ni tu fecha de
nacimiento, crees recordar algo asi.
-
Respóndeme. ¿quieres terminar la
relación conmigo?
-
Oh, no. No me pondrás como el malo en
esto. Tu sabes muy bien que es lo que has hecho.
-
No entiendo. Explicate.
-
Por favor. No te hagas el estúpido. ¿ahora te entro amnesia?
-
Eso parece.
-
Hace unas noches atrás, después de que
te hablara de mi nuevo proyecto con el profesor Webman, regrese a la casa para terminarlo, pero cuando creía
que las cosas ya iban por un buen camino recibo una imagen de ti y un
desconocido muy cariñosos en un bar. ¿quieres mas?
-
¿a que te refieres?
-
Mira, no tengo la prueba, de hecho perdí
mi teléfono por tu culpa y no quiero seguir esta discusión, mejor vete.
-
No, tienes que responderme. Creí que
las cosas iban bien entre nosotros, estábamos hablando de vivir juntos. ¿no lo
recuerdas?
-
Si, lo recuerdo, pero siempre eres tu
quien tiene que cagarla con sus metidas de pata. Y la verdad estoy harto de
tener que limpiar tus desastres para que luego solo me digas “te amo”.
-
Espera, puedo explicártelo.
-
Solo lárgate ya. No tengo la paciencia
para no patear tu estúpido culo fuera de mi casa. Ahora.
-
Esta bien, pero debemos arreglar las
cosas.
-
Cuando actúes como un adulto y sepas
controlarte y no echarme la culpa de toda tu mierda.
-
Te vere esta noche, después del
trabajo pasare por ti.
-
No lo creo.
-
Dame una oportunidad.
-
Esta bien. dejare que me expliques.
Estaba por
azotarle la puerta en la cara, cuando tomo mi rostro entre sus manos y presiono
sus labios contra los mios, en un beso, que rápidamente se profundizo, metiendo
su lengua dentro, le permiti el acceso. Un gemido salio de mis labios al sentir
mi cuerpo responder a su estimulante y excitante toque. Rápidamente me aparte,
quitándome sus manos de encima.
-
No hagas eso.
-
Pero te gusta cuando lo hago.
-
Lo se, por eso mismo. Las cosas entre
nosotros no estan definidas. No revuelvas mis pensamientos.
-
Entiendo. Pero te gusto.
-
Vete, tonto.
-
Oh vamos.
Esta vez, si cerré
la puerta en su cara. Todo el mundo estaba loco, aunque yo no era el mas cuerdo
de todos. ¿Qué se suponía debía hacer con Liam? ¿Perdonarlo? ¿Dejarlo
explicarme? Las cosas eran muy claras; el me había engañado por tercera vez.
Las primeras veces fueron; una con un compañero de trabajo que estaba de
pasante y la otra con una mujer casada. Bueno, la del pasante no me molesto
tanto como la de la mujer. Recordaba el dia, como los había encontrado sentados
en un pequeño café cerca del trabajo. Se sorprendió al verme parado frente a
ellos, molesto obviamente. Trato de excusarse con algo, pero deje de escuchar
cuando la mujer con enormes senos y labios carnosos intervino, objetando que no
era posible que semejante hombre como Liam permaneciera con alguien como yo. Golpe bajo. Refiriéndose al hecho que no
era un hombre atractivo, o solo por ser HOMBRE, aun continuaba rondando en mi
cabeza a que se refería. Me sobresalte y ataque a la perra, ambos caímos contra
una de las mesas y rodamos fuera del café hasta la banqueta. Ella me bofeteo y
jalo mi cabello, y yo la golpee con el puño en el vientre y la hice retorcerse
de dolor. Como dos gatas en celo, peleando por su macho. Después de que
intervinieran dos sujetos que pasaban, nos detuvimos. Primero estábamos
maldiciéndonos hasta nuestros parientes mas antiguos, para que después de
tranquilizarnos, hablar calmadamente, como personas adultas y civilizadas. Ella
me arrojo el café y yo la bofetee, pero no peleamos nuevamente, solo lo dejamos
pasar, como un acto reflejo de despecho, aun seguíamos sintiendo ira dentro y
necesitábamos liberarla de alguna manera. Nos dimos cuenta de una cosa; nosotros
no éramos el problema, Liam si. Estábamos peleando por un hombre que no lo
valia, y como ambos habíamos sido usados por el mismo hombre, hicimos las
paces. Ella dejo de verlo y decidió volver con su esposo. Yo le di un
ultimátum, diciéndole que se podía ir mucho al carajo. Rompimos.
Pero el seguía
persiguiéndome, hasta que tuvimos que parar todo eso. Hablamos de ellos, el me
extrañaba y su vida estaba incompleta sin mi, típico palabrerío cursi. Hasta
que dijo algo que me hizo cambiar de parecer; “te amo”.
El escuchar esas
palabras fue como un golpe a mi corazón. Jamás le había escuchado decírmelas
con tal expresión; una de dolor y llena de arrepentimiento. Podían decir que
era estúpido, incluso que tenia una venda en los ojos y unos cuernos enormes
sobre la cabeza, pero le crei. Acepte volver con el, a regañadientes.
Poniéndole como condición; “no me engañes
de nuevo, o juro que esta vez es un adiós definitivo”.
¿Qué iba a hacer?
Ahora que la cláusula había sido rota. No podía solo perdonarlo y tampoco lo dejaría
que siguiera cerca de mi. Esta vez debía imponerme y dar un punto final a nuestra relación. No quería
seguir permaneciendo con los tres puntos suspensivos, a una espera de algo que
jamas tendría continuación. No. Esto era el fin.
Aun seguia dando
vueltas por la pequeña sala de mi departamento, incluso habíamos estado
teniendo en consideración mudarnos juntos. ¿Habría sido una buena idea? Tal vez
el amor si volvía estúpidas a las personas. O en mi caso ciegas. Al menos habia
recapacitado antes de hacerlo o hubiera sido peor. ¿Cómo? Probablemente hubiera
entrado en la recamara y lo hubiera encontrado con otra persona, un él o una
ella, no importaría su género mientras pudiera meterse en sus piernas.
Realmente estaba molesto, pero no con Liam, sino conmigo mismo por creerle.
Ahora que lo pensaba mejor, sobre encontrarlo con otra persona, los habría
asesinado sobre su gran cama matrimonial. En este momento estaría prófugo por
doble asesinato, ¿Qué titulo le habrían dado a ello? ¿Un cuarteto; dos hombres, una mujer y un cuchillo? No sonaba nada
mal.
Dios. ¿Qué estaba
pensando? ¿Muerte? ¿Criminal? ¿Cuarteto? Realmente estaba perdiendo mi hermosa
y brillante cabeza por toda la mierda en mi vida. Cambio. Si, eso necesitaba,
un cambio. Empezar por poco, pieza por pieza así construiría mi cordura.
Terminar con Liam era el primer eslabón, ¿el segundo? ACTITUD. Cambiar mi actitud, pensar positivamente y no
en los que serían del pasado, vivir el presente. ¿eso incluiría el diario de
Timothy? Porque ese pasado seguía intrigándome, una nueva perspectiva se abría
ante mis ojos, pero seguía sin ser definida por completo.
Me dirigi hacia
mi habitación, las sabanas estaban revueltas, desastre de cama frente a
mi. Dejándome caer sobre ellas, extendi
los brazos, cubriendo todo el espacio y haciendo saltar a las almohadas
como grandes pedazos de algodón. Un
dolor punzante en mi espalda me hizo levantarme y remover las sabanas que
cubrían el objeto misterioso. Lo alcance de la cama, al parecer esta cosa
siempre aparecía en cualquier lugar sin importar que. Tal vez estaba encantado
y ahora no podía deshacerme de el.
-
Bien, Timothy, si esto es una señal,
más te vale que tu historia sea interesante. Tengo demasiada mierda en mi vida
como para perder el tiempo leyendo algo sin sentido. – dije levantando el libro
hacia el aire, en espera de laguna señal. ¿hablar con la nada era signo de
perder la cordura? No.
Lo abri, buscando
con la mirada el número de la pagina en la que había quedado mi última lectura.
Ahí estaba, marcado con un pequeño papel con la nota AQUÍ. Tan típico de mi,
poner notas en los libros con textos simples de una sola palabra. Me levante de
la cama, dando pasos por la habitación hasta la cocina, aun con el libro entre
las manos. Lo mismo, palabras sin sentido, algo acerca de ofrecerse a darle
clases al tal Edgar, el jardinero esclavo. Considerando que en sus tiempos los
esclavos tanto de guerra como nativos no eran considerados como personas el
derecho de la educación no les era permitido, tal vez Timothy hacia una buena
acción. El racismo en esa época también era algo tan arraigado entre las
personas, odio que solo producía mas diferencias que incluso hasta nuestro
tiempos “civilizados” permanecía latente. Los años pasaban, pero las costumbres
se quedaban en nosotros, eso no significaba que yo fuera racista, todo lo
contrario, el ser gay y tener una mente abierta era algo positivo que
influenciaba en mi forma de actuar.
Los estereotipos
viniendo eran dolorosos como esos de que los gays aman a todos los hombres era
mentira, como un negro es un ladrón, un mormón un amargado empedernido con la
infidelidad. Bueno, eso último seguía a discusión. Pero eran molestos y herían a las personas
cuando todos las creían y las utilizaban contra ti. Mis ojos bajaron de nuevo cuando
una pequeña hoja de papel cayó al suelo del diario.
++++++++
Varios días después de que comencé a darle clases a Edgar, sin que
nadie se diera cuenta y con ayuda de la sirvienta Lorenza, habíamos logrado un
gran avance. No era mucho como para presumir, alcanzaba a la par de un niño de
5 niños, pero era algo viniendo de alguien que jamás había usado un lápiz más
que para clavarlo a alguien en el pecho con la intención de matarlo.
Habíamos acordado vernos en la cabaña de Edgar, por razones
obvias. Teníamos una clase de 1 hora por dia y le enseñaba lo que sabía, era
demasiado avanzado, pero trataba de enseñarle lo básico, lo mas fácil y
entendible posible.
Los recuerdos de mí dando clases me hacían pensar en esa persona.
Aun dolía su recuerdo cuando me llego la carta diciendo que debíamos decirnos
ADIOS. Lo primero que pensé fue ¿Por qué? ¿No me amas? A lo que me respondió
con un; porque te amo tengo que dejarte. Lo cual pareció romántico en ese
momento hasta descubrir la verdad por parte de mi tan molesto padre. Quien ya
era un imbécil ante mis ojos en esos momentos.
-
Adivina
que. Tu compañero Darien se casa el mes próximo con una muy hermosa jovencita
de buena casa. Deberías seguir su ejemplo. Casi cumples los 20 años y sigues
pensando como un crio.
Las palabras fueron como lijas para mi garganta impidiéndome
decirle alguna protesta a mi padre, como usualmente hacia. “PORQUE TE AMO TENGO
QUE DEJARTE” mis bolas. El había sido tan valiente al usar esa expresión.
Quería retorcerle el cuello con mis propias manos y hacerlo pedirme perdón de
rodillas. Pero era una persona civilizada en un mundo lleno de orangutanes, no merecía
mi atención, ni una sola lagrima de dolor.
Para colmo mis padres me obligaron a asistir a la boda, la
ceremonia e incluso presentar mis buenos deseos a la joven pareja. Si me
hubieran dado a decidir, creo que mi decisión hubiera sido obvia; aplastarme
las piernas con las vías del tren. Sonaba menos doloroso y no tendría que sonreír
estúpidamente como lo había hecho en la fiesta con todos mirándome.
En especial los furtivos ojos de Darien, que hacían que un hoyo se
formara en mi espalda al taladrarme profundamente. Admitía dos cosas; una
odiaba al chico, pero en parte la culpa era compartida, yo por fácil y el por
imbécil. La segunda era que aun sentía afecto por el, después de todo lo que me
había hecho, habíamos compartido tanto.
Cuando la gente se tranquilizó Darien y yo salimos al balcón para
platicar un momento como viejos amigos, dirían muchos, pero era más como viejos
compañeros de cama. Sin embargo antes de salir pude notar la mirada de los
padres de Darien sobre mi, me miraban de una extraña manera que no comprendí y
decidí ignorar.
-
Viniste,
no creí que vendrías.
-
Es
tu boda después de todo
-
¿estas
molesto conmigo?
-
¿Por
qué? ¿debería? ¿existe algún motivo por el cual estarlo?
-
Perdón
por no decirte la verdad, es que…
-
¿es
que, qué? Solo dilo, pensabas en ti, como siempre.
-
También
en ti. Mis padres estaban sospechando lo de nosotros. Tenia que hacer algo para
que no tomaran cartas en el asunto, asi que les propuse que me casaría con
Giselle. Asi no habría problemas con mantener nuestra relación y jamás dirían
nada si cumplía mi parte.
-
¿y
entonces qué? ¿yo sería tu amante? Olvídalo. Eso jamás.
-
Por
favor. Renunciar a ti me hace carcomer de dolor, no soporto estar lejos de ti.
Tu eres al único al que amo.
-
¿Qué
me dices de las palabras que le dijiste a Giselle en el altar?
-
Mentiras.
-
¿frente
a Dios y muchos testigos?
-
Dios
conoce mis sentimientos y sabe que no amo a Giselle, te amo a ti. – dijo
tomándome de la mano y conduciéndome hacia donde comenzaba un pequeño lugar
lleno de árboles de manera dispersa que bloqueaba la vista, oscuro y silencio.
Nos detuvimos un instante, el solto mi mano y me envolvió por la cintura,
acercándome mas hacia su cuerpo. Sus labios buscando ferozmente los mios,
chocando, haciendo un sonido hueco cuando nuestras bocas se unieron. Su lengua
entrando como un ladrón dentro de mi cavidad bucal, inspeccionando cada rincón
de ella. Nuestras lenguas devorándose en un frenesí que solo nosotros
conocíamos como hambre. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo mas
cerca, profundizando el beso. Sus manos viajaban de arriba de mi espalda hasta mi trasero, apretando cada uno de los
montículos entre sus grandes palmas, masajeaban cada una de ellas con una
maestría que me hacia gemir, al igual que el roce de su erección frotándose
frente a la mía.
-
Dímelo
otra vez.
-
¿Qué
cosa?
-
Que
me amas.
-
Te
amo – su voz era seductora, sus labios unos maestros poseyendo los míos y sus
manos eran las de un artista que daba forma a mi cuerpo, hacia lo que quería
con el de diferentes maneras, haciéndome perder la cabeza de tanto éxtasis.
-
Oh
dios, Darien. Tómame.
-
¿aquí
afuera?
-
Aquí
mismo, ahora mismo.
-
Como
tu quieras bebe. Eres tan ardiente cuando me pides sexo en un lugar indebido.
-
Cállate
y jodeme.
Guardo silencio. Por fin, no necesitaba mas palabrerío, quería
sexo y lo quería ahora. Me llevo contra el frondoso árbol, coloque mis manos
sobre mi cabeza, sosteniéndolas cuando su mano bajo mis pantalones. El frio de
la noche era intenso, pero no era importante el calor corporal se reía de el.
Sintiendo como Darien colocaba su pene en la entrada de mi agujero, suspire,
tratando de controlar mi cuerpo. Un gruñido salió de sus labios cuando se
empujo, mordí mi labio tratando de callar el gemido de dolor que amenazaba con
salir ante la entrada del intruso dentro de mi interior. Tomo su tiempo,
dejando que mi cuerpo lo recibiera, mis manos cerradas en un puño. Dándole una
muestra de que podía moverse, el hombre asintió. Embistiendo nuevamente dentro
de mi. Todo mi cuerpo vibraba de felicidad, no había nada comparado con
experimentar semejante placer. Su pene entraba y salía, en movimientos
acompasados, inundando mi interior con toda su virilidad, envolvió su mano
sobre mis cabellos, haciendo que mi espalda se arqueara ante el dominio del
hombre que me penetraba como si anhelara tomar cada trozo de mi cuerpo. Mis
piernas amenazaban con fallar al sentir como golpeaba con mas velocidad y
profundo. Voces se escucharon cerca y ambos nos dejamos caer al suelo. Darien
cubriendo mi boca con su palma libre, mientras yo me empalaba sobre su pene,
deslizándolo hasta llegar a la raíz, estaba completamente dentro de mi. Mis
manos bajaron hasta mi erección, cerrándose en un puño, comencé a mover mi muñeca
como si mi vida dependiera de ello. Un bombeo que fuera similar a las
embestidas de Darien.
-
Dios
– el sonido de mi voz salió, involuntariamente cuando Darien golpeo esa parte
dentro de mi que hacia enloquecerme. Mi punto mas secreto y sensible. Lamí mis
labios, al sentir que se resecaban. Darien se empujaba cada vez mas rápido,
tomando mis caderas para dirigir el ritmo. Acariciando cada parte de mi cuerpo,
llevo sus manos hacia donde estaba la mía dándome auto placer, cubriéndola,
ambos continuamos la labor con mi erección que desbordaba liquido pre seminal
por la ranura por todo el eje hasta mis bolas.
Mi cabeza no respondía, mi cuerpo estaba atrapado en el placer, y mi voz no
salía, a menos que deseara escuchar mis propios gemidos y llamara la atención
de las personas.
-
Timothy,
estoy cerca. ¿puedo?
-
No.
Odio que te corras dentro de mi.
-
Esta
bien. entonces acuéstate. Quiero verte mientras nos corremos juntos.
-
Si
– me gire, sacando su pene de mi agujero.
El vacío que sentí, fue rápidamente
llenado cuando me recosté sobre el césped. Su pene se introdujo hasta perderse
dentro de mi. Gemí ante el acto, arqueando la espalda al sentir su pene
deslizarse con mayor facilidad, mis paredes lo recibían bienvenido de regreso, cerrándose
a el, podía sentir el calor que el miembro de Darien emitía por todo mi
interior, haciendo que subiera por toda mi espalda hasta la inundar cada una de
las células cerebrales de mi cuerpo. Mi cerebro dejo de funcionar por completo.
Recargo su rostro sobre mi hombro, lamiendo detrás de mi cuello.
Amaba que hiciera eso, era mi lugar mas sensible y favorito. Sus manos sostenían
mis piernas en el aire, a ambos costados de su cintura, finalmente cerré en un
candado. Atrayéndolo mas, sus embestidas eran mas profundas. Nuestros labios
chocaron, entregándose a la marea de calor podía sentir su palpitar en su pecho
contra el mío.
-
Me
voy a correr.
-
Hazlo.
No me importa.
-
Tu
también debes hacerlo.
-
Ayúdame
entonces.
Cerró su mano en un puño sobre mi erección, bombeando
majestuosamente mi pene. Sus dedos masajeando el largo eje hacia que sintiera
la anticipación de mi llegada al orgasmo. Mi respiración mas acelerada, al
igual que la de Darien. Un gruñido comenzaba a formarse. Gemí de placer cuando
mi semen salio disparado en un chorro sobre mi pecho, haciendo que la punta de
mis pies se doblaran. Darien salió de mi interior y gruño cuando su pene se le
unía al mío, haciendo explosión. La larga corrida llego bañando mi cuerpo.
Ambos nos miramos un segundo, totalmente exhaustos. Debíamos volver a la
fiesta. Respirando con dificultad, tratamos de decir algo, pero no salió nada
mas que nuestras aceleradas respiraciones.
Ayudándome a limpiar mi cuerpo, saco su pañuelo del bolsillo y
comenzó a limpiar el semen en mi pecho. Nuestro semen. Sus ojos seguían mi
cuerpo, no se apartaban de mi rostro, la lujuria y el deseo en ellos ardían
como llamas brillando en la oscuridad de la noche. Se acercó hacia mi,
depositando un apasionado beso en mis labios. Tomándome de la parte de atrás de
la cabeza, acercando nuestros rostros, acortando la distancia entre ambos.
-
Te
amo Timothy.
-
Yo
no. Esto fue el final Darien. Ahora si puedo decirte Adiós.
-
¿lo
dices en serio?
-
Claro.
Con esto puedo decir que no tenemos ningún pendiente. Buena vida con tu esposa.
-
¿Por
qué?
-
Crees que no sabia que tus padres sabían lo de
nosotros. Además de que lo estás haciendo por la gran herencia de la familia de
Giselle. Solo así podrías costear tus lujos y deseos egoístas. No soy un
idiota, no como tu. Me divertí en tu boda, fue muy hermosa, en especial la
novia. Son una pareja perfecta. Adiós, amigo.
Me aleje de mi antiguo amante, esperando que algún dia encontrara
la felicidad, no en el dinero o el status, sino de la verdadera felicidad.
Aunque claramente estaba lejos de ello, al menos había logrado darle mi regalo
de boda. Y mis mejores deseos para su matrimonio.
Arregle mis ropas antes de ingresar en el gran salón, viendo las
miradas de los padres de Darién, QUE SE JODAN, pensé mientras caminaba hasta
donde estaba mi madre. El resto de la velada fue normal, con Darien y su rostro
de los mil demonios. Aunque antes de darme cuenta la velada paso mas rápido de
lo que crei, sin ningún percance.
Una voz me hizo regresar a la realidad; era Edgar. Que llamaba mi
atención para preguntarme otra cosa que no entendía. Me gire hacia el,
apartando los viejos recuerdos.
-
Y
asi al juntar todas estas letras formas una PALABRA. – dije. Después de
explicarle como se formaba una silaba. Mediante las letras creabas palabras y
después oraciones simples.
-
Oh.
Yo ya sabia que era una palabra y también una oración. Solo necesito aprender a
escribirlas correctamente en el papel.
-
Bien,
entonces te enseñare gramática y escritura. Desde el nivel prescolar. Primero,
escribe una oración. Conoces las palabras, veamos que tal anda tu escritura.
Así sabremos en que trabajar mas.
Así lo hizo, tomando el pedazo de papel frente a él, trazo con la
pluma varias veces la misma palabra. Ponía demasiado empeño en una simple letra
al escribirla, recargando todo el brazo sobre el escritorio, sus ojos jamás se
apartaban de la hoja de papel.
Después de unos momentos, emitió un chasquido con la lengua. Y
golpeando la mesa con ambas manos cerradas en puños.
-
No
me sale bien.
-
Tranquilo,
puedes hacerlo. A ver, déjame ayudarte – ofrecí, acercándome hacia el. Coloque
mi mano sobre la de el, la mía era pequeña y delicada a comparación a la de el
que era enorme y firme. Se sentía cálida al tacto, envolví su enorme puño, sin
cubrir su tamaño, y sostuve el lápiz. Mientras el escribía yo imponía un poco
de fuerza, forzando a su puño a seguir un ritmo adecuado, moviéndolo de manera
correcta la punta de la pluma sobre el papel.
-
Ya
viste, no fue tan difícil – dije cuando por fin dejo de escribir. Al sentir su
puño descansar de la tensión.
-
Si,
tenias razón. Toma, ¿Qué te parece?
Me quede mirando la hoja, hasta el momento no había visto que era
lo que escribir y ahora que lo hacia, mis ojos no podían alejarse de ello. Era
mi nombre, su primera palabra y era mi nombre. Sentía el orgullo de un padre
cuando su hijo comienza a decir papá por primera vez. Le sonreí a Edgar dándole
mi aprobación.
-
Excelente,
lo has hecho muy bien.
-
Si.
En serio que no se cómo agradecértelo.
-
No
tienes que. Yo me ofrecí. – objete. Tomando el papel y dejandolo dentro de uno
de mis libros.
-
¿Qué
te parece celebrarlo?
-
¿Cómo?
-
Iremos
a la taberna del pueblo, oí que hay buen licor y que las mujeres sobran. Esa
será mi manera de pagarte por todo. ¿Qué dices?
-
Suena
bien.
-
Mañana
después de las 10:00pm en el puente. Le avisare a algunos amigos míos.
-
Esta
bien. me voy ahora.
-
Con
cuidado.
-
Si
– dije abriendo la puerta de la cabaña, cuando choque contra algo, o alguien.
No estaba seguro, era solido como la piedra.
Levante la vista para ver al hombre mas grande que hubiera visto
antes, su piel no era tan clara como la mía, pero tenia los ojos color
avellana. Extendió su mano y me ayudo a ponerme de pie.
-
¿Joven
Swardson?
-
Si.
-
¿Qué
hace usted por estos lugares?
-
Ummm…
– dije, tratando de crear la excusa
perfecta, nadie podía saber que ayudaba a Edgar con su educación o eso traería
problemas a mi persona.
-
Su
padre me ha pedido que le enseñe un poco de jardinería, pronto será la cosecha
y quiere estar preparado para las plagas. Además de que seria bueno que el
joven aprendiera desde ahora para el futuro. – Edgar salió en mi auxilio,
acercándose desde el interior de su casa.
-
Oh,
ya veo – dijo, al parecer no creyendo por completo lo dicho, pero lo dejo
pasar.
-
Por
cierto, mañana nos acompañara a la taberna del pueblo, quiero que conozca a
todos, ¿Qué dices, te unes?
-
Claro.
Nos veremos mañana joven. Edgar tenemos algo de que hablar.
-
Entiendo.
-
Yo
me voy. Nos vemos entonces.
-
Cuídese
joven.
-
Hasta
pronto joven.
Salí corriendo como alma que lleva el diablo, por otro poco y
hubiéramos sido descubiertos. De no ser porque Edgar había salido con esa gran
excusa, todo había sido diferente y estaría esperando que todo se supiera por
el pueblo hasta oídos de mi padre.
Al menos algo había salido bien, tendría una noche de diversión
con Edgar como anfitrión. A una taberna, pero saldría con alguien. No estaría
encerrado como una jovencita en casa esperando a ser desposada. Ser hombre
tenia sus ventajas, a veces.
10:00pm en espera, mi corazón latía de emoción. Solo esperar hasta
entonces.
++++++++++++++
Me quede con la
boca abierta. No sabiendo que decir. ¿Timothy, era gay? ¿Cómo? Lo mas
importante, ¿hacerlo en una boda? En el
bosque, corregí. Este hombre era de testículos. Incluso si los padres
sabían, la novia no. Hubiera sido la cereza del pastel.
Ahora que lo veía
mas claramente, ¿no se parecía un poco mi situación con Liam? Solo que yo no
iria a darle sexo gratis como despedida. No estaba loco. No del todo, aun. El teléfono sonó en la sala, corrí hasta donde
estaba.
-
Diga.
-
¿estas libre?
-
¿Qué?
-
Lo siento. Debí empezar mas lento.
Hola. Soy Doug, ¿el de la biblioteca?
-
Oh, si. ¿Cómo conseguiste mi número?
-
Estaba en tu credencial del museo.
-
¿en serio?
-
No. Me lo dio el profesor Webman.
-
Ya veo. ¿necesitabas algo?
-
Oh, si. ¿quieres salir a tomar un
café? Se que es mas de mediodía, pero me pareció una buena idea invitarte,
aunque puedes negarte sino quieres. Comprenderé.
-
¿estás bien?
-
No, realmente. Perdón por molestarte
con mis problemas.
-
No, espera. ¿Qué paso?
-
Mi novio termino conmigo. Y no se que
hacer. Necesitaba hablar con alguien, pero no se porque te molesto con algo tan
tonto, considerando que apenas y me conoces. Debo parecerte patético.
-
No, en absoluto.
-
Mentiroso.
-
Esta bien, un poco.
-
Lo sabia.
-
¿aun sigue en pie la oferta del café?
No he desayunado nada.
-
Claro.
-
¿en donde podemos vernos?
-
Ven a la biblioteca y te mostrare el
lugar que te dije la ultima vez.
-
Estaré en 15 minutos.
Colgué el
teléfono. Tal vez hacer nuevos amigos formaría parte de mi nueva
transformación, mi nuevo cambio. Además de que sería mas fácil cuando dos
sujetos han sido descorazonados, reírse de sus ex. Eso siempre funcionaba.
Entre nuevamente
a mi recamara, debía cambiarme, tenia que ver a un nuevo amigo.
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